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San Perfecto de Córdoba, mártir mozárabe

por Javier Iglesia Aparicio
Grabado de San Perfecto de Córdoba (1847)

[? – Córdoba, 18 abril 850] Presbítero y primero mártir mozárabe de Córdoba

Perfecto era un sacerdote cordobés de la basílica de San Acisclo de Córdoba, donde había sido educado en su juevtnutd y que además era conocedor de la lengua árabe. San Eulogio atribuye el origen del episodio martirial a la ejecución de Perfecto, un crimen que movió a muchos a lanzarse a la palestra.

Un día del año 850, Perfecto había salido a la calle a cumplir con un cometido particular, cuando fue abordado por un grupo de musulmanes estacionados en la vía pública, quienes le invitaron a exponer su idea de Cristo y de Mahoma. Perfecto, primero rehusó, pensando en las posibles consecuencias, y luego pidió garantías temiendo por su seguridad. Los musulmanes se las dieron “fraudulentamente”, diciendo que no tomarían represalias contra él. Le prometieron su lealtad y le instaron a manifestar, sin temor, la opinión que tenían las autoridades cristianas sobre su profeta Mahoma. Perfecto respondió, en árabe, que “era un falso profeta y un hereje de lo más mendaz, por haber engañado a muchos” , el mayor de todos los herejes: “¿cómo va a ser reputado entre los profetas o por qué no va a ser castigado con la maldición celestial quien le arrebató a su esclavo Zaid su esposa Zeinab, cegado por la imagen de su belleza, a la manera de los bárbaros, como el caballo y el mulo carentes de inteligencia, la unió a sí con una adúltera unión, y adujo como pretexto haberlo hecho por mandato de un ángel?”

Mese después, los mismos musulmanes le interceptaron y lo llevaron ante el juez acusándolo de maldecir al profeta Mahoma. Aunque perfecto al principio se retractó de sus palabras, el cadí no hizo caso de su retractación y lo envió a la cárcel, donde Perfecto, reafirmó en sus primeras palabras

San Perfecto de Córdoba según un grabado de 1841
San Perfecto de Córdoba según un grabado de 1841

San Perfecto fue decapitado en una ceremonia pública, para celebrar con su muerte la festividad de la ruptura del ramadán, el 18 de abril del 850. Sus restos fueron enterrados en la iglesia de San Acisclo de Córdoba.

Historia de San Perfecto según Eulogio de Córdoba

PREFATIUS

6. Sed dudum anticeps illis beatae memoriae Perfectus presbyter exstitit, qui ob ejusmodi professionem qua et isti occubuit, sed non eo modo quo ipsi deciderunt. Praedictus namque presbyter coacte ad passionem tractus, viriliter consummavit sancti certaminis cursum. Hi vero sponte sua venientes, acriter hosti resistunt, et quadam violentia per effusionem cruoris regnum coeli capessunt. Quo autem ordine idem venerabilis Perfectus presbyter passionis bravium emeruerit, principium libri secundi exponet; ac deinceps caeterorum nomina, aetates, ortus, temporaque allisionum edicet. Quapropter hanc praefationem in capite voluminis posui, ut inter laudes vituperationesque sanctorum me discurrente, interdum etiam auctori profano obviam venientem lectores mei facilius intelligerent, precibus expiarent, orationibus adjuvarent: et tam de illis, quam de me ipsis favente, judicium proprium et nunc et ante Dominum ferrent. […]

6. No obstante, poco antes les había precedido Perfecto, presbítero de santa memoria, que pereció por la misma profesión de fe que éstos, aunque de modo distinto a como ellos murieron. En efecto, el mencionado presbítero consumó valientemente el curso de su martirio tras haber sido arrastrado a la fuerza a este santo combate; en cambio, éstos vinieron por su propia voluntad a hacer frente encarnizadamente al enemigo y alcanzaron el reino de los cielos con alguna violencia, mediante el derramamiento de su sangre. Por lo demás, la forma en que el venerable Perfecto se ganó el premio de su martirio se expondrá al principio del libro segundo, y a continuación se irán dando a conocer los nombres, edades, orígenes y fechas de las muertes de los demás. […]

LIBER PRIMUS

9. Et licet primo sanctus Perfectus presbyter exemplar detestandi fidei hostem omnibus exhibuerit metumque moriendi pro veritate robur confessionis ejus a multis excluserit (de quo in libro secundo nos plenius locuturos, propitio Deo, spondemus), non tamen parvipendenda est invictissimi illius Joannis constantia praeconabilis, qui inter saeva ac dira flagella forti animo durans, plurimos documento suo ad martyrium incitaverit. […] Nam beatissimus Perfectus presbyter, de quo supra meminimus cui Joannes ad vincula et caedes successit, violenter ad passionem tractus, posteaquam carcerem adiit, divinitus illustratus, ad praeliandum armatus est. Ita ut necessitatem in voluntatem convertens, vim illam coelesti quodam respectu esse considerans, quo martyrio dignus haberetur, totus in superna erigitur, alienatur praesentibus, futurorum commoda praestolatur, et totius mundani expers affectus, ad ea quae diligentibus Deum promissa sunt, futurus martyr aptatur. Hinc saeculo mortuus, et Deo vivens, quod primo se dixisse negaverat, postmodum ultroneus confessor, et athleta fortissimus coram judice asserebat. Magis eligens mori pro veritate, occasione inde sumpta proferendi justitiam Dei gentibus, ac detestandi adversarium fidei, quam negando veritatem tanto se praemio abstrahere.

9. aunque fue en un primer lugar el santo presbítero Perfecto quien dio a todos un ejemplo de repudio al enemigo de la Fe, y la fuerza de su confesión expulsó de muchos el miedo a morir por la verdad —prometemos hablar de él más extensamente en el libro segundo si Dios nos es propicio—, no obstante, no hay que menospreciar la encomiable constancia del invicto Juan […] Por lo demás, el santísimo presbítero Perfecto, a quien el Juan que acabamos de mencionar sucedió en la cárcel y en los golpes, fue arrastrado violentamente a su martirio y, después de entrar en la cárcel, fue iluminado por Dios y armado para el combate de tal manera que, convirtiendo en virtud su necesidad y considerando que aquella violencia tenía cierta solicitud divina a fin de que se le tuviese por digno del martirio, se elevó todo él a pensamientos sublimes, se apartó de los bienes presentes, aguardó los beneficios del futuro y, ajeno a todo deseo humano, se aprestó el futuro mártir para lo que Dios ha prometido a quienes le aman. Y entonces, muerto para el mundo y vivo para Dios, lo que primero había negado haber dicho, luego, mártir voluntario y atleta esforzadísimo, lo afirmó ante el juez, y prefirió morir por la verdad, tomando de allí ocasión para proclamar a los gentiles la justicia de Dios y abominar del enemigo de la Fe, antes que hurtarse a tamaño premio negando esa Verdad.

LIBER SECUNDUS. CAPUT PRIMUM. De Perfecto, presbytero Cordubensi, martyre.

1. In nomine Domini. Regnante in perpetuum Domino nostro Jesu Christo, anno incarnationis ejus octingentesimo quinquagesimo, aera octingentesima octuagesima octava, consulatus autem Habdarrahagman vicesimo nono: cujus temporibus rebus et dignitate gens Arabum in Hispaniis aucta, totam pene Hiberiam diro privilegio occupavit; Cordubam vero, quae olim Patricia dicebatur, nunc sessione sua urbem regiam appellatam, summo apice extulit, honoribus sublimavit, gloria dilatavit, divitiis cumulavit, cunctarumque deliciarum mundi affluentia (ultra quam credi vel dici fas est) vehementius ampliavit: ita ut in omni pompa saeculari praedecessores generis sui reges excederet, superaret, et vinceret. Dumque sub ejus gravissimo jugo Ecclesia orthodoxorum gemens, usque ad interitum vapularet, venerabilis memoriae Perfectus presbyter, Cordubae natus, et sub paedagogis basilicae sancti Aciscli clara eruditione nutritus, plenissime ecclesiasticis disciplinis imbutus, et vivaci educatione litteraria captus, necnon ex parte linguae Arabicae cognitus, totam pene juventutem in praedicto transegit coenobio.

1. En el nombre del Señor; reinando por siempre nuestro Señor Jesucristo, corría el año 850 de su encarnación, era 888 y año vigésimo noveno del reinado de Abderramán, y a la sazón el pueblo árabe, grande en riquezas y dignidad en Hispania, se había apoderado con un infausto dominio de casi toda Iberia, y en cuanto a Córdoba, a la que otrora se decía Patricia y ahora se llama ciudad real por residir el monarca, la había encumbrado en lo más alto, enaltecido con honores, dilatado en gloria, colmado de riquezas y aumentado enormemente con abundancia de todas las exquisiteces del mundo, más allá de lo que se puede creer o decir, de suerte que excedió, superó y venció en cualquier fasto mundano a los anteriores reyes de su linaje, mientras que bajo su pesadísimo yugo la Iglesia católica gemía y era azotada hasta su destrucción. Entretanto, Perfecto, presbítero de venerable memoria nacido en Córdoba, criado y educado con brillantez por los maestros de la iglesia de San Acisclo, instruido de la forma más cumplida en las disciplinas eclesiásticas, imbuido de una viva formación en letras y aún algo versado en la lengua árabe, había pasado casi toda su juventud en la mencionada congregación.

2. Quodam vero die dum ob rei familiaris necessitatem iter perageret, et rerum domesticarum commodis consulens, per urbem ingrederetur, quorumdam gentilium sciscitationibus de fide catholica exploratur, suumque coram eis de Christo, et propheta Mahomat testimonium proferre jubetur. Qui continuo diffuso ore divinitatis Christi potentiam profitens, et esse Deum super omnia benedictum in saecula praeconans: «Vatem (inquit) vestrum qualiter apud catholicos habeatur exponere non audeo, quia gravi molestia propter hoc vos vulnerari non ambigo. Verum si foedus intercesserit amicabile, et pacificam fidei pactionem accommodatis, dicam quo Evangelii testimonio denotetur, vel qua veneratione a christicolis excolatur.» Illico fraudulenter fidem spondent, et quidquid de illo apud religiosos tenetur, omni pulsa formidine enarrare compellunt. Ad haec prudens sacerdos Arabice illos reciprocans pseudoprophetam illum et falsissimum dogmatistam, quia plures seduxerit, ex Evangelio protulit, dicens: «Multi pseudoprophetae venient in nomine meo, et multos seducent: et dabunt signa magna, et prodigia, ita ut in errorem inducantur, si fieri potest, etiam electi (Matth. XXIV, 24).» «E quibus inter caeteros summus hic propheta vester hostis antiqui praestigiis occupatus, daemoniorum figmentis illectus, maleficiorum sacrilegiis deditus, multorum parvipendentium corda lethali veneno corrumpens, aeternae perditionis laqueis mancipavit. Sic nulla spiritali discretus prudentia, principi Satanae eorum fidem accommodat, cum quo ipse asperrima inferorum luiturus tormenta, vos quoque sequipedas secum arsuros, inexstinguibilis camini deputavit incendiis. Nam quo pacto inter prophetas reputabitur, aut quare non maledictione coelesti plectetur, qui Zeinab uxorem vernaculi sui Zaid specie decoris ejus obcaecatus, jure barbarico auferens, sicut equus et mulus, in quibus non est intellectus (Psal. XXXI, 9), adulterina sibi copula nexuit, seseque ex jussu angeli hoc egisse praedixit?» Multa deinde beatus Perfectus de foeditatibus et libidinibus quae lege Mahometica praecipiuntur, superaddidit; et tandem finem his verbis fecit: «Sic fautor immunditiae, et libidinum voluptatibus serviens, omnes vos perennis luxuriae impuritatibus dedicavit.» Alia etiam plura, prout noverat, de ipsius nefandissima doctrina eis exponens, multaque auditui exosa coram omnibus denuntians, licet non tunc illum superbo oculo impetierint, accensum tamen ultionis furorem in corde ad perniciem ejus reponunt.

2. Un día que se había puesto en camino por una necesidad familiar y andaba por la ciudad para atender al beneficio de sus asuntos privados, se vio interrogado por las preguntas de algunos gentiles acerca de la fe católica y fue obligado a manifestarse en presencia de ellos sobre Cristo y el profeta Mahoma. De inmediato confesó él ampliamente el poder de la divinidad de Cristo y proclamó que era Dios bendito sobre todas las cosas por los siglos de los siglos; «Respecto a vuestro profeta —dijo—, no me atrevo a exponer cómo se le tiene entre los católicos, porque no dudo que os sentiréis gravemente heridos por ello; pero si media un pacto amistoso y comprometéis pacíficamente vuestra palabra, os diré con qué testimonio del Evangelio se le tacha y qué veneración le tienen los cristianos». Al instante le dieron su palabra fraudulentamente y lo empujaron a contar sin temor alguno todo lo que opinaban de aquél los religiosos. Contestándoles a esto en árabe, el prudente sacerdote declaró conforme al Evangelio que aquél era un falso profeta y un dogmatista de lo más falaz por haber engañado a muchos, y les dijo: «Muchos falsos profetas vendrán en mi nombre y engañarán a muchos, y obrarán muchas señales y prodigios para inducir a error, si es posible, incluso a los elegidos. De ellos, el mayor de todos es este profeta vuestro invadido por los engaños del antiguo enemigo, seducido por las invenciones de los demonios y entregado a sacrilegios y maleficios, que ha corrompido con mortal veneno los corazones de muchos descreídos y los ha entregado a los lazos de la perdición eterna. Así, falto de toda sabiduría espiritual, acomoda la fe de aquéllos a su soberano Satán, con quien él mismo sufrirá los durísimos tormentos de los infiernos tras haberos condenado también a vosotros, sus seguidores, a los fuegos del horno inextinguible para que ardáis con él. Pues, ¿cómo va a ser considerado entre los profetas, o por qué no va a ser castigado con una maldición del cielo quien, como un bárbaro, le quitó a su criado Zaíd su esposa Zeinab, obcecado como estaba por la belleza y hermosura de ésta, y, como el caballo al mulo, que no tienen inteligencia, se unió a ella en adulterio y declaró haberlo hecho por orden de un ángel?». Luego el bienaventurado perfecto añadió otras muchas cosas sobre las porquerías y voluptuosidades que se prescriben en la religión mahometana y finalmente acabó con estas palabras: «De esa manera, el protector de la inmundicia y esclavo de placeres voluptuosos os ha entregado a todos a las impurezas de una perenne lujuria». Y mientras, según sabía, seguía exponiéndoles más cosas sobre la abominable doctrina de aquél y denunciando ante todos muchos detalles odiosos de oír, pese a no atacarlo entonces con sus soberbia mirada, guardaron, no obstante, encendido en su corazón un vengativo furor en perjuicio de aquél.

3. Perficit Dei famulus sibi hinc necessariae rei utilitatem; et expleto sui itineris cursu, propriae quietis cellulam repetens, securus aliquandiu permansit. Caeterum post non longam digressionem temporis, dum occasio familiaris necessitatis eum aliquo ire compelleret, casu per eosdem, cum quibus dudum conflictum gesserat, habuit commeatum. Quem aemuli venientem ab eminus contuentes, aeternum adversus eum sub pectore vulnus servatum, in apertum produnt incendium, et in vindictam sui vatis circumastantium hoc modo hortantur conventum: «Ecce quem temeraria pridem impellente insania, tanta coram nobis adversus vatem (psallat Deus super eum, et salvet eum) maledictionis verba protulit, quanta nullus vestrorum auditus potest perferre.» Hoc autem genere benedictionis semper ad honorem ejus utuntur: Zalla, Allah, Halla, Anabi. V. A. Zallen. Quod Latine dicitur, Psallat Deus super prophetam, et salvet eum. Et ita quasi apes stimulatae, tota illa cohors perditionis in eum furibunda consurgens apprehensum sub omni celeritate judici vix plantis solum tangentem offerunt, atque hujusmodi de eo testimonium proferunt: «Hunc, quem tuis reverentissimis tribunalibus, judex, attraximus, maledixisse prophetam nostrum, ejusque cultoribus exprobrasse comperimus. Quae vero sententia tales ausus compescat, furiamque retundat, melius tua novit prudentia cogitare.» Tunc judex iniquitatis ergastulis futurum Dei martyrem tradit, ferroque vinctum importabili pondere vinculorum coarctans, victimandum in eo die differt, quo profanis ritibus festivum paschae gaudium apud eos excolitur. Vadit miles Christi exsultantibus animis abdita carceris petens, laetusque illum reorum specum, quasi ad epulas invitatus, ingreditur. Ubi summa timoris et sanctimoniae reverentia praeditus, vigiliis, orationibus, atque jejuniis inserviens, fertur suam sententiam, quam dudum ante judicem formidine mortis negaverat, fortiori mente in virtute sancti Spiritus confirmasse. Et priusquam foro plectendus educeretur, tradunt prophetico vegetatum spiritu de quodam eunucho vocabulo Nazar, claviculario proconsule (qui eo tempore totius reipublicae in Hispaniis administrationem gerebat), dixisse: «Hunc quem hodie super omnes Hiberiae primates fastus principatus extollit, et coelotenus gloriosa potestas in hac parte occidua sublimavit, revoluto venturi anni curriculo ipsum, quo me prosterni die decreverit, non attinget.» Quod ita divina virtus, ut confessori suo jam quidem per squalores carceris elimato revelaverat, implere non distulit.

3. Llevó luego a cabo el siervo de Dios el asunto que lo reclamaba y, tras completar el trayecto de su camino, regresó a la tranquilidad de su celda y permaneció algún tiempo a salvo. Mas tras un lapso no largo de tiempo, al tener que ir a alguna parte con motivo de un asunto familiar, hubo de pasar casualmente entre los mismos con los que hacía poco había tenido el choque. Cuando sus enemigos lo vieron venir de lejos, exteriorizaron en un abierto incendio la herida que siempre habían guardado contra él en su pecho, y de tal modo arengaron al grupo de los presentes en venganza de su profeta: «Mirad a quien hace poco, empujado por una temeraria locura, profirió ante nosotros unas maldiciones tan grandes como ninguno de vuestros oídos podría soportar contra el Profeta, Dios lo bendiga y lo salve». Y es que usan siempre este tipo de bendición en honor de aquél: «Zalla Allah Anabi Ua Zallen», que en latín quiere decir «Dios bendiga al Profeta y lo salve». Y así, como abejas irritadas, todo aquel grupo de perdidos se levantó furibundo contra él y, tras agarrarlo, a toda velocidad y casi sin que tocara el suelo con los pies, lo presentaron ante el juez y testificaron así sobre él: «Éste a quien hemos arrastrado a tu reverendísimo tribunal, juez, hemos averiguado que ha maldecido a nuestro profeta y ha denostado a sus fieles. La sentencia que reprima tales atrevimientos y refrene su extravío, tu sabiduría sabe meditarla mejor». Entonces el inicuo juez metió en un calabozo al futuro mártir de Dios, aherrojándolo y atenazándolo con una insoportable carga de cadenas, y aplazó su inmolación hasta el día en que con ritos profanos se celebra entre ellos la festividad de la Pascua. Marchó el soldado de Cristo con ánimo jubiloso en dirección a las profundidades de la cárcel y penetró alegre, como invitado a un banquete, en aquella mazmorra de condenados. Allí, con un enorme y santo temor de Dios, se consagró a vigilias, oraciones y ayunos, y se dice que las palabras que hacía poco había negado ante el juez por miedo a morir, las confirmó entonces con ánimo más valeroso por la gracia del Espíritu Santo. Y, antes de que lo sacaran a la plaza para ser ejecutado, cuentan que, animado de espíritu profético, dijo sobre cierto eunuco de nombre Nazar, ministro del tesoro que a la sazón administraba todo el Estado de Hispania: «Éste a quien el esplendor de su privanza eleva hoy sobre todos los próceres de Iberia y a quien su glorioso poder ha levantado hasta el cielo en esta tierra occidental, en el curso del año venidero no alcanzará el día en el que ha decretado matarme». Y esto no tardó en cumplirlo la divina gracia, tal como se lo había revelado a su confesor, ya bien purificado a través de las inmundicias de la cárcel.

4. Exactis igitur non multis in carcere mensibus, post expleta jejuniorum suorum tricenna diecula, in quibus gastrimargiae crapulis, et fluxu libidinis, sicuti in primo libro digestum est, propensius solito insistunt; illucescit martyri caeteris temporibus gloriosior dies: ille scilicet, quem solemni veneratione summoque tripudio ritu vanae legis gerunt dicatum. In quo se magnum Deo suo praestaturi arbitrantes obsequium, eductum ex antro gladio vindice trucidarunt confitentem Christum in gloria Deitatis manentem, et Ecclesiae catholicae inimicum liberis vocibus exprobrantem atque dicentem: «Prophetam vestrum et maledixi, et maledico, virum daemoniorum, magum, adulterum, et mendacem: sicuti professus sum, et profiteor. Profanationes sectae vestrae commenta diaboli esse denuntio. Vos quoque cum ipso duce tenebrarum aeterna luituros tormenta protestor.» Turba vero gentilium, quae intuitu tantae festivitatis in campum ultra pontem fluminis, in parte ab urbe Australi situm, latissima planitie ad exorandum processerat, ovans praepeti regressu ad necem martyris contemplandam sese divertit. Quae jam prostratum ante fores praetorii, suoque se volutantem sanguine cernens, illitis quoque et ipso exstincti sacerdotis cruore vestigiis, aucta jucunditate, ad exsolvendum sacrilegium voti compos regreditur. Nihilominus commoda se facilius potitura confidens, quae tanti hostis sanguine combinatis gressibus incedebat.

4. Así pues, pasados no muchos meses en la cárcel, una vez cumplidos los treinta días de sus ayunos, esos en los que, como se ha referido en el libro primero, se dan con más propensión de la habitual a excesos de gula y al desenfreno de su lujuria, despuntó para el mártir el día más glorioso de todos, es decir, el que según el rito de su vana religión tienen consagrado a un solemne culto y un supremo júbilo. En él, creyendo prestar a su dios un gran servicio, lo sacaron de la mazmorra y lo mataron con vengadora espada, mientras proclamaba que Cristo poseía la gloria de la divinidad y censuraba libremente al enemigo de la Iglesia católica diciendo: «A vuestro profeta lo maldije y lo maldigo; que es un hombre endemoniado, un hechicero, un adúltero y un embustero, tal como lo declaré lo declaro; los sacrilegios de vuestra secta denuncio que son invenciones del diablo, y afirmo que también vosotros sufriréis con vuestro propio caudillo los eternos tormentos del infierno». Por su parte, la muchedumbre de infieles, que con ocasión de tamaña festividad habían salido a hacer oración a la llanura del otro lado del puente del río, en la extensa explanada de la parte sur de la ciudad, se apartó con rapidez y júbilo a contemplar la muerte del mártir; y al verlo muerto ya a las puertas del alcázar y revuelto en su propia sangre, mojó también sus pies en la misma sangre del sacerdote muerto y, dueña ya de su deseo, volvió con crecida alegría a cumplir con sus sacrilegios, fiada en que no dejaría de alcanzar beneficios con gran facilidad, pues marchaba con los pies manchados con la sangre de tamaño enemigo.

5. Sed ad propositum redeamus, et quod ad laudem sui martyris, ipso die quo decidit, divina pietas fuerit operata, sicut plurimorum fideli relatione comperimus, referamus. Nam celerem ad vindicium sui militis ultionem effundens, nonnullos de pessimorum caterva gurgite fluviali immersit. Regredienti namque vulgo a loco orationis, quo ritu sacrilego irrita vota persolverat, plerique ascensis navibus dorso vectantur aequoreo: sectoque carinis et praepeti navigio amne, domum revertunt. Inter quos una fluctuatione undarum eversa navicula, quae octonis homunculis vehiculum inter fluctus praestabat, gremio interioris abyssi reconditur. Vix inde nando sex evadentibus, bini naufragio perierunt. Ut non esset vacua Scriptura, quae dicit: Ego Dominus dabo impios pro morte tua, et divites pro sepultura tua (Isa. LIII, 9). Unum enim in coelum crudelitas persequentis praemisit, et duos inferis saeva tempestas fluminis dedicavit. Corpus autem sancti martyris piis religiosorum officiis, dignoque praesulis et sacerdotum obsequio in Basilica beati Aciscli, in eo titulo, quo felicia ejus membra quiescunt, humatur. Illudque prophetismum divinitus ore ejus prolatum de proconsule eunucho claviculario Nazar, ita (Deo dispensante) impletum est ut carcere adhuc religatus convinctis praedixerat. Nam priusquam in anno altero profanae solemnitatis paschale gaudium perituris occurreret, multis ante diebus eunuchus idem occubuit. Ignita namque febre intrinsecus viscera ejus adusta, et (ut nonnulli ferunt) toxica potione corrupta, ante obitum, dum urgente corporali necessitate ad purgandum alvum secretius cubiculum peteret, disco effusa sunt, et interiit. Sicuti quidam poeta christicola Arii finem describens, heroice lusit, dicens: Visceribus fusis vacuus quoque ventre remansit. Sic namque Dominus utroque miraculo militem suum glorificans, magnae spei solatiis fidelium vota corrobonat, impiorumque sacrilegam vanitatem stupore vehementi exturbat. Haec nos perpauca ex gestis beati Martyris dixisse sufficiat, quae viris catholicis referentibus, qui ejus contuberniis a principio in vinculis adhaeserunt: sed et ipsorum ethnicorum relatione vera esse cognovimus, dum nos tempore compeditionis nostrae omnes, cum quibus ille Martyr futurus morabatur, vix paucos solutos reperimus. Consummavit autem vir Dei cursum agonis sui in pace quarto decimo kalendas maias, die sexta feria, aera, qua supra adnotatum est.

5. Pero hemos de volver a nuestro propósito y referir, tal como lo averiguamos por la fiel declaración de muchos, lo que la justicia divina obró en loor de su mártir el mismo día en que cayó. En efecto, descargando un rápido castigo en venganza de su soldado, hundió en las aguas del río a algunos de la multitud de los malvados. Y es que, al regresar el populacho del lugar de oración en que había satisfecho sus vanos votos conforme a su sacrílego rito, muchos se montaron en barcas para ir por la superficie del agua y volver a casa surcando el río con sus quillas y en rápida navegación. Entre ellos, a causa del vaivén de las olas, volcó y se hundió en las profundidades del abismo una barquilla que en las aguas servía de vehículo a ocho individuos. Aunque seis se escaparon a duras penas de allí a nado, dos perecieron en el naufragio, de suerte que no quedó sin efecto el pasaje de las Escrituras que dice: «Yo el Señor ofreceré a impíos por tu muerte y a ricos por tu sepultura». En efecto, a uno lo envió al cielo la crueldad del perseguidor y a dos los entregó a los infiernos la feroz agitación del río. Por lo demás, el cuerpo del santo mártir fue enterrado con los piadosos oficios de los religiosos y con un digno servicio del obispo y sacerdotes en la iglesia de San Acisclo, en la capilla en la que reposan los bienaventurados restos de éste. Y en cuanto a la profecía que su boca reveló por inspiración divina acerca del eunuco y ministro del tesoro nazar, se cumplió por disposición de Dios tal como había vaticinado a sus compañeros de prisión cuando aún estaba encadenado en ella. En efecto, muchos días antes de que el año siguiente les llegase a los perdidos la alegría de la profana festividad de su pascua, murió ese mismo eunuco. Y es que sus vísceras, abrasadas internamente por una ardiente fiebre y, según cuentan algunos, deshechas por un bebedizo, se derramaron en un bacín antes de su muerte, cuando ante el apremio de una necesidad corporal se dirigía en secreto a purgar su vientre en una estancia, muriendo él tal como cierto poeta cristiano, al describir el fin de Arrio, compuso en hexámeros con estas palabras: «Derramadas sus vísceras quedó también vacío de vientre». Glorificando, pues, así el Señor a su soldado con ambos prodigios, confirmó los votos de los fieles con el consuelo de una gran esperanza y turbó la sacrílega religión de los impíos con un enorme estupor. Baste con haber dicho estas pocas cosas de los hechos del santo mártir, que sabemos que son ciertas por el relato de los católicos que desde el principio estuvieron en su compañía en la cárcel, pero también por la declaración de los propios paganos, pues en la época de nuestro encarcelamiento, de todos con los que vivió aquel futuro mártir, apenas encontramos a unos pocos liberados. Por lo demás, el santo consumó en paz el curso de su martirio el 18 de abril, viernes, el año que arriba se ha señalado.

6. Res vero tanti facinoris in sacerdote commissi, multos otio securae confessionis per deserta montium, et nemora solitudinum in Dei contemplatione fruentes, ad sponte et publice detestandum, et maledicendum sceleratum vatem exsilire coegit, majorisque ardoris fomitem moriendi pro justitia cunctis ministravit. Et quod ab isto uno infida persecutorum exsecutio primitus violenter extorsit, et quod in hunc calida circumventione suadendo ulciscitur; postmodum in plurimos ultro se tali discrimini offerentes exhorruit. Adeo namque terrore nimio ethnicorum universitas in horum progressu concussa est, ut perditionem reipublicae regnique sui excidium jam imminere arbitraretur, ac nostros athletas ab hujusmodi intentionibus inhiberi suppliciter exoraret. Sed nos, sicut hujus voluminis praefatio continet, nostrorum agonistarum aetates, ortus, temporaque decisionis fideli prosequamur stylo; ut quod divino munere nobis, nostraeque aetati conjunctum est, propriis scilicet obtutibus sanctorum contemplari agonem, venturis etiam saeculis pura libelli series innotescat. Ut nostri quoque gaudii futura generatio particeps fiat, dum mente credula vera esse non abnuat, quae sibi catholicorum mandasse industria lectitat.

6. El que se hubiera cometido tamaño crimen contra un sacerdote, a muchos que en la contemplación de Dios disfrutaban de la tranquilidad de una religiosidad segura entre montes desiertos y bosques solitarios los empujó a saltar para abominar y maldecir voluntaria y públicamente al criminal profeta, y proporcionó a todos un estímulo más ardoroso de morir por la Fe. Y lo que en un primer momento arrancó de éste solo con violencia la traicionera denuncia de sus perseguidores, y lo que castigó en él tras inducirlo con astutos engaños, lo temió luego en muchos que se ofrecieron voluntariamente a tal peligro. Y es que con tan excesivo miedo se vio conmocionada la totalidad de los paganos ante la iniciativa de éstos, que pensó que se cernía ya la ruina de su Estado y la destrucción de su reino, y suplicó humildemente que se apartase a nuestros atletas de tales intenciones. Pero nosotros, como refiere el prefacio de este volumen, hemos de exponer con fiel pluma la edad de nuestros combatientes, sus orígenes y las fechas de sus decapitaciones, a fin de que el puro contenido del libro dé a conocer también a los siglos venideros lo que por don divino se ha asociado a nosotros y a nuestra época, a saber, contemplar con nuestros propios ojos la lucha de los santos, a fin de que la futura generación participe también de nuestro gozo, mientras que confiadamente no rechace la verdad de lo que lee que le ha transmitido el celo de los católicos.

Latín: Memorialis Sanctorum; castellano:  Obras completas de San Eulogio de Córdoba

Nublaos, nublos, nubleros o nuberos: Tormentas y la defensa contra ellas en el folklore castellano

por Javier Iglesia Aparicio
Nublao, nubero

En Castilla se conoce como nublaos, nublos, nubleros, nuberos o reñuberos a los seres elementales que manejan sobre todo, las nubes, las lluvias, granizadas, tormentas y pedriscos. En la tradición castellana, los nublaos han sido siempre los culpables de cualquier fenómeno atmosférico adverso que dañara las cosechas y otras propiedades. También se cree que las ánimas errantes tenían la facultad de usar las nubes a su antojo.

O que estos reñuberos eran genios que cabalgaban las nubes y las dirigían donde les placía. la tradición los describe como geniecillos traviesos y ladinos, de aspecto diminuto, cuerpo orondo y cara pérfida, montados siempre en plomizas nubes.

Contra los nublos: Conjuradores, conjuraderos y el toque de tentenublo

Contra cualquiera de estos tipos de nublaos existían varios métodos de protección, entre los que podemos citar dos principales: el toque de campanas y los conjuros.

Conjuradores

Uno de los métodos más utilizados para conjurar, es decir, para influir en los nublaos desde la más temprana Edad Media eran las personas (brujos, hechiceros) que podían conjurar a favor o en contra de las tormentas, similares a los tempestarios que nos relata Agobardo de Lyon, en el siglo IX, en su obra Sobre el granizo y los truenos.

Ahora bien, hemos visto y oído a muchos abrumados por tanta demencia, alienados por tanta estupidez, que creen y dicen que existe una determinada región, que llaman Magonia, de la que vienen naves sobre las nubes; los frutos que caen por el granizo y que se pierden por las tempestades son llevados en ellas a esta misma región; evidentemente, los navegantes aéreos dan regalos a los tempestarios y reciben a cambio los granos y el resto de frutos. Asimismo, se hallan cegados por tan profunda necedad, al creer que esto puede realizarse, que hemos visto a varios en una cierta asamblea de hombres exhibir a cuatro personas atadas, tres hombres y una mujer, como si hubieran caído de estas mismas naves. Por supuesto, tras estar detenidos con cadenas durante algunos días, finalmente, reunida la asamblea de hombres, los mostraron, como he dicho, ante nuestra presencia como para lapidarlos. Pero sin embargo, vencedora la verdad tras mucho razonamiento, estos mismos que los exhibían, según el texto profético, están confusos, como el ladrón se turba cuando es sorprendido

Agobardo de Lyon (2018). Sobre el granizo y los truenos. Edición y traducción Juan Antonio Jiménez Sánchez. Madrid: Ediciones Siruela.

Y es que estaba muy extendida la creencia de que había personas, llamadas conjuradores o nubleros, con poderes para conjurar las tormentas, es decir, invocar a los nublaos mediante la palabra, recitando determinadas oraciones y letanías. Este poder podía, como no, poder usado en sentido positivo o negativo. Si bien los conjuradores podían deshacer los nublaos, también otros podían generarlos y enviarlos hacia otros lugares. Por ello en el Liber Iudiciorum, ley visigoda, se estipulaban condenas para aquellos que mediante artes diabólicas hicieran caer piedras del cielo sobre viñas y mieses. Así dice el libro VI, Título II, IV:

De los encantadores, provizeros é de los que los conseian. Los provizeros, o los que fazen caer la piedra en las vinas o en las mieses, e los que fablan con los diablos, e les fazen turvar las voluntades a los omnes e a las mugeres, e aquellos que fazen circos de noche, e fazen sacrificio a los diablos, estos atales o que quier que el iuez o so merino les podiere fallar o provar, fáganles dar a cada uno CC azotes, e sennalelos na fronte layda mientre, e fágalos andar por diez villas en derredor de la cibdat, que los otros que los vieren sean espantados por la pena destos. E porque non ayan poder de lazer tal cosa dalí adelantre, el iuez los meta en algún logar o bivan, é que non puedan empezer á los otros omnes, ó los enbie ai rey. que faga dellos •• que quisiere. E los que tomaren conseio con ellos reciban CC. * azotes cada uno dellos; ca non deven
seer sin pena los que por semeiable culpa son culpados.

Nos han llegado sobre todo testimonios de la labor protectora y defensora de los conjuradores, quizás porque aunque en un principio eran laicos, a partir del siglo XVI llegó a ser función de muchos párrocos rezando a santos como San Bartolomé o Santa Bárbara y blandiendo reliquias hacia el cielo con oraciones como esta:

Oh San Bartolomé, protector de los navegantes y patrono de los afectados por tormentas y desastres naturales, te imploro tu ayuda y protección en este momento de necesidad.
Con tu poder divino, aleja de nosotros las tormentas y otros desastres naturales que puedan amenazar nuestras vidas y hogares. Protege a nuestros seres queridos y a nosotros mismos de cualquier peligro inminente, y otórganos la fortaleza y la sabiduría para enfrentar cualquier adversidad que pueda presentarse en nuestro camino.

Algunos ejemplos son el clérigo bachiller en Derecho Canónico, beneficiado en Villegas o en Villamorón, famoso por conjurar tormentas o espantarlas, llegando incluso a provocar un pedrisco en Burgos, como su colega el cura de Cogollos. Estos conjuros se realizaban con la principal misión de para proteger los campos y viñas desde la Cruz del tres de mayo -el de la Invención de la Santa Cruz (cruz primaveral o verde) – el 14 de septiembre, el día para de la Exaltación de la Santa Cruz (o cruz seca).

Pero también existen testimonios, incluso cercanos a nosotros en el tiempo, de la pervivencia de conjuradores laicos. En el siglo XVII tenemos al licenciado Velasco de Madrid quien llamaba a las tormentas con ayuda de un libro mágico o grimorio obtenido durante sus estudios en Salamanca, y que tuvo problemas con la Inquisición.

Francisco Simón y Nieto en su obra “Palencia en el siglo XV” (1895) alude como en los trabajos auxiliares en la organización municipal de la ciudad palentina, se requería de un nublero para conjurar las tormentas en verano.

El escritor Jesús Callejo recoge en su libro ‘Testigos del prodigio’, varios casos: «En el pueblo de Zamayón (Salamanca), existía hace años una mujer llamada ‘la Pito’, que tenía por costumbre subir a los tejados para espantar a su manera a los nublados. En otros pueblos de Burgos, se cuenta que en días de tormenta subía al pico de Kaite un brujo especialista con poderes para ahuyentarla. En Fuentes de Béjar (Salamanca), a estos especialistas en ahuyentar tormentas y con habilidades también para pronosticar el tiempo se les llamaba ‘tío diablo’ o ‘tía bruja’».

Un testimonio recogido por nosotros de Lorenzo García Miguel en Pedrosa del Príncipe (Burgos) en 2023 nos dice que hasta la década de los 80 del siglo XX existía en el pueblo una persona encargada de conjurar a las tormentas y que iba recitando:

«Tente nublo, tente tú, que Dios puede más que tú».

Conjuraderos

Otra muestra de la importancia que la defensa contra los nublaos se daba en la sociedad castellana era la existencia de lugares especializados para que los conjuradores llevaran a cabo sus labores. Estamos hablando de los conjuraderos, conjuratorios o exconjuros, utilizados para conjurar a buenos temporales contra las tormentas que podían destruir los campos. Lo más habitual es que fueran pórticos o balcones situados en iglesias, ermitas o ayuntamientos o incluso desde las propias torres de los campanarios o en alguna cruz sobre algún montículo en el campo.

De entre los establecidos en la propia iglesia pero con espacio propio podemos citar el conjuradero de la iglesia de San Andrés de Elciego (Álava), formado por una galería de siete arcos rebajados que se hallan sobre el pórtico y entre las dos torres laterales del templo. Fue construido entre los años 1553-1564 por el cantero Domingo Emasabel. Otro ejemplo sería el la galería conjuradero de la iglesia de San Antón que estaba adosado al ayuntamiento de la ciudad de Bilbao. En la zona de Soria abundan las cruces usadas como conjuraderos como los de Morón de Almazán y Caltojar.1

Pero, son mucho más llamativos los edificios que fueron construidos ad hoc para servir de conjuraderos. No han llegado muchos hasta nuestros días pero vamos a mencionar aquí algunos de ellos.

Conjuradero de Morón de Almazán (Soria)
Conjuradero de Morón de Almazán (Soria)

El primero es el Arco de la Concepción o Puerta del Conjuradero que se abre en la muralla de Poza de la Sal (Burgos).

Puerta del Conjuradero de Poza de la Sal (Burgos)

Se conserva también la Torre del Conjuradero de Cuenca de Campos (Valladolid), una torre en un montículo cercano al pueblo, aunque la construcción actual es moderna pues la anterior se derrumbó.

Torre del Conjuradero de Cuenca de Campos (Valladolid)
Torre del Conjuradero de Cuenca de Campos (Valladolid)

Más llamativo es el Conjuradero de Nublos de Cozuelos de Ojeda (Palencia). Se encuentra junto a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en el recinto exterior y no está en muy buen estado. Es una estructura cuadrada de unos 20 metros cuadrados aproximadamente y se compone de cuatro columnas de dos metros y medio de alto, falta la cubierta, una sola entrada y un poyete en todo el diámetro interior para sentarse, está abierta a cada punto cardinal.

Conjuradero de nublos en Cozuelos de Ojeda (Palencia)
Conjuradero de nublos en Cozuelos de Ojeda (Palencia)

Pero quizás el ejemplo más llamativo es el arco-conjuradero de Villegas (Burgos)., al que no vamos a detener con más detalle más adelante.

El arco conjuradero de Villegas (Burgos) y su libro de conjuros

Esta curiosa edificación, adherida al actual ayuntamiento, se encuentra en la plaza mayor de Villegas, cerca de la iglesia de Santa Eugenia. Es una construcción de sillería y mampuesto de piedra caliza. En su fachada principal (orientada al sur) tiene un gran arco de medio punto, con dovelas bien trazadas, sobre el que se alza una única planta, en cuya parte superior destaca una hornacina central, que contiene una imagen exenta de Santa Bárbara, flanqueada por dos ventanas rectangulares. La piedra caliza es la predominante, combinando mampuesto con sillería.

Si atravesamos el arco veremos la escalera que asciende hasta su planta, la cual exhibe un paramento de ladrillo, dividido en tres cuerpos por dos vigas de madera.

En el interior hay una pequeña habitación, iluminada por la ventana desde donde el sacerdote solía conjurar las tormentas. En su interior se conserva una vela, dentro de una urna hexagonal de cristal, y un armario tallado que guarda dos cruces, una especie de custodia y un libro de conjuros del siglo XVII.

Se trata de un libro de conjuros contra tempestades, truenos, granizo, rayos y langostas, escrito por el doctor Pedro Ximenez, beneficiado de las iglesias de Navarrete y Fuenmayor (Zaragoza. 1738). Se puede consultar digitalizado en la Biblioteca Digital de Castilla y León.

Libro de Conjuros de Ximenez
Libro de Conjuros de Ximenez

El tentenublo

La costumbre más extendida para alejar a los nublos era la de tañer las campanas con toque específico llamado tentenublo (de detente nublo). El campanero del pueblo era el encargado de tañer este ritmo frenético y estruendoso para espantar a los nublos.

En Puentedey (Burgos) se mantiene esta costumbre con una pequeña variante: en vez de tentenublo, el toque se conoce como tentenube. Al tocar el repique, se dice la siguiente letanía: “tente nube, tente tú, que Dios puede más que tú. Si eres agua, vente acá. Si eres piedra, vete allá”.

En el siguiente vídeo puede verse el toque de tentenublo desde el campanario de la iglesia parroquial de Santibáñez Zarzaguda (Burgos):

Algunas tradiciones sobre los nublaos

Los nubleros de Melgar de Fernamental: con este nombre se conoce en el pueblo burgalés a unos diablillos de la nubes con muy mal genio. Cuentan que son ellos los que provocan las tormentas, el granizo e incluso los días nublados. La única forma de luchar contra su mal humor es tañendo las campanas con el conocido como “toque a tente nublo”, el sahumerio u otros rituales como el del lance de zapato contra la nube, por parte de un cura-exorcista, para que la tormenta descargue solo donde caiga el zapato.

En Osorno (Palencia) se les creían que iban volando por encima de las nubes, arrastrándolas. Así los llaman (o llamaban) también en Carrión de los Condes (Palencia), donde trataban de conjurarlos mediante santos y todo tipo de reliquias.

En Cantabria, al contrario que a los ventolines, los pescadores temen a los nuberos porque les culpan de las terribles galernas del Cantábrico, que les hacen regresar apresuradamente a puerto.

  1. Estos son solo algunos de los elementos relacionados con la religiosidad del campo soriano que aparecen en el estudio Bendecir los campos, desvanecer las tormentas. religiosidad campesina en la provincia de Soria de Pedro Javier Cruz Sánchez y Marisol Encinas manchado, Junta de Castilla y León, 2022. ↩︎

¿Para qué sirve un photocall?

por Javier Iglesia Aparicio

En la feria, miles de visitantes recorren los pasillos, curiosos por ver lo que los expositores tienen para ofrecer. Pero siempre llama la atención un producto destacado: los photocalls. Los hay de diferentes tamaños y formas, fabricados con materiales reciclados o con características técnicas.

Photocall – beneficios y ventajas

Los photocalls son sin duda el paradigma de la tecnología publicitaria (punto de venta). Se pueden transportar de manera simple: Los sistemas son livianos y se pueden guardar en bolsas pequeñas. Los displays y roll-ups son llamativos y se pueden colocar en cualquier lugar. Atraen la atención de los visitantes de la feria y de los transeúntes porque se encuentran directamente en el campo visual. Se usan para diversas ocasiones. Se utilizan en ferias, eventos para clientes, tiendas, congresos y stands informativos. Los photocalls son prácticos y versátiles. Sin embargo, cabe señalar que no todos los roll-up son igualmente adecuados para todos los usos. Más informaciones al respecto en la página: https://adsystem.com.es/photocall/photocall-textil/.

Los stands móviles existentes en las ferias también se benefician de estos sistemas, ya que con poco esfuerzo y ocupando un espacio relativamente pequeño se puede crear un entorno que sitúa inmediatamente a la empresa bajo la luz publicitaria adecuada. Los expositores enrollables también se pueden combinar con otros equipos de marketing de nuestra empresa y complementan perfectamente el stand de feria. También pueden instalarse en lugares estratégicos de ferias, centros comerciales o salas de ventas e informar así a los clientes dónde se encuentra, por ejemplo, el stand de la empresa en la feria o cuándo y dónde se celebrará un evento determinado.

Photocalls – fácil de usar 

Muchas empresas suelen utilizar los banners enrollables para llamar la atención de los clientes sobre determinadas ofertas en el punto de venta. Pero para garantizar que sigan siendo atractivos y siempre atractivos para los clientes, los carteles deben recibir mantenimiento y limpieza con regularidad. Cuanto mayor sea el material del que están hechos los roll-ups, más fáciles serán de cuidar. La limpieza de un rollup se puede realizar en un abrir y cerrar de ojos con medios sencillos. Los agentes de limpieza deben elegirse en función del material. Las pancartas enrollables hechas de material recubierto de PVC tienen propiedades similares a las de una lona para camión ligero. Esto los hace lavables y fáciles de cuidar. Lo mismo se aplica a la versión con película de poliéster. Si además equipas tu banner enrollable con un laminado especial, obtendrás una fuerte protección adicional.

Períodos de sequía y su relación con las crisis entre los siglos VI y IX en la península Ibérica

por Javier Iglesia Aparicio
Períodos de aridez entre los siglos VI y IX en la península Ibérica

Siempre ha sido un hecho relativamente sorprendente la rapidez con la que el reino visigodo de Toledo, uno de los más poderosos de entre los reinos germánicos de Europa occidental, fue arrasado a comienzos del siglo VIII por los ejércitos del Califato de Damasco. Las causas son variadas y complejas, pero en los últimos años algunos investigadores han señalado la importancia que tuvo el cambio climático en el hundimiento del sistema socioeconómico de este pueblo y en el éxito de la conquista islámica.

Lo relevante es que recientemente se ha publicado un estudio en el que se relacionan períodos de aridez con los acontecimientos más importantes que acaecieron en la península Ibérica entre los siglos VI y IX, especialmente relacionado con la caída del reino visigodo frente a las fuerzas omeyas.

El registro polínico confirma la aridez

Los resultados del registro de polen, junto con otros registros paleohidrológicos, datos arqueológicos y fuentes históricas, indican que las sequías más fuertes estadísticamente significativas entre mediados del siglo V y mediados del siglo X (450-950) y ocurrieron en 545-570, 695-725, 755-770 y 900-935, lo que podría haber contribuido a la inestabilidad de los reinados visigodo y musulmán en la Península Ibérica.

Los registros polínicos tomados en sedimentos de lagunas del norte de África y Península Ibérica revelan que un género de plantas relacionada con la extrema aridez, el Artemisia, tuvo en el siglo VIII su máximo histórico en miles de años. Por lo que dicen las fuentes de la época, su abundancia ha de explicarse más bien a factores climatológicos que a la acción humana (deforestación, ganadería, etcétera). También los datos recabados en espeleotemas de cuevas, más difíciles de ser contaminados por la mano del hombre, se registró en ese momento un mínimo de precipitaciones. Unos datos que coinciden además con un pico por abajo de los niveles de insolación solar.

En una sociedad tardoantigua basada en la agricultura eso significaba hambruna, desórdenes políticos, una mayor exposición a las pandemias, como la peste bubónica… En definitiva, el colapso de un reino. Es mucho más fácil conquistar un reino con esos problemas de hambrunas, epidemias, luchas políticas y desórdenes sociales que enfrentarse a uno en su apogeo.

Los períodos de sequía

El estudio identifica cuatro períodos de sequia y relaciona cada uno de ellos con fuentes históricas que describen situaciones de crisis en cada caso.

Período I (545-570)

El primer período de sequía es mencionado en varias crónicas. El historiador bizantino Procopio, señala que durante los años 536-538 en la península Itálica, las inclemencias del tiempo causaron graves daños a las cosechas e inviernos inusualmente duros y largos que duraron durante las primaveras y los veranos, así como casos de canibalismo debido a la hambruna.

El estadista romano Casiodoro escribió que “El calor del sol era débil” y “Un invierno sin tormentas, una primavera sin apacibilidad y un verano sin calor”, lo que provocaba heladas y sequías prolongadas. Esta situación climática, que parece haber sido provocada por una serie de fuertes erupciones volcánicas (536, 540 y 547), podría haber promovido la escasez de alimentos y la hambruna, el inicio de la Pequeña Edad de Hielo de la Antigüedad Tardía (LALIA) y el brote de la plaga de Justiniano en 541-543 a través del Mediterráneo.

La crónica de Víctor de Tunnuna afirma que esta plaga afectó a Hispania en el año 542. Más tarde, el historiador galo-romano Gregorio de Tours escribió que durante los años 580/581 los embajadores del rey de Neustria regresaron de Hispania con noticias sobre plagas y hambrunas que asolaban la Carpetania (regiones que rodean el valle del Tajo) y se extendían a Septimania (SE de la actual Francia). El historiador también escribió que durante los años 580-585 Hispania sufrió fuertes heladas y sequías, coincidiendo con la guerra civil visigoda (580-584).

Después del período de sequía I (545-570), el estado visigodo bajo el rey Leovigildo (568/569-586) pudo consolidar una política de centralización, expansión territorial y fortalecimiento del sistema fiscal después de un largo período de devaluación monetaria. Es probable que la mejora del clima pudiera haber contribuido a una mejora de la agricultura y, por lo tanto, de la administración y estabilidad del reino, lo que también podría haber contribuido a una mejor condición económica para la construcción de nuevos centros urbanos, como Recópolis (578), Victoriaco (581) y Oligicus (621).

Período II (695–725)

El período de aridez máxima ocurrió entre los años 695 y 725. Los registros de vegetación del Sistema Central español mostraron una disminución de la cobertura arbórea, especialmente en las zonas montañosas, y un aumento de la actividad del fuego, lo que se relacionó con el efecto de la actividad humana para obtener nuevos pastos y tierras para la agricultura.

Sin embargo, las condiciones climáticas cambiantes obligaron al cultivo de centeno adaptado al frío a grandes altitudes, lo que sugiere que, aunque algunos cambios en los registros de polen de la vegetación se vieron afectados por la actividad humana, estas variaciones podrían haber sido forzadas al mismo tiempo por las condiciones de frío y sequía.

De hecho, durante la época visigoda se desarrollaron diferentes técnicas en las zonas rurales para adaptarse a las condiciones de sequía. En el sur de Iberia (Sierra Nevada) construyeron los sistemas de recarga de acuíferos más antiguos de Europa, datados entre el 636 ± el 80, y la población se trasladó a elevaciones más altas con el consiguiente aumento de la población en las regiones montañosas del sur de Iberia. Este desplazamiento de la población a las tierras altas aprovechó las condiciones de lluvia de mayor altitud en comparación con las tierras bajas. Además, las evidencias arqueológicas de la ciudad visigoda de Recópolis, como la construcción de bancales y la reorganización del sistema agrícola, también se han relacionado con el declive forestal y las condiciones secas durante este periodo.

Las fuentes históricas sugieren el inicio de condiciones de sequía persistente alrededor del año 680 en la península Ibérica. Esto es coetáneo con el aumento de la aridez después de alrededor del año 670 en Anatolia y el Levante, que provocó el abandono de las tierras agrícolas y el colapso de los principales asentamientos. El XII Concilio de Toledo, organizado por el rey Ervigio (680-687), tuvo lugar en noviembre de 681 “para apoyar un mundo en colapso”.

Tres años más tarde, en noviembre del año 684, el Título III del XIV Concilio de Toledo recogía: “Esta nota, con todo lo que ha sucedido, fue presentada en el peor momento de un tiempo terrible, cuando todas las tierras, en el peor momento invernal, están cubiertas por fuertes nevadas y temperaturas glaciales”, apuntando a las duras condiciones invernales durante la temporada de otoño.

Además, la crónica mozárabe del año 754 afirma que durante este período: “Ervigio fue consagrado en el reino de los godos. Gobernó durante siete años, e Hispania sufrió una gran hambruna”. Durante el siguiente reinado del rey Egica (687-702/703), en particular durante los años 691-692, una peste bubónica que afectó a la Península Ibérica se relacionó con largos períodos de condiciones de frío/sequía, baja productividad alimentaria y hambruna. La crónica mozárabe también registra que durante los años 702-703 y 710-713: “El hambre y la peste asolaron Hispania”.

Además, las crónicas apuntan a períodos de hambruna severa (707-709) inmediatamente antes del inicio de la conquista (711) y la crónica árabe Ajbār majmūʿa (mediados del siglo XI) indicó que alrededor de la mitad de la población de Hispania murió de hambre entre el 706 y el 710. Estas crónicas apuntan a un cambio climático hacia condiciones más áridas y frías a finales del siglo VII y principios del VIII.

La muerte del rey Witiza (700-710/711) en 710/711, la consiguiente guerra civil y la invasión musulmana del reino visigodo tuvieron lugar durante este período de sequía. En este sentido, tanto la crónica del rey Alfonso III como la crónica mozárabe del 754 coincidieron en la decadencia del reino durante la invasión: “Los godos perecieron en parte por hambre y en parte por la espada” (crónica de Alfonso III) y “Con la espada, el hambre y el cautiverio, no sólo Hispania Ulterior sino también Hispania Citerior fue devastada”.

A pesar de las duras condiciones climáticas descritas, los registros arqueológicos no muestran una devastación masiva o destrucción de ciudades o asentamientos durante la invasión. En los reinos altomedievales, al menos el 60% de la riqueza se basaba en productos agrícolas. La mano de obra agrícola empleaba alrededor del 80% de la población y, por lo tanto, las condiciones climáticas duras y áridas habrían afectado la estabilidad de los reinos. Sin embargo, en el caso del reino visigodo, no existe una posición unánime sobre los principales factores que pudieron llevar al colapso del estado visigodo.

El declive del reino himyarita y el surgimiento y expansión del Islam durante el siglo VI. a través de la península Arábiga se ha relacionado recientemente con condiciones climáticas áridas y fuertes sequías. Esta sequía registrada en Arabia, así como la que registramos en Iberia a finales del siglo VII y principios del VIII, también debe haber afectado a las regiones del norte de África. Estas condiciones áridas constituyen un nuevo elemento en las motivaciones políticas, económicas y militares que condujeron a la expansión islámica de la península Ibérica a partir del año 711.

Durante varias décadas, ha habido consenso en que la expansión islámica desde Oriente Próximo y el norte de África hasta la península Ibérica puede haber sido favorecida por la introducción y difusión de nuevas tecnologías, prácticas agrícolas y productos mejor adaptados a las tierras secas y a las condiciones ambientales áridas. Sin embargo, cada vez hay más pruebas de la difusión de técnicas, herramientas y cultivos agrícolas preislámicos adaptados a las regiones semiáridas, lo que sugiere que las zonas pre y postislámicas del Cercano Oriente y el Mediterráneo eran más similares entre sí de lo que se suponía anteriormente.

Aunque la crisis social y política visigoda podría haber comenzado antes del período de sequía registrado por los datos de polen, es posible concluir que la sequía extrema y persistente durante finales del siglo VII y principios del VIII en la Península Ibérica puede haber tenido un impacto negativo en la producción de alimentos, dañando la economía basada principalmente en la agricultura y las actividades pastoriles, desencadenando (al menos parcialmente) la inestabilidad social y política que pudo afectar a la decadencia del reino visigodo, y a las primeras fases de la consolidación de al-Andalus.

Período III (755-770)

Este período de sequía coincide con la primera desestabilización política musulmana. Los musulmanes intentaron expandirse hacia el norte, pero fueron detenidos por los francos en la batalla de Poitiers (732). Más tarde, en el año 740, la sublevación bereber que se inició en el norte de África y en al-Andalus generó varias guerras civiles, hambrunas y despoblación de ciertas zonas, promoviendo la ruptura de al-Andalus con el califato abasí y convirtiéndose en un emirato independiente de Córdoba en el 756.

Según la Crónica mozárabe, durante los años 748-750: “Una horrible hambruna asoló todo al-Andalus”, similar a la registrada por la crónica de Ajbār majmūʿa para el 750-754: “El año de la Hégira 132 / 750, Dios envió una gran sequía y hambruna a toda al-Andalus” y la crónica de Moissac (siglo XI) para el 771-772.: “Una hambruna devastadora afectó a toda Hispania”.

El comienzo del gobierno de Abderramán I (756-788) se caracterizó por varias crisis sociopolíticas, que podrían haber sido consecuencia de la sequía y las hambrunas posteriores, y solo a partir de 783-784 muestra un aumento del control monetario y territorial en expansión, vinculado a la estabilización de los impuestos.

Período IV (900-935)

El último período de sequía fuerte identificado por el análisis de los datos de polen ocurrió entre 900 y 935. Este último episodio coincide en parte con la primera fitna (guerra civil musulmana), un largo proceso de crisis política que comenzó con la rebelión más poderosa liderada por Omar b. Hafsun entre los años 880 y 928. Estos enfrentamientos se han relacionado con la expansión del proceso de conversión al Islam y el aumento del control político y territorial de Córdoba.

Estas sequías podrían haber afectado a la agricultura, contribuyendo a la baja producción de alimentos y a las hambrunas, y favoreciendo así la desestabilización económica y sociopolítica de al-Andalus. Sin embargo, este proceso de análisis macro no puede ignorar el hecho de que las comunidades respondieron a las condiciones climáticas y ambientales. En este sentido, la sociedad andalusí se caracterizó por la expansión de nuevas técnicas agrícolas, entre ellas el regadío.

Fuente: Camuera, J., Jiménez-Espejo, F.J., Soto-Chica, J. et al. Drought as a possible contributor to the Visigothic Kingdom crisis and Islamic expansion in the Iberian Peninsula. Nat Commun 14, 5733 (2023). https://doi.org/10.1038/s41467-023-41367-7

Los primeros números arábigos en la Europa cristiana medieval. Los códices Ovetense y Albeldense

por Javier Iglesia Aparicio
Números arábigos en el Códice Albeldense (976)

A las cifras que utilizamos hoy en día para escribir los números se les llama números arábigos porque fueron precisamente los árabes quienes introdujeron en Europa este sistema de escritura. Pero la mayoría de los historiadores coinciden en afirmar que no fueron una creación árabe, sino tuvieron su origen en la India (los propios árabes se refieren a este sistema de numeración como “números indios”).

Se especula que la zona de origen del sistema posicional de base 10 utilizado en la India fue China. El sistema chino Sūzhōu mǎzi (蘇州碼子) o huāmǎ (花碼) también es posicional y de base 10, y pudo haber servido de inspiración para el surgimiento del sistema en la India. Esta hipótesis puede ser plausible debido al hecho de que, entre los siglos V y VIII, coincidió con una gran intercambio de peregrinos budistas entre China y la India.

El matemático indio Bhāskara I (भास्कर), en su comentario sobre el tratado astronómico Aryabhatiya de Aryabhata escrito en el año 629, modificó el sistema de numeración indio anterior para convertirlo en un verdadero sistema posicional con base 10, que incluía el cero.

La más temprana alusión de un autor no indio reconociendo la procedencia de estos numerales es del astrónomo Severo Sabokht que escribía hacia el 662 en un monasterio de Qenneshre, en el alto Eúfrates (Siria) y dice: “Los hallazgos de los indios en astronomía son más ingeniosos que los de los griegos y babilonios y su sutil modo de calcular supera a las palabras; me refiero al cálculo que hacen con nueve signos”, de lo que hay que deducir que aún no conocía el signo del cero.

Transmisión de los números al mundo islámico

Según Ibn Jaldún, en sus Prolegómenos, los musulmanes fueron iniciados en la ciencia por los sirios, y si bien existe la tradición de que una embajada india llegada a Bagdad en 773 trajo libros científicos sánscritos que dieron a conocer en el mundo islámico las nueve cifras numerales, el hecho trascedente y documentado es que el persa oriental Muḥammad b. Mūsā Al-Jwarizmī. Él escribió el libro Kitab al-Ŷamaa wa al-Tafriq bi Hisab al-Hind (كتاب الجامع و التفريق بحساب الهند), Libro de la suma y de la resta, según el cálculo indio hacia el año 820. Se conserva la versión latina del siglo XII, Algoritmi de numero indorum y otra titulada Líber algoarismi traducido por Juan Hispalense, ambas traducciones realizadas en Toledo.

al-Kindī (c. 801–873), desde Bagdad, también contribuyó al uso y difusión por todo el mundo islámico con su obra El uso de los números de la India en cuatro volúmenes (كتاب في استعمال الأعداد الهندية Kitāb fī Istimāl al-‘Adād al-Hindīyyah).

Hay que notar que la difusión de los numerales arábigos por el oeste de los dominios islámicos ya se realizaba con las diez numerales, es decir, incluido el cero.

Introducción de los números arábigos en Al-Andalus y primeros usos en la Europa cristiana

Para el momento en que se empezaron a usar en el norte de África y y en al-Andalus ya tenían su forma actual. De allí se difundieron hacia Europa y las primeras menciones de los numerales en la Europa se encuentran precisamente en la península Ibérica en el siglo IX.

Folio 55 del Misceláneo o Códice Ovetense: Primera aparición del cero

Hasta el momento, el primer documento conocido donde aparecen estos numerales en suelo hispano es en el llamado Misceláneo ovetense de El Escorial (R.II 18). Es el único de los códices escritos en época visigoda que aún se conserva en la península.

Este códice misceláneo fue adquirido por San Eulogio de Córdoba durante su viaje por el reino de Pamplona (848-849). Estaba compuesto de una serie de cuadernos de pergamino escritos en letra semiuncial del siglo VII, pero le faltaban algunas hojas y San Eulogio lo completó añadiendo folios escritos de su propia mano con letra mozárabe.

El manuscrito llegó a Oviedo de la mano de una embajada que Alfonso III envió a Córdoba en el 884 para rescatar diversas reliquias de los mártires de Córdoba y este códice quedó almacenado en la catedral de Oviedo. Su último viaje fue en el siglo XVI, cuando Ambrosio de Morales lo llevó, por orden de Felipe II, a la recién fundada Biblioteca del Monasterio de El Escorial.

Pues bien en el folio 55 de este manuscrito va escrita, al margen de un pequeño tratado sobre la dimensión de las tierras, una nota marginal en árabe en que se computan las distancias en años, meses y días. Las cantidades están escritas con unos extraños caracteres que en ocasiones tienen valor absoluto para las decenas y centenas justas y en otras componen su valor con relación a la posición. Por ejemplo, las cantidades 17, 21, 27, 29, 24 y 16 van escritas como hoy lo hacemos; pero 102 se escribe con una cifra para el ciento y otra para el dos, y 20 con una cifra también absoluta. En esta misma nota también nos hallamos que figura el punto con valor de cero según hoy en día se sigue haciendo en la numeración árabe oriental. Estos numerales difieren de los que utilizamos hoy en día pero pervivieron al menos hasta el siglo XIII.

Fragmento del fol. 55 del Códice Ovetense
Numerales en el códice Ovetense
Numerales en el Códice Ovetense

En la imagen hay que leer de derecha a izquierda

AñosMesesDías
2159
27317
2980
24120
102616

Códice Albeldense (976)

El Codex Vigilanus o Albeldensis fue compilado en el 976 por el monje Vigila en el monasterio de San Martín de Albelda de Iregua (La Rioja) con ayuda de los monjes Sarracino y García. Hoy en día se encuentra en la Biblioteca de El Escorial (d.I.2). En el códice existen varios tratados de cronología, calendarios y matemáticas.

En el folio 12v dice lo siguiente:

Scire debemus in Indos subtilissimum ingenium habere. Et ceteras gentes eis in arithmetica et geometrica. Et ceteris liberalibus disciplinis concedere. Et hoc manifestum est in nobem figuris quibus designant unumquemque gradum. Cuiuslibet gradus quarum hec sunt forma. 987654321

Debemos saber que los indios tienen una mente muy aguda. Y a otras naciones les conceden en aritmética y geometría. Y esto se manifiesta en las figuras con las que representan cada grado. La forma de cada uno de estos grados es la siguiente: 987654321

Fragmento del folio 12v del Códice Albeldense
Fragmento del folio 12v del Códice Albeldense

Vemos que aparecen escritos los numerales de derecha a izquierda, con lo que indudablemente habrán llegado a través de manuscritos escritos en árabe. Pero no aparece mencionado el cero.

Este es el testimonio más viejo en Europa occidental en el que se da da noticia de este nuevo sistema de escritura numérica y de que los árabes lo habían tomado de los indios. Este mismo pasaje es repetido en el Códice Emilianense del Monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja), hoy en día en la Biblioteca de El Escorial (d.I.1), elaborado por Velasco y Sisebuto en el 992.

La labor de difusión hacia el resto de la cristiandad occidental la comenzó Gerberto de Aurillac (más tarde nombrado Papa Silvestre II). Gerberto, en el año 967, viajó a la corte del conde Borrel II de Barcelona y permaneció tres años en el monasterio de Santa María de Poblet (Gerona). Probablemente allí o en alguno de sus viajes por ciudades andalusíes conoció el sistema de números arábigos.

Pero su aparición fue muy puntual hasta 1202, fecha que se considera como verdadero arranque de su generalización. En este año se publica Liber Abaci, de Leonardo de Pisa, también conocido como “Fibonacci”. Este matemático, hijo de un comerciante pisano, había aprendido los dígitos arábigos en su juventud en Bugía (la actual Argelia), mientras ayudaba a su padre en sus operaciones mercantiles. En el libro, Fibonacci explica las ventajas para el comercio del uso de los arábigos, y explica nociones de cálculo con estos números.

El Mural de La Fundación de Castilla o de Fernán González de Vela Zanetti

por Javier Iglesia Aparicio
El conde Fernán González en el mural de la fundación de Castilla de Vela Zanetti

Vela Zanetti (1913 – 1999) fue un afamado pintor nacido en Milagros (Burgos) que tras la Guerra Civil abandonó España, donde no volvió hasta 1962. Su fama mundial se debe a la realización de murales como La lucha del hombre por la paz, de veinte metros por tres en el edificio de la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York (1950) o el mural del Bureau International du Travail en Ginebra.

Al volver a España se instaló en su pueblo natal. Entre 1966 y 1970, realizó dos murales en Burgos: el Mural El Cid, (200 m2) en la Diputación de Burgos; y el Mural de La Fundación de Castilla (15 x 4 m.) en la Torre del Arco de Santa María de Burgos.

Mural de la Fundación de Castilla en el Arco de Santa María de Burgos, de Vela Zanatti
El mural en el interior del Arco de Santa maría de Burgos
Mural de la Fundación de Castilla de Vela Zanatti
Mural de la Fundación de Castilla de Vela Zantti

La disposición apaisada del formato permite situar múltiples motivos narrativos, que se pueden agrupar en torno a dos núcleos visuales preferentes. El primero está articulado alrededor de la familia, al nacimiento del hombre castellano, un niño de espaldas y desnudo, producto de la siembra del padre y los cuidados de la madre. En el segundo, el conde Fernán González se encuentra rodeado de quienes impulsaron el desarrollo y la conformación de Castilla. El niño rodeado por sus padres y Fernán González por su pueblo ilustran un paralelismo que expresa la relación entre familia y comunidad, entre individuo y sociedad. En el centro dos personajes, uno de espaldas y otro de frente que ensamblan un arado romano.

Niño con su padres
El conde Fernán González rodeado por un herrero, varios monjes, entre los cuales hay un escriba, y personas construyendo un edificio
El conde Fernán González rodeado por un herrero, varios monjes, entre los cuales hay un escriba, y personas construyendo un edificio

Un dato singular es la representación de las manos y cuerpos que caracterizan a todas las figuras. Las manos muestran la acción del trabajo y abundan en la idea de la construcción comunitaria de la sociedad. Los cuerpos expresan la tensión del esfuerzo físico al realizar una actividad manual. Sin embargo, la figura del conde Fernán González aparece con sus manos a lo largo del cuerpo remarcando su presencia erguida y rectora . El conde tiene la mano derecha extendida sobre el yunque y la izquierda ligeramente recogida, distendida, lo que marca una diferencia con el resto de las figuras.

La complejidad de la composición se articula formando una unidad, a pesar del número elevado de personajes representados. Los colores utilizados —ocres, tierra, grises—, las texturas y los trazos decididos producen una sensación pétrea, metáfora de Castilla.

Entre los grupos que se pueden identificar tenemos, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Un guerrero siendo ayudado a vestir su cota de malla por el escudero; un grupo de campesinos marchando con los aperos al hombro como alegoría de los foramontanos; unos guerreros vigilando dentro de una fortaleza mientras un soldado avisa y llama a la acción; un grupo de hombres dialogando en junta o concejo libre de ciudadanos; y un hombre cargando un tronco recién cortado, todos estos rodeando a la ya citada familia con un hijo desnudo.

Campesinos en el mural de La Fundación de Castilla de Vela Zanetti
Los Foramontanos en el mural de La Fundación de Castilla de Vela Zanetti

El herrero mostrando en su mano derecha unas lanzas y en la izquierda rejas de labranza, el Forjador de Rejas y Lanzas, está junto al conde Fernán González; abajo dos campesinos arreglan un arado romano. A la derecha, rodeado de monjes, uno de los cuales está leyendo y otro es un escriba; así como una serie de constructores haciendo una edificación de piedra, uno de los cuales está tallando un capitel.

El forjador de lanzas y rejas y el conde Fernán González en el mural de la fundación de Castilla de Vela Zanetti
El forjador de lanzas y rejas y el conde Fernán González
Monjes en el mural de la fundación de Castilla de Vela Zanetti

Conmemoración del primer milenario de la muerte del conde de Castilla Fernán González, iniciador de la unidad de España (970 – 1970) – Libro

por Javier Iglesia Aparicio
Conmemoración del primer milenario de la muerte del conde de Castilla Fernán González, iniciador de la unidad de España (970 - 1970)
Conmemoración del primer milenario de la muerte del conde de Castilla Fernán González, iniciador de la unidad de España Book Cover Conmemoración del primer milenario de la muerte del conde de Castilla Fernán González, iniciador de la unidad de España
Junta Conmemoración Milenario
Historia medieval
H. Fournier
1971
36

Libro que conmemora el Milenario de Fernán González. Se realiza con el motivo del Primer Milenario de la muerte del Conde de Castilla Fernán González. Obra dirigida por Antonio L. Bouza. con textos de Fray Valentín de la Cruz. y dibujos de Maese Calvo, Vela Zanetti y Luis Ortega Ruipérez.

Los mozárabes: pasado, presente y futuro de las comunidades cristianas bajo dominio islámico – Libro

por Javier Iglesia Aparicio
Los mozárabes: pasado, presente y futuro de las comunidades cristianas bajo dominio islámico
Los mozárabes: pasado, presente y futuro de las comunidades cristianas bajo dominio islámico Book Cover Los mozárabes: pasado, presente y futuro de las comunidades cristianas bajo dominio islámico
Jesús García Díaz; Gloria Lora Serrano (Eds.)
Sociedad medieval
Sílex Ediciones
2024
264

El presente volumen es el resultado final del II Congreso Internacional sobre Historia de los Mozárabes que, gracias al auspicio y patronazgo del Cabildo Catedral de Córdoba, se celebró en esta ciudad durante la primavera del año 2021. Fueron aquellas unas jornadas tan intensas como fructíferas, debido al número y enorme solvencia de los diferentes especialistas que entonces se dieron cita.

La cantidad y calidad de las aportaciones científicas que conforman este libro son prueba fehaciente de ello. Nos encontramos pues ante un libro de Historia, pero realizado desde el presente y que mira hacia el futuro. No en vano, concursan diferentes ramas del conocimiento humanístico y se usan todas las fuentes disponibles para una reconstrucción amplia y más dinámica del pasado de aquellas comunidades cristianas: documentales y arqueológicas, artísticas, la lengua y la literatura, liturgia, musicología…

Unido a ello, este volumen va más allá de las tradicionales fronteras espaciotemporales del mundo mozárabe. Desde el primer punto de vista, aborda tanto el territorio andalusí como los reinos cristianos del norte; desde el segundo, prolonga la historia mozárabe más allá de los límites cronológicos barajados sobre su extinción y se aproxima también a otras comunidades cristianas bajo dominio islámico. Con todos estos mimbres, el resultado final no podía ser otro que una nueva visión de un grupo humano más relevante y activo de lo que en ocasiones se piensa. En definitiva, una interesante y completa puesta al día del estado actual de nuestros conocimientos sobre la historia de los mozárabes.

Beato de Liébana. Manuscritos Iluminados – Libro

por Javier Iglesia Aparicio
Beato de Liébana. Manuscritos Iluminados
Beato de Liébana. Manuscritos Iluminados Book Cover Beato de Liébana. Manuscritos Iluminados
Joaquín González Echegaray, Joaquín Yarza Luaces
Cultura medieval
Moleiro Editores
1998
328

Beato de Liébana. Manuscritos Iluminados recoge en sus 328 páginas todos los conocimientos que, actualmente, tenemos de la obra del célebre escritor cántabro, Beato de Liébana, que vivió en el siglo VIII en el monasterio de San Martín de Turieno, más tarde monasterio de Santo Toribio de Liébana, en los Picos de Europa, y cuyos escritos superaron todas las fronteras físicas y del tiempo.

Su Comentario al Apocalipsis, escrito en 776, se copió durante más de cinco siglos y se iluminó con escalofriantes miniaturas que, con el paso del tiempo, se convirtieron en piezas maestras dentro del arte hispánico.

El profesor Yarza, cuya sabiduría es una garantía difícilmente superable tanto para el lector como para el mismo Beato, estudia detenidamente 22 de los códices que han sobrevivido a los avatares de la historia y se conservan como tesoros en las mejores bibliotecas, museos y archivos de todo el mundo. En resumen, una obra excepcionalmente bella que invita a la lectura de sus ricas páginas y al deleite que supone la contemplación de sus miniaturas más importantes, la mayoría reproducidas por primera vez en la historia.

Contenido

  • Prefacio. Manuel Moleiro
  • El ambiente lebaniego de Beato. Joaquín González Echegaray (Director del del Instituto de Investigaciones Prehistóricas)
  • Apocalipsis en España. La iluminación de los Beatos. Joaquín Yarza Luaces (Universidad Autónoma de Barcelona)

Beato de Liébana, códice de Girona – Libro

por Javier Iglesia Aparicio
Beato de Liébana, códice de Girona
Beato de Liébana, códice de Girona Book Cover Beato de Liébana, códice de Girona
Gabriel Roura, Carlos Miranda García-Tejedor
Cultura medieval
Moleiro Editorial
2004
334

El Beato de Girona, de una extraordinaria y compleja variedad iconográfica, representa la culminación del desarrollo del scriptorium de San Salvador de Tábara. Lo que convierte a este manuscrito en único, es la enorme cantidad de material ilustrativo que se le añade respecto a otros beatos anteriores. Se abre con una Cruz y una Maiestas, a los que sigue una visión del cielo del que no se conocen precedentes conservados. Siguen seis miniaturas de los evangelistas y no faltan tampoco las genealogías, que se prolongan en un impresionante ciclo de la vida y muerte de Jesucristo, única de este códice y poco común en el arte peninsular de la época.

La acumulación de elementos de diversas procedencias, pero en especial carolingios y musulmanes, también clásicos, las novedades temáticas incorporadas por vez primera y casi sin herencia obligan a reflexionar sobre cómo fue esto posible en 975 en el monasterio de Tábara. ¿De qué biblioteca con manuscritos ilustrados dispusieron los artistas? Y, con todo, hay que añadir que sin la imaginación de los artistas y su capacidad de usar, manipular y transformar el material recibido, cosa que solemos negarles con frecuencia y casi siempre con razón, el resultado no hubiera sido el mismo. En este libro encontraremos todas y cada una de sus fascinantes miniaturas debidamente comentadas.