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Elaboración de libros en la Alta Edad Media en España (II): El papiro

por Javier Iglesia Aparicio
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Como ya comentábamos en un artículo anterior dedicado al pergamino, es muy difícil para nosotros entender lo realmente costoso que era transferir el conocimiento en la Antigüedad y la Edad Media. Nosotros tenemos a un clic casi cualquier documento o libro, podemos crear libros epub digitales y descargarlos por poco dinero o gratuitamente y disponer de ellos inmediatamente.

En la Edad Media, el libro era un artículo de lujo solo al alcance de la alta nobleza y de la alta clase religiosa. Además del pergamino y el papel, otro de los materiales aún utilizados en la Alta Edad Media era el papiro.

El papiro

El papiro es un soporte de escritura elaborado a partir de una planta acuática llamada Cyperus papyrus que era muy abundante a orillas del río Nilo. Y es que fue en Egipto el primer lugar donde hay constancia de su utilización.

Su elaboración era monopolio real en Egipto. Por esa razón, el uso del papiro no comenzó a ser universal hasta la época de Alejandro Magno (siglo IV a. C.). Su uso decayó al declinar la antigua cultura egipcia, y fue sustituido como soporte de escritura por el pergamino. Disminuyó en el transcurso del siglo V y desapareció del todo en el siglo XI.

Además de este monopolio en la exclusividad de la producción del papiro, la principal razón de que se usara en menor medida que el pergamino era su menor durabilidad. El fragmento más antiguo de papiro se descubrió en la tumba de Hemaka, un alto funcionario del faraón Den (c. 2914-2867 a. C), en la necrópolis de Saqqara, aunque no han perdurado los posibles signos jeroglíficos escritos en él.

Los papiros más antiguos con caracteres reconocibles que han llegado a nosotros son los del llamado Papiro de Nash, un conjunto de cuatro fragmentos escrito en hebreo pero procedente de Egipto y datado en torno al 200 – 150 a.C.

Los formatos del papiro

Las hojas de papiro podían pegarse por los extremos para formar un rollo de papiro, que solía constar de unas veinte hojas. Un rollo medía como promedio de 4 a 6 m. de largo, aunque se conserva un ejemplar de 40,5 m. En un principio, la palabra griega bí‧blos designaba la médula blanda de la planta del papiro, pero más tarde se utilizó para denominar el libro en sí. El diminutivo bi‧blí‧on tiene como plural la palabra bi‧blí‧a, cuyo significado literal es «libritos», de la que se deriva la palabra «Biblia».

Los rollos de papiro se utilizaron de manera habitual hasta comienzos del siglo II, cuando el códice de papiro empezó a reemplazarlos.

El papiro también podían plegarse en forma de hojas para formar el códice, semejante a un libro, más manejable que los rollos tanto para almacenarlo como para transportarlo, por lo que se popularizó entre los primeros cristianos.

La elaboración de una hoja de papiro

En primer lugar se cortaban los tallos del papiro en trozos de unos 30 o 40 cm. A continuación se descortezaba y su pulpa, de color blanco, se cortaba en tiras longitudinales que luego eran colocadas verticalmente en un tablero, paralelas entre sí, formando una capa.

Sobre esta primera capa se disponía otra en sentido transversal. Las dos capas se unían con agua y con savia del propio papiro. Como resultado se obtenía una hoja que era aplanada a golpes y que se dejaba secar al sol.

Por último la hoja se alisaba con piedra pómez o con una concha que hiciera de lijadora.

Hojas de papiro
Hojas de papiro

En los papiros se escribía con un cálamo (tallo de una caña cortado oblicuamente) o utilizando plumas de aves. Se utilizaba tinta negra, fabricada a partir de carbón vegetal y resina, y tinta roja para destacar los títulos.

Las inscripciones se realizaban en la cara del papiro que tenía dispuestas las tiras horizontalmente: el anverso. En la otra cara (el reverso) raramente se escribía (en este caso se denominan opistógrafos) aunque, por ser muy caro, si lo que estaba escrito perdía interés, era borrado y vuelto a utilizar.

Tipos de papiro

Según el naturalista Plinio el Viejo (23 – 79), según su calidad los papiros se clasificaban en:

  1. Emporíticos: los de inferior calidad, utilizados como papel de envolver.
  2. Taeneóticos: los de mala calidad.
  3. Saíticos: los de baja calidad, elaborados con materiales sobrantes.
  4. Anfiteátricos: los de media calidad.
  5. Fanianos: los de buena calidad.
  6. Livios: los de muy buena calidad.
  7. Augusticos: los de alta calidad.
  8. Hieráticos o regios: los de más alta calidad, sólo utilizados para textos sagrados.

El uso del papiro en la Alta Edad Media

En Europa occidental el uso del papiro fue algo muy poco habitual durante la Alta Edad Media. Únicamente se conocen documentos escritos en papiro en la Cancillería Pontificia y en la corte de los merovingios.

El papiro se importaba generalmente de Egipto; tras la invasión islámica del norte de África (siglos VII-VIII) se fue interrumpiendo su abastecimiento hacia Italia y resto de las regiones del Mediterráneo norte. Se sabe que se fabricaba hasta el siglo XI en la isla de Sicilia.

En España los papiros medievales conocidos son todos procedentes de la cancillería papal y se encuentran actualmente en archivos e instituciones radicadas en Cataluña. Son en total 10 papiros de los 25 conocidos en toda Europa. El resto de bulas papales se encuentran en Perpiñán, París, Ravenna, Roma, Berlín, Dijon, Bérgamo, Hannovar, Ammiens y Puy

Es posible que la concentración de papiros en la zona de la antigua Tarraconense al norte del río Ebro podría relacionarse con una vinculación a la administración eclesiástica del mundo carolingio y franco. Pero, también es probable que las malas condiciones de preservación, las destrucciones y el olvido en muchos casos afectarían a la preservación de estos documentos tan valiosos en otros monasterios hispanos.

Documentos en soporte papiro debieron existir y recibirse en todos los monasterios y diócesis hispanas de los siglos III al X, pues el papiro era un soporte habitualmente usado por la cancillería pontificia durante esa época hasta ser sustituido por el pergamino.

Sin embargo, en España entre los siglos V y VIII se ha localizado numerosos “archivos” en los que los documentos se grabaron sobre soporte duro, es decir, sobre pizarra. Ello indica la gran escasez de soporte blando (papiro, pergamino) durante ese momento. Sí parece que fue frecuente la escritura, la documentación y el archivado de documentos y textos en tablillas de cera hasta al menos mediados del siglo XIII, si tenemos en cuenta la narración de Santo Martino de León, canónigo de la basílica isidoriana de León.

No obstante, hay que tener en cuenta que los obispos y los abades recibirían las comunicaciones solemnes (privilegios, nombramientos, sentencias, etc.) de la curia pontificia en soporte papiro. San Isidoro Hispalense en sus Etimologías (siglo VII) habla del pergamino y del papiro como parte de su cultura escrita.

Papiro medieval. Bula de Silvestre II (1001)
Papiro medieval. Bula de Silvestre II (1001)

Los ejemplares preservados en España son:

  1. Año 892: papa Formoso (891-896). 2680 x 72 mm. Archivo catedralicio de Gerona.
  2. Año 897: papa Romano (897). 1550 x 310 mm. Archivo catedralicio de Gerona.
  3. Año 971: papa Juan XIII (965-972), Dilectione et fraternitati. 2080 x 640 mm. Archivo episcopal de Vic.
  4. Año 971: papa Juan XIII (965-972), Si pastores ovium. 2320 x 640 mm. Archivo episcopal de Vic.
  5. Año 971: papa Juan XIII (965-972), Agnouimus qualite. 1630 x 630 mm. Archivo episcopal de Vic.
  6. Año 978: papa Benedicto VII (974-983), Cum summae apostolicae. 1640 x 650 mm. Archivo episcopal de Vic.
  7. Año 998: papa Gregorio V (996-999), Divina nobis. 2540 x 740 mm. Archivo episcopal de Vic.
  8. Año 1001: papa Silvestre II (999-1003). 2680 x 72 mm. Archivo episcopal de la Seo de Urgel.
  9. Año 1002: papa Silvestre II (999-1003). 940 x 740 mm. Archivo de la Corona de Aragón.
  10. año 1007: papa Juan XVIII (1003-1009). 1430 x 710 mm. Archivo de la Corona de Aragón. 

Estos documentos emitidos por la cancillería pontificia se caracterizan por la fragilidad de su soporte material y por los riesgos que se derivan de su manipulación directa. Las superficies de todos los papiros conservados presentan grandes lagunas y evidencias de ataques de insectos bibliófagos.

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