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Las incursiones húngaras contra la península Ibérica en el siglo X

por Javier Iglesia Aparicio
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Ciclorama denominado La llegada de los Magiares a Hungría, Árpád Feszty, 1858.

El pueblo húngaro o magiar era originario de los alrededores de los ríos Kama y Belaya al oeste de los Montes Urales. Desde allí se extendieron por el valle medio del río Volga en los siglos VII y VIII. A partir del 889 se adentran en Ucrania occidental y Moldavia huyendo de la presión de los pechenegos. Y en el 895 se asientan en la llanura de Panonia, entre el Danubio y Tisza. Desde esta posición, realizaron numerosas incursiones para obtener botín. Principalmente se dirigieron contra Bizancio y el Occidente europeo y en dos ocasiones llegaron a alcanzar la Península Ibérica en sus expediciones de rapiña.

Incursión del 924

Ya en el 922 los húngaros habían llegado a Italia, bajando incluso al Benevento. Y en el 924 saquearon Pavía, recorrieron el valle del Ródano y, algunas bandas, alcanzaron el actual territorio de Cataluña, entonces bajo dominio franco.

El contexto de esta incursión es el siguiente. En primavera los insurgentes italianos eligen a Rodolfo II de Borgoña como rey de Italia en Pavía. El emperador Berengario I de Italia pide ayuda a los húngaros, quienes luego envían un ejército dirigido por Szalárd, que quema Pavía y las galeras de guerra a orillas del río Ticino. El 7 de abril el emperador Berengario es asesinado en Verona, los húngaros se dirigen hacia Borgoña. Rodolfo II de Borgoña y Hugo de Arlés intentan rodearlos en los pasos de los Alpes, pero los húngaros escapan de la emboscada y se dirigen contra la Gotia.

Ramón III (o Ramón Ponce I) de Tolosa y el conde Gausberto de Ampurias y Rosellón, acudieron a enfrentarse a los magiares pero estos lograron entrar en los territorios del condado de Ampurias y Rosellón asolándolo. Parece que los húngaros volvieron a la Panonia porque se desató una disentería entre ellos.

Es posible que durante esta incursión fuera destruida la primitiva iglesia prerrománica de San Martín de Ampurias. Se conserva allí una inscripción del siglo X que hace referencia a su reconstrucción en el 926 por el conde Gausberto. Está ahora situada en la puerta de entrada del actual templo, encastrada en el muro y situados sus dos fragmentos a izquierda y derecha de una inscripción del siglo XIII. La inscripción dice:

aula iacebat hec longis neglecta ruinis • nomine Martni dunum sacrata beati• / cu(m) ter trecentos bis
denos ter quoqu[e b]inos• corporeos IHS annos XPS haberet• / coeperat annis ter quinis indicio volvi •
b[isq]ue quaterdenis Karolus regnabat in annis• / tunc comes hanc Gauzbertus ovans aeros renovavit •
S[un]nerii proles Ermengardis de matre natus • / septembris id(u)s pridie fine beato quievit • hunc pat(er) et natus parti(er) Quoq[ue s]p(iritu)s almus • ignoscat delicta requie(m) detque beatam • Am(en)•

Esta iglesia, consagrada en nombre de San Martín, yacía descuidada en ruinas durante mucho tiempo.
Tendría Jesucristo tres (veces) trescientos, dos (veces) diez y tres (veces) dos (926) años corpóreos;
habían pasado tres (veces) cinco (15) años del comienzo de la indicción, y dos (veces) catorce (28) años
hacía que reinaba Carlos, entonces la renovó el conde Gausberto, héroe triunfante, de la estirpe de
Suniario y nacido de Ermengarda. Descansó con fin dichoso el día antes de los idus de septiembre (12 de septiembre). El Padre, el Hijo y el Espíritu vivificante perdonen sus pecados y le den descanso
bienaventurado. Amen.

AEHTAM 383
Lápida de San Martín de Ampurias, fragmento 1 (AEHTAM 383)
Lápida de San Martín de Ampurias, fragmento 1 (AEHTAM 383)
Lápida de San Martín de Ampurias, fragmento 2 (AEHTAM 383)
Lápida de San Martín de Ampurias, fragmento 2 (AEHTAM 383)

Invasión magiar del 942-943

La segunda incursión húngara contra tierras ibéricas se enmarca dentro de las disputas por el control del comercio en el golfo de Marsella. Desde el 889 Córdoba tenía una base pirática en el enclave de Fraxinetum desde donde hostigaban las regiones cercanas.

Harto de las acciones de saqueo de los andalusíes, en la primavera del 942, el rey Hugo de Arlés decide persuadir a los húngaros, dándoles 10 fanegas de oro, para que ataquen el califato de Córdoba, regido entonces por ʿAbd al-Raḥmān III.

Las hordas magiares llegaron a mediados de junio a la Marca Hispánica y saquearon los condados de Ampurias-Rosellón, Besalú, Gerona y Barcelona y devastaron el Bagés y el Solsonés, arrasando con numerosos monasterios como Fontanilles, Banyoles, Sant Medir de Castellà, Santa Coloma de Farners (que per nefandis paganis fuit destructa, que dicunt Ungulis) y Sant Cristofor de Salinoves (qui fuit antiquitus constituta et propter infestationem paganorum fuit destructa).

Finalmente entraron en el territorio del califato de Córdoba e instalaron su campamento junto al extremo superior de la ciudad de Lérida. Munḏir b. Saʿīd, cadí de la Marca Superior desde febrero/marzo del 942 escribió una carta al califa el 7 de julio (19 sawwal 330H) informando de la invasión. Así lo relata Ibn Hayyān:

[…] y otra del cadí de cadíes de la Marca, Munḏir b. Saʿīd, informándole de la invasión de una gran nación de los turcos de más allá de Constantinopla contra los musulmanes andalusíes de la Marca Superior, descendiendo repentinamente en gran número del país franco y acampando junto a la ciudad de Lérida, extremo de la Marca Superior, lanzando algunas algaras contra las fortalezas árabes y haciendo cautivo al señor de Barbastro, Yaḥyà b. Muḥammad b. at-Ṭawīl

El 23 de junio iniciaron un asedio de la ciudad que duró 8 días. El 26 de junio los húngaros capturaron a Yaḥyà b. Muḥammad b. al Ṭawīl, el gobernador de Barbastro, y lo mantuvieron cautivo hasta que fue rescatado. Pero por falta de alimentos y forraje, así como por considerar difícil la victoria, los húngaros abandonaron el sitio de la ciudad y atacaron otras zonas como Huesca.

El ejército musulmán, bajo las órdenes de Muḥammad b. Hashim al-Tugibí, les derrotó en Tudela. Entre los prisioneros húngaros hubo cinco que se convirtieron al islam y el califa de Córdoba los empleó como su guardia personal.

La cronología de la retirada de los húngaros es poco clara. Habitualmente se suele suponer que fue ese mismo año 942 y que, en su huida, se enfrentaron a un ejército franco en el condado de Cerdaña, en la batalla de Baltarga, el 21 o 22 de agosto, donde falleció el primogénito de Suniario I, conde de Barcelona, Gerona y Osona, Ermengol de Osona.

Pero no se puede desechar que los húngaros permanecieran algo más de tiempo en la zona. El gobernador de Barbastro apresado, una vez liberado, llegó a Córdoba el 7 de enero del 943. Por otro lado, estudiando las fechas y los conflictos entre los condes catalanes, Vergés Pons propone que la batalla de Baltarga debió de producirse en el año 943 y que además formaría parte de un conflicto por la sucesión en el condado de Urgel.

Como nota curiosa, el historiador Ibn Hayyan atribuyó a esta incursión y a las dificultades que causó en Al-Ándalus, la decisión de Ramiro II de León de romper la tregua que había firmado un año antes con ʿAbd al-Raḥmān III.​ De todos modos, la invasión magiar sorprendió a los andalusíes y quedó en su memoria. Solo así se explica que uno de los asuntos a tratar de la embajada que ʿAbd al-Raḥmān III envió en el 955 a la corte de Otón I en Frankfurt, encabezada por el mozárabe Recemundo, fuera pedir que impidiera la entrada de más incursiones magiares.

Tras la derrota por parte de Otón I a orillas del Lech (955), las incursiones húngaras finalizaron.


Bibliografía

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