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Celosía prerrománica de la ermita de Villacisla en Presencio

por Javier Iglesia Aparicio
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Villacisla es un despoblado que en la actualidad pertenece al término municipal de Presencio (Burgos), en la comarca de Candemuñó. Su nombre viene de Villa Cixila o Villa Cisla, seguramente por el nombre del fundador de la población en torno al siglo IX, cuando estas tierras se incorporan al condado de Castilla.

La localidad es citada por primera vez el 17 de julio de 1193 en un documento perteneciente al Real Monasterio de Las Huelgas de Burgos. En 1352 tiene estatuto de villa libre, enmarcada dentro de las Behetrías de Castilla. Durante la baja edad media Villacisla aparece siempre envuelta en peleas, litigios y pleitos, esto hace que pase continuamente de un señor a otro y que los humildes moradores tengan que pagar al nuevo amo.

Ya en el siglo XV la despoblación se ceba con esta villa. Según un documento custodiado en la población de Presencio, el párroco Don Fernández en 1440 afirma “este lugar está yermo y no se impartirá misa”. Como respuesta a esta situación el obispo de Burgos, Alfonso de Cartagena, decide anexionar esta parroquia, que queda reducida a ermita, a la población de Asturianos. Pro Asturianos corrió la misma suerte en 1554 y al quedar desierta fue anexionada a Presencio.

Hoy en día no queda nada de esta población salvo la presencia de la ermita, levantada en un alto cerca del río Cogollos.

La ermita de Nuestra Señora de Villacisla

La ermita actual está levantada en estilo románico. Se compone de un ábside, más antiguo, y una nave rectangular más moderna. Adosada a ella se encontraba la casa del ermitaño.

Ermita de Nuestra Señora de Villacisla
Ermita de Nuestra Señora de Villacisla

La cabecera es semicircular con un tramo prebiterial recto. En el exterior está compuesta por cinco paños divididos por haces de tres columnas. Se conservan en ellas dos esculturas, una de San Pedro y otra de San Pablo. En cada tramo se inscribe un arco de medio punto, aunque alguno está oculto por los contrafuertes añadidos en época posterior. Uno de estos contrafuertes oculta también una ventana aspillera. La cornisa se apoya en canecillos deocrados.

La portada es un arco de entrada ligeramente apuntado y cuatro arquivoltas que descansan sobre columnas de capiteles labrados con decoración geométrica, vegetales, tallos, rosetones… Este atrio fue la casa del ermitaño.

Dentro del atrio, en el muro meridional de la nave, se encuentra el elemento que capta nuestro interés: una celosía prerrománica.

Como en otras ocasiones, es posible que esta iglesia románica se levantara sobre un templo prerrománico anterior o que, al menos reutilizara piedras de un santuario de esa época. Y una de ellas sería la celosía.

La celosía prerrománica de Villacisla

Sabemos que fue reutilizada en el actual templo románico pero, como ya hemos dicho, desconocemos tanto dónde se hallaba el antiguo templo como dónde estaba ubicada dentro de él: ¿en una ventana, en algún tipo de iconostasio interior?

La celosía, que hoy en día aparece deteriorada, tiene forma de rosetón calado donde seis huecos conformaban una estrella de seis puntas de las cuales solo quedan tres con sus correspondientes tres orificios a los lados.

Celosía prerrománica de Villacisla, en Presencio (Burgos)
Celosía prerrománica de Villacisla

En total se componía de doce pequeños vanos del mismo tamaño que permiten pasar la luz al interior del edificio. Enmarcada por cuatro pequeños rosetones labrados en bajorrelieve con gran finura flanquean cada esquina y formas geométricas en zig zag a los lados. En la parte de arriba una decoración vegetal y abajo un círculo dividido en ocho partes iguales.

Esta celosía juega con la numerología ya que se repite el número seis, que en la Biblia simboliza la imperfección pues el sexto día Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza pero sin alcanzar su perfección. Pero además hay doce vanos, el número de los Apóstoles.

Los cuatro rosetones de las esquinas simbolizan los cuatro evangelistas. La flor, similar a una de lis, en la parte superior con su número tres como la trilogía padre, hijo y espíritu santo o bien un lirio blanco que simboliza la virginidad, la pureza, la inocencia y la luz, luego sería una alusión a la virgen.

Podemos encontrar formas parecidas en imágenes del siglo X como la “Biblia Leonesa” o “Biblia visigótica de León” del 960, donde los monjes Florencio y Sancho trabajaron en la realización miniaturas en el desaparecido monasterio de Valeránica, situado no lejos de aquí, en las cercanías de Tordómar, y que fue famoso por su scriptorium.

La leyenda de la Virgen de Villacisla y la Cueva del ermitaño

La tradición popular de la comarca nos habla de una leyenda relacionada con la Virgen de Villacisla. Resulta que, con la invasión musulmana, el ermitaño que allí residía huyó hacia las montañas del norte llevándose consigo la estatua de la Virgen. Y de allí volvió con los foramontanos cuando estas zonas fueron de nuevo dominadas por los cristianos.

Don Godofredo Martínez, maestro jubilado de la zona, recoge la antigua leyenda en forma de poesía:

Huyó de allí el ermitaño // con la imagen que guardaba

Llamada de Villacisla // después de muchas jornadas

A la montaña llegó // en su borriquita parda

Ocultando en las alforjas // a la mejor de las damas

Allá en Cantabria vivió // retirado en la montaña

Nuestro piadoso ermitaño // cuidando a la imagen santa

Hasta que en la reconquista // bajaron hacia el Arlanza

Cientos de foramontanos // en grupos de retaguardia

Con ellos volvió a Castilla // en su burra apresurada

Acercándose al Cogollos //y a la ermita que dejara

En tiempos atrás tan sola // tan pobre y abandonada

Esta leyenda popular nos puede hacer pensar que existió allí un antiguo eremitorio ya en época visigoda. Aunque también es verdad que en multitud de localidades se cuenta una historia similar.

Sin embargo, en este caso existe un lugar que, quizás, pudo ser utilizado por un ermitaño en época visigoda. A solo 140 m. de la ermita, aunque ya en el término municipal de Revenga de Muñó, se encuentra la Cueva de Villacisla, una cavidad artificial de no más de 15 metros de recorrido y dividida en varios habitáculos, con una profundidad de 2 metros bajo tierra.

Cueva de la ermita de Villacisla
Cueva de la ermita de Villacisla

Hoy en día aún sigue habiendo dos momentos de festejo en la ermita. El primer domingo de mayo se peregrina la imagen de la Virgen de Villacisla. Y el 8 de septiembre se celebra la Natividad de Nuestra Señora.

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