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La Condesa Traidora en la Primera Crónica General

por Javier Iglesia Aparicio
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La leyenda épica medieval de La Condesa Traidora alcanza su versión definitiva y más desarrollada en la Primera Crónica General, mandada compilar por Alfonso X el Sabio (1252-1284). Esta versión es ya novelesca y debe de incorporar datos procedentes de algún cantar de gesta de la época.

Las diferencias con las dos versiones precedentes (la de la Crónica Najerense y la de De rebus Hispaniae) son varias. En primer lugar nos habla de que el conde García Fernández tuvo dos esposas. La primera, de origen francés, doña Argentina, conoce al conde mientras ésta hace con sus padres el camino a Santiago. Pero al poco tiempo conoce a otro conde francés con quien huye a sus dominios. El conde García Fernández, afrentado, jura no volver a Castilla hasta que encuentre al conde y a la condesa y se haga venganza.

García Fernández, acompañado por un escudero y vestidos como pobres, llegan a los dominios del conde francés. Investigan sus posesiones y se mezclan con los pobres que todos los días reciben comida por parte del conde y de su hija, doña Sancha. Resulta que Sancha está enfadada con su padre debido al comportamiento de su madrastra y quiere vengarse de su padre, pero no sabe como. Un día le comenta a una doncella que busque de entre los pobres que a diario acuden a su puerta si alguno es apuesto y es hidalgo. Si lo encuentra, que lo haga pasar que tiene un plan para vengarse de su padre.

Y así es como García Fernández conoce a doña Sancha y acaba yaciendo con ella, comprometiéndose a ser marido y mujer y a vengar a padre y esposa respectivamente. Doña Sancha invita a su padre y a su madrastra a dormir en sus aposentos. Pero en la habitación está el conde García Fernández, armado con un cuchillo, bajo la cama. Doña Sancha avisa al conde de que ambos están dormidos. García decapita a ambos y lleva las cabezas a doña Sancha. A continuación huyen de los dominios franceses y se encaminan a Castilla. Allí los castellanos se alegran de la venganza de su conde y aceptan por condesa a doña Sancha.

Pero doña Sancha tampoco va a ser una buena mujer. Con el tiempo albergará malos sentimientos hacia el conde, con quien tuvo un hijo, Sancho. García Fernández le confía a su mujer el cuidado de su caballo de guerra y ésta lo alimenta con salvado en vez de con cebada, con lo que el animal tiene menos energía y acaba por desfallecer mientras el conde combate a los musulmanes en la frontera. García Fernández es herido y apresado y al poco muere en Medinaceli.

Las malas acciones de la condesa Sancha no acaban aquí. Deseosa de mayor gloria, se quiere casar con un rey moro para pasar de condesa a reina y tener más riquezas. Con este objetivo trama la muerte de su hijo Sancho. Prepara una bebida de vino envenenado pero es descubierta por una sirvienta. La sirvienta avisa a un escudero del conde Sancho, quien será el origen de los monteros, la guardia real castellana, de Espinosa de los Monteros. El conde, puesto sobre aviso, invita a su madre a beber primero pero esta no acepta. Finalmente el conde Sancho la obliga a bebérselo por la fuerza y la condesa muere. Por último, el conde Sancho, lleno de remordimientos, manda fundar el monasterio de San Salvador de Oña en honor a su madre y encabeza una victoriosa incursión militar contra Toledo y Córdoba.

A continuación presentamos dicha versión. El texto en castellano antiguo se ha extraído de Alvar, Carlos y Alvar Manuel: Épica medieval española, Ed. Cátedra, 2ª edición, 1997. La versión en castellano moderno es de elaboración propia.

730. Capítulo de cómo el conde Garçi Ferrández casó con la primera muger de las dos que ovo

Este conde Garçi Ferrández, de que vos fablamos, era grant cavallero de cuerpo et muy apuesto, et avie la más fremosas manos que nunca fallamos que otro omne ovo, en manera que muchas vegadas avie vergüenna de las traer descubiertas por ello, et tomava ý enbargo; et cada que entrava en logar ó estava muger de so amigo o de so vasallo siempre metie unas luvas en las manos. Este conde Garçi Ferrández fue casado dos vegadas: la primera, con una condesa de Francia que ovo nombre donna Argentina, et casó con ella en esta guisa: el padre et la madre d’aquella condesa ivan en romería a Santiago et levávanla consigo moça muy fremosa, et el conde pagóse d’ella, et desque sopo cómo era muger de buen logar, demandóla a su padre et a su madre pora casamiento; et casó con ella. Et visco con ella seis annos et non ovieron fijo nin fija. Et ella salió mala muger.


730. Capítulo de cómo el conde García Fernández casó con la primera mujer de las dos que tuvo.

Este conde García Fernández, de quien os hablamos, era un gran caballero de cuerpo y muy apuesto. Y tenía las más hermosas manos que nunca otro hombre tuvo, de manera que muchas veces, tenía vergüenza de llevarlas descubiertas, y se preocupaba por ello; y cada vez que entraba en un lugar donde estaba una mujer de su amigo o de un vasallo suyo siempre metía las manos en unos guantes. 

Este conde García Fernández se casó dos veces: la primera, con una condesa de Francia que se llamaba doña Argentina, y se casó con ella de este modo: El padre y la madre de aquella condesa iban en peregrinación a Santiago y llevaban con ellos a esta joven tan hermosa. Y el conde se enamoró de ella, y como además supo que era mujer de buen linaje, pidió la mano a su padre y a su madre para casarse con ella. Y así lo hizo. Y vivió con ella seis años y no tuvieron ni hijos ni hijas. Y ella resultó ser mala mujer.

731. Capítulo de cómo un conde de Francia levó a donna Argentina, muger del conde Garçi Ferrández et en cómo los fue buscar

Yaziendo el conde doliente, veno veer a esta donna Argentina un conde de su tierra que iva en romería a Sant Yago; et aquel conde fuera casado et muriérasele la muger et avía una fija muy fremosa que avie nonbre donna Sancha. La condessa donna Argentina, muger del conde Garçi Ferrández, fuese con aquel conde; et quando su marido el conde Garçi Ferrández lo sopo, eran ya ellos fuera de la tierra. Et desque el conde fue guarido de aquella enfermedat, con gran pesar que ovo de aquel fecho, fízose como que iva en romería a Santa Maria de Rocamador; et metióse por el camino, de pie, con un su escudero a manera de omnes pobres desconnosçudos, et andudo tanto fasta que llegó a aquella tierra de aquel condado ó marava aquel conde et la su muger que l’ levara. Et sopo ý toda la fazienda del conde, et en cómo avie aquella su fija donna Sancha que era muy fremosa muger, et asmó que pora acabar aquella demanda en que andava que l’ convenie aver privança et fabla con aquella donna Sancha fija de aquel conde. Et donna Sancha estava mal con el conde su padre, ca aquella su madrastra metie mucho mal entre él et ella, et querie seer ante muerta que bevir aquella vida que vivie, et andava buscando carrera por ó saliese de premia de so padre. Et por esto fabló con una su mançeba, et díxol’: “Amiga, sepas que yo non puedo fazer más esta vida que fago, por que te ruego que los pobres que comen a la puerta de mi padre et mía que me pienses d’ellos et que cates, si ý ha algunt omne fidalgo apuesto et fremoso, que l’ trayas ante mí, que quiero fablar con él.” Et la mançeba metió mientes en ello así commo su sennora mandó, et vio un día entre todos los otros estar al conde Garçi Ferrández pobre et mal vestido, pero que era muy gran cavallero et mucho apuesto et muy fremoso; et entre todas las otras fremosuras que vio en él, viol’ las más fremosas manos que nunca viera a omne nin a muger, et dixo en so coraçón: si aquel omne es fidalgo, aquél es tal como mi sennora demanda. Et llamól’ la mançeba, et díxol’ que querie ál fablar aparte. Et desque sovieron en apartado, conjuról’ et rogól’ por Dios que l’dixiesse verdat si era omne fidalgo, et el conde le respondió: “Amiga, ¿por qué me lo demandades? Poco vos cumple a vós de saber mi fidalguía nada.” Et ella le respondió: “Por aventura más cumple a mí et a vós que vós non cuidades.” Et el conde respodió: “Cuando yo vea por qué, o seamos en logar que lo devades saber, yo mostraré en cómo so muy más fidalgo que el sennor d’esta tierra”. Quando la mançeba aquello oyó, maravillóse mucho de aquella palabra et dixo: “Amigo, estad aquí quedo et esperadme en este logar, ca yo verné aína por vós.” Et fue a su sennora, et contól’ todo lo que l’ acaesçiera con aquel omne. La sennora, desque lo ovo todo oído, mandól’ que l’ metiese ante ella. Et él, a manera de omne pobre, ficó los inojos ante ella quando la vio. Et donna Sancha le dixo: “Amigo, dezidme qué omne sodes o de qué linage venides.” Et él le respondió: “Sennora, yo so aquí en vuestro poder et vós me podesdes matar o dar la vida si quisierdes; por ende, si vós queredes que vos yo diga mi fazienda, prometedme de me tener poridat.” Et ella prometiógelo et jurólo en las sus manos que lo farie así. Et él le dixo: “Sennora, yo so el conde Garçi Ferrández, sennor de Castiella; et vuestro padre que aquí es, non me catando, fízome tuerto et levóme mi muger con que estava casado, la qual es ésta que él aquí tiene por muger; et yo, con vergüenna que de este fecho tomé, prometí de non tornar a mi tierra fasta que fuera vengado d’él et d’ella, et por esso so aquí venido en esta manera que veedes, por tal que me non connosca ninguno et pueda acabar aquello en pos que yo ando.” Quando donna Sancha, la fija del conde, esto oyó, plógol’ mucho, ca tovo que Dios le dava carrera, qual ella non sabrie buscar nin demandar, et díxol’ así: “Conde, qui vos a vós diesse logar por ó vós acabásedes lo que queredes ¿qué l’ fariedes?” Et el conde le respondió: “Sennora, si me vós esto guisassedes, casaría convusco et levarvos ía comigo pora Castiella, et fazervos ía condessa et sennora de la tierra”. Et ella le prometió que ella ge lo guisarie, et díxol’ la manera cómo. Desí mandó pensar d’él et meterle en so cámara. Et aquella noche albergaron amos a dos de so uno et reçibiéronse por marido et por muger.


731. Capítulo de cómo un conde de Francia se llevó a doña Argentina, mujer del conde García Fernández, y de cómo los fue a buscar.

Estando el conde enfermo, vino a ver a esta doña Argentina un conde de su tierra que iba en peregrinación a Santiago. Aquel conde estuvo casado y se le murió la mujer y tenía una hija muy hermosa que se llamaba doña Sancha. La condesa doña Argentina, mujer del conde García Fernández, huyó con aquel conde y cuando su marido el conde García Fernández lo supo, ambos estaban ya fuera de sus tierras. Y una vez que el conde se recuperó de aquella enfermedad, con el gran dolor que tuvo por este hecho, hizo como que se iba de romería a Santa María de Rocamador.

 

Inició el camino, a pie, con un escudero semejando a unos pobres hombres desconocidos y anduvieron tanto hasta que llegaron a las tierras del condado donde moraba aquel conde que a su mujer se llevara. Y supo allí toda la hacienda del conde, y de cómo tenía a su hija doña Sancha que era una hermosa mujer, y tramó que para acabar con esta demanda en la que estaba que le convenía hablar en privado con aquella doña Sancha hija de aquel conde. Y doña Sancha estaba mal avenida con su padre el conde, pues aquella madrastra se entrometía entre él y ella, y quería morirse antes que vivir aquella vida que vivía, y estaba buscando algún modo para escaparse de su padre. Y por eso habló con una doncella y le dijo: “Amiga, has de saber que yo ya no puedo soportar más la vida que llevo por lo que te ruego que observes a los pobres que comen a la puerta de mi padre y a la mía y que veas si entre ellos hay algún hombre hidalgo, apuesto y hermoso, y que le traigas ante mí, que quiero hablar con él.”

 

Y la doncella hizo así como su señora había dicho. Y un día entre todos los otros vio al conde García Fernández pobre y mal vestido, pero que era un gran caballero, muy apuesto y muy hermoso. Y entre todas las hermosuras que vio en él, vio las manos más hermosas que nunca viera en hombre o mujer y dijo en su corazón: si aquel hombre es hidalgo, aquél es tal y como mi señora pide. Y le llamó la doncella y le dijo que quería hablar con él aparte.

 

Una vez que estuvieron solos, le pidió y le rogó que le dijera por Dios la verdad acerca de si era hidalgo y el conde le respondió: “Amiga, ¿por qué me lo preguntáis? Poco os interesa a vos saber acerca de mi hidalguía.” Y ella le respondió: “Por ventura más me interesa a mí y a vos de lo que vos pensáis.” Y el conde le respondió: “Cuando yo vea por qué, o estemos en un lugar donde lo debáis saber, yo os mostraré cómo soy mucho más hidalgo que el señor de estas tierras”. Cuando la doncella escuchó esto se maravilló mucho de estas palabras y dijo: “Amigo, quedaos aquí y esperadme en este lugar, que enseguida vendré a por vos.” Y se fue a su señora y le contó todo lo que le acaeciera con aquel hombre.

 

La señora, una vez que hubo escuchado todo, le mandó que se lo presentara ante ella. Y él, disfrazado de hombre pobre, se arrodilló ante ella cuando la vio. Y doña Sancha le dijo: “Amigo, decidme qué hombre sois y de qué linaje procedéis.” Y él le respondió: “Señora, yo estoy aquí bajo vuestro poder y me podéis matar o dar la vida si quisierais; por lo tanto, si vos queréis que os diga mi hacienda, prometedme que tendréis poridad.” Y ella se lo prometió y lo juró en sus manos que así lo haría. Y él le dijo: “Señora, yo soy García Fernández, señor de Castilla; y vuestro padre, que aquí está, sin conocerme, me deshonró y se llevó a mi mujer con la que estaba casado, la cual es esta que aquí tiene por mujer; y yo, con la vergüenza que este hecho me ocasionó, prometí no volver a mi tierra hasta que hubiera tomado venganza de él y de ella, y por eso he venido aquí de este modo en que me veis, para que nadie me conozca y pueda acabar aquello en pos de lo que ando.”

 

Cuando doña Sancha, la hija del conde, oyó esto, le complació mucho, y pensó que Dios le daba el modo que ella no había sabido encontrar y le dijo así: “Conde, a quien os ayudase o a quien os acabase lo que queréis, ¿qué le daríais?” Y el conde le respondió: “Señora, si en esto me ayudaseis, me casaría con vos y os llevaría conmigo a Castilla, y os haría la condesa y señora de la tierra”. Y ella le prometió que ella se lo prepararía, y le dijo de qué manera. Después ordenó que se alojara en su cámara y aquella noche yacieron juntos y se recibieron por marido y por mujer.

 

732. Capítulo de cómo donna Sancha, fija del conde de Françia, guisó cómo matasse el conde Garçi Ferrández a su padre et a su madrastra donna Argentina

Quando veno después a la tercera noche, guisó donna Sancha que se echasse el conde so padre et la condessa su madrastra. Et metió al conde Garçi Ferrández, armado de un lorigón et una gran cuchiello en la mano, so el lecho en que amos avien de yazer, et defendiól’ que non se meciese nin tosiesse fasta que ella le tirase por una cuerda que l’ ató al pie. Et donna Sancha estudo al echar de su padre et de su madrastra et enfinnióse que por amor de so padre que querie esa noche albergar ý en la casa con ellos; et desque vio que durmie su padre et su madrastra, tiró por la cuerda, et salió el conde Garçi Ferrández de so el lecho, et vio de cómo yazien amos a dos durmiendo, et degollólos, et desí tajóles las cabeças. Et tomó a donna Sancha su muger et las cabeças d’ellos, et cogió luego su camino et venóse quanto más pudo pora Castiella. Quando otro día los de la tierra sopieron la muerte de so sennor, éranse ya los otros mucho alongados que se non reçelavan de ninguna cosa. Quando el conde Garçi Ferrández et su muger donna Sancha llegaron a Castiella, enviaron por todas sus gentes que viniessen a Burgos, et contóles el conde todo lo que l’ avie conteçido et en cómmo por todo passara. Et díxoles el conde: “Agora so yo pora seer vuestro sennor que so vengado, ca non mientra estava desonrado.” Et mandó entonçe que fiziesen omenage et reçibiessen por sennora a donna Sancha su muger. Et los castellanos fiziéronlo así, et plógoles mucho con la venida del conde et quán bien se sopiera vengar. Et en esta donna Sancha fizo el conde Garçi Ferrández al conde don Sancho su fijo. Et esta condessa donna Sancha començó de primero a seer buena muger et a tenerse con obras; mas esto l’ duró poco, et después començó a fazer lo aviesso d’ello, como quier que quanto en maldat de so cuerpo non se osava descobrir por miedo que avie de so marido el conde Garçi Ferrández, et començó a aver malquerençia contra él, en guisa que cobdiçiava mucho a veer la su muerte, et a la çima guisól’ la muerte, así como adelante oiredes en esta estoria en so logar ó fabla dello. Este Garçi Ferrández lidió con el rey don Sancho de Navarra, et fue bienandante contra él et vençiól’. Et al tiempo que este conde Garçi Ferrández salió de la tierra a vengarse de su muger, como de suso avedes oído, dexó en la tierra dos sus parientes en que él mucho fiava que judgassen los pleitos et que guardassen todo lo suyo. Et al uno d’ellos dizien Gil Pérez de Barbadiello et al otro Ferrant Pérez, et estos eran cavalleros fijodalgo de so linage del conde et omnes sesudos et foreros. Al tiempo d’este conde Garçi Ferrández, seyendo él fuera de la tierra en demanda de aquella su muger, ayuntósse grant poder de moros et entraron por Castiella, et corrieron Burgos et toda la tierra, et robaron et astragaron quanto fallaron. Et de aquella vegada fue astragado el monesterio de Sant Pedro de Cardenna, et mataron ý trezientos monges en un día; et yazen todos soterrados en la claustra, et faz Dios por ellos muchos miraglos. Et este monesterio fizo después commo de cabo el conde de Garçi Ferrández, et tomól’ pora su sepultura. Este conde Garçi Ferrández ovo muy más onrrados vassallos que el conde Ferrant Gonçález, su padre; et en el so tiempo llegó la cavallería de Castiella a seer de quinientos fasta seiçientos cavalleros fijosdalgo, ca ante non solien seer mas de trezientos. Este conde Garçi Ferrández estuvo bien con los reyes de León, et tiró entre sí et ellos la estranneza que ý entrara por so padre Ferrant Gonçález.


732. Capítulo de cómo doña Sancha, hija del conde de Francia, preparó el modo de cómo el conde García Fernández mataría a su padre y a su madrastra doña Argentina.

Cuando llegó la tercera noche, doña Sancha lo preparó todo para que se durmieran el conde su padre y su madrastra. Y metió al conde García Fernández, armado con un lorigón y un gran cuchillo en la mano, bajo el lecho en el que ambos iban a yacer, y le previno de que no se moviese ni tosiese hasta que ella la tirase de una cuerda que le había atado al pie. Y doña Sancha al despedirse de su padre y de su madrastra les invitó a que por amor a su padre quería que esa noche se hospedaran allí en la casa.

 

Una vez que vio que su padre y su madrastra se durmieron, tiró de la cuerda y salió el conde García Fernández de debajo del lecho y vio cómo ambos yacían dormidos. Y los degolló, cortándoles las cabezas. Y llevó a doña Sancha su mujer las cabezas y luego tomaron el camino apurando su ida hacia Castilla. Cuando al día siguiente los de la tierra supieron de la muerte de su señor, ellos estaban ya muy lejos y no temían ninguna represalia.

 

Cuando el conde García Fernández y su mujer doña Sancha llegaron a Castilla, mandaron a todas sus gentes que acudiesen a Burgos y el conde les contó todo lo que había acontecido y cómo todo había pasado. Y les dijo el conde: “Ahora puedo ser yo vuestro señor que he sido vengado, pues no mientras estaba deshonrado.” Y mandó entonces que hiciesen homenaje y recibiesen por señora a doña Sancha su mujer. Y los castellanos así lo hicieron y le complació mucho la vuelta del conde y de qué manera se había vengado. Y en esta doña Sancha hizo el conde García Fernández al conde don Sancho su hijo.

 

Y esta condesa doña Sancha comenzó al principio a ser una buena mujer y a estar a bien con Dios y a ser amiga de su marido y hacer muchas buenas obras. Mas esto le duró poco, y después comenzó ha hacer malas acciones, aunque trataba de ocultar la maldad de su cuerpo por el miedo que tenía a su marido el conde García Fernández, y comenzó a albergar malquerencia contra él, de manera que deseaba mucho ver su muerte y al final preparó su muerte, así como más adelante oiréis en esta historia en el lugar donde de ello se habla.

 

Este García Fernández luchó contra el rey don Sancho de Navarra y tuvo fortuna contra él y le venció. Y al mismo tiempo que este conde García Fernández salió de la tierra a vengarse de su mujer, como ya habéis oído, dejó en la tierra a dos de sus parientes, de los que él mucho se fiaba, para que juzgasen los pleitos y guardasen todo lo que era suyo. Y a uno de ellos le llamaban Gil Pérez de Barbadillo y al otro Ferrán Pérez, y estos eran caballeros hidalgos del linaje del conde y hombres razonables y justos.

 

En el tiempo de este conde García Fernández, estando él fuera de la tierra en busca de aquella su mujer, se reunió una gran fuerza de moros y entraron por Castilla, y arrasaron Burgos y toda la tierra, y robaron y pillaron cuanto hallaron. Y en aquella vez fue saqueado el monasterio de San Pedro de Cardeña y mataron allí a trescientos monjes en un día; y yacen todos enterrados en el claustro y hace Dios por ellos muchos milagros.

 

Y este monasterio fue luego beneficiado por el conde García Fernández y él le tomó por sepultura. Este conde García Fernández tuvo mucho más honrados vasallos que el conde Fernán González su padre; y en su tiempo la caballería de Castilla llegó a ser de entre quinientos a seiscientos caballeros hidalgos, cuando no solía ser mayor de trescientos. Este conde García Fernández estuvo a bien con los reyes de León y se olvidó entre ellos las reticencias que existían en época de su padre Fernán González.

 

763. El capítulo de la muerte del conde Garçi Ferrández, et de cómo se alçó su fijo don Sancho contra’l et de cómo los moros corrieron tierra de cristianos.

Andados XII annos del regnado d’aquel rey don Alfonso, en la era de mill et XXVIII annos, et el anno de la Encarnatión del Sennor de DCCCC et LXXXX, aquel don Sancho, fijo del conde Garçi Ferrández, alçóse contra su padre. Et padre et fijo aviendo su desacuerdo entre sí, sopiéronlo luego los moros, et vinieron correr tierra de cristianos, et prisieron a Ávila que se poblava estonces, et destruyéronla; et yendo a arriba prisieron Crunna et San Estevan, quemando et astragando la tierra et matando ý muchos cristianos. Et quando el conde Garçi Ferrández vio tan grand mal en su tierra, non lo pudo sofrir, et maguer que la yent andava partida entr’él et su fijo, puso en su coraçón de morir por defender la tierra ante que vevir assí veyéndola perder. Et fue contra los moros; mas tanta era la muchedumbre d’ellos que non podie dar ý consejo, et murieron ý muchos de los cristianos, et prisieron ý al conde Garçi Ferrández —et esto fue en Piedra Salada— et leváronle los moros preso; et de las grandes feridas que l’ dieron en la lid murió d’ellas a pocos días en Medinaçelim. Entonces los cristianos dieron grand aver a los moros por el cuerpo d’éll, et oviéronle et leváronle a enterrar al monesterio de Sant Pedro de Cardenna. Et devedes a saber que una de las cosas por que aquel día los moros más prisieron et mataron al conde Garçi Ferrández si fue por que el so cavallo, que él mucho preçiava, el qual fiara en la condessa donna Sancha so muger que gelo guardasse, et ella teniel’ muy gordo et muy fremoso de salvados, mas non de çebada; et con esto enflaqueçió el cavallo en medio de la fazienda et dexósse caer en el canpo; et estonçe fue ferido et preso el conde, de las quales feridas murió después en Medinaçelim en poder de los moros, segunt que ya de suso oyestes.


763. El capítulo de la muerte del conde García Fernández y de cómo se alzó su hijo don Sancho contra él y de cómo los moros asaltaron la tierra de los cristianos.

Transcurridos doce años del reinado de aquel rey don Alfonso en la era de 1028 y en el año de la Encarnación del Señor de 990, aquel don Sancho, hijo del conde García Fernández, se alzó contra su padre. Y estando padre e hijo en desacuerdo, lo supieron los moros y vinieron a asaltar la tierra de cristianos y tomaron Ávila que entonces se poblaba, y la destruyeron. Y continuando hacia arriba tomaron Coruña y San Esteban de Gormaz, quemando y saqueando la tierra y matando allí a muchos cristianos.

 

Y cuando el conde García Fernández vio tan gran mal en su tierra, no lo pudo soportar, y aunque la gente estaba dividida entre él y su hijo, se decidió a morir por defender su tierra antes que vivir así viéndola perderse. Y fue contra los moros con los pocos caballeros que tenía, y luchó contra los moros; pero era tanta la muchedumbre de ellos que no podía dar allí consejo, y murieron allí muchos de los cristianos, y apresaron allí al conde García Fernández —y esto fue en Piedra Salada— y le llevaron los moros preso; y de las grandes heridas que le hicieron en la lucha murió a los pocos días en Medinaceli. Entonces los cristianos dieron un gran rescate a los moros a cambio de su cuerpo y lo obtuvieron y lo llevaron a enterrar al monasterio de San Pedro de Cardeña.

 

Y debéis de saber que una de las razones por las que aquel día los moros apresaron y mataron al conde García Fernández fue porque su caballo, que él mucho apreciaba, y el cual había confiado a su mujer la condesa doña Sancha para que se lo cuidase, ella lo tenía muy gordo y muy hermoso alimentándole con salvado, pero no con cebada. Y con esto desfalleció el caballo en medio de la lucha y se cayó en el campo de batalla. Y entonces fue herido y preso el conde, de cuyas heridas murió después en Medinaceli en poder de los moros, según antes ya habéis oído.

 

764. Aquí comiença el condado del conde don Sancho, fijo del conde don Garçi Ferrández, et fue sennor de Castiella assí como lo fue su padre.

Pues que el conde Garçi Ferrández fue finado, fincó su fijo el conde don Sancho en su lugar, assí como lo fuera su padre. Et assí como cuenta la estoria, fue este conde don Sancho piadoso, sesudo et derechero, et muy hardit et atrevudo, et muy endereçado; assí que a los nobles pujó a mayor nobleza, et a los menores minguó la grand servidumbre en que eran segund que agora diremos. Este conde don Sancho amó sus pueblos et defendió muy bien su tierra. Este conde don Sancho ganó Pennafiel, et Sepúlvega, Maderuelo, Montejo, et cobró de los moros Gormaz et Osma et San Estevan, que se perdieran en la prisión de su padre, et fizo mucho mal a moros. Éste dio los fueron antigos de Sepúlvega; et dio franqueza a los cavalleros castellanos que non pechassen nin fuessen en hueste sin soldadas, ca d’antes del conde don Sancho pechavan los cavalleros, et avien de ir con el sennor do los avie mester. Este ovo un fijo que dixieron ell infant Garcia, et éste fue al que mataron en León a traición, assí como diremos adelant. Et ovo otrossí una fija a que dixieron donna Elvira, et ésta fue casada con don Sancho el Mayor, que era rey de Aragón et de Navarra, de quien diremos adelante más en su lugar. La madre d’este conde don Sancho, cobdiçiando casar con un rey de los moros, asmó de matar su fijo por tal que se alçasse con los castiellos et con las fortalezas de la tierra, et que d’esta guisa casarie con el rey moro más endereçadamientre et sin embargo. Et ella destemprando una noche las yervas que l’ diesse a bever con que muriesse, fue en ello una su covigera de la condesa, et entendió muy bien qué era. Et quando veno el conde, aquella covigera descubrió aquel fecho que sabía de su sennora a un escudero que quería bien, que andava en casa del conde; et el escudero díxolo al conde su sennor, et consejól’ cómmo se guardase de aquella traición. Et d’este escudero vienen los monteros d’Espinosa que guardan el palacio de los reyes de Castiella; et esta guarda les fue dada por el apreçebimiento que este escudero fizo a su sennor. Et quando la madre quiso dar al conde aquel vino a bever, rogó él a su madre que beviesse ella primero; et ella dixo que lo non farie, ca non lo avie mester. Et él rogóla muchas veces que beviesse, et ella non lo quiso ninguna vez; et él quando vio que la non podie vencer por ruego, fízogelo bever por fuerça; et aun dizen que saco él la espada et díxol’ que si lo non beviesse que l’ cortarie la cabeça. Et ella con aquel miedo, bevió el vino, et cayó luego muerta. Empós esto el conde don Sancho, con pesar et quebranto por que matara a su madre en aquella guisa, fizo por ende un monesterio muy noble, et púsol’ nombre Onna por del nombre de su madre en la guisa que aquí agora departiremos: en Castiella solíen llamar “Mionna” por la “sennora”, et porque la condessa donna Sancha era tenuda por sennora en tod el condado de Castiella, mandó el conde toller d’este nombre “Mionna” aquella “mi” que viene primero en este nombre, et esta palabra que finca tolluda d’end “mi”, que llamassen por nombre a aquel monesterio “Onna” et assí le llaman oy en día Onna. Mas agora dexamos aquí esta razón et contaremos de cómo fue lidiar con los moros el conde don Sancho.


764. Aquí comienza el condado del conde don Sancho, hijo del conde don García Fernández, y fue señor de Castilla así como lo fue su padre.

Una vez que el conde García Fernández hubo muerto, quedó su hijo don Sancho en su lugar, así como lo fuera su padre. Y así como cuenta la historia, fue este conde don Sancho piadoso, sensato y justo, muy astuto y osado, y muy afortunado, de modo que a los nobles llevó a una mayor nobleza y a los menores atenuó su servidumbre, según ahora contaremos. Este conde don Sancho amó a sus pueblos y defendió muy bien su tierra.

 

Este conde don Sancho ganó Peñafiel, Sepúlveda, Maderuelo, Montejo y conquistó a los moros Gormaz, Osma y San Esteban, que se habían perdido en la prisión de su padre, e hizo mucho mal a los moros. Éste dio los fueros antiguos de Sepúlveda; y concedió a los caballeros castellanos que no fuesen en hueste sin soldada, pues antes del conde don Sancho los caballeros pechaban y debían de ir con el señor donde era necesario. Este tuvo un hijo que llamaron el infante García, y éste fue al que mataron en León a traición, así como contaremos más adelante. Y tuvo también una hija a la que llamaron doña Elvira, que se casó con don Sancho el Mayor, que era rey de Aragón y de Navarra, de quien hablaremos más adelante en su momento.

 

La madre de este conde don Sancho, deseando casarse con un rey de los moros, tramó matar a su hijo para, de este modo, hacerse con los castillos y con las fortalezas de la tierra y, de este modo, se casaría con el rey moro más directamente y sin pegas. Mientras ella estaba preparando una noche las hierbas que le daría a beber para que muriese, apareció una sirvienta de la condesa y entendió muy bien lo que pasaba. Y cuando vino el conde, aquella sirvienta le contó aquel hecho que sabía de su señora a un escudero que quería bien y que estaba en la casa del conde; y el escudero se lo dijo al conde su señor y le aconsejó de cómo protegerse de aquella traición.

 

Y de este escudero proceden los monteros de Espinosa que protegen el palacio de los reyes de Castilla; y esta guarda les fue dada por el aviso que este escudero hizo a su señor. Y cuando la madre quiso dar al conde aquel vino a beber, rogó él a su madre que bebiese ella primero; y ella le dijo que no lo haría, que no había por qué. Y él le rogó muchas veces que bebiese, y ella no quiso ninguna vez. Y cuando él vio que no la iba a convencer con ruegos, se lo hizo beber por la fuerza; incluso dicen que él sacó la espada y le dijo que, si no se lo bebía, que le cortaría la cabeza. Y ella, atemorizada, bebió el vino y cayó luego muerta.

 

Tras esto, el conde don Sancho, con pesar y remordimiento por haber matado a su madre de aquella manera, hizo un monasterio muy noble y le puso el nombre de Oña por el nombre de su madre del modo que ahora explicaremos. En Castilla solían llamar “Mionna” por “Sennora” y porque la condesa doña Sancha era tenida por señora en todo el condado de Castilla, mandó el conde quitar de este nombre “Mionna” el “mi” que viene al comienzo del nombre y que se quedara solo con el resto, y que llamasen por ese nombre al monasterio “Onna” y por eso hoy en día se llama Oña. Pero ahora dejamos aquí esta razón y contaremos cómo fue a luchar contra los moros el conde don Sancho.

 

765. El capítulo de cómo el conde don Sancho corrió el regno de Toledo et de Córdova.

Andados XIII annos de regnado d’este rey don Alfonso — et esto fue en la era de mil et XXIX annos, et el anno de la Encarnatión en DCCCC et LXXXXI— el conde don Sancho non podiendo sofrir el tuerto que los moros le fizieran en matarle su padre, llamó los leoneses et los navarros por la postura que ovieran fecha con su padre de ayudarse unos a otros, et sacó su hueste muy grand et fuesse pora’l regno de Toledo; et corrió la tierra et astragóla, et levó ende muy grandes preas, et lo ál que fincava quemólo todo. Et tanto mal fizo a moros d’aquella vez que bien fasta Córdova llegó estonces, quemándoles et astragándoles las tierras, et non quedó fasta que allí llegó et fizo aquello; et nin querie quedar aún de ir adelant más, fasta que pleitearon con él rel rey de Toledo et el rey de Córdova, et diéronle amos muy grand aver et muchos dones por aver paz con él. Agora dexamos aquí esto et diremos otrossí de moros et cristianos.


765. El capítulo de cómo el conde don Sancho corrió el reino de Toledo y de Córdoba.

Pasados trece años del reinado de este rey don Alfonso —y esto fue en la era 1029 y el año de la Encarnación del 991—, el conde don Sancho, no pudiendo soportar la afrenta que los moros le hicieran al matarle a su padre, llamó a los leoneses y a los navarros, gracias a la alianza que en esos momentos tenían, y reunió una gran hueste y se dirigieron hacia el reino de Toledo. Y asoló y saqueó la tierra, y se llevó grandes botines, y lo que quedaba lo quemó todo.

 

Y tanto mal hizo a los moros que aquella vez llegó hasta Córdoba, quemando y saqueando sus tierras, y no descansó hasta que llegó hasta allí e hizo todo esto. Y quería continuar pero los reyes de Toledo y de Córdoba negociaron con él y le dieron muchos dineros y regalos para tener la paz con él. Ahora dejamos aquí esto y hablaremos también de moros y de cristianos.

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