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Prehistoria

por Javier Iglesia Aparicio
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Homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos de Atapuerca

Paleolítico (+1 400 000-10 000 BP)

El largo período cultural del Paleolítico se divide en tres etapas y cada una de ellas contiene una o más culturas protagonizadas por distintas especies humanas.

Paleolítico Inferior (+1.400.000 – 127.000 BP)

Durante el Paleolítico Inferior fueron al menos tres las especies humanas que habitaron el espacio geográfico de estudio: la más antigua está aún por identificar, Homo antecessor y Homo heidelbergensis.

Paleolítico Inferior
Paleolítico Inferior

El primer asentamiento humano que se conoce —hasta el momento— en el ámbito geográfico que estudiamos, se encuentran en los yacimientos de la sierra burgalesa de Atapuerca. Son restos de una especie humana aún por determinar (denominada Homo sp.) hallados en la Sima del Elefante: útiles de trabajo y un fragmento de cara de entre 1.400.000 y 1.200.000 años; y un fragmento de mandíbula de hace 1.200.000 años.

Fragmento de cara de entre 1.400.000 y 1.200.000 años aparecido en el nivel 7 de la Sima del Elefante (Atapuerca)
Fragmento de cara de entre 1.400.000 y 1.200.000 años aparecido en el nivel 7 de la Sima del Elefante (Atapuerca)

Homo antecessor

La siguiente especie humana es la llamada Homo antecessor por otro lado numerosos fósiles humanos a partir de hace unos 900.000 años en el estrato TD6 de Gran Dolina, también en Atapuerca. Formaban pequeñas bandas de cazadores-recolectores; fabricaban instrumentos de piedra poco elaborados, dentro del llamado Modo 1, olduvayense o cultura de los cantos rodados; y practicaban el canibalismo.

Restos de un cráneo incompleto de Homo antecessor, Gran Dolina (Atapuerca)
Restos de un cráneo incompleto de Homo antecessor, Gran Dolina (Atapuerca)
Lasca hallada en el nivel TD6 de la Gran Dolina de Atapuerca datada hace 900.000 - 800.000 años
Lasca hallada en el nivel TD6 de la Gran Dolina de Atapuerca datada hace 900.000 – 800.000 años (CERES)

Homo heidelbergensis

Aún dentro del Paleolítico Inferior, concretamente en el Paleolítico Inferior Clásico, hace aparición otra especie humana: Homo heidelbergensis, del cual han aparecido más de 2500 restos óseos en Atapuerca con una antigüedad de más de 530.000 años. También se ha encontrado un húmero en la cueva de Lezetxiqui (Mondragón, Guipúzcoa), datado en hace 164.000 años.

Cráneo nº 5 de la Sima de los Huesos, Homo heildebergensis, 530.000 BP

Esta especie seguía siendo cazadora-recolectora pero era de bastante mayor envergadura. Por ejemplo, la pelvis Elvis encontrada en 1994 en Atapuerca nos habla de un individuo de un metro ochenta de estatura y hasta cien kilogramos
de peso. Por otro lado, el desgaste de su dentadura, parece indicar que consumía, con cierta bulbos y las raíces.

Además se supone, por el gran volumen de restos hallados con golpes y deficiencias, que el grupo se prestaba ayuda mutua, que había solidaridad entre ellos. Posiblemente esto estaba reforzado por el desarrollo alcanzado por el lenguaje, según se infiere del refinamiento que había adquirido el pabellón auditivo por esas fechas.

Por último, la existencia de cerca de una treintena de cadáveres en la Sima de los Huesos puede denotar la existencia de un auténtico cementerio colectivo, el primero y más complejo de los localizados.

El Homo Heildebergensis continuó durante mucho tiempo elaborando el mismo tipo de herramientas de cantos rodado. Sin embargo, a partir aproximadamente del interglaciar Mindel/Riss comienza a aparecer los primero artefactos que define la cultura Achelense.

La cultura Achelense se caracteriza por los siguientes útiles líticos. Bifaces, picos triedros y hendedores sobre núcleo; aparecen nuevas formas líticas como raederas, raspadores y buriles; y también hay uso de lascas sin retocar. El largo periodo cultural achelense se divide en cuatro fases: las tres primeras, dentro del Paleolítico Inferior, son el Achelense Antiguo (Interglaciar Mindel/Riss), Achelense Medio y Superior (Glaciación de Riss); y la última ya en el Paleolítico Medio, el Achelense Final o Micoquiense.

La mayoría de los restos de cultura Achelense se han documentado o bien en terrazas flivuales o en terrazas marinas; Apenas hay restos localizados en cuevas.

Los únicos restos del Achelense antiguo en nuestro espacio geográfico, aún solapados con útiles de cantos tallados, son de las terrazas fluviales de la cuenca del Duero: en la Trinchera Galería de Atapuerca; en los ríos burgaleses Arlanzón y Ubierna,e han encontrado bifaces y raspadores en Villafría y Villarmero; y en el curso del río Pisuerga en los yacimientos de Los Llanos en San Quirce de Riopisuerga, Yacimiento del Bu en Villamuriel de Cerrato (Palencia), Canterac en Valladolid y Mucientes; y en San Nicolas del Camino (Palencia).

Lasca achelense hallada en la Trinchera Galería de Atapuerca
Lasca achelense hallada en la Trinchera Galería de Atapuerca (CERES)

Del Achelense Medio son los restos de las áreas de despedazado de caza de Torralba del Moral y Ambrona, ambos en el sur de Soria. Se han encontrado restos de madera endurecida al fuego, quizás para ser utilizadas como lanza, hendedores, bifaces y raederas.

Ya en el Achelense Superior se pueden situar algunos útiles del nivel base de la cueva del El Castillo (Puente Viesgo), Lezetxiki (Mondragón) y Cueva La Verde (Barrio de Arriba, Riotuerto), Cueva de El Linar (Requejada de Polanco) y Cueva de La Garma (Omoño); y numerosos restos de bifaces localizados en la costa de la actual Cantabria: playa de Oyambre (San Vicente de la Barquera), Cueva de La Pila en las canteras de Cuchía, Polígono de Guarnizo en El Astillero, Yacimiento de La Fuente del Huyo en Pedreña, Yacimiento del Cúlebre en Santullán y en los alrededores del yacimiento de Altamira (Santillana del Mar).

Paleolítico Medio (127.000 – 35.000 BP)

El Paleolítico Medio se caracteriza por la aparición del Homo neanderthalensis. Desde el punto de vista de la tecnología se asiste a una perduración del Achelense en su fase final (a veces llamado Micoquiense), aumentando el número de hallazgos de este tipo en la cornisa cantábrica y apareciendo en otros sitios como en el valle del río Najerilla, en La Rioja, en Badarán, Villar de Torre, Cañas y Cirueña.

Pero la cultura original de este período es el Musteriense. Se caracteriza por artefactos muy variados y algo más complejos en su formato y elaboración que los utilizados con anterioridad, entre los que destacaban los núcleos, las puntas bifaciales, los denticulados, las raederas y las lascas.

En el orden cultural, cabe subrayar por novedosos tres aspectos concretos de su comportamiento: el enterramiento individualizado -aunque no siempre- de los difuntos, el uso de adornos personales y el empleo sistemático de vestidos de pieles

En el espacio geográfico en estudio, se han hallado restos de humanos neandertales en: la Cueva de El Castillo (Puente Viesgo, Cantabria), en el abrigo de Axlor (Dima, Vizcaya), cueva de Arrillor (Murua, Álava), Lezetxiqui (Mondragón, Guipúzcoa) y Valdegoba (Huérmeces, Burgos).

Fragmento de mandíbula neandertal hallada en la cueva de Valdegoba (Huérmeces)
Fragmento de mandíbula neandertal hallada en la cueva de Valdegoba (Huérmeces). Fuente: Los Neandertales de la Cueva de Valdegoba (grupoedelweiss.com)

Los yacimientos con útiles musterienses son bastante más numerosos. En la cornisa cantábrica encontramos: las cuevas de El Castillo y La Fecha en Puente Viesgo; La Garma, El Pendo, Cueva Morín, Hornos de la Peña, Cobalejos, Unquera y Cudón, en Cantabria; el abrigo de Axlor y hallazgos al aire libre como en Kurtzia en Vizcaya. En Álava hay depósitos en los yacimientos de Manzanos, Murba, Arrillor, Sierra de Urbasa y San Bartolomé.

Ya en la meseta existe un foco burgalés: Quintanilla de Valdeporres, las cuevas de San Millán y de La Ermita (Hortigüela), y alrededores de la ciudad de Burgos (Fábrica de Papel Moneda, Campo Lilaila); y otro en el bajo Pisuerga (Fuensaldaña, Mucientes). Otros yacimientos son el barranco del río Lobos, Torralba y Ambrona, en Soria.

Paleolítico Superior (35.000 BP – 8.500 a.C)

El Paleolítico Superior se caracteriza por la aparición de nuestra especie, el Homo sapiens, y la desaparición progresiva del hombre de Neanderthal. Queda encuadrado aproximadamente entre el interestadio Würm III/IV y el final de Würm IV.

Hay una gran diversificación de culturas así como de los instrumentos realizados. Se han hallado restos humanos en las cuevas de Peña del Mazo, Pendo, Cobalejos, Santián, La Pasiega, La Chora, Morín y Rascaño en Cantabria y Ojo Guareña en Burgos.

En cuanto a los hallazgos de útiles se puede diferenciar dos zonas:

  • Una de gran densidad de hallazgos en la cornisa cantábrica en las cuencas de los ríos Nansa (Chufín, La Meaza), Saja ( Altamira), Besaya (Hornos de la Peña), Pas (El Castillo, La Pasiega, Camargo, El Pendo, El Juyo, Morín), Miera (Rascaño, Salitre, La Garma) y Asón (Valle, La Chora, El Otero, El Mirón) en Cantabria; y en el valle de Carranza (Venta Laperra), Duranguesado (Bolinkoba, Balzola, Silibranka), litoral de Sopelana (Kurtzia), ría de Guernica (Santimamiñe, Atxeta, Antoliña) y cuencas del Lea y Artibai (Lumentxa, Atxurra, Goikolau, Abittaga, Lamiñak y Santa Catalina) en Vizcaya.
  • En el interior la densidad es menor: cuevas de La Blanca, del Níspero y del Caballón y abrigo de la Aceña en Burgos; al aire libre en Palomar de Mucientes (Valladolid) y cueva de Estebanvela en Segovia.

Las diferentes etapas del Paleolítico Superior

El Paleolítico Superior

Además, en el Paleolítico Superior aparecen las primeras manifestaciones artísticas humanas tanto Arte Parietal (pinturas sobre paredes de piedra) como Arte Mobiliar (realizado sobre asta, marfil, hueso o piedra). Destaca el arte paleolítico de la zona cántabro-asturiana con yacimientos tan importantes como el de Altamira, El Pendo, El Castillo, etc. También existen restos de arte paleolítico en Atapuerca, Ojo de Guareña y Palomera (Burgos) y La Griega y Domingo García (Segovia).

Epipaleolítico (8.500-7.000 a.C.)

Tras el fin del Pleistoceno y el de las glaciaciones, el hielo se funde produciéndose una elevación de las aguas marinas. El clima se vuelve más templado y se expanden los bosques, remitiendo la fauna y la flora que dominó durante las glaciaciones.

Este periodo está representado en la zona cantábrica por la cultura Aziliense (8.000-7000 a.C), caracterizado por una herencia del Magdaleniense paleolítico. Yacimientos de la época son La Meaza, La Pila, Morín, La Chora, El Valle, El Perro,El Castillo, Camargo, El Otero, El Pendo, Salitre, Piélago y Rascaño en Cantabria; y Arenaza, Silibranka, Bolinkoba, Atxeta, Santimamiñe, Lumentxa, Santa Catalina, Lamiñak II y Abittaga en Vizcaya.

Mesolítico (7.000 – 5.500 a.C.)

Al cambiar las condiciones climáticas los grupos de población se especializan y, a la vez, se rompen la unidad cultural paleolítica, surgiendo diversas culturas adaptadas al medio en que viven.

A grandes rasgos, se pueden diferenciar grupos mesolíticos geométricos con yacimientos en Los Canes (Cantabria), Pareko Landa y Kobeaga II (Vizcaya), Kanpanoste Goikoa, Atxoste y Fuente Hoz (Álava), Mendandia (Burgos).

Alejados de nuestro ámbito de estudio están las culturas asturiense, de concheros portugueses y macrolítica del noroeste.

Neolítico (5.500 – 2.800 a. C)

Comienza la domesticación de animales y la agricultura, hay una mayor diversificación en los instrumentos y aparece la cerámica. En definitiva, comienza la sedentarización de la población humana. El origen del Neolítico en la península Ibérica parece debido a influencias orientales que alcanzaron, a comienzos del sexto milenio a.C., las costas mediterráneas. El proceso de neolitización es progresivo y convive, durante mucho tiempo, con grupos humanos mesolíticos. En nuestro ámbito de estudio, parece que las primeras influencias proceden tanto de las costa levantina, remontando el río Ebro, como del núcleo andaluz.

En la Meseta Norte hay constancia de asentamientos neolíticos desde la segunda mitad del sexto milenio a.C. Destacan los yacimientos de La Velilla (Osorno, Palencia), La Lámpara (Ambrona, Soria), Torrecilla de Cameros (La Rioja), Cueva de la Vaquera (Torreiglesias) y de la Nogaleda (Villaseca) en Segovia, Altotero de Modúbar y cueva Mayor de Atapuerca en Burgos. La neolitización completa no se alcanzará hasta la segunda mitad del quinto milenio a.C. Lo mismo ocurre en Álava (abrigo de Peña Larga, Atxuste, covacha de Fuente Hoz, Kanpanoste Goikoa, Los Husos) y Vizcaya (Arenaza, Kobaederra, Santimamiñe).

Algo más tardía es la neolitización de Cantabria.

Calcolítico y Bronce Inicial (2.800 – 1.800 a. C)

La metalurgia del Bronce llegó a la península Ibérica por las costas almerienses (Cultura de Los Millares) y desde allí se fue extendiendo por el resto de la Península. Durante el Bronce Antiguo (3.000-2.200 a.C.) se producen dos fenómenos: el Vaso Campaniforme y el Megalitismo.

El Megalitismo (3 000 – 1 500 a.C) puede haber surgido en el norte de Portugal. Está caracterizado por la construcción de dólmenes y sepulcros de cúpula. En lo que respecta a nuestro territorio, se expandió por el valle del Duero subiendo hacia Álava y Navarra. Yacimientos: Sedano, Atapuerca y Cubillejo en Burgos; Turiso, Laguardia y Rioja alavesa en Álava.

El Vaso Campaniforme (2 300 – 1 400 a.C) basado en la cerámica. Existen diversos poblados de esta época en la zona de estudio: La Atayuela (Burgos). En la Meseta predomina el tipo de Ciempozuelos.

En cuanto a la producción artística, existe una gran cantidad de grabados rupestres con yacimientos en: Ojo de Guareña, Atapuerca y Cueva de San García (Burgos); Sta. Mª la Real de Nieva, Cueva de Fuente Dura, La Griega, Ayllón, Hoces del Duratón y Prádena (Segovia); Cueva de los Burros (Palencia). También existe algún resto de arte esquemático en Valonsandero (Soria) y La Griega y Ayllón (Segovia).

Bronce Medio y Final (1.800 – 750 a.C)

El Bronce Medio (1.800 – 1.300 a.C.) se caracteriza por la continuidad del fenómeno campaniforme con algunas influencias procedentes de la Cultura de El Argar (Almería). Poblados de la época son: Villamanzo, Sta. Olalla de Bureba, Villaviudas, Caracena,…

El Bronce Final (1.300 – 750 a.C) viene caracterizado por la influencia de la cultura de los Campos de Urnas, procedente de Centroeuropa, sobre todo en la zona cantábrica y Álava.

Mientras en la Meseta se desarrolla la Cultura de Cogotas (desde el 1.400 a.C.), con yacimientos en Huerta de Arriba, Villalmanzo, Covaleda, Villaviudas, Renedo y Caracena.

Se produce ahora la primera invasión celta (hacia el 800 a.C), importando elementos de la Cultura de los Túmulos y que se extienden principalmente por Vasconia y la Meseta.

Edad del Hierro (750-s.III a.C)

Las migraciones celtas traen consigo la metalurgia del hierro. De la mezcla entre el sustrato de la Edad del Bronce y los celtas surge en la Meseta la cultura de Campos de Urnas de la Meseta con yacimientos en Villalmanzo, Castilfrío de la Sierra, Numancia, Roa de Duero… Mientras en la zona cantábrica permanecen culturas de la Edad del Bronce. Esta es la 1ª Edad del Hierro (750 – 350 a.C).

La 2ª Edad del Hierro (350 a. C – s.II a. C.) comienza con la llegada de una nueva oleada celta trayendo la Cultura de La Tène. De esta época procede la Cultura Celtibérica con yacimientos en Castilfrío de la Sierra y Numancia; la Cultura de los Verracos, con yacimientos en Las Cogotas. Otros yacimientos son Roa, Miraveche y Monte Bernorio. Esta segunda celtización parece haber influido menos que la primera en los pueblos de la costa cantábrica: cántabros, várdulos, caristios, vascones, astures y autrigones.

Es al fin de esta época cuando se originan los diferentes pueblos prerromanos que los fenicios, griegos, cartagineses y romanos encontrarán a su llegada a la Península Ibérica.

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