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El reinado de Alfonso I (739-757)

por Javier Iglesia Aparicio
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Campañas de Alfonso I por la meseta norte

 Situación en Al-Ándalus

Tras asentarse en las nuevas zonas conquistadas en la península Ibérica, los musulmanes procedieron al reparto de las tierras. El reparto no va a estar exento de rivalidades entre el mosaico de pueblos que había llegado a la península.

Para comprender el siguiente capítulo de esta historia es preciso describir someramente el complejo entramado tribal de los conquistadores, y saber que, dependiendo del califa o del gobernador de Ifriqiya (norte de África) unos clanes tenían más poder sobre otros en el reparto de las tierras conquistadas.

Las tropas musulmanas eran en realidad de procedencia muy variada:

  • árabes, procedentes de la Península Arábiga, que se diferencian entre qaysíes o árabes del norte, y kalbíes o yemeníes por ser originarios del Yemen, al sur. A ambos grupos se les llamó en general árabes baladíes, “los primeros en llegar”. Posteriormente, en el 741, con Baly ben Bisr llegan a Al-Ándalus contingentes árabes sirios.
  • bereberes, procedentes del norte de África, musulmanes recién convertidos y poco dados a una autoridad supratribal.

En el momento de repartirse las tierras hispanas, los árabes recibieron, por norma general, las tierras más ricas y fértiles, sobre todo el grupo más influyente de los kalbíes; mientras, a los bereberes, se les otorgó las zonas menos fértiles, entre las cuales se encontraba la Meseta Norte.

La rebelión bereber (739-742)

A inicios del año 739 la población bereber del Magreb, más concretamente la del entorno de Tánger y Sus, se rebela contra la situación desigual establecida por la élite gobernante árabe.

En el 740 logran apoderarse de la ciudad de Tánger y, al poco, asesinan a su gobernador, Ismāʿīl ben ‘Ubayd Allāh, hijo del valí de Ifriqiya ‘Ubayd Allāh ben al-Habbab.Este valí trató de hacer frente a la rebelión pero no logró sofocarla. Finalmente tuvo que pedir auxilio al califa Hisham.

El califa omeya de Damasco nombró un nuevo valí, Kulthum, que viajó desde la capital del califato con un potente ejército de más de 30.000 jinetes árabes sirios y egipcios al que se unieron otros voluntarios en su camino hacia Kairuán, la capital del valiato de Ifriqiya. En total su ejército ascendía a unos 70.000 soldados.

Pero las tropas de Kulthum sufrieron una enorme derrota en la batalla de Baqdura (octubre 741). El propio Kulthum falleció allí y fue sucedido por su sobrino Balch ben Bisr.

Balch continuó su avance hacia Ceuta mientras que el resto del ejército retrocedió hasta Kairuán. Balch, asediado por los bereberes en Ceuta, pide ayuda a ʿAbd al-Malik al-Fihrī, pero este les denegó la ayuda, quizás temiendo que les arrebataran su poder. 

La rebelión bereber en al-Ándalus (741)

En al-Ándalus, los árabes habían depuesto al valí ‘‘Uqba y nombran nuevamente al valí ʿAbd al-Malik al-Fihrí (741) y ese mismo año la revuelta se extiende por Al-Ándalus. Así lo cuenta en Ajbar Machmua:

«Sucedió, entre tanto, que los bereberes de al-Ándalus, al saber el triunfo que los de África habían alcanzado contra los árabes y demás súbditos del Califa, se sublevaron en las comarcas de al-Ándalus, y mataron o ahuyentaron a los árabes de Yilliqiya, Astorga y demás ciudades situadas más allá de las gargantas de la Sierra de Guadarrama, sin que Ibn Qaṭan tuviese la menor sospecha de lo que sucedía hasta que se le presentaron los fugitivos.

Todos los árabes de los extremos del norte de la península fueron impelidos hacia el centro, a excepción de los que habitaban en Zaragoza y sus distritos, porque allí eran más numerosos que los bereberes, y no podían estos acometerles. Derrotaron a los cuerpos de ejército que ʿAbd al-Malik mandó contra ellos, y mataron a los árabes en varias comarcas».

Ante esta nueva situación ʿAbd al-Malik decide cambiar de opinión y autorizar el paso del contingente sirio de Balch ben Bisr a al-Ándalus, unos diez mil hombres, conocidos como la Suerte de Balch. Pero antes se cuidó de firmar un pacto de entrega de rehenes para que, en cuanto acabasen con la revuelta bereber en al-Ándalus, los sirios se volvieran a Ifriqiya. Los rehenes fueron recluidos en la isla de Umm Hakim (Algeciras).

Los bereberes andalusíes se congregaron entonces para combatir a los árabes. Un contingente se dirigió hacia Toledo; otra contra ʿAbd al-Malik, en Córdoba; y el tercero contra Algeciras.

Umayya y Qaṭan, hijos del valí ʿAbd al-Malik, derrotaron a los bereberes en Toledo, sobre las aguas del río Guazalete (Wadi Salit). Otro ejército árabe, comandado por Almuzar, logró desviar al los que iban contra Córdoba. El tercero fue derrotado por Balch ben Bisr en la batalla del Wadi-l-Fath (río Barbate, cercanías de Medina Sidonia). De este modo fue sofocada la rebelión bereber aunque anidó el odio entre ambos pueblos desde entonces.

La guerra civil entre los árabes (741-743)

La llegada de los sirios aportó un nuevo elemento de disputa tribal. Tras la derrotas de los bereberes, ʿAbd al-Malik al-Fihrī exigió la salida de Balch ben Bisr a través de Algeciras, lo que les exponía a los ataques de los bereberes del Magreb.

Los sirios se rebelaron y expulsaron a ʿAbd al-Malik del alcázar de Córdoba y proclamaron valí a Balch ben Bisr.Al poco el antiguo valí ʿAbd al-Malik fue ejecutado en Córdoba.

Entonces los hijos de ʿAbd al-Malik al-Fihrī, Umayya y Qaṭan, reunieron un ejército en Narbona, apoyado por su gobernador ʿAbd al-Raḥmān ben ‘Uqba al-Lajmī, nombrado por su padre, compuesto por baladíes y bereberes, así con otros sirios que se oponían a Balch.

El ejército se encaminó hacia Córdoba y a unas 24 millas de Córdoba, en Aqua Portara (Aqwah Burtura), entablaron combate con las tropas sirias de Balch (742). 

Balch se hizo con la victoria pero quedó muy malherido y falleció a los pocos días.

Muerto Balch (742), su sucesor Ta’ lama ben Salama inició una serie de incautaciones de tierras en favor de los sirios y en detrimento de los baladíes. Mientras tanto los enfrentamientos no se detuvieron. En su corto gobierno, solo cinco meses, Ta’lama logró derrotar a la coalición de bereberes y baladíes en Mérida, a fines del 742.

Mientras tanto, los baladíes entablaron conversaciones con el gobernador de Ifriqiya, Handhala ben Safwan, quien había logrado sofocar la rebelión bereber en el norte de África (742) tras la batalla de El-Asnam. El objetivo era resolver la situación que les enfrentaba con los sirios recién llegados. Handhala, actuando como mediador, envió a Abū l-Jaṭṭār para resolver la disputa.

Pero éste, en marzo del 743, destituyó a Ta’laba y se proclamó valí y decretó la amnistía de los bereberes cautivos. Por otro lado, en vez de expulsar a los sirios, prefirió establecerles en territorios del sur y sureste peninsular. Así lo cuenta el Ajbar Machmua:

«Era Abū l-Jaṭṭār un noble sirio, natural de Damasco, y todos le atendieron y prestaron obediencia, sirios y baladíes. Dio libertad a los prisioneros y cautivos, llamándose por esta causa su ejército el de la salvación, y aunándose todas las voluntades. Huyeron Ta’lama ben Salama, ʿUṯmān ben Abi Nis’a y otros diez personajes sirios, amnistió a los hijos de ʿAbd al-Malik ben Qaṭan, y acomodando a los sirios en las diferentes comarcas, se aquietó el estado de al-Ándalus.»

 

Enfrentamientos entre kalbíes y qaysíes (745-755)

Pero no acabaron aquí los conflictos entre los conquistadores. Poco tiempo después, en el 745 se iniciaría el conflicto entre árabes qaysíes y kalbíes. Según las crónicas, el valí Abū l-Jaṭṭār demostró su favor hacía los yemeníes o kalbíes y provocó el descontento de los qaysíes.

El detonante fue una supuesta humillación de Abū l-Jaṭṭār hacía el jefe qaysí al-Ṣumayl. al-Ṣumayl, apoyado por lso qaysíes, contó también con las fuerzas de grupos de kalbíes descontentos. Combatió y apresó al emir Abū l-Jaṭṭār (745) en una batalla sobre el río Guadalete, en las cercanías de Medina Sidonia. Al-Ṣumayl nombró valí a su principal apoyo: Ṯawāba ben Salama (745-746).

En el 746 Abū l-Jaṭṭār logró escapar de la prisión y huyó hacia el Algarve. Allí formó una gran alianza de kalbíes contra Ṯawāba y al-Ṣumayl pero fue derrotado en las cercanías de Córdoba.

El valí Ṯawāba fallece poco después y, tras unos meses sin gobernador, al-Ṣumayl impone en el cargo a Yūsuf al-Fihrī (746-756), aparentemente tras un acuerdo con los kalbíes de que al año siguiente uno de los suyos sería nombrado valí.

Pero la calma duró poco y de nuevo se produjo un enfrentamiento directo entre ambos grupos, esta vez en la batalla de Saqunda (747), ganando los qaysíes de Yūsuf y donde falleció Abū l-Jaṭṭār.

En el 750, Yūsuf se quiso desembarazar de la tutela de al-Ṣumayl y lo envió como gobernador a la Marca Superior, a Zaragoza, zona de predominio kalbí. Entre los años 746 y 753 hubo grandes hambrunas en toda la península, pero al-Ṣumayl se mostró un excelente gobernador ayudando con su propio dinero a todos los musulmanes de la zona, sin importar su procedencia. 

Pasada la crisis de subsistencia, los kalbíes reaccionaron contra al-Ṣumayl y Yūsuf , y aliándose con los bereberes les atacaron y sitiaron Zaragoza. Los qaysíes acudieron en ayuda de al-Ṣumayl y lograron levantar el sitio (754).

ʿAbd al-Raḥmān I desembarca en al-Ándalus (755-756)

Mientras tanto, en Damasco era asesinado Marwān II, el último califa omeya (750) y subían al poder los abásidas.

La familia omeya fue totalmente exterminada salvo el príncipe ʿAbd al-Raḥmān, quien huyó hacia Al-Ándalus. Desembarcó en el 755 en Almuñecar, teniendo el apoyo de kalbíes y qaysíes. Pero, poco después, los qaysíes se pusieron en su contra y se enfrentaron a ʿAbd al-Raḥmān y sus aliados kalbíes en la batalla de al-Mūsàra (Munda) en el 756, donde ʿAbd al-Raḥmān se alzó con la victoria.

De esta forma acaba la dependencia de Al-Ándalus de Damasco, al menos en lo político, y se inicia el Emirato Omeya de Córdoba (15 de mayo).

La etapa de enfrentamientos entre los árabes provocó un debilitamiento del poder musulmán que fue aprovechado tanto por los núcleos de resistencia de la cordillera Cantábrica como por los francos para ampliar sus territorios acosta de al-Ándalus.

Los francos se apoderaron de parte de la Septimania en el 751, aunque Narbona resistió hasta el 759, y comenzaron a presionar en la frontera pirenaica intentando crear núcleos de rebelión bajo su influencia.

El joven reino de Asturias, como ahora veremos, tampoco desaprovechó la ocasión de amplair sus límites.

La acción guerrera de Alfonso I

Tras la muerte del rey Fáfila (739), los nobles eligieron como nuevo monarca al hijo del duque cántabro Pedro: Alfonso I. En esta elección muchos historiadores quieren ver la influencia de las costumbres indígenas, más que visigodas, por la elección en línea matrilineal (es decir, el sucesor es el esposo de la hija de Pelayo y la hermana de Fáfila, quien no tuvo hijos). Sin embargo, pensamos que este matrimonio es más bien el instrumento utilizado para unir los dos puntos de resistencia cantábricos: el ducado de Cantabria y la zona de la rebelión de Pelayo en la actual Asturias.

Alfonso tuvo siempre el apoyo de su hermano Fruela, quien era llamado también rey y gobernaba las tierras del antiguo ducado visigodo de Cantabria.

Incorporación del norte de Galicia y actuaciones contra la Meseta Norte

Aprovechando la rebelión bereber del 741 y la posterior guerra civil árabe, Alfonso I extiende su territorio.

Tras la rebelión bereber muchos árabes habían abandonado el valle del río Duero (751). Por otro lado, existe un factor climático que no se puede despreciar y que ha sido transmitido por la crónicas musulmanas y francas: Entre los años 748 y 752 hubo un fuerte período de sequía que conllevó hambrunas y pestes.

Muchos bereberes abandonaron sus propiedades en la Meseta Norte quedando únicamente unas pocas guarniciones en las ciudades más importantes o más defendibles. De forma coincidente, pero no casual, las crónicas musulmanas dan noticias de movimientos bélicos de los cristianos del norte. El Ajbar Machmua, refiriéndose a este período, nos narra lo sigueinte:

«En el año 133 fueron vencidos y arrojados de Yilliqiyya, volviéndose a hacer cristianos todos aquellos que estaban dudosos de su religión, y dejando de pagar tributos. De los restantes, unos fueron muertos y otros huyeron tras de los montes hacia Astorga.

Pero cuando el hambre cundió, arrojaron también a los musulmanes de Astorga y otras poblaciones, y se fueron replegando detrás de las gargantas de la otra cordillera, y hacia Coria y Mérida, en el año 136. Siguió apretando el hambre, y la gente de al-Ándalus salió en busca de víveres para Tánger, Asila y el Rif bereber[…]»

En este contexto los gallegos, apoyados por Alfonso I, se sublevan y derrotan a los musulmanes, que resistieron hasta el 750, refugiándose luego en Astorga y León. Poco después va a realizar una serie de incursiones contra posiciones musulmanas con un doble objetivo: obtener botín y crear una franja desorganizada en torno al valle del Duero (“yermó los Campos Góticos”, dicen las crónicas).

En el 753/754 Alfonso I ataca Astorga y León, donde se habían guarecido los musulmanes tras su derrota en Galicia, y en el 754 llega a saquear Coria y Mérida.

Su principal problema es la falta de recursos humanos para llevar a cabo la población de nuevos territorios, a pesar de la migración que se produjo en los inicios de la invasión musulmana hacia las montañas del norte.

Según las crónicas asturianas, Alfonso I y su hermano Fruela expulsaron a los musulmanes de Saldaña, Simancas, Mave, Amaya, Álava, Oca, Miranda, Revenga, Cenicero, Alesanco, Clunia y Sepúlveda, llegando hasta Osma, Ávila y Segovia. De esta forma desmanteló todas las guarniciones musulmanas del valle del Duero, llevando numerosos pobladores desde la meseta a los territorios de las montañas del norte y formando una amplia zona desorganizada (que no completamente despoblada) entre su pequeño reino y la frontera musulmana, ahora situada en el Sistema Central por el sur, y en la actual La Rioja por el este.

Fruela murió en el 752 y Alfonso I en el 757.

El verdadero inicio del reino de Asturias

Alfonso I va a ser el verdadero creador y organizador del reino asturiano. Va a dotar de una estructura a su reino siguiendo el ejemplo del reino visigodo.

Aprovechando la coyuntura, entre el 753-757 «se pueblan Primorias, Liébana, Transmiera, Sopuerta, Carranza, Las Bardulias, que ahora se llaman Castilla, y la parte marítima de Galicia». Con Primorias se refiere a la región sudoeste de Asturias, cerca de Cangas de Onís; en Liébana y Transmiera (comarcas de la actual Cantabria) y Sopuerta y Carranza (oeste de Vizcaya, hasta el río Nervión) se procedió a una organización del territorio y probablemente al reparto de tierra entre los recién llegados del sur. Y hubo una verdadera anexión de Galicia, y también de Las Bardulias y La Bureba.

Parece que Alaón (actual valle de Ayala), Orduña y Álava también pertenecían al reino de Alfonso I, seguramente porque eran parte integrante del ducado de Cantabria. Pero en esas tierras Alfonso I no hizo reparto de tierras, y por eso dice la crónica que «Alaón, Orduña y Álava fueron siempre propiedad de los que las habitaban».

Guipúzcoa y el norte de la actual Navarra incluida Pamplona es posible que en este momento estuvieran nominalmente bajo soberanía de los duques de Aquitania, dependientes del reino franco.

Esta zona fue siempre un punto de fricción entre los reinos visigodo y franco pero su discurrir histórico es bastanbte confuso y no es posible asegurar nada.

Campañas de Alfonso I por la meseta norte
Campañas de Alfonso I por la meseta norte

Volviendo a la zona donde se originará el condado de Castilla, Alfonso I trató de mantener su dominio sobre Las Bardulias y La Bureba. De todas formas, si esto ocurrió, fue de forma efímera y los asturianos tuvieron que replegarse de nuevo hacia las montañas tras las campañas del emir omeya ʿAbd al-Raḥmān a partir del 765.


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