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Fernán González, conde de Castilla y Álava (c. 931-c.944)

por Javier Iglesia Aparicio
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Fernán González. Conde de Castilla y Álava. Primer período (931-c.944)

Primeras apariciones documentales

Estos son los primeros testimonios documentales sobre el mandato de Fernán González como conde de Castilla:

  • 18-III-932. Velasco González y Fernando Gustioz, caballeros de la zona de Salas de los Infantes, hacen una donación al monasterio de San Cristóbal de Vallegimeno.
  • 1-V-932. Juicio entre el abad Esteban de San Pedro de Cardeña y los vecinos de Villayuda, Quintanilla y Castañares por el control del agua del arroyo Castañares. Estuvo presidido por el mismo Fernán González.
  • 23-V-932. Assur González y sus hijos Gonzalo y Munio entregan una iglesia a San Pedro de Cardeña. aparece también confirmando el rey Ramiro II.
  • 28-V-932. Íñigo Sánchez y su mujer Jimena se hacen familiares del monasterio de San Pedro de Cardeña.
  • 26-VII-931/32. El rey Ramiro II y el conde Fernán González asisten a la profesión religiosa de Vigila, probable hijo del anterior conde de Álava, Munio Vigilani o Vela, en el monasterio de San Pedro de Tejada. Vigila dona la iglesia de San Román de Tobillas, en Valdegovía.

Este último documento es el más interesante para nuestro estudio pues está confirmado con la siguiente frase: “Primo anno regni sui Ranimiri principis in Legione; Fredenandus comes in Castella et in Alapa”. Junto con otra carta de San Millán de la Cogolla, también del 932, que dice que el noble alavés Sarracín Gutiérrez con sus hermanos vende al abad entre otras cosas una tierra en Salinas de Añana “contigua a otra que es propiedad de nuestro señor, el conde Fredelando”.

Ambas cartas confirman que en la persona de Fernán González se vuelven a unir la gobernación de todos los territorios castellanos, Lantarón, Cerezo, Burgos… y además el condado de Álava. Nos encontramos por tanto con que en apenas un año el señor de Lara se va a convertir en el gobernador de toda la marca oriental del reino de León, sin ningún tipo de contrapeso en dicho territorio y con la confianza plena del rey. Es posible que esta maniobra regia se deba a los cambios que se estaban produciendo más al sur, donde desde el 929 ʿAbd al-Raḥmān III se había proclamado califa.

Relaciones matrimoniales entre León, Castilla y Pamplona

El reino de Pamplona tiene en esta época un protagonista en la persona de la reina Toda, segunda esposa de Sancho I, regente del reino debido a la minoría de edad de su hijo García. La situación de su pequeño reino le obligó a tratar de buscar alianzas matrimoniales con el resto de las entidades políticas que le rodeaban.

Sus primeros movimientos fueron encaminados a fortalecer su alianza con el reino de León y asegurar cierta preeminencia en el condado de Álava. Su hija Onneca o Íñiga se casó con el rey leonés Alfonso IV firmando así una estrecha alianza entre ambos reinos. Su hija Sancha se casó con el rey Ordoño II en el 924 poco antes de morir. Después se unió con el recién nombrado conde de Álava, Álvaro Herramélliz el cual tras la guerra civil del 931 fue despojado de sus dominios y probablemente también murió. Un nuevo matrimonio va a unir a Sancha con Fernán González quizás en el 932, ya que en una carta de donación al monasterio de San Pedro de Cardeña del 13-VIII-935 aparecen el conde y sus esposa junto con sus dos hijos Gundisalvo Fredinandiz y Sancius Fredinandiz.

Otra hija llamada Velasquita se casó con un conde de Álava, Munio o Nuño Vela. Este conde parece que murió poco después y fue sucedido por Álvaro Herrameliz. Siguiendo las indicaciones maternas se volvió a casar con Galindo, hijo del conde Bernardo de Ribagorza; y aún tuvo un tercer esposo, Fortún Galíndez, que fue gobernador de Nájera entre 928 y 973.

El ascenso de Ramiro II al trono leonés supuso un golpe a esta política matrimonial navarra pues para Toda representó que sus dos yernos, Alfonso IV y Álvaro Herraméliz eran desbancados del poder.

Sin embargo supo de nuevo tejer la red y logró que otra hija, Urraca, se casara con Ramiro II, una vez que éste renunció a su matrimonio con la gallega Adosinda por ser pariente suya. El matrimonio también se debió contraer en torno al 932, siendo la primera aparición documental de la nueva reina en el 934.

Tras todo este manejo político tenemos una estrecha alianza entre leoneses y navarros además de una enorme influencia de la reina Toda sobre los asuntos del reino de León ya que su rey y uno de sus condes más poderosos, el castellano, son yernos suyos.

Contexto histórico: Ramiro II y el califa ʿAbd al-Raḥmān III

En agosto del 932 ʿAbd al-Raḥmān III logró acabar con todos los movimientos de rebeldía que desde fines del siglo pasado se habían extendido por todo al-Ándalus. Fue la siempre rebelde ciudad de Toledo la última en caer a pesar de los apoyos que siempre habían recibido desde el reino de León.

Una vez restablecido el orden en la Marca Media, ʿAbd al-Raḥmān vuelve sus miras hacia el objetivo de la frontera del Duero que desde el 912 era la posición más meridional del reino de León con la excepción de la zona portuguesa, donde estaba algo más al sur, en el río Mondego.

En la primavera del 933, desde la importante base de Medinaceli un ejército cordobés amenazó Osma y San Esteban de Gormaz. La acción conjunta del conde castellano y el rey leonés logró parar este envite que va anunciar el inicio de un período de continuos ataques contra esta posición estratégica que no acabará hasta el siglo XI.

Quizás como respuesta a este ataque, Ramiro organizó una razzia contra la fortaleza de Mayrit (Madrid) a la que también acudió Fernán González. La ciudad fue tomada así como su castillo, mandado edificar en tiempos del emir Muḥammad I. Sin embargo tras obtener el botín correspondiente se abandonó la posición que pronto fue retomada por los cordobeses poniendo al frente al cordobés Aḥmad ben ʿAbd Allāh ben Yaḥyà al-Laythi.

El conflicto se reanuda al año siguiente. Los cordobeses vuelven a acechar Osma, esta vez con mayor fortuna, pues las tropas leonesas y castellanas se refugian en las fortalezas. Tras dejar un cuerpo del ejército cerca de Osma, ʿAbd al-Raḥmān III prosigue por tierras de Soria hacia el norte con el objetivo de atacar el reino navarro. Llegando a Pamplona, se entablaron negociaciones con la reina Toda quien se declaró junto con su hijo García vasallos del califa.

Una vez conseguida esta sumisión, los ejércitos cordobeses se dirigieron por La Rioja para atacar Álava y luego adentrarse hasta Burgos, que fue completamente destruida. Según nos cuentan los Anales Castellanos Primeros, en su retirada parece que fueron hostigados por las tropas leonesas a su paso por Osma causándoles una derrota, que en todo caso no debió de ser de gran importancia.

Aún así se firmó un tregua que fue negociada por el visir Yaḥyà ben Ishaq en la corte de Ramiro II y ratificada en Córdoba en el 935. Pero no duró mucho. Otra incursión cordobesa en el 936, esta vez a través de Somosierra, acabó con la muerte del gobernador de Madrid antes citado.

Mientras tanto la familia dominante en la Marca Superior de al-Ándalus tramaba una rebelión contra Córdoba que consiguió el apoyo de Ramiro II. Tras la caída de los Banū Qasī, los tuyibíes eran los dominadores de la zona. En el 937 el gobernador de Zaragoza y jefe de la familia, Abu Yaḥyà ben Muḥammad, pidió tropas auxiliares a León que le fueron concedidas. Por supuesto, ʿAbd al-Raḥmān tardó poco en atacar a los rebeldes. Primero fue asediada Calatayud, gobernada por Muṭarrif quien murió durante el asedió. Su hermano Ḥakam entregó la ciudad y los castellanos y alaveses allí concentrados fueron pasados a cuchillo. Poco después el resto de ciudades rebeldes claudicaron incluyendo Zaragoza. Abu Yaḥyà fue perdonado por ʿAbd al-Raḥmān y continuó al mando de la región.

La batalla de Simancas (939)

ʿAbd al-Raḥmān III es ya un gobernante indiscutido en todo al-Ándalus, es califa y gran parte del norte de Marruecos se encuentra bajo su vasallaje. Su único enemigo está en el norte, en los reinos de León y Navarra y en el conjunto de condados aragoneses y catalanes. Pero son sobre todo los dos primeros los que hasta el momento le han plantado cara e incluso han realizado saqueos en territorio musulmán. Ha llegado el momento de realizar una acción definitiva que destroce la línea defensiva del Duero y que concluya con la sumisión de ambos reyes al poder supremo del califa.

Y es que así se va a llamar la siguiente acción del califa, “la campaña del poder supremo” en la fuentes árabes. Un fuerte ejército parte de Córdoba hacia Medinaceli en los comienzos del verano del 939 con ʿAbd al-Raḥmān III y su esclavo Nadja al frente. Mientras la alianza de leoneses, castellanos y navarros se concentra en la frontera del Duero. Mientras se hacen los preparativos un fenómeno natural ocurrió que debió impresionar a ambos bandos tal y como describen las diferentes fuentes: un eclipse total de Sol el 19-VII-939.

El ejército musulmán avanzó siguiendo el curso del Duero hasta llegar a la fortaleza de Simancas, donde instaló un campamento esperando el inicio del enfrentamiento con Ramiro II, sus tropas y las de castellanos y navarros allí reunidas. El 6-VIII-939 se entabló una primera batalla que duró varios días y acabó en una importante derrota cordobesa, en parte por los recelos de los generales ante el mando de un esclavo, obligando a los musulmanes a retirarse con grandes pérdidas. La alianza norteña persiguió al ejército musulmán y volvió a enfrentarse con él, esta vez en un lugar que suele ser identificado como Alhándega, el 21-VIII-939.

Fue una batalla de gran trascendencia, incluso en el resto de Europa, por la magnitud de la derrota cordobesa. Los Anales Castellanos Primeros abandonan su laconismo y se expanden en su explicación; los Anales Castellanos Segundos son más parcos.

Esta derrota va a permitir al reino de León reanudar su labor de reorganización más allá de río Duero tal y como veremos en el siguiente capítulo.

Discurrir histórico tras la batalla de Simancas (940-944)

A pesar de la derrota cordobesa en Simancas, prosiguen las aceifas contra el reino leonés en el 940. Como respuesta a las mismas los castellanos realizaron una incursión en la primavera de ese año contra Talamanca que no fue afortunada pues las fuentes árabes hablan de la victoria del gobernador Muṭarrif ben Din al-Dun y de una aceifa en verano del mismo Muṭarrif contra Clunia (Coruña del Conde) y Peñafiel.

Sin embargo comenzaron una serie de conversaciones para pactar una tregua entre León y Córdoba que se firmó finalmente en agosto del 941. En esta tregua, por mediación de Ramiro II, también se incluyó al reino navarro. Como consecuencia se liberó a Muḥammad ben Hashim al-Tuyibi, en manos leonesas desde la batalla de Simancas. Pero la duración de la paz fue efímera pues en septiembre de ese mismo año el rey navarro García atacó diversas fortificaciones de la zona de Huesca (Labata, Labiba, Sen y Men).

Y en la primavera del 942 Ramiro II decide ayudar a su cuñado García enviando a Fernán González a combatir contra al-Tuyibi en Tudela. La expedición fue derrotada el 5-IV-942. Como represalia hubo una nueva aceifa cordobesa contra Castilla entre los días 24-VIII y 26-VIII de ese mismo año.

En julio del 942 los húngaros arrasaron diversas plazas cordobesas del noreste peninsular como Lérida y Barbastro.

Las repoblaciones más allá del río Duero

La victoria de Simancas va a suponer un nuevo impulso en la reorganización del territorio más allá del río Duero. Por el oeste se va a repoblar el valle del río Tormes con gentes de León, destacando en el empeño el obispo Oveco y su hermano Bermudo Núñez, con núcleos como Salamanca, Ledesma, Baños de Ledesma, Alhándega, etc. En la parte central es posible que se avanzara hasta Íscar y Olmedo. Y por el este serán dos los protagonistas de esta avanzadilla: Assur Fernández y Fernán González.

El primero, que poco después aparecerá con el título de conde de Monzón, parece que fue el primero en asentarse en Peñafiel para después continuar hasta Cuéllar. El segundo llegó hasta Sepúlveda.

La repoblación de Sepúlveda

Sepúlveda o Septempública esta situada en el cerro de Somosierra sobre las hoces del río Duratón y el río Caslilla, de fácil defensa, va a suponer una cabeza de puente, una avanzadilla meridional para proteger así las zonas de Sacramenia y Montejo. Las noticias de sus repoblación nos las dan varias fuentes: los Anales Castellanos Primeros nos dan la fecha del 940, los Anales Castellanos Segundos también; el Cronicón de Cardeña dice:“En la era 928 pobló el conde Fernán González a Sepúlvega”; los Anales Toledanos: “Pobló el conde don Fernán González a Sepolvieja. Era 978”; en la Historia Silense: “Fernán González pobló la ciudad que llaman Septempública”.

El conde concedió a la villa un fuero para atraer así a pobladores. Dicho fuero fue sancionado por sus sucesores. El texto más antiguo conservado de este fuero data de 1076.

Por desgracia esta primera repoblación va a ser poco duradera, pues las acometidas de Almanzor van a ser desastrosas y van a impedir la consolidación de este movimiento hacia el sur.

La repoblación de Peñafiel y Cuéllar

Es difícil determinar el momento exacto de la repoblación de Peñafiel y quién la realizó. Existe un fuero de Peñafiel que lleva el nombre del conde Sancho pero que aparece firmado por el conde Fernán González datado el 17-VIII-942. Parece el resultado de interpolaciones posteriores por lo que no nos es posible confiar en él. Sin embargo, otro documento del 943 indica que el conde de Monzón, Assur Fernández realiza varias donaciones en la zonas de Peñafiel y Sacramenia al monasterio de San Pedro de Cardeña.

Por lo tanto, todo parece indicar que esta zona, limítrofe con el Condado de Castilla, tras la batalla de Simancas fue repoblada por Assur Fernández, conde de Monzón, y no será hasta los tiempos del conde Sancho García cuando la zona pase al Condado de Castilla.

Igual o más difícil es determinar las circunstancias de la repoblación de Cuéllar, situada en la zona límite de acción de ambos condes aunque es atribuible con mayor seguridad a los condes de Monzón. Esta primera repoblación, al igual que la de Sepúlveda, acabó durante las aceifas de Almanzor.

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