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La leyenda de la mujer muerta de Segovia

por Javier Iglesia Aparicio
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La Mujer Muerta

Cuando uno se encuentra en la provincia de Segovia y mira hacia el sur destaca la prominente sierra de Guadarrama, siempre hermosa pero aún más en invierno y primavera cuando se encuentra vestida por el blanco de la nieve.

Recuerdo que de pequeño, en una visita familiar a un pueblo segoviano, mientras miraba el perfil montañoso, me contaron una leyenda que trataba de explicar la curiosa forma de mujer durmiente que se atisbaba. Así es como conocí la leyenda de la mujer muerta.

La montaña de la Mujer Muerta

La Mujer Muerta desde Segovia

No hace falta tener mucha imaginación. Si se observa la cadena montañosa desde la llanura segoviana se distingue, perfectamente, lo que podría ser una cabeza y el resto del cuerpo, con los brazos cruzados sobre el torso, de una figura femenina tumbada y vista de perfil.

La Mujer Muerta

Más allá de la leyenda, el perfil de la Mujer Muerta lo componen una serie de cimas montañosas que se extienden de oeste-suroeste a este-noreste a lo largo de unos 11 km, y en su línea de cumbres hay montañas que superan los 2100 metros de altitud. El pico más alto de la sierra es La Pinareja, con 2197 metros. Existen otras cumbres como el Montón de Trigo (2161 m), Peña el Oso (2196 m), el Pico de Pasapán (2005 m) y el Cerro Carmocho (1933 m). Se pueden visitar siguiendo el llamado sendero de la Mujer Muerta.

Con tan caprichosa forma, no cabe duda, de que no una, sino varias, son las leyendas que tratan de explicar el origen de esas montañas.

Comenzaré por la que a mí me contaron y luego mencionaré las otras tres. Por cierto, os animo a leer este artículo escuchando la preciosa canción que Ana Alcaide ha compuesto teniendo esta leyenda en mente.

Versión prerromana

Cuentan que, antes de que los romanos llegaran a estas tierras, una tribu prerromana habitaba en el cerro donde actualmente se ubica el alcázar de Segovia. Al morir el jefe de la tribu, su viuda crió a dos gemelos.

Con el paso del tiempo los hermanos se enfrentaron por el liderazgo en la tribu y comenzaron a pelearse continuamente. La madre, no pudiendo soportar la inquina entre sus hijos y temiendo que alguno de ellos acabara falleciendo, ofreció a los dioses su vida a cambio de que la lucha cesara.

Un día, cuando los dos gemelos se iban a enfrentar a muerte, se produjo una terrible tormenta acompañada de intensas nevadas y ventiscas. Los hermanos no pudieron pelear pero, al amainar la tormenta, comprobaron que una montaña había surgido en lo que hasta entonces había sido llanura.

Los dioses habían aceptado el sacrificio de la madre, cubriendo su cuerpo con nieve. Los hijos no volvieron a enfrentarse y compartieron el liderazgo de la tribu a partir de entonces. Se dice que, en ocasiones, dos pequeñas nubes se acercan al atardecer a la montaña: son los dos hijos que besan a su madre.

Versión hercúlea

Cuentan en algunos pueblos segovianos que fue Hércules quien esculpió sobre las montañas la figura de esa mujer, quien era una bella princesa asesinada por su padre.

En una de sus andanzas por Iberia, Hércules iba acompañado de un apuesto caballero. Su misión era fundar la ciudad de Segovia. Atravesaron la sierra de Guadarrama y al llegar a un río en las cercanías de Navas de Riofrío (alguno aseguran que en el río Peces exactamente) hicieron un descanso.

En dicho río atisbaron unas hermosas mujeres bañándose. Al sentirse observadas, todas excepto la princesa huyeron hacia la fortaleza pidiendo auxilio a los hombres del rey. Pero la fortaleza de Hércules y el caballero se impuso a los hombres llegados desde el palacio del rey, que se rindieron. El monarca decidió hospedarlos en su castillo.

Durante la cena, el caballero pidió la mano de la hija del rey. Éste, aterrorizado por la presencia del corpulento Hércules, accedió, no sin mucho dolor, a cumplir sus deseos. Pero el monarca no podía hacerse a la idea de perder a la hija que tanto amaba y una noche, mientras el caballero y Hércules estaban en la ciudad, cogió a la princesa, la adentró en el bosque y allí la mató clavándola un puñal.

Arrepentido con lo que había hecho, al volver a casa, el rey se encerró en sus aposentos y a los tres días murió de pena. A su regreso para casarse, el caballero descubrió el luto por la muerte del monarca. Los cortesanos decían que fue de tristeza por la desaparición de la princesa en el bosque.

El enamorado caballero decidió ir a buscarla entre los árboles. Y allí la encontró, muerta, apuñalada, con las manos entrelazadas sobre el pecho. Impresionado con la imagen, pidió a Hércules que esculpiese sobre la sierra de Guadarrama la figura de la princesa fallecida para que nadie pudiera olvidarla.

Y así, años y años, según cuenta la leyenda, estuvo Hércules hasta que moldeó la figura de la Mujer Muerta sobre la sierra.

Versión medieval

Se relata en esta versión que dos caballeros estaban enamorados de la misma mujer. Ella estaba desesperada por la continua lucha de ambos caballeros y un día que habían desenvainado sus espadas, la mujer se interpuso entre ambos para intentar contenerlos y detener la lucha.

Pero la furia ciega de los contendientes fue fatal, con tan mala fortuna que la mujer puso su cuerpo en medio y resultó atravesada por las espadas de los dos caballeros.

Cuando esto ocurrió acaeció una espantosa y atronadora tormenta acompañada de temblores de tierra. Cunado el tiempo se calmó los caballeros comprobaron que las montañas habían tomado la forma de la mujer atravesada por sus espadas.

Versión pastoril

Cuentan que un pastor se enamoró de la hija de un granjero, pero el pastor creyó que también otro pastor pretendía a la joven, por lo que se puso excesivamente celoso y sin poderlo contener decidió matar a los dos.

Como consecuencia se entabló una crudelísima batalla entre los dos bandos de los pastores. Incluso aun con el desarrollo de una intensa tormenta con rayos y truenos no pararon la batalla.

Cuando la tormenta amainó se oyó una voz que tildaba de miserables a los combatientes, diciendo que si la batalla paraba la pastora tomaría forma de montaña para que estuviera así expuesta a todo el mundo en recuerdo.

Y así fue: al dejar de combatir pudieron contemplar en la sierra la forma femenina que desde entonces acompaña las tierras segovianas.

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