Hija del cuidador de los osos del hipódromo de Constantinopla, Teodora ascendió en el siglo VI a emperatriz de Bizancio al casarse con Justiniano I , lo que la convirtió en la mujer más poderosa e influyente del Imperio bizantino. Su muerte no hizo más que acrecentar su leyenda: la Iglesia ortodoxa la hizo santa junto a su marido y los románticos del siglo XIX la elevaron a sus altares literarios y pictóricos.
Miguel Cortés Arrese se adentra en las mil caras de esta mujer atractiva y sensual, vituperada por unos, ensalzada por otros, pero de incuestionada inteligencia, que asombró a su época. Indaga en las imágenes que la representan, una iconografía inacabable de la que se ofrece en el libro una selección a todo color. Pero aún va más allá y busca en la historia la sombra de la gran emperatriz reflejada en otras mujeres que, como Eva Perón, se alzaron desde los sótanos de la sociedad a las cimas del poder e influyeron con sus decisiones en la vida de sus contemporáneos.
1 comentario
Gran comentario el suyo a su marido cuando este, asustado por el Motín de Nika, quería abandonar el trono y la ciudad y ponerse a salvo de la amotinada chusma constantinopolitana. Le dijo: “Yo me quedo. La púrpura es una magnífica mortaja…”