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Pelayo. Liébana, un reino entre montañas – Libro

por Javier Iglesia Aparicio
1 comentario 386 visitas 2 min. de lectura
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PELAYO. Liébana, un reino entre montañas
Pelayo. Liébana, un reino entre montañas Book Cover Pelayo. Liébana, un reino entre montañas
Monografías
José Ramón Saiz Fernández
Historia medieval
Los Cántabros
2018
276

Aceptando que existen puntos oscuros -por la escasez de fuentes- para el relato riguroso de los hechos, consideramos que el germen de lo que finalmente se denominó como Reconquista surgió de Liébana de los Picos de Europa.

El dictamen de la Real Academia de la Historia en 1916 reconoce el protagonismo de la indómita Cantabria de la familia del duque Pedro, que ejerció la titularidad del primer reino en las cortes de Cangas de Onís, Pravia, Oviedo y León. Si esto no fuera suficiente, ahí está la figura universal del Beato que proyectó Liébana como importante foco de cultura y religiosidad. El protagonismo del pueblo liebanense no quiere decir que Asturias no tuviera su papel importante en este proceso. Pero, primero, fue Liébana.

Es evidente que Pelayo se hallaba lejos de las tierras norteñas cuando, al llegar a ellas, se encontró con que había una reunión de jefes, en un lugar que no se nos ha ducho, y compuesta por personas cuyos nombres e intenciones ignoramos.

Antes de preguntarnos de dónde y por qué llegaba Pelayo en aquellos momentos, trataremos de imaginar lo que en aquella reunión se trataba.

Había tropas bereberes y árabes en diversos lugares de la zona cántabra. Los invasores se habrían fortificado en diversas poblaciones importantes, como habrían sido Astorga y Lugo. Nos consta que en Gijón estaba instalado un jefe llamado Anbasa. Seguramente, tras haber tomado la fortaleza de Amaya, habrían avanzado hasta la costa. Entre tanto habrían ido negociando, con los jefes de comarcas y dueños de tierras, condiciones de coexistencia. Para ello contaban con toda clase de colaboradores, entre los propios visigodos que se confiaban en ellos después de haberles permitido atravesar el Estrecho y después de haber traicionado al rey Rodrigo en Guadalete.

1 comentario

Rafael 09/03/2019 - 19:46

Demasiadas cosas son evidentes para el articulista.
Es de suponer que no conoce personalmente Covadonga y la Santa Cueva porque si así fuera también le resultaría evidente que en ese lugar no caben 140.000 personas. Si acaso y muy apretadas serían 10.000.
En segundo lugar tambien le resultaría evidente que no hay evidencias arqueológicas de una batalla en ese lugar.
Y en tercer lugar parece desconocer la existencia de la batalla de Olalíes, fechada en el 735 y que es mencionada en Ajbar Machmuá.

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