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Abad Oliba, conde de Berga y Ripoll

por Javier Iglesia Aparicio
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Campanario románico de San Pedro de Vic y estatua dedicada al Abad Oliba

[¿Besalú?, c. 971 – San Miguel de Cuixà, Conflent, 30 octubre 1046]
Conde de Berga y Ripoll (988-1002)
Abad de los monasterios de Santa María de Ripoll y San Miguel de Cuixà (1008 – 1046)
Abad de San Martín de Canigó (1009-1046)
Obispo de Vic (1018-1046)

Tercer hijo del conde Oliba Cabreta de Cerdaña y Besalú y de Ermengarda de Ampurias1.

Su primera aparición documental es del 15 de enero del 981, acompañando a sus padres («Oliba comes et coniux mea Ermengards») en una donación a la iglesia de San Lorenzo de Bagà. Lo suscribe Oliba junto con sus hermanos Bernardo y Wifredo: «Bernardus prolis, Wifredus prolis, Oliba prolis…»2. Vuelve aparecer junto a su padre en otro documento del 983/984 «Oliba comes…cum Berengarius et Olibanus filii mei» confirmando una donación a Santa Maria de Serrateix.3

Conde de Berga y Ripoll (988-1002)

En el 988 su padre decide retirarse al monasterio de Montecassino (Italia). En ese momento todos sus hijos eran menores de edad y el gobierno real del condado quedó en manos de la madre de todos ellos: Ermengarda de Ampurias. En principio, el testamento de su padre no autorizaba la división de sus dominios entre los hijos: Todos deberían de gobernar en común y con el título de conde.

El 30 de julio de 990 tenemos un documento en el que la condesa viuda Ermesinda y su hijo Oliba (Ermengardis…comitissa cum suo prole Olibane) confirman una propiedad a un noble en el condado de Berga (comitatu Bergitano). El documento está suscrito por el conde Bernardo I.4

Pero a partir del 994 los hijos de Oliba Cabreta empiezan a gobernar en solitario y parece que se han repartido el territorio. Bernardo I Tallaferro sería conde de Besalú, incluyendo Vallespir, la Fenolleda y partes del Rosellón; Oliba será conde de Berga y Ripoll; y a Wifredo II se le asignó el condado de Cerdaña y Conflent, que también incluía las comarcas de Capcir y Donasà.

Tenemos otros dos documentos de su etapa como conde. Uno del 2 de enero del 995 en el que junto a su madre (Ermengardis comitissa…cum prole meo Olibane…comes) donan una propiedad a Santa María de Serrateix.5  Y el 15 de julio del 997, ya en solitario, dona una propiedad (Oliba…comes) que había heredado de su padre a San Pedro de la Portella. 6

Estatua dedicada al Abad Oliba en Montserrat
Estatua dedicada al Abad Oliba en Montserrat

Renuncia al condado: Oliba, monje y abad

Pero la actividad condal de Oliba será muy corta. En agosto del 1002 Oliba renunció a su condado, cediendo y dividiendo sus dominios a sus hermanos: el condado de Ripoll para Bernardo I Tallaferro y el condado de Berga a Wifredo II.

Ingresó entonces en el monasterio benedictino de Santa María de Ripoll. En el 1008, tras la muerte del abad Seniofré, Oliba fue elegido abad. Poco meses después, ese mismo año, fue también elegido abad del Monasterio de San Miguel de Cuixà.

Oliba inicia una serie de acciones para promover una disciplina más austera en sus monasterios. La fama del abad hizo que el año siguiente, 1009, también le nombraran abad de San Martín del Canigó y otros monasterios acogieran su estilo de gobierno, como los monasterios de Sant Feliu de Guíxols y el de Sant Sadurní de Tavèrnoles. Desde este momento sus esfuerzos se dirigieron a defender los bienes y derechos de las iglesias frente a las ambiciones y ataques señoriales.

Sus viajes a Roma, donde estuvo dos veces, y a Lombardía y la Narbonense, fueron ocasión para traer a Cataluña obreros para la fábrica de sus iglesias, que introdujeron en la Península sus formas artísticas, y maestros para sus escuelas, que convirtieron a Ripoll en un centro cultural de gran envergadura.

En el 1011 acudió a San Pedro de Roma y obtiene del papa Sergio IV una serie de bulas para sus monasterios, de manera que los monasterios y las tierras de su propiedad quedaban bajo la protección de San Pedro del Vaticano y cualquier agresión contra ellos era una agresión con la autoridad papal. El papa Benedicto VIII (1012-1024), al que visitó, lo tenía en gran consideración. Su importancia política no es nada desdeñable, por pertenecer desde 1021 a la gran asamblea de notables de Cataluña, dedicando muchos esfuerzos a la defensa y repoblación de las fronteras del obispado de Vic.

Por otro lado, impulsó renovaciones y ampliaciones en sus monasterios. Por ejemplo, durante su gobierno, la biblioteca de Santa María de Ripoll fue una de las más completas de de Europa. Bajo su dirección se triplicó el número de volúmenes existentes y se convirtió en núcleo de influencia cultural gracias también a sus contactos con la cultura y ciencia de al-Ándalus.

En San Miguel de Cuixà ordenó varias modificaciones arquitectónicas. Se construyó un deambulatorio en el presbiterio con tres absidiolos; hizo alzar un cimborrio sobre el altar mayor y edificó la cripta de la Natividad, la capilla de la Trinidad y dos campanarios d estilo lombardo.

Oliba, obispo de Vic (1018-1046)

El año 1017, gracias a la intervención de Ermesenda de Carcasona, viuda del conde Ramón Borrell de Barcelona, de la cual Oliba era consejero y amigo, fue nombrado obispo auxiliar de Vic. De modo que cuando falleció el obispo Borrell de Osona al año siguiente, Oliba es nombrado obispo.

Una de sus primeras acciones fue apoyar a su hermano Bernardo I Tallaferro en sus conflictos con el monasterio de San Juan de las Abadesas. Bernardo acusaba a la abadesa Ingelberga, hermanastra de Bernardo y de Oliba, y al resto de las monjas de tener una conducta deshonesta. Bernardo, Oliba y otros prohombres presentaron el caso al papa Benedicto VIII quien decretó las expulsión de las monjas del cenobio. Además ordenó que se instalaran en él monjes nombrando abad a un hijo del conde Bernardo, Wifredo. Es posible que fuera una maniobra con la que el conde Bernardo I quería conseguir el obispado de Besalú, lo cual se hizo realidad en el año 1017.

Poco después de estos hechos, Oliba tuvo que intermediar en un conflicto entre la condesa Ermesenda, viuda del conde Ramón Borrell, y Hugo I de Ampurias acerca de la posesión de un alodio en Ullastret. Los jueces sentenciaron a favor de la condesa pero meses más tarde Hugo I ocupó militarmente Ullastret y es cuando Oliba hace de intermediador. Finalmente la condesa se quedó con la posesión del territorio.

El scriptorium de Santa María de Ripoll

Durante su abadiato salieron del scriptorium códices tan lujosos como la Biblia conocida equivocadamente como de Farfa (hoy en la Biblioteca Apostólica Vaticana), realizada entre los años 1015 y 1020, y la Biblia de Roda (hoy en la Bibliothèque Nationale de France), regalada posiblemente al Monasterio de San Pedro de Rodas (Gerona) con motivo de la consagración de la nueva iglesia en 1022, amén de una tercera perdida en 1835.

Construcciones promovidas por Oliba

Catedral de San Pedro de Vic

Oliba impulsó la construcción de la nueva catedral del obispado de Osona, la catedral de San Pedro de Vic. De este edificio, consagrado por el arzobispo de Narbona en 1038, se conservan hoy en día el campanario, de estilo románico lombardo con 46 metros de altura; y la cripta, situada bajo el ábside principal, de planta semicircular y dividida en tres naves sostenidas por columnas con capiteles de estilo califal.

Campanario románico de San Pedro de Vic y estatua dedicada al Abad Oliba
Campanario románico de San Pedro de Vic y estatua dedicada al Abad Oliba
Cripta de la catedral de Vic
Cripta de la catedral de Vic

Fundación del monasterio de Santa María de Montserrat (1025)

En 1025 Oliba fundó el monasterio de Montserrat al lado de una iglesia ya existente desde el siglo IX. En ese momento la zona era propiedad de los condes de Barcelona.

Pero mediante una bula conseguida pro Oliba del papa Sergio en el 1011, se afirmaba que la montaña de Montserrat era propiedad del monasterio de Ripoll. Oliba entonces quiso recuperarla pero los condes barceloneses no atendieron sus peticiones.

En el 1022 Oliba, ya obispo, vuelve a reclamar a los condes de Barcelona la propiedad de la montaña. Finalmente el 29 de junio de es año Berenguer Ramón I y su mujer Sancha acudieron a Ripoll para confirmar personalmente la propiedad del monasterio de Ripoll sobre dicha montaña. Oliba envió a numerosos monjes de Ripoll a Montserrat y ordenó formar un cenobio directamente dependiente de Ripoll.

Reconstrucción de Manresa y Cardona

Tras la devastación provocada por ʿAbd al-Malik, hijo de Almanzor, en el año 1003, la zona de Manresa quedó completamente arrasada. Oliba participó activamente en la construcción de edificios defensivos en la frontera de su obispado desde Calaf hasta Queralt. En el 1020 Oliba se implicó personalmente en la reconstrucción de Manresa. Junto a los condes de Barcelona y otros nobles viajó a la ciudad y confirmó por escrito la dotación y el patrimonio de la ciudad.

En el 1021 participó en un acto similar celebrado en la ciudad de Cardona: Oliba alentó a Bermon, vizconde de Osona a restaurar la iglesia de San Vicente, lo cual éste hizo a partir del 1029.

Las Asambleas de Paz y Tregua

A partir de la década de 1020-1030 las disputas entre los nobles de los distintos condados catalanes se intensifican. Los nobles actúan arbitrariamente dentro de sus territorios y los someten a rapiña y expolio, situación que sufre sobre todo el campesinado, muchos de los cuales se pasan de ser hombres libres a siervos. Pero también la iglesia sufre el daño de estas acciones nobiliarias, lo cual motivó a Oliba a plantear una estrategia que tenía la intención de limitar las luchas feudales.

Oliba intervino en numerosas ocasiones como mediador entre las disputas de los nobles, procurando la concordia entre los contendientes. Ya se han mencionado el conflicto entre Hugo I de Ampurias y la condesa viuda Ermesenda de Barcelona por un alodio en Ullastret. También intervino en los conflictos entre Hugo I de Ampurias y Gausfredo II de Rosellón (1018?); entre Ermesenda y Berenguer Ramón I de Barcelona (1021); entre Ermesenda y su nieto Ramón Berenguer I (1040); y entre Ramón Berenguer I y el vizconde Udalardo de Barcelona y su hermano, el obispo Guislaberto de Barcelona (1044).

La situación de rapiña y expolio señorial sobre los campesinos y los clérigos llevó a Oliba a plantear una estrategia: la creación de la institución de Paz y Tregua de Dios, que pretendía limitar la violencia feudal. La Paz de Dios era el derecho de asilo que la Iglesia ofrecía dentro de los templos y de los dextros. La Tregua de Dios, en cambio, prohibía las acciones bélicas durante un tiempo determinado.

La violación de estos preceptos se consideraba pecado, y la pena podía ser directamente la excomunión. En el año 1022, durante un sínodo celebrado en Elna y acompañado del obispo Berenguer de Gurb, Oliba propuso la Tregua de Dios. La propuesta se ratificó en el 1027 durante la asamblea que tuvo lugar en el prado de Tolugues, donde se determinó que la prohibición de actuar con violencia contra los religiosos y sus bienes se extendía a todas aquellas personas que acudiesen a la iglesia en día festivo. Asimismo, se añadió el concepto de Tregua de Dios, según el cual no se podía hacer uso de violencia desde el sábado al anochecer hasta el final de domingo «a fin de que todo el mundo pudiese cumplir con los deberes del día dominical».

Esta prohibición se amplió en las diversas asambleas realizadas posteriormente. De esta manera, en el sínodo celebrado bajo la dirección del obispo Oliba en Vic en el 1033 se extendió la prohibición de las acciones bélicas de jueves a domingo. Además, la protección amparaba a los campesinos y sus domicilios, evitando cualquier depredación bajo pena de excomunión.

 

Obras literarias del Abad Oliba

Se conocen algunas obras escritas por el propio abad Oliba en algo más de una veintena de documentos redactado por él. Desde el punto de vista literario destacan:

  • Poema en Alabanza del monasterio de Ripoll.
  • Encíclica mortuoria por el fallecimiento de su hermano Bernardo en 1020:

Era para nosotros, que lo hemos perdido, príncipe y padre de la patria, Bernardo, conde y marqués de buena memoria deseable de rostro y de nombre, del que diremos las virtudes para que comprendáis cómo es digno de compasión. Fue un barón verdaderamente católico, insigne en bondad, el primero en piedad, duro en las armas, bello de cuerpo, bien plantado, alto, elocuente en el hablar, potente, de buen consejo, de admirable ingenio, dulce de palabra, rico, supremo en fortaleza, vencedor siempre sobre los enemigos. Para los malos terrible y, pese a su fortaleza, suave con los buenos, padre de los pobres, firme en la justicia, certero en el juicio, lleno de misericordia, constructor de iglesias, amante de los monjes, a los que veneraba como a padres, respetaba como a señores y dirigía como a hijos.

Firma del abad Oliba en un documento del 7 de enero del 1027
Firma del abad Oliba en un documento del 7 de enero del 1027

Muerte y sepultura

Oliba falleció a la edad de 75 años el 30 de octubre de 1046 en el monasterio de San Miguel de Cuixà. Allí será enterrado.

Con motivo de su fallecimiento los monjes de Ripoll redactaron una encíclica mortuoria que fue enviada a numerosos monasterios de toda Europa. Al menos 92 de ellos respondieron con las condolencias. Este es el texto de dicha encíclica:

Teníamos y lo hemos perdido, un obispo y un abad de bienaventurada memoria, padre de toda la patria, don Oliba, deseable de faz y de nombre, cuya dulce afabilidad y afectuosa paternidad de tal manera con él aglutinaron nuestras almas que más querido nos era que nuestra propia vida y, después de Dios, no había cosa que a su afecto nos fuese preferida.

Este, pues, por comenzar desde su origen, nació en nobilísima cuna y en sangre gloriosa por sus mayores fue engendrado. Desde su más tierna infancia erudito de letras divinas, por derecho hereditario obtuvo el principado de su patria, gloriosísimamente lo rigió y aún lo ornó con la gloria mundanal esporádica y con el beneficio de muchísimas honras. No obstante, llamado por el Espíritu divino, renunció a las obras del siglo y, siendo aún muy joven, militó bajo el imperio del abad, según la regla del padre san Benito, en el monasterio de la gloriosa Virgen María [Ripoll].

Mientras tanto, al morir, casi a un mismo tiempo, los dos abades de dichos cenobios [Ripoll y Cuixà], por aclamación de todos los hermanos, aunque se opusiese, recibió el doble cargo y regimiento. Una vez elegido, hacia todos se mostró ecuánime, y de palabra enseñó las obras de la vida santa y con el ejemplo la mostró. Amplificó asimismo el estamento de las iglesias con la doctrina de la sabiduría, y con la admirable estructura de los edificios y con la gloria de variados ornamentos conquistó para ellas gran honra.

Y cuando murió el obispo de la región [Osona], por avenencia de clérigos y de los barones de todo el obispado, y por elección magnífica de los príncipes, y por ordenanza diligentísima de diversos prelados, fue sublimado a la cátedra pontificia. Nada menguó el rigor de la primera continencia, sino que a sus súbditos dio ejemplo de humildad y de paciencia y de toda buena obra.

Finalmente, como a las buenas costumbres accedía poderosamente y por el afecto de una caridad eximia era amable con todos, prevenido de enfermedad en este cenobio del glorioso arcángel san Miguel [Cuixà] y llegado a la suprema postrimería, encomendó al Señor el rebaño a él confiado. Y de esta manera, en presencia de muchos miserablemente desconsolados y en lamento fundidos, a tres días de las calendas de noviembre, en día jueves, cuando ya caía la hora nona, emigró de esta presente vida; y con su muerte a nosotros nos dejó lamento inenarrable y llanto bien amargo

Bibliografía


  1. Según la Gesta Comitum Barcinonensium «[…]Bernardum, Olibam et Guiffredum[…] eran los tres hijos de Olibano Cabretæ. Posteriormente aclara que Oliba fue «Monachus Rivipulli et Abbas, deinde Episcopus Vicensis», que falleció en 1047 y que fue enterrado «in Monasterio Cuxanensi». Gesta Comitum Barcinonensium I, RHGF IX, p. 69.
  2. Junyent i Subirà, Eduard: Diplomatari i Escrits Literaris de l’Abat i Bisbe Oliba, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 1992. doc. 5, p. 9
  3. Junyent i Subirà, Eduard: Diplomatari i Escrits Literaris de l’Abat i Bisbe Oliba, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 1992. doc. 7, p. 12.
  4. Junyent i Subirà, Eduard: Diplomatari i Escrits Literaris de l’Abat i Bisbe Oliba, Institut d’Estudis Catalans, Barcelona, 1992. doc. 12, p. 17.
  5. Bolòs, Jordi: Diplomatari del monestir de Santa Maria de Serrateix, Fundació Noguera, Barcelona, 2006. doc. 38, p. 114
  6. Bolòs, Jordi: Diplomatari del monestir de Sant Pere de la Portella, Fundació Noguera, Barcelona, 2009, doc.  2, p. 210.  

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