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ʿAbd al-Raḥmān ben Muḥammad, hijo de Muḥammad I

por Javier Iglesia Aparicio
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Hoz de La Morcuera entre Bugedo y Foncea

[Córdoba, ? – ?, 259H, c. 873] Militar, hijo del emir Muḥammad I

Abu-l-Muṭarrif ʿAbd al-Raḥmān ben al-Amir Muḥammad fue uno de los 33 o 34 hijos varones que tuvo el emir Muḥammad I de Córdoba.

Según las crónicas musulmanas, fue uno de los hijos más apreciados por el emir Muḥammad I:

Entre los eminentes de los hijos del emir Muḥammad, los literatos y los primeros en nobleza está Abu-l-Muṭarrif ʿAbd al-Raḥmān ben Muḥammad.

Por esa razón fue puesto por su padre al frente del ejército de la aceifa, es decir, de las incursiones contra los reinos cristianos del norte, junto al visir Walīd ben ‘Amir.

Aceifas contra Castilla y Álava

Entre los años 863 y 866, ʿAbd al-Raḥmān se convirtió en el terror de los habitantes de los condados de Castilla y Álava, hacia los que dirigió tres devastadoras campañas militares.

La primera aceifa de la que se tiene noticia que participó ʿAbd al-Raḥmān fue en el año 249H, 863. Junto al caíd ʿAbd al-Malik ben Abbas, la expedición arrasó Álava y Castilla. Entraron por la zona de Miranda de Ebro y tras saquear la zona, Rodrigo, conde de Castilla, trata de cortarles la retirada en el desfiladero de Pancorbo. Pero los cordobeses se dan cuenta de la maniobra y toman la cuenca del río Oja para retirarse.

La expedición debió de ser fatídica para castellanos y alaveses, perdiendo la vida numerosos alcaides de fortalezas y desbaratando la nueva línea fronteriza preparada por Rodrigo en el curso del río Ebro.

Así nos lo cuenta Ibn Idhari:

“En el año 249, salió ‘ʿAbd al-Raḥmān, hijo del emir Muḥammad, contra los castillos de Álava y Castilla, y era alcaide ʿAbd al-Malik ben Abbas, y los entró y dio muerte a los hombres y destruyó las fábricas y se extendió por las llanuras, de lugar a lugar, asolando sembrados y cortando frutos. Con este motivo hizo salir Ordón ben Adhefonso a su hermano a la estrechura de al-Fayy, para que cortase el paso a los musulmanes, acometiéndoles allí; mas se adelantó ʿAbd al-Malik y los batió en la estrechura hasta que los hizo huir, y los acuchilló y dispersó; después se le llegó el resto de las tropas y derramó su sangre impunemente la caballería por todos los lados, y resistió a los enemigos de Allāh con gran sufrimiento; pero al fin fueron puestos en fuga y concedió Allāh a los muslimes las espaldas de ellos e hicieron súbita matanza. Fueron muertos de sus más grandes qa’ides diecinueve condes”.

La segunda aceifa que aparece dirigida por ʿAbd al-Raḥmān es del año 251H, 865. El ejército partió de Córdoba en yumada II (30 junio a 28 julio del 865) y el enfrentamiento definitivo, la batalla de Morcuera, tuvo lugar el 12 de rayab (9 agosto 865). Veamos la versión de Ibn Idhari sobre este importante enfrentamiento:

En 251, se hizo de nuevo campaña contra el país de Álava. He aquí el relato de la derrota de al-Markewiz, ique Dios confunda! ʿAbd al-Raḥmān ibn Muḥammad comenzó por avanzar y se estableció junto al Duero, donde organizó las tropas que vinieron de todas partes a unírsele; desde allí trasladó su campo al desfiladero de Berdiy, se apoderó de los cuatro fuertes que le defienden, se apoderó de todo lo que encerraban y los arruinó; después de lo cual, yendo de una parte para otra en todas las direcciones, no dejó en pie morada ni localidad alguna, destruyéndolo y quemándolo todo. Gracias a este procedimiento sistemáticamente seguido, no quedó intacto uno sólo de los castillos que pertenecían a Rodrigo, sahib (señor) de al-Qilá (Castilla), a Rudmir, señor de Tuk’a, a Gundisalb, señor de Buryia (¿Burgos? ¿Bricia?), a Gumis, señor de Mesáneqa (¿Mijangos?). ʿAbd al-Raḥmān se dirigió a continuación contra al-Mellah’a, que era uno de los más grandes distritos que obedecían a Rodrigo, arrasó todos los alrededores e hizo desparecer hasta las trazas de la (capital).

Después de haber obtenido estos éxitos, pensó en salir de allí por el desfiladero de al-Markewiz. Se había desviado del camino (para acampar), cuando Rodrigo, avanzando a la cabeza de sus tropas y de las levadas a las que había procedido, instaló su campo cerca del foso cercano a al-Markewiz, foso donde, desde hacía varios años, se había ocupado de hacer los accesos más difíciles por medio de trabajos ejecutados por voluntarios; separado de la montaña y provisto de un talud elevado, era infranqueable. ،ʿAbd al-Raḥmān ibn Muḥammad instaló su campamento sobre el Ebro y el general ʿAbd al-Malik alineó las tropas en orden de batalla, mientras que los cristianos tomaban igualmente sus disposiciones e instalaban sus tropas en emboscadas a los dos lados del desfiladero. Los musulmanes atacaron a los cristianos de frente, y comenzó una confusión encarnizada, pero los nuestros se batieron de tal manera, que sus enemigos, descubriendo el foso, se retiraron a una colina vecina. Entonces, ʿAbd al-Raḥmān hizo instalar su tienda y dio a los soldados la orden de hacer otro tanto, acampando. Tras de lo cual, los nuestros volvieron a atacar vigorosamente a los cristianos, a los que Dios golpeó en la cara y cuyas espaldas nos entregó, de suerte que se hizo en ellos una horrible matanza y cantidad de prisioneros cayeron en nuestras manos. El resto huyó sin detenerse hacia la región de al-Ahdun (¿Haro?) y hubo de arrojarse al Ebro sin poder buscar un paso vadeable, de suerte que una gran cantidad se ahogaron allí. La carnicería duró desde la aurora del jueves 12 rayab (9 agosto 865) hasta el mediodía, y nuestras tropas, gracias a la ayuda divina, salieron sanas y salvas de esta ocasión. Cuando la masacre había comenzado, algunas bandas habían podido refugiarse en los lugares abruptos y en las espesuras, pero ni ellas escaparon a las persecuciones y a la muerte. El foso fue destruido y rellenado, de suerte que los musulmanes pudieron franquearlo cómodamente y sin peligro. Dios concedió a los musulma­nes un insigne favor permitiéndoles obtener esta brillante e importante victoria, ¡alabanza al Señor de los mundos! El número de cabezas que se reunieron como consecuencia de esta acción, fue de 20.472.

El enfrentamiento fue una dura derrota para castellanos y alaveses, cifrando las crónicas musulmanas en 20.472 o 2.492 cabezas cortadas de infieles.

Y no acabó aquí su intervención militar contra los condados de Castilla y Álava. En el 252H, año 866, participó en una tercera campaña, Según Ibn Idhari:

[…] salió ʿAbd al-Raḥmān hijo del emir Muḥammad de incursión hacia Álava y Castilla, y desbarató su gente y destrozó sus sembrados y las dejó asoladas, y se hallaba la gente de aquella comarca en debilidad y flaqueza suma que les impidiera juntarse y reunir tropas por las grandes pérdidas que habían tenido el año anterior entre muertos y cautivos.

El mismo relato pero de la mano de Ibn al-Athir:

En 252, un cuerpo de ejército enviado al territorio enemigo por Muḥammad ibn ʿAbd al-Raḥmān de al-Ándalus, marchó contra Álava y la villa de Mano (?) y regresó sin sufrir pérdidas, después de haber matado muchos habitantes de esas localidades.

Para tener un noción del número de efectivos que podía desplegar una de estas aceifas, se conserva una enumeración de jinetes movilizados en una de las dirigidas por ʿAbd al-Raḥmān, aunque no es posible saber a cual de las tres se refiere, aunque podemos suponer que fue, por su resonancia, la de la batalla de la Morcuera. Según Ibn Ḥayyān:

El número de jinetes movilizados para la expedición de la aceifa enviada a Yilliqiya por el emir Muḥammad, con ʿAbd al-Raḥmān su hijo, se consigna a continuación:
De la cora de Elvira: dos mil novecientos
Jaén: dos mil doscientos
Cabra: mil ochocientos
Priego: novecientos.
Takurunna: doscientos noventa y nueve.
Algeciras: doscientos noventa.
Écija: mil doscientos
Carmona: ciento ochenta y cinco.
Saduna: seis mil setecientos noventa.
Rayyo: dos mil seiscientos.
Fahs al-Ballut: cuatrocientos.
Morón: mil cuatrocientos.
Tudmir: doscientos cincuenta y seis
Robina: ciento seis.
Qalat Rabbah y Autir: trescientos ochenta y siete

Es decir, un total de 21.326 jinetes, sin contar soldados a pie.

Muerte de ʿAbd al-Raḥmān ben Muḥammad

ʿAbd al-Raḥmān murió en el año 259H, en plena juventud, sin que se conozcan las causas.

Su pérdida fue sentida en la corte cordobesa. Consta que su hermano al-Muṭarrif compuso una obra llamada al-Hadaiq llorando su muerte; y que el poeta Mu’min ben Saʿīd (m. 880) le dedicó una hermosa elegía.

Se conserva un poema atribuido a ʿAbd al-Raḥmān:

Se pierde el tiempo con la flor y nata de los 'ulama
y te quedas en tinieblas y oscuridad;
es una gentuza que se da la gran vida
y no hay diferencia entre ellos y la nada.
Cuando les preguntas por la cedoaria despliegan
una ciencia que la traduce en ave acuática

Bibliografía

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