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Abū ʿAbd al-Raḥmān ben Aḥmad ben Ishaq ben Tahir, rey de la taifa de Murcia

por Javier Iglesia Aparicio
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Muralla árabe de Murcia en las Verónicas

[¿? – Valencia, 508H/1114] En árabe أبو عبد الرحمن بن طاهر. Rey de la taifa de Murcia (455H/1063-471H/1079)

Hijo de Abū Bakr ben Tahir. Miembro los Banu Tahir, una de las familias árabes más poderosas de Murcia, de linaje árabe.

Cuando Zuhayr dejó la ciudad de Murcia para hacerse cargo del gobierno de la taifa de Almería (1028), dejo la ciudad de Murcia bajo el gobierno de dos miembros de la aristocracia local: Abū Bakr ben Tahir y Abu ‘Amir ben al-Jattab, que comenzaron a disputarse la autoridad de la ciudad.

Abū Bakr Tahir gobernó Murcia una vez que falleció Zuhayr (1038) y la taifa de Almería fue regida por ʿAbd al-ʿAzīz de Valencia.

Gobierno de Murcia (1063-1079)

Cuando fallece en 1063 es su hijo Abū ʿAbd al-Raḥmān quien le sucede en el cargo pero ya con la plena independencia de Murcia con respecto a Almería o Valencia.

Amplió su gobierno hacia la zona de Lorca. Pero tuvo que hacer frente a la acción expansiva de la taifa de Sevilla.

En 1076 hubo una primera expedición, fracasada, en la que Ibn ‘Ammar contó con el apoyo de Ramón Berenguer II de Barcelona. Los murcianos, con el apoyo de al-Mamum de Toledo, lograron vencer a los aliados aprovechando sus disensiones.

En 1078 Ibn Rashiq se puso de acuerdo con Ibn Ammar, consejero del rey de Sevilla, para deponer a Ibn Tahir y hacerse con el control de Murcia.

Tomaron primero la localidad de Mula. Luego Ibn ‘Ammar regresó a Sevilla mientras que Ibn Rashiq entraba en Murcia. Ibn Tahir fue encarcelado en Monteagudo y se proclamó la soberanía del rey de la taifa de Sevilla en el 1079.

Exilio en Valencia

Preso durante un tiempo en Murcia, el rey de Valencia Abū Bakr ben ʿAbd al-ʿAzīz, intercedió por él, por lo que fue liberado y se trasladó a Valencia.

Tanto las riquezas de las que disponía como su ascendiente personal en la corte hicieron de Abū ʿAbd al-Raḥmān ben Aḥmad ben Ishaq ben Tahir uno de los protagonistas de esta época, en especial por su condición de hombre alegre e ingenioso.

En el año 1087 prestó su ayuda financiera, sus relaciones políticas y sus consejos al rey de Valencia al-Qadir, que ante el acoso de la taifa de Lérida y Denia —que llegó a asediar la ciudad— se encontraba en una situación crítica.

Por esta alianza, cuando alcanzó el poder Ibn Yahhaf tras asesinar al antiguo rey, la posición del antiguo mandatario de Murcia se hizo muy delicada, y en las epístolas dirigidas a familiares y amigos se conservan algunas en las que los reproches al antiguo cadí eran continuos.

Durante el período en que El Cid ocupó la ciudad de Valencia (1094-1102), y a pesar de haber sido aliado de al-Qadir, protegido del rey de Castilla y del propio Rodrigo Díaz, Ibn Tahir se vio reducido a prisión (1095), posiblemente durante la búsqueda de las riquezas del antiguo rey, de las que tal vez el murciano tuviera en depósito alguna cantidad. Las cartas en las que describe la ocupación castellana de la ciudad, y que celebran su retirada, son uno de los testimonios más notables de esta época.

Ibn Tahir permaneció en Valencia tras la ocupación almorávide de la misma, y allí murió en el año 1114, ya nonagenario.

Obra literaria de Ibn Tahir

El polígrafo Ibn Bassam recopiló todas sus epístolas en una obra titulada Silk al-Yawahir min tarsil Ibn Tahir (Sarta de brillantes en la correspondencia de Ibn Tahir), que luego incorporó, posteriormente, a su obra Al-Dajira fi maasin ahl al-Yazira (Tesoro de las excelencias de las gentes de la península).

Ibn Bassam señala que la prosa de Ibn Tahir era de extraordinaria calidad, en especial las epístolas humorísticas, que formaban uno de los cuatro tipos de composiciones que aparecen en su recopilación, junto a las de condolencia, las oficiales y las dedicadas a amigos.

Los únicos versos que se conocen de él son estos:

¡Oh! Tú, el de un ojo azul y otro negro, por 
haber cometido un crimen tan horrendo, por
haber dado muerte al rey Yaḥyà, revistiéndote
con sus túnicas.
No faltará, a buen seguro, de sobrevenirte el
día en que recibas la recompensa a que te has
hecho acreedor.

Los escribió para Ibn Yahhaf tras haber asesinado a al-Qadir de Valencia.

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