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al-Haytam ben Ubayd ben ʿAbd al-Raḥmān al-Kinaní, valí de al-Ándalus

por Javier Iglesia Aparicio
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[?-?] al-Haytam ben ‘Ubayd ben ʿAbd al-Raḥmān al-Kinani. En árabe الهيثم بن عبيد الكناني. Valí de Al-Ándalus (730-731). 

Llamado Aleitán en las fuentes cristianas.

Sucedió a ʿUṯmān ben Abi Nis’a al-Jatami. Enviado por el gobernador de Ifriqiya, ‘Ubayd Allāh ben ʿAbd al-Raḥmān, llegó en muharram del año 112 (marzo-abril del 730). Se vio implicado en disturbios entre los distintos componentes étnicos musulmanes.

En el norte de África, ‘Ubayd llevó a cabo una política represiva contra los bereberes y, especialmente, los yemeníes. En al-Ándalus esta política fue ejecutada por al-Haytam, que se encargó de reprimir a los yemeníes, matando a muchos de ellos.

Una delegación yemení fue atendida por el califa Hisham y se quejó de estas actuaciones, por lo que el califa ordenó la sustitución de al-Haytam. La orden fue ejecutada por Muḥammad ben ʿAbd Allāh, quien apresó y torturó a al-Haytam. Posteriormente pasó a África.

Fue sucedido de forma interina por Muḥammad hasta la llegada del valí nombrado por el califa Hisham: ʿAbd al-Raḥmān ben ʿAbd Allāh al-Gāfiqī.

La Crónica Mozárabe del 754 cuenta con detalle la acción de al-Haytam y el castigo que recibió:

«[…] Aleitán muestra abiertamente la orden o autorización del príncipe enviada desde África para que al instante se hiciese cargo del gobierno de Spania. Ya después de diez meses de violento reinado, se entera, no sé con qué astucia, de que algunos árabes desean expulsarle inmediatamente del reino. Como consecuencia de ello, los hace prisioneros y después de someterlos durante algún tiempo a los tormentos del látigo, para averiguar, mediante torturas, los diversos pormenores para la rebelión, los decapita, según le había sido ordenado secretamente por sus aliados del otro lado del mar.

Entre ellos degüella a Zat, sarraceno de noble linaje, brillante por su elocuencia y señor el más rico en general, después de atormentarle, azotarle y maltratarle a puñetazos. Pocos días después, a petición de los parientes de aquellos cuya sangre había derramado, le es enviado desde Libia, por orden del príncipe, el sarraceno Mamet, con una autorización secreta para que en su puesto sea colocado, sin vacilación, Abderramán.

Pero cuando el airado Mamet llega a la residencia de Córdoba, inmediatamente, sin haber sido localizado todavía a Abderramán, detiene al instante y somete a estrecha vigilancia a Aleitán; y como no pudiese soportar que estuviese en la cárcel sin castigo, al punto, después de ser duramente azotado y haber sido sometido a vergonzosos castigos, hace que lo saquen por las plazas públicas decalvado y montado sobre un asno con la cabeza mirando atrás y las manos atadas a la espalda, amarrado además con cadenas de hierro. Y unos días después lo envía bajo custodia para que se presentara al general africano, quien, según dicen, ya había enviado una notificación a Aleitán, ordenándole secretamente este viaje […]».

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