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Suniario I conde de Barcelona, Gerona y Osona

por Javier Iglesia Aparicio
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[? – †¿Monasterio de La Grassa?, 950] Conde de Barcelona y Gerona (911-947) y conde de Osona (911-939 y 942-947). Sunyer I en catalán.

Hijo de Wifredo I el Velloso y Guiniguilda de Ampurias.

Desde la muerte de su padre (897) estuvo asociado a su hermano Wifredo II Borrell en el gobierno de los condados de Barcelona, Gerona y Osona. Cuando fallece Wifredo II Borrel (911), Suniario I queda como gobernante único de los tres condados.

Una de sus primeras acciones de gobierno en solitario fue la resistencia a los ataques del valí de Huesca y Lérida: al-Tawil. En 912 Suniario I fue derrotado en Tárrega. En el 913 al-Tawil volvió a atacar, en esta ocasión contra Barcelona. Pero en esta ocasión al-Tawil fue muerto en batalla (23 de octubre).

En el 913 o en el 920, la fecha es incierta, muere su tío Radulfo, conde Besalú. Este hecho desató un conflicto con su hermano Miró II de Cerdaña por la sucesión en el gobierno de dicho condado. Suniario pretendía volver a incorporar Besalú al condado de Gerona.

Finalmente los hermanos llegaron a un acuerdo: Miró II se quedaría con el gobierno de Besalú a cambio de renunciar a sus derechos al condado de Barcelona. Sin embargo, Suniario no debió quedar muy conforme con el trato pues al fallecer Miró II (927) intervino frente a la regente del condado, Ava de Cerdaña, y su sobrino Wifredo II de Besalú, aunque sin éxito.

Enfrentamientos contra el califato de Córdoba

Suniario mantuvo una actitud combativa frente a los territorios musulmanes y logró expandir, aprovechando la debilidad de los inicios del gobierno de ʿAbd al-Raḥmān III, sus territorios hacia el Penedés llegando hasta Olérdola en el 929. Esta actitud ofensiva causó que Suniario I fuera el objeto de varios ataques, algunos de ellos marítimos, del califa de Córdoba. En junio del 935 un ejército cordobés dirigido por ʿAbd al-Malik ben Saʿīd ben Abi Hamama atacó los condados de Barcelona, Gerona y Ampurias. Como respuesta, según Ibn al- Athir, en el 936 Suniario I y Gausfredo de Ampurias dirigieron una expedición contra el territorio musulmán de Tortosa y Valencia, en el que hizo un gran saqueo y una gran mortandad; entre los árabes que murieron estaba el cadí de Valencia. Como consecuencia Suniario I amplió sus territorios hacia el sur y consiguió la sujeción de Tortosa a un tributo: así lo atestigua el hecho de que en el año 945 el conde Suniario cediera para la construcción de la canonjía de Barcelona parte de los tributos que pagaba Tortosa.

Pero en el 939 sufrió un potente ataque que obligó a Suniario I a entablar conversaciones para llegar a una tregua. ʿAbd al-Raḥmān III envió a Barcelona al judío Hasday ben Ishaq quien logró un acuerdo de dos años a cambio de beneficios comerciales para la flota de Suniario. De este modo, la flota cordobesa procedente de Pechina que ya había salido con el objetivo de atacar el condado de Barcelona, al llegar el viernes 17 de julio se retiró. El tratado prohibía a Suniario ayudar y tratar con cualquier cristiano que no estuviera en paz con Córdoba y obligó al conde barcelonés a romper el acuerdo matrimonial que había pactado con García Sánchez de Pamplona, a quien había entregado a su hija en matrimonio.

Invasión magiar del 942

En el marco de las disputas por el control del comercio en el golfo de Marsella (donde Córdoba tenía el enclave de Fraxinetum), el rey de Italia y Provenza, Hugo de Arlés, envió en junio del 942 tropas magiares para luchar contra los musulmanes.  A su entrada en la Marca Hispánica, saquearon los condados de Ampurias- Rosellón, Gerona y Barcelona y devastan el Bagés y el Solsonés, arrasando con numerosos monasterios como Fontanilles, Banyoles, Sant Medir de Castellà, Santa Coloma de Farners y el Solsonès.

Tras pasar por las cercanías de Barcelona, acabaron instalando su campamento en el extremo superior de la ciudad de Lérida, desde el cual planificaron sus ataques y saqueos a las otras ciudades y aldeas de la Marca Superior. El asedio a Lérida duró ocho días, pero por falta de alimentos, así como por considerar difícil la victoria, los húngaros abandonaron el sitio de la ciudad y continuaron saqueando e incendiando aldeas. Entre los guerreros, hubo algunos que se convirtieron al islam, y el califa de Córdoba los empleó como su guardia personal. Realizaron una incursión en Huesca y capturaron al gobernador de Barbastro. El ejército musulmán, bajo las órdenes de Muḥammad ben Hashim al-Tugibí, les derrotó en Tudela.

En su huida hacía los Pirineos, una coalición de tropas francas consiguieron vencerlos en la batalla de Baltarga, en el condado de Cerdaña, el 21 o 22 de agosto del 942 o 943, donde falleció el primogénito de Suniario, Ermengol.

Conquista de Tarragona y la Conca de Barberá. Tributo de Tortosa

Aprovechando las tropas provenzales que le habían ayudado a derrotar a los húngaros, Suniario realizó una incursión contra los musulmanes en la zona de Tarragona y la Conca de Barberá. Se trata de una ocupación momentánea pero es refrendada por un documento del 31 de julio del 945 en el que Suniario donaba al monasterio de Santa Cecilia de Montserrat la iglesia de San Pedro d’Ambigats «in campo Barberano». Es posible que Tarragona quedara más adelante como tierra de nadie. En el 971 vuelve a estar en manos musulmanas.

Posición en las disputas de los reyes francos

En la lucha que mantuvieron Carlos II el Simple y Roberto de París por el trono franco, Suniario I y el resto de los condes catalanes se mantuvieron fieles al primero, incluso cuando éste fue hecho prisionero y muerto por los partidarios de Roberto de París, en el año 929. Cuando en el año 936 subió al trono franco Luis IV, hijo de Carlos el Simple, éste premió la fidelidad de Suniario I concediéndole bastantes privilegios, fundamentalmente de tipo territorial, lo que acrecentó aún más la autonomía que ya venía disfrutando el conde catalán.

Donaciones religiosas

En el interior de sus condados protegió las instituciones eclesiásticas en unión de su segunda mujer, Riquilda: además de beneficiar al monasterio de San Pedro de las Puelles, dio al monje Cesáreo un amplio predio de la banda norte de la montaña de Montserrat, donde fue levantado el monasterio de Santa Cecilia; y el año 934, prescindiendo de toda intervención real, donó a la iglesia de Gerona del tercio de la moneda de todo el condado gerundense. También estimuló el poblamiento del condado de Osona comprando personalmente tierras en Moià (921) y asistiendo a la consagración de la iglesia parroquial del mismo lugar (939).

También fue generoso para con el monasterio de Ripoll, al que el año 943 dio el alodio de Palau, del término de Granollers de la Plana, que había heredado de su padre. Suniario fue también un hombre ambicioso y alocado que codiciaban las extensas propiedades del monasterio de San Juan de las Abadesas, o bien quiso vulnerar su inmunidad, lo que le indispuso con su hermana, la abadesa Emma, y con su sobrino, Sunifredo II de Cerdaña y Besalú, que ejercía personalmente, o en unión de su hermano Wifredo II de Besalú, la jurisdicción condal sobre la comarca del Ripollès.

Estas donaciones fueron incrementadas tras la muerte de su primogénito Ermengol (942 o 943), en sufragio por su alma y, según las crónicas, para lavar el alma y la mala conciencia del propio conde por haber mandado a la guerra directa a su hijo.

Fin del gobierno (944-947) y retiro al monasterio de Santa María de La Grassa

La pérdida de su primogénito afectó tanto a Suniario I quien, a partir del año 944, delegó todo el poder efectivo del condado a favor de su hijo Borrell, para, tres años después, abandonarlo oficialmente e ingresar como penitente en el monasterio de La Grassa, muriendo en el año 950, vestido de hábito monacal y en loor de santidad. A su muerte dejó estipulado, para consternación de propios y extraños, que el condado debía ser gobernado conjuntamente por sus dos hijos, Borrell y Mirón, lo cual se llevó escrupulosamente a cabo hasta el año 966, fecha de la muerte de Mirón.

Matrimonio y descendencia

Suniario I contrajo un primer matrimonio con Aimilda (914) con quien tuvo a Guiniguilda de Barcelona, casada con Hugo I, conde del Alto Quercy.

En el año 925 se casó de nuevo, en esta ocasión con Riquilda de Tolosa, hija del conde Armengol de Roergue. Tuvieron cinco hijos:

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