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Tigridia Sánchez o Santa Tigridia

por Javier Iglesia Aparicio
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San Salvador de Oña

[¿? – ¿Oña? a. 1033] Tegridia en la documentación medieval. También se escribe erróneamente Trigidia. Infanta de Castilla. Primera y única abadesa de San Salvador de Oña (1011-a.1033)

Segunda hija de Sancho García, conde de Castilla y de Urraca Gómez¹. El 12 de febrero del año 1011² sus padres fundaron en la localidad burgalesa de Oña el monasterio dúplice (monjes y monjas en edificios separados al estilo visigodo) de San Salvador. La fundación del monasterio sirvió como dote para la infanta Tigridia, que fue elegida por sus padres para ser la primera (y única) abadesa del monasterio con poderes tanto civiles como religiosos en sus dominios.

Como parte de la dotación, los condes aportaron más de 120 lugares de su propio patrimonio repartidos entre la costa cantábrica de las Asturias de Santillana hasta la ribera del río Arlanza. Entre ellos se encuentra la propia villa de Oña con sus montes, fuentes, lagunas y las iglesias de San Martín y de San Juan. El monasterio fue acompañado de numerosas posesiones en los valles de Mena, Losa, Valdegovía, Álava… Además, el conde Sancho García sancionó la prohibición de los funcionarios condales, jueces, merinos y sayones entrasen en sus dominios; otorgó a su hija poderes para recibir multas y contribuciones fiscales; la percepción de los tributos fiscales que debían de ser recaudados por el conde; el poder para administrar justicia; y la capacidad para mantener el orden con oficiales propios.

De este modo, el territorio y el poder que acumulaba la infanta Tigridia sería seguramente superior al de su tía Urraca Garcés, poseedora del Infantado de Covarrubias instituido en el 974.

El patrimonio de Tigridia siguió aumentando con el tiempo. Los propios condes concedieron posteriormente otras posesiones³ como La Nuez (1012 o 1014) y terrenos en Zumel, Miñón y otro en la zona del arciprestazgo de Santibañez. El 1 de octubre de 1014 la noble Elduara se entrega al monasterio donando sus tierras, iglesias y sus libros. Lo mismo hace una tal Elvira en el año 1016 aportando su hacienda, solares, palacios, viñas, sernas y molinos4. El 15 de septiembre del 1020, Braulio y Matrona, una pareja sin hijos, prohijan a Tigridia con todos sus bienes5. El 27 de marzo de 1022 Gonzalo Velaz vende unas tierras a la abadesa. Y de ese mismo año existe otra venta de un tal Tello Bermúdez6.

Las posesiones de la abadesa no eran únicamente inmobiliarias. También es de destacar su tesoro abacial y, en concreto, su colección de libros. Si bien no tenemos noticias contemporáneas, si existe un catálogo de los libros de la abadía de Oña de inicios del siglo XIII7. Figuran libros como las Etimologías de San Isidoro, las Vitas Patrum, la Ciudad de Dios de San Agustín, el Comentario de la Regla de San Benito por Smaragdo, las Colaciones y, sobre todo, la famosa Biblia de Oña escrita por el reconocido escriba Florencio de Valeránica. Otros objetos de interés contemporáneos a Tigridia son unos fragmentos de telas orientales ricamente bordadas con escenas variadas8.

Fragmento de la Biblia de Oña de Florencio de Valeránica
Fragmento de la Biblia de Oña de Florencio de Valeránica

Se desconoce la fecha exacta de la muerte de Tigridia. Su rastro documental se pierde entre los años 1020 y 1033, momento este último en el que, tras la muerte del hermano de Tigridia, García Sánchez, el condado de Castilla está en manos de Sancho III de Navarra, quien suprime la comunidad dúplice de Oña y establece una benedictina de influencia francesa confirmada por el propio rey el 30 de junio de 1033.

Tigridia fue sepultada en el propio monasterio de Oña, donde también descansan los restos de sus padres. Según Argaiz, posteriormente sus restos fueron trasladados al altar juntos a los de San Íñigo y San Atto. Hoy en día, en un altar neoclásico, encima de la cornisa y en un hueco se supone que se encuentran los restos de santa Tigridia, tal y como dice un letrero:

«Aquí están los cuerpos de santa Tigridia y san Ato, con otras muchas reliquias. Año 1664».

Actualmente en la iglesia se encuentra un valioso Cristo crucificado románico del siglo XI o XII que según la tradición fue un regalo del conde don Sancho a su hija Tigridia.

Cristo de Santa Tigridia (románico siglo XII)
Cristo de Santa Tigridia (románico siglo XII)

Santa Tigridia

La devoción a Santa Tigridia solo está atestiguada desde fines del siglo XVI, cuando el abad Fray Juan Baca de Oña (1595-1598)  impulsa la devoción a Santa Tigridia y San Íñigo (uno de los primeros abades benedictinos de Oña) en la comarca de Oña y La Bureba, donde se conmemora a Santa Tigridia el día 22 de noviembre. La razón de su santidad es el haber sido inhumada en sagrado, privilegio otorgado únicamente a obispos, presbíteros y a los fieles que habían realizado algún milagro.

Don Juan Tamayo de Salazar en su Martirologio Hispánico (Martyrologium Hispanum Anamnesis, 1651-1659) denomina a la infanta abadesa Tigridia como Santa Tigridia asignándola milagros en vida y muerte. Además conserva un epigrama que dice compuesto por alguno de los monjes que servían a Tigridia. Así los transcribe Gregorio de Argaiz en su Soledad Laureada9:

Tigrida Virgo et Dei Famula, hac sepelitur in urna,

Quam Christus sponsam saepius alloquitur.

Virginei gregis Praefectam tempore longo

Regius hanc Genitor connominat que simul.

Hac Oniensis erat cum uiuens inclita proles.

Nostri Caenobis, quam colit omnis amor.

Sancius hanc Comes Insignis pro meritis almam.

Elegit Natam, ut regeret Monachos.

Ipsa dium Christi suffu a lumine gregem.

Doctrinis pauit, confilissque fouit.

Ipsa que uirtutum cumulis per onusta sorores.

Religione tenet, continet, et Regula.

Post moriturque Senex famosis Plenatrophaeis,

Fratibus ipsa decus, gloria Virginibus.

Cum decimus dies axcem mense Decembri.

Nempe Kalendarum, fertur inastra mater.

Conditur in Tumulo: Taetum tunc poplite gressum.

Certo Clandus agit mutus, et alloquitur.

Voces at ipse Caecus, Surdus, Demum auribus hauris.

Caecus o baus lumen tandum, et ipse uidet.

Tantis prodigiis fulgens aim Tigrida nomem.

Inter Sanctorum agmina comeruit.

En el poema se glosan los supuestos milagros: sanó a los cojos y tullidos, devolvió la vista a los ciegos, los oídos a los sordos  y la lengua a los mudos. Es posible que tanto el poema como los hechos en el citados fueran una invención del propio Juan Tamayo de Salazar.


  1. Aunque en la documentación histórica no consta el apellido de la esposa de Sancho García, se supone que pertenecía a los Banu Gómez. Una de las bases fundamentales es precisamente la aparición del nombre Tigridia en la familia condal castellana. Hasta ese momento solo había aparecido entre los Banu Gómez, con la esposa de Diego Muñoz, conde de Saldaña, que sería la abuela de Santa Tigridia.
  2. Zabalza Duque, Manuel: Colección diplomática de los condes de Castilla, doc. 64
  3. Op. cit. doc. 74
  4. Ambos documentos son transcritos por Gregorio de Argaiz en La Soledad laureada por San Benito y sus hijos…, vol. VI, Madrid, 1675, pp. 439-440
  5. Citado por Argaiz en Op. cit. pág. 440
  6. Citados por Argaiz en Op. cit. pág. 441
  7. El catálogo se encuentra en el manuscrito R. II.7, del Monasterio de El Escorial, fol. 113. El catálogo ha sido estudiado por Sánchez Mariana en Notas sobre la biblioteca monástica de San Salvador de Oña en RABM LXXXII-3, Madrid, 1979, pp. 473-493.
  8. Véase el artículo Telas hispanomusulmanas: siglos X-XIII de Ana Cabrera Fuente.
  9. Transcrito por Argaiz en la Soledad laureada, pág, 441-442

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