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al-ʿAblī, poeta muladí del siglo IX

por Javier Iglesia Aparicio
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al-ʿAblī, poeta muladí del s. IX

[Abla, ? – ?, c. 277H (890/891)] ʿAbd al-Raḥmān/ʿAbd Allāh b. Aḥmad al-ʿAblī al-Ilbīrī, conocido por el sobrenombre al-ʿAblī.

Natural de la localidad almeriense de Abla, de ahí su sobrenombre. Su padre era un muladí, es decir, un cristiano que se convirtió al islam. En algún momento parece que se estableció en la ciudad de Elvira.

En el contexto de la revuelta del muladí ʿUmar b. Ḥafṣūn contra el emirato de Córdoba (878-918) es cuando aparece este poeta almeriense. Los muladíes de Elvira, liderados por ʿUmar b. ʿAbd Allāh b. Jālid, se rebelaron contra el emir ʿAbd Allah y conformaron un potente ejército de cerca de veintitrés mil hombres según al-Bayan al-Mugrib, entre los cuales estaba el poeta almeriense.

Los árabes de Elvira, encabezados por Sawwār b. Ḥamdūn, se refugiaron en Granada, en la fortaleza de la Alhambra (la fortaleza roja). Antes del enfrentamiento militar entre árabes y muladíes, en concreto siete días antes, se desarrolló un curioso duelo poético, comenzado por al-ʿAblī, quien arrojó sobre los muros unos versos enrollados en una piedra para amedrentar la moral de los sitiados. A continuación se entabló un duelo poético entre él y el poeta al-Asadī, del bando árabe.

El duelo poético de la Alhambra

Así nos cuenta este duelo el Muqtabis III:

Dice ‘Ubadda: Cuentan los viejos de los árabes de Granada que cuando se produjo la ruptura entre ellos y la gente de Elvira y se refugiaron en el castillo de Granada, encontraron que su muralla estaba arruinada y se pusieron a repararla y tapar sus grietas.
Empezaron a sufrir repetidos ataques de sus enemigos, los muladíes de Elvira; les combatían de día y reconstruían su muralla de noche, alumbrándose con velas.
Estando dedicados a ello una noche les lanzaron por una ventana unos versos del poeta conocido por al-ʿAblī, un poeta de Elvira defensor de los muladíes cuyo nombre era ʿAbd al-Raḥmān b. Aḥmad, originario de la aldea de Abla, en los que decía

Sus casas están desiertas y vacías,
solo queda el polvo movido por el viento.
En la fortaleza de la Alhambra meditan su extravío
y de él les vendrán las desgracias
como les vinieron a sus padres, cuando
caigan nuestras espadas y lanzas.

Estos versos de al-ʿAblī, en árabe clásico y en perfecta métrica árabe (metro tawil, rima en -`u), son los primeros en los que se hace mención de la Alhambra.

Siguiendo la narración del Muqtabis III:

Dice Abu Raya ‘Utman b. Saʿīd: Nos espantaron estos versos hasta el punto de que si nos hubieran tenido rodeados todos los ejércitos de la tierra no hubiera sido mayor nuestro terror, y lo tomamos por un mal presagio.

A nosotros nos estimulaba nuestro poeta, el conocido por al-Asadī, que se llamaba Muḥammad b. Saʿīd b. Mujariq al-Asadī, de Asad de los Banū Jazima, que era el poeta de los árabes y ocupaba entre ellos la posición de al-ʿAblī entre los muladíes. Cada uno de ellos incitaba a su gente, defendía su causa y ensalzaba las acciones humillantes de los suyos sobre sus contrarios. Ambos tenían a este respecto muchas poesías y un profundo sentimiento patriótico.

Sabemos también por el Muqtabis que al-ʿAblī compuso al menos otras dos casidas que nos han llegado de forma fragmentaria. De una de ellas (metro wáfir, rima –lu), en la que satirizaba a los árabes, se conservan solo dos versos:

Se han roto sus lanzas y no son nada.
La humillación ha hecho temblar las bases de su poder.

Tras el enfrentamiento conocido como Batalla de la Ciudad (277H), en la que los árabes vencieron a los muladíes, el emir ʿAbd Allāh nombró gobernador de la cora de Elvira a Saʿīd b. Yūdī, sucesor de Sawwār en la jefatura de los árabes de Elvira. al-ʿAblī entró entonces en Elvira y se entrevistó con el nuevo gobernador recitando una poesía a modo de alabanza.

Saʿīd ordenó que fuera recompensado pero, al poco, uno de los que acompañaban al gobernador recordó que ese poeta había compuesto poemas injuriosos contra ellos, en concreto uno que comenzaba con: “Se han roto lanzas y no son nada”.

Saʿīd, al darse cuenta de que había sido engañado, ordenó a uno de los Banū Ṣaqāla que fuese a por el poeta, que lo matara y que arrojase el cadáver a un pozo por las palabras que había puesto en otro poema suyo:

¡Cuánto tiempo hace que la sangre de sus muertos
yace en el fondo de un pozo!

Y, efectivamente, así ocurrió y al-ʿAblī fue asesinado y arrojado a un pozo, presumiblemente poco después de este acontecimiento.


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