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21. La quinta lid campal: Don Fernando llega a París – Las Mocedades del Cid

por Javier Iglesia Aparicio
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Primer folio del manuscrito de las Mocedades de Rodrigo, actualmente en la Biblioteca Nacional de París

Dan çevada de día, los sus vasallos son armados;
todos […] la tierra fasta el sol rayado.
Assomaron los poderes del buen rey don Fernando;
a reçebirlos sale Ruy Díaz, et tomó al rey por la mano;
«Adelante —dixo— señor, el buen rey don Fernando,
el más honrado señor que en España fue nado.
¡Ya querrían aver en graçia los que vos llaman tributario!
Agora sanaré del dolor que andava coitado;
tan seguro andat por aquí commo si oviésedes entrado.
Yo lidiaré con éstos, estad quedado.»
Allí dixo el rey: «Ruy Díaz el Castellano,
commo tú ordenares mis reinos, en tanto seré folgado.»
Allí fincó Ruy Díaz, la tienda del buen rey don Fernando
con las suyas, cuerdas mezcladas, a derredor dél los castellanos;
[…] a buelta con estremadanos;
la costanera aragonesses, navarros, con leoneses e con asturianos;
por mantener la çaga portogaleses con galizianos.

Ruy Díaz y don Fernando ante el papa, en la corte de París

Quando esto vio el papa romano,
dixo: «Oítme, rey de Françia, el emperador alemano:
semeja que el rey de España es aquí llegado;
non viene con mengua de corazón, mas commo rey esforçado;
agora podredes aver derecho, si podiéremos tomarlo:
quanto aver sacó de España, todo lo ha despensado,
agora ganaré dél tregua por quatro años, ¡es chico el plazo!,
después darle hemos guerra et tomarle hemos el reinado.»
Dixieron los reis: «Señor, enbiat por él privado.»
Apriessa enbía por el rey el papa romano.
Quando esto oyó el rey don Fernando,
armóse él et los fijosdalgo:
en seños cavallos cavalgan entre el rey et el Castellano,
amos lanças en las manos, mano por mano fablando,
aconsejándole Ruy Díaz a guissa de buen fijodalgo:
«Señor, en aquesta fabla, sed vós bien acordado,
ellos fablan muy manso, et vós fablat muy bravo:
ellos son muy leídos, et andarvos han engañando;
señor, pedildes batalla para cras, en el alvor quebrando.»
El papa quando lo vio venir, enante fue acordado:
«Oítme —dixo—, el buen emperador alemano:
aqueste rey de España seméjame mucho onrrado;
ponet aí una silla a par de vós, e cobrilda con este paño;
quando viéredes que descavalga, levantadvos muy privado,
et prendetlo por las manos, et cabe de vós passaldo,
que sea en par de vós, que me semeja guissado.»

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