[m. d. 928] Abad del monasterio de Leyre y santo.
Aunque la tradición ha situado su lugar de nacimiento en la localidad zaragozana de Tiermas, lo cierto es que el único dato histórico cierto con que se cuenta de Virila es su presencia como abad en un documento fechado en el 928: “…domnum abbatem Verilam…”.1
Su fama de santidad debió de ser tempranamente reconocida en el monasterio de Leyre pues en numerosos documentos del cartulario de dicho cenobio, a partir de Sancho III de Pamplona, aparece una invocación como la siguiente:
“[…] in Legorense monasterium, quod est hedificatum ad nomen et gloriam mundi Saluatoris et beate Marie eiusdem genitricis, ubi cum perpetua felicitate requiescunt corpora sanctisimarum uirginum et martirum Christi Nunilonis atque Alodie, corpus quoque sancti Uerile eiusdem loci abbatis et aliorum plurimorum sanctorum reliquie […]”
[…] al monasterio de Leyre, que está edificado en nombre y gloria del Salvador del mundo y de la beata María su madre, donde descansan con perpetua felicidad los cuerpos de las santísimas vírgenes y mártires de Cristo, Nunilo y Alodia, también el cuerpo del santo Virila, abad del mismo lugar, y reliquias de muchos otros santos […]2
De todos modos, su culto fue siempre local. Tradicionalmente se celebraba su fiesta el día 1 de octubre, aunque ahora se conmemora el día 3 del mismo mes. Sus reliquias fueron trasladadas a la catedral de Pamplona tras la exclaustración de 1835.
La leyenda de San Virila y el ruiseñor
El abad San Virila es conocido por ser el protagonista de una leyenda que ha sido adjudicada a diversos santos en distintos lugares y tiempos.
El abad Virila estaba angustiado por comprender cómo puede ser una vida eterna junto a Dios sin tedio. Un día de primavera, pensando en ello, se internó en el bosque y se arrobó unos momentos oyendo el canto del ruiseñor. Al volver en sí se encaminó al monasterio. Pero cuando llegó, descubrió asombrado que todo había cambiado y ninguno de los monjes lo conocía, aunque él afirmaba ser el abad. Los monjes escrutan sus libros y saben así de la existencia de un abad que trescientos años antes desapareció en el bosque sin dejar rastro. En el monasterio hubo una pequeña revolución por el milagro ocurrido. En el tedeum, desde lo alto de la cúpula de la iglesia, se oyó la voz de Dios que decía:
“Virila, tu has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor y te ha parecido un instante. Los goces de la eternidad son mucho más perfectos”.
En ese momento, un ruiseñor entró en el monasterio con un anillo abacial en el pico. El ruiseñor colocó el anillo en el dedo y de ese modo volvió a ser el abad. Así Virila ha comprendido cómo es posible una eternidad sin aburrimiento. Si el canto de un simple ave puede entretener durante tres siglos a un hombre, ¿qué no puede hacer la luz divina del Salvador?
Versiones similares a la de esta leyenda se recogen en numerosos monasterios de toda Europa y obras literarias como las Cantigas de Alfonso X.
En las cercanías del monasterio de Leyre existe una fuente donde la tradición sitúa que ocurrió el éxtasis de Virila.
Asimismo, posteriormente, se le atribuyeron numeroso milagros, como los que se pueden leer en este blog.
- Ubieto Arteta, A: Documentos reales navarro-aragoneses hasta el año 1004, Anubar, Zaragoza, 1986, doc. 19 ↩︎
- Martín Duque, Ángel J. ; Documentación medieval de Leire (siglos IX a XII), doc. 15. Se trata de un documento fechado el 17 de abril de 1014, en época de Sancho III, aunque algo sospechoso. Invocaciones similares aparecen en los documentos 16 (1014), 17 (1015) y 18 (1015) del mismo reinado; bajo su hijo García en el doc. 27 (1037); en el de Sancho IV en los doc. 72 (1064), doc. 73 (1064), doc. 74 (1064), doc. 77 (1066) y doc. 84 (1068); Sancho Ramírez, doc. 106 (1079), doc. 114 (1085) ↩︎