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[¿?, c. 1043 – Huesca, 4 abril 1094] Rey Sancho I de Aragón (1063-1094) y rey Sancho V de Pamplona (1076- 1094)
Hijo de Ramiro I, el primer rey de Aragón, y de Gisberga o Ermesinda de Bigorre.
El testamento que Ramiro I de Aragón dictó el 1061 le nombra heredero al trono. Es posible que, a partir de ese momento, Sancho fuera asociado al trono, pues hay alguna noticia que le califica en esa época como rex, en coexistencia con su padre.
Se carece de información sobre la juventud de Sancho, aunque se sabe que una parte de ella se realizó bajo la dirección de un aitán o tutor: un noble llamado Sancho Galíndez.
A principios de la década de 1060, Ramiro I había consolidado de manera definitiva el reino aragonés, pero tropezaba con problemas importantes en las fronteras orientales, donde los condes de Barcelona, Urgell y Pallars pugnaban por ocupar diversas fortalezas musulmanas entre los ríos Noguera Ribagorzana y Cinca, circunstancia que amenazaba cualquier proyecto de expansión de Aragón hacia Lérida y los territorios occidentales de la taifa de Zaragoza.
Ramiro I intentó hacer frente a esta amenaza mediante una alianza con Armengol III de Urgel —para aislar al conde barcelonés—, ratificada con un doble enlace por el que Sancho Ramírez se casó con Isabel, hija de Armengol, y éste, a su vez, con Sancha, hija de Ramiro.
La conquista, en el otoño de 1062, de Benabarre y parte de la Baja Ribagorza, junto con el vasallaje prestado por Armengol III y el vizconde de Ager, Arnau Mir de Tost, confirmaron el éxito de esta estrategia.
La ambición combinada de estos tres personajes, Ramiro, Armengol y Arnau Mir, les empujó al año siguiente a realizar una campaña contra la poderosa fortificación musulmana de Graus, llave del valle del Cinca, cosechando un rotundo fracaso. En la batalla librada el 8 de mayo de 1063, Ramiro I pereció y sus tropas fueron vencidas por al-Muqtadir de Zaragoza.
Gobierno como rey de Aragón (1063-1076)
Sancho Ramírez se convirtió entonces en rey de Aragón, En ese momento el reino comprendía las comarcas del Pirineo Central que se extienden al norte entre los valles de Ansó y Barrabés —en la Ribagorza— y los cauces del Aragón y el Noguera Ribagorzana. Y al sur, las sierras prepirenaicas creaban la frontera con la taifa de Zaragoza, defendida por una cadena de importantes fortificaciones islámicas.
El reino de Aragón se hallaba bajo un pacto vasallático firmado en 1063, con respecto a Pamplona. El reino, sin embargo, manifestaba una firme estabilidad interna y los monarcas una notable capacidad para dirigir los grupos aristocráticos. Al contrario de lo que ocurría bajo el gobierno de Sancho IV de Pamplona.
Primera toma de Barbastro (1064)
A pesar de ser una zona de expansión del reino aragonés, Sancho Ramírez no participó en la toma, aunque efímera, de la fortaleza de Barbastro, una ciudad musulmana que defendía la zona del Cinca.
En julio de 1064, un ejército alentado por el papa Alejandro II y formado por guerreros francos procedentes de Poitou, norte de Francia y Normandía, Champaña e Italia, tomó al asalto la ciudad musulmana de Barbastro, ayudados por Armengol III. Pero el contraataque de al-Muqtadir de Zaragoza en abril de 1065 consiguió que la ciudad volviera a manos musulmanas.
Ene stos primero años, Sancho Ramírez apenas hizo incursiones contra la taifa zaragozana. Únicamente logro tomar de Alquézar (1067), pues la resistencia ofrecida por al-Muqtadir, apoyado por los mercenarios castellano de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, opusieron una dura resistencia.
Viaje a Roma (1068) y la infeudación ante el Papa
En la primavera de 1068, viajó a Roma en peregrinación. Allí —o en Perugia, donde el Papa residió de marzo a diciembre de ese año— “cuando tenía veinticinco años, por deseo de Dios acudí de buen grado ante la morada en honor de San Pedro y entregué mi reino y a mí mismo a Dios y su potestad para servirle”, según sus propias palabras.
Se trataba de una infeudación que convertía al rey en un aliado privilegiado de un papado cuya autoridad e influencia crecían de manera extraordinaria en esta fase de la denominada “Reforma gregoriana”.
Impuso a la Iglesia aragonesa el cambio de rito (1071), con la adopción de la liturgia romana en detrimento de la hispana, de origen visigodo, en un signo evidente de buena voluntad hacia el Pontífice, que, en este momento, reclamaba una uniformización de los rituales eclesiásticos a escala europea.
Gobierno como rey de Aragón y Navarra (1076-1094)
En el 1076 Sancho IV Garcés es asesinado en Peñalén por una conjura de los nobles y de los propios miembros de la familia real. La rápida intervención de Alfonso VI de Castilla y León y de Sancho Ramírez impidió la búsqueda de algún tipo de solución pactada dentro de la familia real navarra y condujo al alineamiento de los grandes magnates alrededor de los monarcas vecinos.
El reino fue fragmentado y Sancho Ramírez obtuvo la fidelidad de los nobles que dominaban las regiones septentrionales, desde Guipúzcoa hasta el valle de Roncal, Pamplona, la Tierra de Estella, Sangüesa y Aibar, así como la franja formada por el curso medio del Arga y el Aragón, que se abría hacia el valle medio del Ebro musulmán.
De este modo doblaba la extensión del territorio de sus posesiones. El rey adoptó inmediatamente decisiones significativas que manifestaban una clara conciencia de las transformaciones que había experimentado el reino.
La primera fue que erigió Jaca en ciudad y sede real por excelencia, con la atribución de un fuero (1077), e instaló el obispado aragonés en ella, con su hermano García Ramírez al frente. Con ello, puede decirse que hizo de Jaca una especie de capital, si es que puede hablarse de una sede estable para una realeza básicamente itinerante.
Es probable, además, que robusteciese sus vínculos con el monasterio de San Juan de la Peña, fundado por su abuelo y al que su padre había convertido en panteón real y el centro en el que se conservaba la memoria dinástica.
Acciones contra la taifa de Zaragoza
En este segundo período de gobierno, Sancho Ramírez intervino de forma más activa en las taifas islámicas fronterizas.
Coincidió con un período de esplendor de la taifa de Zaragoza. Desde el 1076 su regente, al-Muqtadir, dominaba también las taifas de Tortosa y Denia, con lo que su poder era reconocido desde Medinaceli a a Alicante.
A fines del 1081 murió al-Muqtadir y sus territorios fueron divididos entre dos de sus hijos: al-Mu’tamin, que recibió Zaragoza y las serranías ibéricas, y Munḏir, que conservó Lérida, Tortosa y Denia. Durante los veinte años siguientes, las luchas entre estos reinos taifas y sus aliados cristianos dibujaron el escenario político del levante peninsular.
En este contexto, Sancho Ramírez se decantó por la alianza con Munḏir de Lérida por diversas razones, entre las que destacan sus aspiraciones sobre Huesca y Barbastro, así como la presencia del Cid en Zaragoza desde 1080, que hacía patente la influencia castellana.
En abril de 1083, cayeron en poder aragonés Graus y Ayerbe, dos importantes poblaciones fortificadas de la frontera superior, que impedían la circulación de las huestes feudales a lo largo del valle del Ebro. Era el primer síntoma de la descomposición del sistema defensivo islámico, que tuvo otros hitos en la ocupación de Arguedas (1084) y la construcción del castillo de Montearagón, en las afueras de Huesca (1086).
Como consecuencia de estos avances, muchas localidades de la plana de Huesca y el Somontano de Barbastro negociaron el pago de parias o tributos al margen de las autoridades estatales de la taifa y es probable también que empezase lentamente un éxodo de campesinos musulmanes.
Derrota en la batalla de Morella (1085)
La actividad de Rodrigo Díaz en la primera mitad de la década de 1080 tuvo efectos notables sobre la capacidad de resistencia de la taifa de Zaragoza. No sólo detuvo a Munḏir y sus aliados —Sancho Ramírez y los condes catalanes, en especial el de Barcelona—, sino que recuperó para al-Mu’tamin una cierta tutela sobre Valencia, en 1085, en concreto tras la batalla de Morella, librada el año anterior, en la que Sancho Ramírez fue derrotado por el noble castellano. Esta situación estaba destinada a durar poco.
Participación en la batalla de Sagrajas (1086)
La conquista de Toledo por Alfonso VI y la intervención almorávide en al-Ándalus en el verano de 1086 cambiaron las pautas tradicionales de la actuación de los diferentes protagonistas, musulmanes y cristianos, que se remontaban a una generación atrás.
Varios autores sugieren que, en esta coyuntura, Alfonso VI y Sancho Ramírez llegaron a un acuerdo que sancionaba de manera definitiva el reparto de Navarra y cabe también la posibilidad de que el monarca castellano-leonés aprobase la existencia de una esfera de influencia levantina en favor de su homólogo aragonés. Eso supuso probablemente la participación de un contingente de tropas en la batalla de Sagrajas, tal vez dirigido por el infante Pedro.
Toma de Estada (1087) y Monzón (1089)
El desastre cristiano ante los almorávides no impidió que Sancho Ramírez mantuviera su lucha frente a Zaragoza. Sancho se apoderó de Estada en 1087 y asedió Monzón unos meses después: el 24 de junio de 1089, esta ciudad se rindió al rey, juntamente con un extenso territorio que lindaba con Lérida y Barbastro. Sancho concedió Monzón a su hijo Pedro.
Decenas de almunias —propiedades rurales— y numerosas posesiones urbanas fueron distribuidas entre la elite nobiliaria, en lo que constituyó el primer reparto masivo de tierras arrebatadas a los musulmanes, que preludiaba los que tendrían lugar en los años siguientes. Además, debilitó de forma definitiva el sistema defensivo de las taifas de Lérida y Zaragoza.
Años finales de su reinado (1089-1094)
Durante sus últimos años de gobierno, las acciones de Sancho Ramírez estuvieron ligadas a dos grandes objetivos:
- Apoderarse de Huesca;
- Obtener el reconocimiento a su derecho de conquistar la totalidad de la cuenca del Ebro, hasta Tortosa y las serranías ibéricas.
En ese contexto hay que situar las alianzas contraídas por Sancho con algunos nobles de más allá de los Pirineos. Desde finales de los años setenta, su tío Bernardo II de Bigorre participaba con él en expediciones contra los musulmanes y hacia 1082 el sucesor de Bernardo, Céntulo, vizconde de Béarn y conde de Bigorre, se había convertido en su vasallo.
El hijo de Céntulo, Gastón, que posiblemente corroboró la fidelidad de su padre poco después de 1090, se casó con Teresa o Talesa, hija del hermanastro del rey, el conde Sancho Ramírez.
Por otro lado, Sancho Ramírez había engarzado su familia con otras parentelas nobiliarias del norte de Europa y, a través del matrimonio del infante Pedro con Inés de Aquitania (enero de 1086), con los condes de Poitou.
En esta misma línea, el rey actualizó —y mejoró— el vínculo que había establecido con la Santa Sede dos décadas atrás. Dirigiéndose a Urbano II, Sancho se declaró contrito por no haber sido demasiado respetuoso con el pacto de 1068 y lo reafirmó con el compromiso de pagar 500 “mancusos” de oro hasta su muerte.
Finalmente, la relación con Alfonso VI de castilla y Leónera en este momento lo bastante estrecha como para que Sancho acudiera a Maqueda en el verano de 1090 para contrarrestar la ofensiva almorávide contra Toledo.
Si se añade que, desde 1088, el Cid combatía a lo largo de todo el Levante para aislar Valencia, su objetivo final, y que en 1091 selló un pacto de no agresión con el monarca aragonés, cabe afirmar que Sancho Ramírez tenía bien sujetos los hilos diplomáticos que le permitían neutralizar cualquier oposición a la conquista de los territorios del norte del Ebro.
Para ello, comenzó el año 1091 fortificando una posición denominada expresivamente “Sobre Zaragoza” (El Castellar) y, dos años después, Almenar, en las inmediaciones de Lérida, con la finalidad de debilitar la autoridad de los dirigentes taifas en la periferia de sus propias capitales.
Entre estos años, Sancho organizó una vasta campaña contra Tortosa, en la que probablemente colaboró con la flota genovesa, que le permitió ocupar Salou y varios castillos en el Maestrazgo valenciano y la Plana castellonense, entre las que destacan Culla, Oropesa, Castellón y Montornés.
Aparte de constituir una cadena de fortalezas que aseguraba el flanco septentrional de la Valencia cidiana, se trataba de núcleos desde los cuales las guarniciones aragonesas depredaban las comunidades campesinas de amplias zonas del Mediterráneo andalusí.
A la altura de 1093, Sancho Ramírez y sus nobles contemplaban con confianza la posibilidad de ocupar las tierras vertebradas por el Ebro, entre Tudela y Tortosa, en un plazo de tiempo no excesivamente lejano. La debilidad militar de las taifas una vez desaparecidos los mercenarios castellanos, les autorizaba a mantener esta creencia, con una convicción cada vez mayor, producto de una acelerada intensificación del sentimiento antimusulmán muy visible en este período final del siglo. Todo ello a pesar de la amenaza de los almorávides, que gravitaba más bien sobre Valencia, ocupada por Rodrigo Díaz en junio de 1094, una amenaza que tardaría todavía en concretarse en esta región del noreste peninsular.
De este modo, Sancho dedicó los meses iniciales de 1094 a preparar el asedio de Huesca, una ciudad fundamental en la red urbana del norte de la taifa zaragozana, que aguantaba el armazón de fortalezas que subsistía después de las conquistas aragonesas de 1083.
La ciudad estaba bien defendida y en el transcurso de los combates que tuvieron lugar en los primeros días del sitio, el 4 de junio de 1094, el Monarca recibió una herida mortal.
Muerte de Sancho Ramírez
La Historia Roderici, una de las crónicas más cercanas a los acontecimientos, concluye diciendo
Entonces murió Sancho, rey de los aragoneses, de buen recuerdo, que vivió cincuenta y dos años y después acudió ante Cristo en paz, y está sepultado honrosamente en el monasterio de San Juan de la Peña.
Este último dato es exacto y se sabe que Sancho fue inhumado en esta sede con motivo de la consagración de la iglesia pinatense, en diciembre de 1094.
Matrimonios y descendencia de Sancho I Ramírez
Como resultado de la negociaciones diplomáticas de su padre, Sancho Ramírez contrajo matrimonio con Isabel de Urgel, hija de Armengol III de Urgel. Sus contactos con el papado le permitieron repudiar a su primera esposa en torno al 1070.
De este primer matrimonio tuvieron al menos a :
- Pedro I de Aragón y Navarra, rey entre los años 1094 y 1104.
Su segunda esposa fue Felicia de Roucy, con quien se casó en el 1070. Felicia era hija de Hilduin IV, conde de Montdidier y de Roucy y de Alix de Roucy, y su linaje descendía por vía materna de los Capetos y del emperador Enrique I de Alemania. Sus hijos fueron:
- Fernando Sánchez (c. 1071-c. 1086).
- Alfonso I el Batallador, rey de Aragón.
- Ramiro II, rey de Aragón.
Acuñaciones de Sancho Ramírez: las monedas jaquesas
Sancho Ramírez fue el primer rey de Aragón y de Pamplona que acuñó su propia moneda.
Las primeras emisiones aragonesas se producen en torno al año 1085, durante el reinado de Sancho Ramírez. Son las denominadas monedas jaquesas por haber sido acuñadas en Jaca.
Se trata de dineros de vellón y medios dineros, llamados meajas, contabilizados según el sistema carolingio. La base ponderal del sistema carolingio era la libra, de aproximadamente 409 gr , y su unidad era el dinero de plata. Cada libra se dividía en 20 sueldos y cada uno de ellos en 12 dineros. Lo que daba lugar a la acuñación de 240 dineros de 1.7 gr por cada libra. Se les llamaba monedas cuaternales, es decir, con cuatro dineros de ley, un tercio de plata en la aleación del vellón.
Los primeros dineros de Sancho Ramírez representan en el anverso la cabeza del monarca desnuda de perfil y en el reverso una cruz sobre vástago con decoración vegetal, que se ha identificado erróneamente con el Árbol o la Encina de Sobrarbe.
Solo ocasionalmente aparecen inscritos topónimos específicos como IACCA, MONSON, NAIARA, y otros genéricos como ARAGON o NAVARA. Las meajas presentan las mismas características, pero existen emisiones que no incluyen el árbol y sólo representan una cruz.
Asimismo está documentado un raro caso de acuñación de moneda de oro de Sancho Ramírez, el mancuso jaqués (mancusos iacensis o auro de Iacca), que respondía a la misma tipología del dinero de vellón y adoptó una ley baja (oro de unos 18 quilates). El ejemplar tiene 1,95 g de peso, con el rótulo ARAGON y el nombre “Snci(i) N(ostr)i m(an)c(usus).
Es posible que fuera una emisión especial, que no llegó a circular, y que se debió a la necesidad del pago de medio millar de mancusos de oro anuales a la Santa Sede al ser reconocido Sancho Ramírez como rey de Aragón por el papa e infeudado por esta cantidad a los Estados Pontificios tras el viaje del rey aragonés a Roma de 1068.
Igualmente existió moneda divisionaria del dinero: el óbolo, cuyo valor y peso era la mitad de un dinero.