Investigadores de la Universidad del País Vasco han descubierto en el despoblado de Torrentejo, en Labastida (Álava), un cementerio y un palacio de la Alta Edad Media. El Grupo de Investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales de dicha universidad anunció el descubrimiento y también denunciaron que la necrópolis ha sido prácticamente destruida en los últimos años por actuaciones llevadas a cabo para ampliar espacios de viñedo o construir redes de riego.
Según apuntaron los investigadores, durante la tercera campaña de excavaciones en Torrentejo, celebrada durante el mes de julio y cofinanciada por la Diputación Foral de Álava con el apoyo del Ayuntamiento de Labastida, quedó patente “la potencialidad arqueológica del yacimiento”, que estuvo en uso desde la prehistoria reciente hasta la actualidad. Así, los hallazgos más importantes del tercer año de labor son un cementerio previo a la fundación de las iglesias de Santa María y restos de construcciones, que dada su calidad, pueden ser relacionadas con varias estructuras que pueden ser vinculadas a un palacio rural.
Destrucción de la necrópolis altomedieval
Sin embargo, el profesor Juan Antonio Quirós denunció en el comunicado el deplorable estado del cementerio altomedieval. “Este yacimiento ilustra perfectamente la situación en la que se encuentra el patrimonio arqueológico de la Rioja Alavesa. Las huellas de intervenciones recientes realizadas sin control arqueológico se encuentran por todo el yacimiento”, explicó Quirós. El profesor apuntó, además, que “la destrucción casi completa del cementerio altomedieval, la profunda alteración de las terrazas bajomedievales y el arrasamiento de una parte relevante de la ocupación calcolítica o las alteraciones sufridas en el entorno del yacimiento son solamente algunos de los procesos de destrucción que han tenido lugar en Torrentejo en menos de diez años”. Quirós aseguró que gracias a las fotografías áreas o la estratifrafía del yacimiento, los investigadores concluyeron que gran parte de estas destrucciones tuvieron lugar en 2005, al ocupar terrenos de propiedad pública para ampliar espacios dedicados al viñedo.
Otra gran parte de los daños causados en el yacimiento se deben a la elaboración de una red de riego realizada en 2014. El resto de destrozos aun no están fechados, pero Quirós afirmó que “a tenor del tipo de maquinaria utilizada, son igualmente muy recientes”.
El profesor declaró lo “paradójico” de la situación, ya que “todo esto ocurre mientras los paisajes culturales del Vino y del Viñedo de la Rioja Alavesa son declarados Bien Cultural”. “¿Qué quedará de los yacimientos rurales de la Rioja Alavesa dentro de diez años?”, se preguntó el profesor, quien remarcó que “la arqueología proporciona instrumentos críticos para construir patrimonio y reconceptualizar los paisajes culturales de la Rioja Alavesa a partir de solidas bases históricas”.
Otros hallazgos
Asimismo, los investigadores destacaron el hallazgo de “cerámica campaniforme decorada y algunos restos óseos”, que permiten sugerir la existencia de un espacio funerario en el tercer milenio antes de Cristo.
Del mismo modo, la UPV-EHU señaló que a través de esta excavación se constata la gran entidad que tuvo la implantación del poder feudal y de la monarquía de Pamplona. Los investigadores también han comprobado que la aldea fue profundamente transformada a través de la construcción de la iglesia románica actual, después de que el poblado fuese adquirido por el monasterio de San Millán de la Cogolla.
El lugar fue abandonado en la Baja Edad Media y recuperado en el siglo XVII, momento en el que se construyó la iglesia actual y nuevas edificaciones residenciales. Tras ser abandonada de nuevo, Labastida reconstruyó el templo en 1780.