A unos 200 metros al este de la localidad de Cucho, en el Condado de Treviño (Burgos), se encuentra su cementerio, construido sobre las ruinas de la ermita de la Nuestra Señora del Campo.
Los muros de la desaparecida ermita forman parte del cierre pétreo del cementerio actual. Es un recinto de planta rectangular, 20 x 7 m, con cabecera orientada al este. Los muros están elaborados con mampostería de caliza con un alzado medio de unos 4 m. No se tiene constancia de la fecha de su desaparición como templo religioso, pero si hacemos caso de Madoz, en el siglo XIX aún era ermita, desconociéndose si ya estaba en ruina o mantenía su estructura y culto.
Lo más interesante no son los restos de la ermita ni el cementerio, sino sus propios muros exteriores. En ellos están empotradas cuatro ventanas prerrománicas, de los siglos IX o X, todas ellas labradas en monolitos de piedra caliza.
Se localizan la mayoría en el muro sur, en el lado de la puerta de entrada a la ermita-cementerio, y otra en el lado este. Las del lado meridional son tres: dos completas en el lado derecho de la entrada y otra fragmentada por la mitad y recompuesta por varias lajas de piedra que imitan su forma y estado original en el lado izquierdo, casi sobre la puerta. Dos de ellas muestran círculos en su parte superior, sobre sendos rectángulos paralelos que imitaban en origen arcos toscos de herradura visigodos. La otra ventana está más elaborada y tiene una especie de rectángulo central rematado con dos círculos en los extremos y otros cuatro colocados dos a dos en su laterales.
La ventana del lado oriental tiene un rectángulo alargado vaciado en el centro, coronado por tres círculos en horizontal también vaciados en el que el central es más grande que los laterales.
Es un claro caso de reutilización de piezas antiguas cuando se restauró el cementerio en 1986. No es posible saber si procedían de las ruinas de la ermita o se trajeron de otros despoblados o ruinas cercanos.