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Salvio o Salvo de Albelda, abad y escritor

por Javier Iglesia Aparicio
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Salvio Salvo de Albelda

[m. 10 febrero 962] Abad del monasterio de San Martín de Albelda de Iregua (La Rioja) y escritor

Todo lo que conocemos sobre él procede del Cartulario de Albelda y del Codex albeldensis o vigilano. Salvo ya era abad de San Martín de Albelda de Iregua en el año 953, posiblemente sucediendo a Dulquitus. En ese año aparece en dos documentos. En uno testificando (Salvus abba testis) en una confirmación de propiedades por parte del rey pamplonés García Sánchez I y su madre Toda1. Ese mismo año, otro documento nos cuenta cómo recibe al presbítero Íñigo, quien aporta varias posesiones al monasterio (tibi Salvo abbati in loco Albaide)2; y el 2 de diciembre de 956 recibe de Galindo una viña sita en la localidad de Pun (in manibus domno Salvo abbati adque congregatio eius)3.

Bajo su gobierno, San Martín de Albelda desarrolló un importante scriptorium. Algunos años después de su muerte, en el 976, Vigila y Sarracino terminaron en ese mismo lugar el Códice Albeldense (Biblioteca de El Escorial d.I.2)4 y transmitieron una breve nota biográfica sobre Salvio.

Saluus abbas Albeldensis monasterii uir lingua nitidus et scientia eruditus, elegans sententiis, ornatus in uerbis, scripsit sacris uirginibus regularem libellum et eloquio nitidum et rei ueritate prespicuum. Cuius oratio, nempe in hymnis, orationibus. uersibus ac missis quas inlustri ipse sermone composuit plurimum cordis compunctionem et magnam suauiloquentiam legentibus audientibusque tribuet. Fuit namque corpore tenuis, paruus robore sed ualide feruescens spiritus uirtute. O quanta ilius ex ore dulciora super mella manabant uerba, cor hominis quasi uina laetificantia! Obiit temporibus Garseanis christianissimi regis et Tudemiri pontificis, IIII id. febr. era millesima, sana doctrina praestantior cunctis et copiosior operibus caritatis. Ac sic in praedicto coenobio iuxta basilicam sancti Martini episcopi et confessoris Xristi est tumulatus sorte sepulcrali; ad cuius pedes eius discipulus Belasco episcopus quiescit in pace.5

Salvo, abad del monasterio de Albelda, varón pulido en el lenguaje, culto en la ciencia, elegante en sus frases, ordenado en sus palabras, escribió un opúsculo Regla para sagradas Vírgenes, compuso con gran elegancia Himnos. Por los versos y misas que él mismo compuso en su ilustre discurso, dará mucho remordimiento de corazón y gran elocuencia a los lectores y oyentes. […] Murió en los tiempos del cristianísimo rey García y el pontífice Teodemiro, a 4 días de los idus de febrero de la era 1000 (10 febrero 962) […]

El “sacris uirginibus regularem libellum”, de que habla su biógrafo, no es otro que el Libellus a Regula Sancti Benedicti subtractus6, transmitido por un códice del Monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja), terminado de copiar el año 976 (hoy en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia, cód. 62). Muy posiblemente a él se le deba la introducción de la Regla de San Benito en su cenobio, como reguladora al menos de algunos aspectos de la vida comunitaria. Como tal se la cita en un documento del año 955.

Libellus a Regula Sancti Benedicti subtractus, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, cód. 62, fol. 4v
Libellus a Regula Sancti Benedicti subtractus, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, cód. 62, fol. 4v
  1. Ubieto Arteta, A.: Cartulario del Albelda, doc. 20 ↩︎
  2. Ubieto Arteta, A.: Cartulario del Albelda, doc. 21 ↩︎
  3. Ubieto Arteta, A.: Cartulario del Albelda, doc. 22 ↩︎
  4. Se puede consultar su versión digitalizada en fol. 1r-238r y 238-429 ↩︎
  5. Díaz y Díaz, M. C.: Libros y librerías en la Rioja altomedieval, Logroño 1979, 282 ↩︎
  6. A. Linage Conde (ed.), Una regla monástica riojana femenina del siglo x: el “libellus a regula Sancti Benedicti subtractus”, Salamanca, Universidad, 1973. ↩︎