Artículo colaboración de Juan Carlos Abascal Ruiz de Aguirre, el sexto y último de una serie de rutas para conocer en detalle en Valle de Valdegovía.
Hoy os llevo a ascender dos cumbres desde el pueblo de Espejo: Peña Los Castros y Peña Bachicabo. en Espejo, visitaremos su iglesia, una casona hidalga, casa palacio de los Salazar y la torre de los Luyando y Hurtado de Mendoza. En el camino pararemos en Berbeia, castro de la edad del hierro y castro romano y subiremos a la Peña El Castillo donde su ubicó el Castillo de Berbeia. Luego llegaremos al collado de La Hoz, y ascenderemos a la Peña los Castros donde se ubicó el Castillo de Lantarón y a continuación subiremos a la emblemática cumbre de Peña Bachicabo, para luego un vertiginoso descenso desde el portillo de La Hoz hasta el pueblo de Bachicabo, donde será obligatoria la visita a su iglesia de San Martín donde contemplaremos sus dos retablos.
Con este recorrido deportivo cultural termino mi serie sobre Conociendo Valdegovía por sus montes.
Partimos del pueblo de Espejo que así se veía en 1910.
Visitamos en primer lugar la Iglesia del pueblo. Y en el más puro estilo barroco alavés nos encontramos con la Iglesia de El Salvador en Espejo, construida en planta circular.
Se trata de una iglesia cuya fisonomía actual es el resultado de la construcción que se hace a un templo ya existente. Del originario nos queda la cabecera, recta, además de una cornisa baquetonada. En el lateral sur existe una puerta rebajada que ahora se encuentra cegada. Del momento de la reconstrucción es la nave, de planta circular, adosada a la cabecera, además de las ventanas adinteladas. También en este momento se le añaden unos contrafuertes de sillería. Respecto al patrimonio mueble cuenta con una pila gallonada.
Una piedra en su fachada nos indica su fecha de construcción 1553: La piedra está reutilizada con posterioridad, seguramente en la reforma de 1749 cuando estaba en ruinas y fue colocada para utilizarla en el lugar que ahora se encuentra. Se puede apreciar en latín: ETATIS EROSV y debajo los números 53. El original fue AETATIS ERO SUM y traducido SOY DE 1553 ya que no es hasta este siglo cuando se empezó a utilizar este tipo de grafía.
En su interior, el retablo mayor es de estilo churrigueresco, de estructura en cascarón, y columnas salomónicas. Es obra del gran artista Diego de Suano y en el mismo destacan los cuadros de San Pedro y San Pablo pintados por el pintor bilbaíno de origen flamenco Ildefonso Bustrin.
Y también una preciosa imagen de la Virgen Blanca hecha en piedra de un excelente escultor del que desconocemos su autor.
Y en su exterior unos misteriosos epígrafes y un “victor” cristiano
En frente de la iglesia, veremos una casona hidalga con unos imponentes escudos nobiliarios y un lema : “Vita Sapientes Mortis Mediataio” que es una abreviatura de una frase de Séneca ” Tota Vita Sapientis Est Meditatio Mortis”, que traducida es “Toda la vida el sabio medita sobre la muerte”. Perteneció a la familia Martínez de Salazar, familiares de la inquisición.
También al lado de esta casa, veremos la Casa Palacio de los Salazar. En 1.602 llega a Espejo Juan Ignacio Salazar Fernández de Arce, descendiente directo de Lope García Salazar, corregidor de Vizcaya, señor de Nograro, y se establece en Espejo, fundando desde entonces una rama de los Salazar en Espejo que ha perdurado hasta hace pocos años, cuando la casa palacio se vendió a la familia Pinedo.
A mediados de siglo, uno de los Salazares construye la casa Palacio, y coloca el escudo en su fachada y un magnífico reloj de sol.
En 1.699 uno de los Salazares, Josef de Salazar y Montoia emparenta por matrimonio con los Varona de Villanañe, casa con Josefa Varona y Urbina y la casa Palacio de los Salazar se eleva un piso más y se retoca el escudo nobiliario añadiéndole la cabeza de los Varonas.
Y también en Espejo encontramos la Casa Torre de los Luyando y Hurtado de Mendoza . Al fallecimiento del último Lope Muñoz Varona, ya que aparte del fundador Gonzalo, el resto su nombre fue Lope, sin heredero varón, reparte la herencia entre sus dos hijas. A la pequeña le corresponde la Casa Torre y casas auxiliares y los terrenos donde está ubicada la actual Casa en forma de torre de los Luyando y Hurtado de Mendoza.
Esta hija quien vivía en Valdivielso (Burgos) casada con el Señor de Valdivielso, Ruiz de Temiño, vende todo lo anterior en 1.549 a Ochoa de Luyando, secretario de Indias del Emperador Carlos.
El interés de Ochoa de Luyando en Espejo es instalar un mesón para el que le habían concedido licencia. Es decir, llega a Espejo por cuestiones financiero-económicas. Viene a hacer negocio. Y digo viene, porque tengo mis dudas de que estaría alguna vez en Espejo, ya que por su cargo siempre estaba fuera, y quien venía era un administrador suyo. Sucede que en esos momentos también se concierta su matrimonio por poderes con Casilda Hurtado de Mendoza, de Salinas de Añana, y hermana del señor de la torre de Leciñana del Camino y de la de Fontecha, y por dicho motivo decide construir una casa en Espejo para honrar a su esposa y hace la casa en forma de torre, pues el matrimonio le suponía nobleza (Clan de los Mendoza) y para aparentar ser noble también desde antiguo. Desde aquel matrimonio todos los hijos llevarían de primer apellido la unión del apellido Luyando por parte del padre con el Hurtado de Mendoza por parte de madre, y así podemos verlos como primer apellido Luyando y Hurtado de Mendoza. Insistir que esa torre nunca ha sido defensiva. Su entrada está en lateral respecto al camino, sus troneras no defienden el camino por donde llegarían los enemigos, sino también apuntan en paralelo al río.
Hoy por desgracia, se está procediendo a una desacertada restauración, añadiéndole matacanes y otros elementos adosados a la fachada.
Una vez pasado el puente sobre el Río Omecillo, carretera del pueblo de Barrio, y en concreto desde el conocido Restaurante La Kabaña, iniciamos nuestro recorrido.
Nada más pasar la última casa dejamos la carretera de Barrio y cogemos el camino agrícola que nace a nuestra izquierda por el que nos vamos alejando de Espejo. Señalizado como ruta del pastoreo Espejo-Villanueva de Valdegovía. Nuestro primer desvío debe realizarse en el primer cruce que encontramos, con motivo además de que por ese mismo punto atraviesa el arroyo Regatillo. Giramos a nuestra derecha también por otro amplio camino, que bordea una gran y ordenada chopera, en la que con un poco de suerte y sigilo podremos observar corzos huyendo de nuestra presencia.
Finalizada la chopera nuestro camino sigue bordeando una amplia pieza de labranza y justo cuando nuestro camino realiza un giro de 90º a la derecha, observamos que a nuestra izquierda y entre dos hileras de pinos, aparece una senda entre ellos. Camino antiguo del pueblo de Espejo hacia el Alto El Llano y que fue recuperado en el año 2009 para su uso como tramo de circuito de BTT y en la actualidad parte de la Senda del Pastoreo como indica el cartel.
Esta senda además está señalizada en ambas hileras de pinos con una pintura naranja a la altura de nuestros ojos que hará imposible nuestro desvío inconsciente de la senda, que tras una ligera ascensión nos sitúa en el camino del Alto El Llano, hoy pista asfaltada, girando en el mismo a nuestra derecha, hasta conducirnos hacia una gran encina que preside el comienzo de este camino del Alto El Llano desde la carretera que une Espejo con el pueblo de Barrio, pero sin llegar a ella. Abandonamos la ruta de la senda del pastoreo.
Justo cuando a nuestra izquierda los pinos terminan y empieza una finca agrícola, subimos por el ribazo y observamos una pequeña senda que se adentra por entre los pinos. Caminaremos por ella, abierta entre maleza, y al poco pasaremos una alambrada que nos corta la senda, y seguimos la misma, que en continua ascensión y entre pinos nos irá adentrando en el bosque, hasta llegar a un cruce con otro camino. Estamos en Kukón, como así se llama a la fuente que allí nace, a nuestra derecha y paralela al camino que acabamos de encontrar y fácil de encontrar ya que enseguida descubrimos el abrevadero que en primer lugar recibe sus aguas.
Continuaremos rectos nuestra senda por una nueva senda estrecha que se abre a nuestro frente una vez cruzado el camino que acabamos de encontrar.
Al poco, la senda se bifurca a la derecha en camino ancho, que debemos obviar, y continuar rectos en continua ascensión por la estrecha senda que llevamos, (esta senda hay que imaginársela pues un desbroce de pinos y matojos la ha tapado, pero no es difícil seguirla) siempre entre pinos hasta una pequeña campa o explanada donde se acaba, girando entonces a la derecha y viendo ya nuestro encuentro con camino forestal ancho.
Tomamos el camino en dirección izquierda.
El camino desciende y no nos debe confundir, nos concede un respiro para la subida final que la realizaremos una vez nos topemos con una alambrada que nos cierra el camino. Hemos encontrado al antiguo camino que desde Bachicabo iba a Barrio. Un brusco giro a la derecha y en continua ascensión llegaremos a lo que fue Berbeia.
Hoy tendremos cuidado para encontrarla. Tras un giro a la izquierda del camino, veremos una campa ascendente con mucha vegetación en ella. Al fondo a la izquierda de la campa, veremos entre los pinos unas rocas y nos dirigiremos hacia ellas. En la trayectoria debemos encontrar 3 rectángulos excavados en el suelo, hoy totalmente cubiertos de hierba, y que corresponden a las edificaciones del antiguo castro romano excavado de Berbeia, y que hoy la naturaleza vuelve a recuperar para sí.
Castillo de Berbeia
Desvío a Castillo de Berbeia. Al otro lado de la campa, a su derecha, observamos también un conjunto de rocas a las que debemos dirigirnos. Entre las dos primeras rocas veremos una pequeña senda de color negruzco debido a la tierra sobre la que se realizado y no adentramos entre ese conjunto de rocas, sin dejar en ningún momento la senda. A nuestra izquierda nos podemos desviar continuamente para desde un balcón natural divisar debajo nuestro el pueblo de Barrio. Llegaremos a un punto donde en vez de bajar hacia una amplia campa a nuestros pies, seguiremos la senda a nuestra derecha entre rocas y de forma ascendente. Un corto paseo entre las rocas nos lleva a su final donde casi nos invita a continuar la misma bajando, pero nos fijamos a nuestra derecha y veremos una cómoda chimenea entre las rocas que nos llevará hasta lo más alto de las rocas donde hace cientos de años estuvo situado el castillo roquedo de Barrio.
Es una pena para mejor orientarnos que haya desaparecido una gran cruz de madera que hasta hace pocos años ha presidido la antecima del castillo.
Las vistas son espléndidas y hacen justicia a nuestros antepasados que decidieron ubicar ahí un castillo roquedo. De un golpe de vista divisamos Espejo, Tuesta y Salinas al fondo, Villamaderme y Bellojín, y Villanañe con Angosto y Conjunto de los Varonas. De otro vistazo, contemplamos Fresneda y la Virgen de Orduña al fondo si hay buena visibilidad, y Villanueva y Gurendes detrás de la mole del Cárabo que tenemos delante.
Volviendo la vista para atrás, las cimas de Bachicabo, Castro Mayuela y Mota presiden el pueblo de Barrio que vemos en el fondo del valle.
Volvemos a los castros y nos dirigimos al camino que habíamos traído hasta aquí. Continuamos por el mismo hasta a una encrucijada de caminos, a nuestra derecha aparece el camino que sube directamente desde el pueblo de Barrio. En ese punto podemos optar por:
- a) Continuar nuestro andar recto, saliéndonos del camino, y cogiendo una estrecha senda que se abre entre los pinos, señalizado su comienzo con un cahir, y que de forma muy ascendente, conocido como el atajo, nos va a llevar hasta la pista que inicialmente llevábamos, pero cercanos ya a una amplia campa, Portillo de la Hoz.
- b) Seguir nuestro camino, y una vez realizado un nuevo giro a la derecha, veremos otra senda a la izquierda, ésta más amplia, y también señalizada por otro cahir , que de forma más suave que la anterior, también nos deja en la misma pista forestal, pero un poco más lejos del Portillo de la Hoz, a donde finalmente llegaremos también.
- c) También podemos continuar toda la pista y en su primer cruce natural a la izquierda, también nos llevará al citado Portillo de la Hoz, pero no lo recomendamos por el tiempo a emplear.
Una vez en el Portillo de la Hoz,
hermosa campa donde poder descansar de nuestra fuerte ascensión, a la izquierda un camino por el que seguiremos unos metros hasta alcanzar un cahir que nos va a desviar hacia arriba entre bojes y algún pino hasta lo alto de la Peña de los Castros 1042 ms. Esta cima también fue conocida por Peña Ana y así viene en algún artículo montañero, pero su nombre fue debido al delirio amoroso de un montañero que quiso dedicar esta cima a su novia.
En esta cima estuvo situado el Castillo de Lantarón, descubrimiento realizado por el arqueólogo Antzoka Martínez Velasco, y documentado por quien esto escribe y el etnógrafo Anttón Arrieta Valderde, y con posterioridad excavado por el profesor arqueólogo José Antonio Quirós.
Descenderemos nuevamente hasta el portillo de La Hoz, y en frente veremos una estrecha senda que parte entre los pinos, que debemos tomar y de forma ascendente y al principio siempre entre pinos y al final entre bojes, nos conducirá a la cima del monte Bachicabo (1.199 m).
Camino a Bachicabo
La senda está continuamente señalizada con pintura roja en su suelo que nos hará imposible el desvío por otros lugares. Una vez en la cruz, instalada por Espejo Mendi Taldea el 28-8-1988, y si el tiempo nos lo permite tendremos unas inmejorables vistas tanto del valle de Tobalina como de Valdegovía, así como Montes Obarenes y Sierra de Arcena. Es muy típica la subida a Peña Bachicabo todos los días 28 de Agosto para celebrar o recordar la colocación de la cruz de hierro que la preside.
El descenso lo haremos hasta el Portillo de La Hoz por el sendero de subida. Una vez nuevamente en el Portillo, a la derecha veremos una senda señalizada con caires. Se trata de una vertiginosa bajada hasta el pueblo de Bachicabo, con algunos tramos de cantos de lastra.
Una vez en el pueblo de Bachicabo es imprescindible la visita a su Iglesia dedicada a San Martín, donde destacan sus dos retablos.
El retablo que preside la iglesia de San Martín de Bachicabo fue erigido entre 1677 y 1680, y se realizó para albergar tallas y lienzos donados por Sebastián Hurtado de Corcuera a esa Iglesia. Dispuesto en casillero, dos cuerpos y ático, separados por columnas con el fuste recorrido por tallos y hojas de vid en espiral. Una columna salomónica aparece en un pequeño lateral. El retablo es obra de Martín de Arana.
De los seis lienzos del retablo destacan los de filiación flamenca, que son el lienzo de San Martín partiendo la capa y el Descendimiento vinculados a Van Dyck y Rubens, y fueron traídos por D. Sebastián Hurtado de Corcuera, Caballero de la Orden de Alcántara, quien participó en la guerra de Flandes, y posteriormente fue Gobernador de Panamá, Gobernador y Capitán General de Filipinas, Corregidor de Córdoba, y finalmente, Capitán General y presidente de la Real Audiencia de Canarias desde Diciembre de 1.659 hasta su fallecimiento.
Sebastián Hurtado de Corcuera aparece retratado en el cuadro de Velázquez llamado “Rendición de Breda” o también popularmente “Cuadro de las lanzas”. Lo he señalado con un círculo rojo y aparece justo detrás del jefe de las tropas hispánicas Ambrosio Spínola Doria.
Quiso ser enterrado en la Iglesia de su localidad natal, Bergüenda, próxima a ésta de Bachicabo, pero por hechos desconocidos, le fue negado tal menester que solicitó (quizá por culpa de su hermano de Pedro, quien fue Inquisidor General en 1.620, y no ser bien visto).
Ante la negativa dejó testado que a su fallecimiento se erigiera un retablo en su memoria en la Iglesia de San Martín en la vecina localidad de Bachicabo, legando para ello seis cuadros, entre ellos los cuadros traídos de Flandes con motivos religiosos. El pueblo de Bachicabo hizo con los cuadros donados el retablo mayor de la iglesia.
El lienzo de San Martín partiendo la capa es una obra de singular importancia vinculada al ámbito cortesano. En ella se produce la transformación de un retrato ecuestre en la imagen de un santo a caballo. Conserva su marco original negro con aplicaciones doradas característico de mediados del siglo XVII, que se ha suprimido en su parte inferior para encajarlo al retablo.
El Descendimiento de la Cruz es copia fiel de un original de Rubens, aunque con un eje diagonal invertido.
En la calle del Evangelio del segundo cuerpo del retrato se dispone un lienzo de San Miguel venciendo al demonio. Es una de las múltiples copias que se hicieron del tema homónimo que Guido Reni realizó para los Capuchinos de Roma.
El cuadro de San Francisco en meditación responde a una de las iconografías más populares de este santo durante la Contrarreforma y tiene su origen en la obra de El Greco. Los otros dos lienzos, más populares, son la Virgen de la Leche y la Sagrada Familia. Hay tallas policromadas de San Joaquín y Santa Ana.
En el año 2.006, se procede por el Servicio de Restauraciones de la Diputación Foral de Álava al desmontaje del cuadro “San Martín partiendo la capa” para su restauración. Se descubre entonces parte de una pintura mural de la pared del ábside que se hallaba oculta por el retablo.
En el 2.009 se desmonta el cuadro “El descendimiento”, también para su restauración y aparece otra nueva escena en la pared.
Ante la importancia del hallazgo se ha procedió al desmontaje total del retablo para su completa restauración, y se desmontó en 100 piezas, y al mismo tiempo se procedió a la restauración del retablo fingido o pinturas murales ocultas en la pared del ábside desde la construcción del retablo de madera con las pinturas entre 1677 y 1680.
Las pinturas murales han sido atribuidas a Juan de Armona y realizadas hacia la mitad del siglo XVI, es decir más de 100 años antes que la construcción del retablo.
Los motivos de las mismas son “La huida a Egipto” aparecida tras el cuadro de “San Martín partiendo la capa” en la parte superior de la pared, debajo aparece una pintura mural dedicada a la escena del “Calvario”. Ambas han aparecido en buen estado de conservación y sin ningún tipo de encalado sobre ellas. Sin embargo, en la parte inferior de la pared del ábside aparece un hueco que pudo ser de una hornacina de la época, donde guardar el sagrario, rodeado de pinturas que quizá fueran ornamentales y que en estos momentos no tienen sentido o figuración alguna.
Y tras la visita que espero os haya aparecido interesante, damos por finalizada nuestra excursión deportivo cultural de hoy.