La Arqueta de Santo Domingo de Silos es una arqueta relicario procedente del monasterio burgalés de Santo Domingo de Silos. Este objeto sintetiza lo mejor de las artes decorativas de la Alta Edad Media hispana: los refinados marfiles islámicos y los ejemplos más antiguos de los esmaltes románicos de la escuela silense. Por esta razón, es una de las joyas más interesantes que actualmente se pueden ver en el Museo de Burgos.
Su origen es andalusí pues fue manufacturada, según una inscripción en caracteres cúficos que se encuentra en uno de los lados, en un taller de la Cuenca islámica: “(…) favorable para quien sea su propietario. ¡Que Dios le conceda larga vida! (Esto forma parte) de lo que se realizó en la ciudad de Cuenca en el año 417. Obra de Muhammad b. Zayyan, su servidor. ¡Que Dios proclame su Gloria!” Por lo tanto, se construyó en el año 1026 de la era cristiana.
Es posible que su función original fuera la de guardar objetos valiosos como oro, joyas o perfumes. Pero al llegar al monasterio (quién sabe si como una donación, un intercambio o fruto de algún pillaje) cambió su función a la de relicario, es decir, para preservar reliquias de santos cristianos. Es posible que esto ocurriera en el siglo XII, fecha en la que pueden ser datados los esmaltes que cubren parte de la arqueta. En el inventario monástico de 1440, se describe la pieza y su contenido, que incluye reliquias de las llamadas Oncemil Vírgenes. Posteriormente, otros estudios también la asocian al almacenamiento de objetos litúrgicos y vasos sagrados.
En el siglo XIX, la arqueta dejó el Monasterio de Silos debido a las Desamortizaciones, pero fue recuperada después de ser robada en 1897 y devuelta en 1900.
Descripción de la arqueta de Santo Domingo de Silos
Tiene una forma rectangular con una tapa troncopiramidal unida a la parte inferior mediante bisagras de cobre. Sus dimensiones son 19 cm de altura, 34 cm de anchura y 21 cm de profundidad.
Es una obra de eboraria, es decir, de marfil, finamente elaborada, con múltiples placas de marfil ensambladas con clavijas. En la cara frontal, se pueden apreciar relieves que representan cazadores, leones, un árbol de la vida y motivos atauriques. La cara posterior repite estos temas. En el costado derecho se encuentra la inscripción cúfica mencionada y otros motivos decorativos, como pavos reales, ciervos y leones.
En el siglo XII, los monjes del taller de esmaltes de Silos reconstruyeron la arqueta árabe para convertirla en un lujoso relicario. En la parte superior de su tapa, colocaron una placa de cobre dorado y esmaltado con técnica champlevé, en la que se representa un Agnus Dei nimbado entre el Alfa y el Omega, flanqueado por dos aves afrontadas de largos cuellos de cisne. Es curiosa la colocación invertida de las letras Alfa y Omega, que insinúa la posible raigambre islámica, donde la lectura se efectúa de derecha a izquierda, de algunos de los orfebres de Silos.
En uno de los lados, se superpone otra placa rectangular de cobre sobredorado y esmaltado. La placa se decora con tres figuras de cuerpo entero que representan a Santo Domingo entre dos ángeles con las alas desplegadas. A la altura de sus cabezas, está la inscripción “SANTUS DOMINICUS”. Los colores son el blanco, el azul, el verde y el rojo, y el dibujo está realizado a buril. Es posible que esta fuera la primera representación del santo.
Varias cenefas y tiras de cobre, también doradas y algunas esmaltadas, refuerzan todos los lados y ángulos de esta arqueta, en la que es muy posible que se guardaran las milagrosas reliquias de Santo Domingo de Silos.