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Romances sobre Bernardo del Carpio

por Javier Iglesia Aparicio
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Bernardo del Carpio

La leyenda épica sobre Bernardo del Carpio dio origen a numerosos romances donde el pueblo recitaba y rememoraba las supuestas hazañas de este mítico héroe.

El nacimiento de Bernardo

En los reinos de León el casto Alfonso reinaba;
hermosa hermana tenía, doña Jimena se llama;
enamorárase de ella ese conde de Saldaña,
mas no vivía engañado, porque la infanta lo amaba.
Muchas veces fueron juntos, que nadie lo sospechaba;
de las veces que se vieron la infanta quedó preñada.
La infanta parió a Bernardo, y luego monja se entraba.
Mandó el rey prender al conde y ponerle muy gran guarda.

Por las riberas del Arlanza

Por las riberas de Arlanza Bernardo el Carpio cabalga,
en un caballo morcillo enjaezado de grana;
gruesa lanza en la mano armado de todas armas.
Toda la gente de Burgos le mira como espantada,
porque no se suele armar sino a cosa señalada.
También lo miraba el rey, que fuera vuela una garza;
diciendo estaba a los suyos: -Esta es una buena lanza;
si no es Bernardo del Carpio, este es Muza el de Granada.
Ellos estando en aquesto, Bernardo que allí llegaba;
ya sosegando el caballo, no quiso dejar la lanza.
Mas puesta encima del hombro al rey de esta suerte hablaba:
-Bastardo me llaman, rey, siendo hijo de tu hermana;
y del noble Sancho Díaz, ese conde de Saldaña;
que ninguno otro no osaba;
dicen que ha sido traidor, y mala mujer tu hermana;
tú y los tuyos lo habéis dicho, miente por medio la barba;
mi padre no fue traidor, ni mi madre mujer mala,
porque cuando fui engendrado ya mi madre era casada.
Pusiste a mi padre en hierros, y a mi madre en orden santa,
y porque no herede yo quieres dar tu reino a Francia.
Morirán los castellanos antes de ver tal jornada;
montañeses y leoneses, y esa gente asturiana
y ese rey de Zaragoza me prestará su compaña
para salir contra Francia y darle cruda batalla;
y si buena me saliere será el bien de toda España;
si mala, por la república moriré yo en la demanda.
Mi padre mando que sueltes, pues me diste la palabra:
si no, en campo, como quiera te será bien damandada.

Entrevista de Bernardo con el rey

Con cartas y mensajeros el rey al Carpio envió;
Bernardo, como es discreto, de traición se receló;
las cartas echó en el suelo y al mensajero habló:
-Mensajero eres, amigo, no mereces culpa, no,
mas al rey que acá te envía dígasle tú esta razón:
que no lo estimo yo a él ni aun a cuantos con él son;
mas por ver lo que me quiere todavía allá iré yo.
Y mandó juntar los suyos, de esta suerte les habló:
-Cuatrocientos sois, los míos, los que comedes mi pan:
los ciento irán al Carpio, para el Carpio guardar;
los ciento por los caminos, que a nadie dejan pasar;
doscientos iréis conmigo para con el rey hablar;
si mala me la dijere, peor se la he de tornar.
Por sus jornadas contadas a la corte fue a llegar:
-Dios os mantenga, buen rey, y a cuantos con vos están.
-Mal vengades vos, Bernardo, traidor, hijo de mal padre,
dite yo el Carpio en tenencia, tú tómaslo en heredad.
-Mentides, el rey, mentides, que no dices la verdad,
que si yo fuese traidor, a vos os cabría en parte.
Acordárseos debía de aquella del Encinal,
cuando gentes extranjeras allí os trataron tan mal,
que os mataron el caballo y aun a vos querían matar;
Bernardo, como traidor, de entre ellos os fue a sacar.
Allí me disteis el Carpio de juro y de heredad,
prometístesme a mi padre, no me guardaste verdad.
-Prendedlo, mis caballeros, que igualado se me ha.
-Aquí, aquí los mis doscientos, los que comedes mi pan,
que hoy era venido el día que honra habemos de ganar.
El rey, de que aquesto viera, de esta suerte fue a hablar:
-¿Qué ha sido aquesto, Bernardo, que así enojado te has?
¿lo que hombre dice de burla de veras vas a tomar?
Yo te do el Carpio, Bernardo, de juro y de heredad.
-Aquesas burlas, el rey, no son burlas de burlar;
llamásteme de traidor, traidor, hijo de mal padre;
el Carpio yo no lo quiero, bien lo podéis vos guardar,
que cuando yo lo quisiere, muy bien lo sabré ganar.

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