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Leyendas en torno a la cripta de San Antolín de Palencia

por Javier Iglesia Aparicio
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Nave prerrománica de la cripta de San Antolín de Palencia

La cripta de San Antolín de la catedral de Palencia es la protagonista de dos leyendas que tratan de explicar su origen e importancia. La primera leyenda nos habla de los motivos de su construcción por el rey visigodo Wamba. La segunda narra su redescubrimiento, tras años de abandono, por parte de Sancho III de Pamplona.

De cómo el rey Wamba ordenó la construcción de la cripta

La primera leyenda es transmitida por el cronista del siglo XVII Pedro Fernández del Pulgar (1621-1697) en su Historia secular y eclesiástica de la ciudad de Palencia.

Se dice que la cripta fue construida levantada por orden del rey Wamba tras traer desde Narbona las reliquias de Antolín de Pamiers. Antolín era un visigodo, perteneciente a la familia del rey Teodorico, que abrazó el catolicismo a pesar de haber sido educado en el arrianismo. Acabó recibiendo el martirio en torno al año 506 en la ciudad de Pamiers.

Es cierto que, según San Julián de Toledo, en su Historia excellentissimi regis Wambae, Wamba tuvo que combatir una rebelión al comienzo de su reinado en la Galia Narbonense. La revuelta, dirigida inicialmente por el conde Ilderico de Nimes, motivó que el rey enviará al dux Paulo para contenerla. Pero Paulo traicionó al rey y se unió a los rebeldes, haciéndose coronar rey en Narbona (673).

Wamba acudió entonces a la Septimania y logró derrotar a los rebeldes. Tras perdonarlos y humillarlos en Toledo, la tradición palentina supone que el rey trajo las reliquias de San Antolín desde Narbona y que las depositó en la actual cripta, siendo acompañado por el obispo Ascario.

En la actualidad, cada 2 de septiembre, día de san Antolín, se abre la cripta para ofrecer el agua de su pozo a los asistentes piadosos, tradición muy arraigada entre los palentinos, recogiendo los fieles en pequeños recipientes el agua considerada milagrosa, mientras transcurre la ceremonia de la Eucaristía. Tras finalizar la misa, se organiza alrededor del templo una procesión del Santo.

Sancho III de Pamplona encuentra la cripta de San Antolín

Según la segunda leyenda referida a la cripta, recogida en el cantar de gesta las Mocedades del Cid, estando de caza el rey Sancho III el Mayor de Pamplona en las cercanías de Palencia, el monarca cayó en una hoya mientras cabalgaba. Allí vio la cueva y descubrió un epitafio que le informaba que hacia trescientos años que ese lugar había sido derrumbado y que había un cuerpo santo en el lugar. Así lo cuentan las Mocedades:

V Sancho en Palencia

Esto fue nueve días ante de Sant Iohan,
quando el rey don Sancho llegó a Palençia yantar.

VI La cueva de San Antolín

Bravo era el val de Palençia, ca non avía ý poblado,
si non do llaman Santa María el Antigua, do morava el conde lozano.
Saliéronse a folgar, desque ovieron yantado,
e passaron las aguas, amos de mano a mano.
Afondóse la mula, con el rey, en un soterranno:
acórrense las gentes, e sacaron al rey en salvo.
Por los braços quebró la mula: non la cavalgó más omne nado.
El rey tendió los ojos, e vio por el soterranno
descender una escalera con un canto labrado.
Demandó por un cavallero que dezían Bernardo.
Diz: «Entra, Bernardo, por essa escalera, e cata este soterranno.»
Dixo Bernardo: «Sennor, plázeme de grado.»
Bernardo, quando desçendió, vio un pozo cavado.

VII

E, a par que aquel pozo, vio estar un altar,
et de susso un escripto, et començólo de catar:
falló que sant Antolín Mártir yazía en aquel logar;
et vio una piedra con letras, et començóla de catar;
e vio que trezientos annos avía que era somido aquel logar.
E vínose para el rey, e díxol’ en poridat:
«Sennor, commo me semeja cuerpo santo yaze en este logar.»

La leyenda evolucionó posteriormente, enriqueciéndose en detalles. Esta es una versión que se asemeja sospechosamente a la leyenda de Fernán González y el jabalí cuando se adentró en el ermitorio de San Pelayo en Arlanza:

Cazaba por el entonces despoblado de Palencia, convertido en bosque por la acción de los tiempos, el rey de Navarra don Sancho el Mayor, cuando persiguiendo y dando alcance a un jabalí penetró tras él en una cueva, que tal debió parecerle una capilla «soterraña», uno de los pocos restos que habían quedado aquende el río, desde la destrucción de Palencia por los árabes, y en la que de tiempo inmemorial se daba culto a San Antolín, mártir.

La fiera se cobijó junto a uno de los altares de la capilla, no pudiendo  adelantar en su carrera y menos retroceder por tener cerrada la salida con potente brazo; levantó el venablo el rey Sancho para rematar al animal, pero al instante notó la inmovilidad del brazo que sostenía el arma. Extrañóse el rey de tan súbita paralización, fíjase entonces en la imagen del mártir San Antolín que de repente se le aparece, comprende que a tamaña profanación es debido tal castigo, y se arrodilla ante el altar, arrepentido de pensamiento sanguinario, volviendo a mover el brazo paralizado por intercesión del mártir; en gracia de tal milagro hizo levantar sobre la misma capilla subterránea una buena iglesia dedicada al Salvador, a su madre la Virgen y al mártir San Antonino.

Agapito Revilla, Juan. La catedral de Palencia. Palencia, Abundio Z. Menéndez, 1896, pág. 13.

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