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Josef Ferruziel, Çidiello, médico judío de Alfonso VI

por Javier Iglesia Aparicio
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Antigua sinagoga de Santa María la Blanca (Toledo)

[? – c. 1145] Yoseh ha-Nasí Ferruziel, Joseph Ferrizuel o Yosef b. Ferrusel, apodado el Çidiello o Cidellus, fue el médico judío de Alfonso VI de Castilla y León y nasí (jefe de la comunidad hebrea) de Toledo.

La denominación nasí (príncipe) hace referencia a su posición como dirigente de la comunidad judía de todo el reino de Castilla y León. Por otro lado, el apodo de Çidiello o Cidellus ha de entenderse como el pequeño Cid, castellanización del árabe Sidi (señor).

Biografía de Josef Ferruziel

Pertenecía a la familia de los Ibn Shoshan, hebreos llegados de Bagdad tras el terremoto de 1007. Su padre fue Salomón Shaltiel, alias Patish ha-Jazak (Martillo fuerte) y su madre Reina bat Kolominos de Narbona, ambos establecidos inicialmente en Barcelona. No se sabe con exactitud la fecha ni el lugar de su nacimiento o muerte.

Lo más destacado de su biografía es el papel que desempeñó como alto funcionario en la corte de Alfonso VI, quien había conquistado Toledo en 1085. Su condición de médico le abrió el camino hacia el rey, alcanzó gran influencia, siendo considerado consejero o incluso favorito o persona de confianza del rey.

En 1108 se vio envuelto en una desagradable situación que a la postre vino a arruinar toda su trayectoria, cuando varios nobles que ya veían mermadas las facultades del anciano Alfonso VI, hicieron planes para casar a su hija y heredera doña Urraca (viuda de Raimundo de Borgoña) con un conde llamado Gómez, conocido como Candespina; y como ellos mismos no se atrevían a exponer directamente su propuesta, repararon, según el Rebus Hispaniae de Rodrigo Jiménez de Rada, en un judío que tenía por nombre Cidello («quendam Iudaeum, Cidellum nomine»), muy cercano al rey por su experiencia y sabiduría médica («propter industriam et scientiam medicinae»), y tras revelarle su acuerdo lo enviaron ante el rey para que le comunicara lo que habían acordado. Entonces el rey, como si se avivara su dolor, se dice que respondió así al judío: «No te echo a ti la culpa de que te hayas atrevido a decirme esto, sino a mí, pues con la confianza que te di has osado tanto. Guárdate en adelante de intentar presentarte ante mí, porque si lo haces serás hombre muerto».

A pesar de esta noticia, no parece que Josef cayera inmediatamente en desgracia pues en un documento fechado en junio de 1110, un año después de la muerte de Alfonso VI, que confirma un privilegio de inmunidad otorgado por la reina doña Urraca, la firma de Josef Ferruziel («Citiello iudeo») aparece junto a la de otros altos dignatarios de la Corte. Éste es el único documento conocido en la España cristiana donde un judío ocupa tan alta posición.

Después de esta fecha no hay más noticias sobre Josef Ferruziel que la confiscación de sus casas y propiedades en Toledo en 1145. Se sitúa la fecha de su muerte en torno a ese año.

Matrimonio y descendencia de Josef Ferruziel

Se casó con Bonadona Perfet y tuvieron al menos estos hijos:

  • Solomon Yosef.
  • Shaltiel bar mar Shaltiel.
  • Meshulam Solomon.
  • Solomon b. Ferruziel, también fue nasí de Toledo. Origen de la rama familiar de los Benveniste.

Josef Ferruziel y la comunidad judía de Castilla y León

Desde fines del siglo XI, los judíos que vivían en al-Andalus se ven afectados por las invasiones de los almorávides y almohades que lejos de fomentar la presencia de los judíos en los territorios ahora en su poder, realizaron una política contra las minorías religiosas que llevó al exilio a la mayoría de los hebreos.

Josef Ferruziel ayudó a muchos de ellos a refugiarse en el reino de Castilla y León gracias a su condición de nasí de Toledo. Entre sus protegidos merece ser mencionado Yehudah ha-Leví, uno de los grandes poetas hispanojudíos, que le dedicó varios poemas.

Otro de los servicios que prestó a la comunidad judía fue la persecución de los caraítas de Castilla y León. No está documentada una implantación importante de esta secta herética del judaísmo en la Península, pero aun así su presencia alarmó a los judíos tanto como para que Abraham b. Daud escribiera una obra en contra de ellos. Es precisamente en esta obra, El libro de la tradición, donde se recoge que Yosef Ferruziel consiguió expulsarlos de las ciudades de Castilla y León hasta reducir su presencia a una sola, pues no quería exterminarlos.

En los reinos de Castilla y León los judíos gozaban de la protección directa del rey. Aún así se produjo un episodio de ataque a los judíos en Toledo el 2 de mayo de 1108, una de cuyas víctimas fue Salomón Ferruziel, sobrino de Josef, cuando volvía a Toledo de una misión en Aragón.

El panegírico a Josef Ferruziel escrito por Yehuda ha-Leví

Como hemos dicho, el poeta sefardí Yehuda ha-Leví fue uno de los protegidos de Josef Ferruziel. Éste le dedicó un panegírico sobre su figura. Está escrito en hebrero salvo los últimos cuatro versos, que son una moaxaja o jarcha escrita en romance.

Los principales del pueblo, al congregarse,
junto con los reyes y los príncipes en sus cortes,
todos proclaman en favor de Yosef
que es la fuente de su honor,
deseoso de gobernar con la ayuda de Dios,
y así, por tanto, entre los hombres gobierna.
Todos reconocen que la gracia de este hombre
es única, singular y pura;
la dignidad del poder le estaba destinada,
pues ella le aureola como una diadema.
Por su mediación se aligeró el pesado yugo
que se había por demás señoreado,
y en poderosa fortaleza aposentó
al pueblo que a bandadas era fugitivo…
Vástago fructífero, tu espada con fuerza se esgrimió,
todos tus actos fueron coronados de éxito,
la longura de días por ti se acrece
y por tu causa un cántico se eleva.
Tú eres el sol, y con pródiga largueza
de ti se derrama la lluvia.
Alborearon en ti luceros perennes
y amaneció el día sobre la tierra,
aun ella atestigua
que por ti es salvaguardada.
Ved el alborozo del pueblo despreciado,
que por siglos oprimieron,
al tiempo de ser arrancadas las espinas
y arrojadas al fuego sus brozas,
a la llegada del varón lleno de la nobleza de Dios,
de aquel que se pasea entre sus mirtos.
Con su rugido a los príncipes espantó
y con su honda en el blanco dio,
estableciólo Dios como varón singular,
como amparo salvador en tiempo de aflicción.
Derramad torrentes de bálsamos
sobre el Río de las piedras,
con albricias para el varón fuerte
que cuida al pueblo de Dios con delicias.
¡Viva el Príncipe! — ; respondan: —¡Amén!—
y hacia la altura suban los cánticos.
Responded:
Des cuand ¡Mío Cidello!, venid
con bona albixara,
como rayo de sol exid
en Wad-Al-Hayara (Guadalajara).

Tomado de Cuenca Ruiz, E.; del Olmo Ruiz, M.: Wad-al-Hayara en la poesía de Sefarad.

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