El domingo 8 de junio de 2025 la Archidiócesis de Burgos celebró un evento crucial en su historia: el 950 aniversario del traslado oficial de la sede episcopal desde Oca a la ciudad de Burgos. En 1075, el rey Alfonso VI de Castilla dejó constancia de este importante cambio en su testamento. Este momento marcó el inicio de un gran auge religioso para Burgos, consolidándola como un centro eclesiástico fundamental en el norte de la península.
Sin embargo, la presencia de la Iglesia en esta región es mucho más antigua. La actual archidiócesis tiene sus raíces en la antigua diócesis de Auca, conocida hoy como Villafranca Montes de Oca. Aunque sus inicios exactos son inciertos, una leyenda cuenta que fue fundada en el siglo I por San Indalecio, uno de los siete “varones apostólicos” enviados por San Pedro y San Pablo para evangelizar Hispania.
Es posible que las primeras comunidades cristianas organizadas en Auca existieran entre los siglos II y III. Los documentos más antiguos que mencionan a obispos de Auca datan del siglo IV, aunque sus nombres específicos no se conocen hasta la época visigoda. El primer obispo conocido fue Asterio, quien participó en el III Concilio de Toledo en 589, seguido por otros como Amancio, Litorio, Stercorio o Constantino.
La invasión musulmana en el siglo VIII provocó la destrucción o el abandono de Auca y la desaparición de la diócesis. Durante los siglos posteriores, en medio de la repoblación cristiana, los obispos se establecieron temporalmente en otros lugares como Amaya, Valpuesta, Muñó y Sasamón. No fue hasta pasada la mitad del siglo XI cuando la sede episcopal comenzó a trasladarse gradualmente hacia Burgos.
El 1 de yayo de 1075: Una fecha clave
Durante el episcopado de Jimeno II, la sede se estableció en la iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal. Finalmente, fue el rey Alfonso VI quien, mediante su testamento del 1 de mayo de 1075, oficializó el traslado de la sede episcopal a Burgos. A partir de entonces, la diócesis comenzó a llamarse progresivamente “Burgensis” en lugar de “Aucensis”.
Este proceso culminó en 1095, cuando el Papa Urbano II, a través de la bula Plurimas quondam, confirmó el traslado de la sede a Burgos y la desvinculó de la provincia eclesiástica de Tarragona, estableciéndola como una diócesis directamente dependiente de la Santa Sede.
Los actos de la celebración en la catedral de Burgos
La procesión de entrada en el templo cambió su itinerario habitual para convertirse en el primero de los símbolos de la tarde. En lugar de salir de la sacristía mayor hacia la nave, los celebrantes recorrieron el claustro alto, descendieron a través del Museo Catedralicio al claustro bajo y, desde allí, ascendieron por las escaleras que conducen hasta la Puerta del Sarmental, dedicada al ministerio episcopal. Mientras tanto, cantaron las letanías de los santos, con especial recuerdo a los burgaleses. De esta forma, se recordaban los 950 años del traslado de la sede de Oca a Burgos y, especialmente, se subrayaba lo que significa la sucesión apostólica para la Iglesia.
En el presbiterio, al comenzar la celebración, había cuatro signos que recordaban a las cuatro sedes que la historia indica que han tenido obispo en la historia de la archidiócesis. La sede de Amaya, la de Muñó, la de Valpuesta y la de Oca. Y, representadas a través de unas plantas aromáticas, que recuerdan también el buen aroma de Cristo que ha pretendido quedar en la historia a través de la presencia de la Iglesia en esta tierra. La sede de Burgos estaba representada por la nueva cátedra, que Iceta bendijo al comienzo con el incienso.
Otro momento simbólico fue el acto penitencial, cuando el arzobispo roció agua bendita, traída del manantial de san Indalecio de Oca, con la que se hizo el gesto de la renovación del bautismo.
Con ocasión del 950 aniversario del traslado de la sede episcopal, el prelado hizo memoria de los santos, mártires, misioneros, consagrados, sacerdotes y laicos que edificaron la Iglesia burgalesa durante siglos.