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En el profundo valle del río Rudrón, cerca de la localidad de Valdelateja, se alza un llamativo peñasco de forma piramidal coronado por una sencilla ermita. En esa elevación se alzó una de las primeras fortalezas de Castilla, la de Castrosiero o Castro Siero y aún podemos contemplar una de las primeras construcciones eclesiásticas, posiblemente del siglo VIII: la ermita de las santas Centola y Elena. Desde la localidad de Valdelateja es preciso recorrer un camino que en en menos de tres cuartos de hora nos llevará hasta la cima de Castrosiero.
El despoblado de Siero
Antes de comenzar la subida a la cima y a unos 600 metros de Valdelateja, en la falda sur del peñasco, podemos ver las ruinas del pueblo de Siero.
Siero fue cabeza de un alfoz castellano desde el siglo X. Un documento de San Pedro de Cardeña del 3 de septiembre del 945 dice:«[…] villa que dicitur Castrello, in alfoce de Siero […]» aunque con el paso del tiempo irá decreciendo su importancia en favor de la localidad de Sedano. Siero estuvo habitado hasta el año 1914 cuando sus dos últimos habitantes bajaron a vivir a Valdelateja.
Se pueden aún divisar algunas casas derruidas, cercas y los restos de una iglesia gótica que tiene adosado un cementerio, aún utilizado por los vecinos de Valdelateja.
Los restos de la iglesia gótica, que han sido consolidados en el año 2004, permiten ver un edificio de planta rectangular y nave única y de la que aún queda en pie la cabecera con un bóveda de crucería bien conservada y restos de policromía en sus paredes. Los pies parecen ser de factura más primitiva.
La actual iglesia de Santa Eulalia en Valdelateja fue ampliada a principios del siglo XX con piedras procedentes de los restos de esta iglesia. En ella se conservan tallas góticas de las santas Centola, Elena y Lucía procedentes de la iglesia de Siero.
El alto de Castrosiero o Castro Siero
La peña de Castrosiero (826 m.), también llamada El Castillo o El Castro, se alza imponente, unos 200 metros sobre el valle del río Rudrón y el curso del arroyo del Cárcavo, como un mirador inmejorable y un lugar inexpugnable e ideal para el establecimiento de un asentamiento militar.
Los restos arqueológicos cerámicos encontrados confirman la existencia de un castro de la Edad del Hierro con una extensión de unas 5 hectáreas. Tras el fin de las guerras cántabras (19 a.C.), el Castro de Siero, que se encontraba dentro del territorio de los cántabros coniscos, sigue siendo habitado bajo el dominio de Roma. Dos estelas romanas encontradas aquí se conservan actualmente en el Museo Arqueológico de Burgos.
La primera estela estaba, antes de su traslado al museo provincial, en el interior de la iglesia de las Santas Centola y Elena. De piedra caliza, sus dimensiones son 26x42x23 cm. Tiene forma semicircular en cuyo centro hay decoración triangular elaborada a bisel rodeada por un cordel tallado. En el exterior hay una cenefa de círculos concéntricos tangentes.
La segunda estela, conservada al igual que la primera en la iglesia, también está elaborada con piedra caliza. Sus dimensiones son 31x45x21 cm. Es un sillar en forma de prisma en cuyo interior, dentro de un campo semicircular rehundido, aparecen cuatro figuras humanas con los brazos extendidos a la altura de los hombros. En el exterior se aprecia decoración incisiva en forma de dientes.
La ocupación continua tras la caída del Imperio Romano. La zona permaneció ajena al reino visigodo hasta que el rey Leovigildo sometió a los cántabros en torno al 574. Puede que ya desde fines del Imperio Romano existiera un castillo o fortaleza en esta cima. La fortaleza seguiría activa y cobraría importancia tras la conquista musulmana pues sería una de las primeras que limitaba con los dominios árabes en la Meseta.
Castrosiero fue también residencia de nobles como Fernando y su mujer Gutina, quienes en el año 782 o 792 construyeron (o reconstruyeron) la iglesia de las santas Centola y Elena, tal y como indica su lápida fundacional. Pero su función militar pronto decayó, a medida que se ocupaban nuevos territorios al sur como Amaya (860) y Ubierna (884). El poblamiento original se trasladaría, posiblemente antes del siglo XIV —pues el obispo de Burgos, Gonzalo de Hinojosa, ya dice en 1317 que el lugar estaba deshabitado— hasta el actual despoblado de Siero.
La ermita de las santas Centola y Elena
Además de la espectacularidad del paisaje circundante a la peña de Castrosiero, la ermita de las Santas Centola y Elena es el mayor atractivo del lugar. Se trata de una construcción altomedieval, de época visigoda o prerrománica: no existe un acuerdo entre los historiadores del arte, ya que a pesar de la existencia de un lápida fundacional del año 782 o 792, algunos autores piensan que se reconstruyó la ermita sobre restos de una anterior de época visigoda (siglo VI o VII). Para otros, atendiendo a la tipología de la ventana, sería del siglo IX y la lápida habría que fecharla en el 882. De todas formas, merece la pena su visita pues es uno de los escasos ejemplos del arte de la alta edad media.
Para una descripción de la ermita os referimos a otro artículo nuestro acerca de la ermita de Santa Centola y Santa Elena. En sus inmediaciones se encuentra un monumento sobre una piedra que según la tradición es el lugar donde el verdugo Dacinio decapitó en el siglo III a las dos santas.