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Los grabados de arte figurativo y otros elementos en la fachada de la Iglesia de San Román en el pueblo valdeguñés de Tobillas

por Javier Iglesia Aparicio
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Iglesia de San Román de Tobillas

Sobre el autor

El autor de este artículo es Juan Carlos Abascal Ruiz de Aguirre, investigador e historiador aficionado especializado en el Valle de Valdegovía. Sobre esta temática ha escrito artículos en revistas locales como El Eco de Valdegovía, Revista Bizirik de la Cuadrilla de Añana, Revista Angosto de los Padres Pasionistas.

Es vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Cívico Cultural Landazuri, y recientemente ha accedido a Socio de Honor de la Institución Vitoriana Celedones de Oro, con una conferencia sobre “Valle de Valdegovía: Un paseo por su historia: desde el neolítico hasta el siglo XXI”.


Ha publicado dos libros: Valdegovía-Gaubea 46 pequeños-medianos-largos recorridos, coautor junto con Ricardo Hernani; y Apuntes de la Historia de Espejo desde el siglo I al siglo XXI.


Tiene en proyecto la edición en libro de la conferencia mencionada para Celedones de Oro sobre el valle de Valdegovía. Asimismo dispone de un blog en el siguiente enlace https://juancarlosabascal.blogspot.com/


Este trabajo viene motivado para dar a conocer este arte figurativo que se encuentra en las paredes, principalmente fachada, de la Iglesia de San Román de Tobillas, que cuando se restauró la iglesia, nadie le prestó atención o directamente no lo vieron, y eso que limpiaron a fondo la piedra y pudo ocasionar daños irreparables en estas muestras que ahora sacamos a la luz.

El pueblo de Tobillas fue el lugar escogido para aquellos cristianos que pusieron en marcha el primer templo de esta religión en el País Vasco, el monasterio de San Román.

Iglesia de San Román de Tobillas. Primera mitad del siglo IX
Iglesia de San Román de Tobillas. Primera mitad del siglo IX

Recientemente, la Diputación Foral de Álava ha desarrollado un minucioso trabajo de recuperación que ha vuelto a abrir el debate sobre la arquitectura prerrománica. Y es que el edificio consta de cuatro etapas constructivas.

La primera de ellas, la cabecera y las hiladas iniciales de la cimentación pertenecen al primer edificio, datado en la primera mitad del siglo IX.

Del segundo edificio, del siglo X, del que quedan huellas del ábside cubierto por cúpula de toba sobre pechinas (cada uno de los cuatro triángulos curvilíneos que forman el anillo de la cúpula con los arcos torales sobre que estriba). Se conservan las dovelas (piedra labrada en forma de cuña, para formar arcos o bóvedas) reutilizadas en el arco de entrada, una ventana y paños significativos de su paramento original.

Después, el edificio románico, del que quedan el arco de entrada, frisos (parte ancha de la sección central de un entablamento), canecillos (cabezas de la viga que asoma al exterior y soporta la cornisa o alero) …, todo ello muy alterado por la ruina sufrida por la bóveda románica.

Y, por último, la cuarta fase que engloba todas las reformas que ha ido sufriendo hasta llegar a nuestros días.

Además de la evolución en su arquitectura, la importancia de la iglesia radica también en las fuentes documentales a la hora de datarlo. El abad Avito aporta el primer testimonio con la reforma como iglesia monástica en el año 822.

La generosa dotación que el Abad Avito efectúa al fundado monasterio es bien cuantiosa: 24 yuntas de bueyes, 100 vacas, 80 yeguas, 20 caballos y mulos,500 ovejas, 24 libros y 23 eras salsas. 1

San Román es el primer monasterio que adquiere una amplia participación en la explotación salinera de Añana.

Posteriormente, el presbítero Vigila da testimonio de la restauración que se llevó a cabo en el siglo X. Una lápida encontrada que está depositada en el Museo de Arqueología de Vitoria, traducida del latín, dice:

Renovado este templo por el Presbítero Vigila en honor de San Román y San Cipriano, por su cuenta, en la era 977, que corresponde al año 939.

Lápida conmemorativa de la restauración de San Román por Vigila en el año 939
Lápida conmemorativa de la restauración de San Román por Vigila en el año 939

Y el tercer testimonio, de reciente descubrimiento, llega mediante un epígrafe de clara paleografía mozárabe, todavía in situ. La transcripción es muy problemática porque está bastante deteriorada.

Epigrafía altomedieval en San Román de Tobillas
Epigrafía altomedieval en San Román de Tobillas

Primera línea: (—) DEI +++ AB / (—) TAS. En la primera línea se lee DEI, que pudiera ser el final de la frase funeraria obit famulus dei. Lo último puede leerse como ABAS, quizá la condición eclesiástica del difunto.

Segunda línea: SITUS IN ER / (—) S III. El inicio del siguiente renglón también es confuso, pero puede leerse SITUS IN E, con restos quizá de un R que puede hacer referencia a la era.

La última línea presenta diversos caracteres que pueden ser interpretados como numerales.: A XXXVI, quizá haga referencia a la edad en que murió el difunto, pero resulta difícil de interpretar.

De lo que no cabe duda es del uso de grafías del alfabeto visigótico-árabe, entre las que destaca el uso de la T toledana.

Pero cabe preguntarse qué había anteriormente en ese lugar. La primera pista nos la puede dar la existencia en el interior de la iglesia de un pozo romano, que posiblemente en alguna época fue posteriormente utilizado como silo para la recogida de los diezmos.

Quizá esa primitiva iglesia visigótica de la que algunos presuponen, fuese una basílica romana, reutilizado como muchas otras en iglesias por los primeros cristianos. En la cercana población de Espejo, tenemos un ejemplo de ello.

Interior de San Román con el pozo romano a la derecha
Interior de San Román con el pozo romano a la derecha

Y las segundas pistas,nos las dan las piedras sillares de su fachada que nos indica claramente la reutilización de estas piedras en la construcción de la nueva iglesia procedentes del edificio anterior.

La colección de grabados en las piedras sillares de la fachada

Tampoco es casualidad el lugar donde están grabados, la puerta de acceso y los laterales. Siempre tienden a concentrarse en esa zona.

En el estudio general que publicó A. Azkárate sobre el trabajo realizado en Tobillas, la zona de los grabados la atribuyen a una fase que se inicia en torno al s. XII. Pero en la lectura de paramentos que se hizo, a los sillares donde se encuentran grabadas las pentalfas, el molino de doce, las retículas y demás, se les atribuye una cronología entre finales del. s. XIII-s. XV. Esto sirve como fecha post quem para los grabados. Además, no pensamos que los grabados sean anteriores y acabaran en el lugar en el que se hallan fruto de la reutilización posterior de los mismos; el emplazamiento es muy típico y además no encontramos ningún otro grabado de ese tipo y estilo fuera del entorno de la puerta, que sería lo esperable en caso de reutilización.

Ahora bien, se hace una cronología muy tardía. En iglesias de Valdegovía de fechas posteriores al románico no hay molinos de doce ni pentalfas de ese tipo, y tampoco retículas. Pero sí se ven este tipo de grabados en iglesias románicas (y también en alguna prerrománica), por lo que no parece descabellado apuntar una cronología anterior. De hecho, esos grabados en concreto cuentan con una tradición, como símbolos, muy larga, que hunde sus raíces en la prehistoria y protohistoria (caso de las retículas) y época romana o tardorromana (molino de doce). Todo lo anterior hace difícil atribuir a esos grabados una fecha como el s. XIII, cuando en el resto de iglesias de Valdegovía ya no los vemos. Y no puede ser casualidad que aparezcan precisamente en San Román de Tobillas, la iglesia más antigua de Valdegovía, que cuenta con antecedentes en época romana.

Portada de San Román de Tobillas
Portada de San Román de Tobillas

Todo son grabados, los principales y más interesantes de tipo filiforme (fina línea incisa), con motivos esquemáticos que pueden corresponder a arboriformes.

Otras pueden corresponder a esquematismos humanos.

Unos grabados muy numerosos nos muestran pentalfas. Una pentalfa es una estrella pentagonal, también llamada pentáculo, pantáculo, pentalfa, pentángulo o estrella pitagórica es un polígono estrellado de cinco vértices dibujado con cinco segmentos de recta consecutivos tal que cada uno corta a otros dos. Es un polígono complejo.

También se le denomina pentalfa porque su dibujo posee cinco letras A (alpha en griego) y pentángulo por poseer 5 ángulos agudos.

En tiempos paganos Pentalfas o Estrellas de 5 puntas, se colocaba en las entradas a las casas o edificios como cierre para neutralizar energías negativas y de esta forma se formaba un cierre de protección para recintos.

Con la conversión al cristianismo, las pentalfas pasan a simbolizar la fuerza de Cristo quien protegerá a los habitantes de las casas. También en el cristianismo el pentagrama geométrico con el vértice meridiano apuntando hacia arriba significa las cinco llagas de Cristo.

Pero también la pentalfa es un juego que todavía hoy en día se juega en Creta.

Movimientos del juego de pentalfa:

El jugador tiene nueve piedras que ha de ir poniendo sobre el tablero siguiendo las normas siguientes:

  • En primer lugar se poner la piedra o ficha sobre una de las marcas, que esté vacía.
  • Seguidamente se mueve a un segundo punto adyacente que puede estar ocupado o vacío.
  • Finalmente se mueve a un tercer punto que esté en línea recta con los anteriores y que esté desocupado.
  • Seguidamente intenta colocar una nueva ficha siguiendo las mismas normas.
  • Final: Ha de conseguir poner las nueve piedras.

Hay otros grabados en esas piedras sillares, con una simbología que no está del todo clara, y otros como tableros de juego, en concreto el molino de doce, pero que están en la pared, lo que indica un valor simbólico, que queda confirmado por otros hallazgos similares.

Hay unos grabados que pueden parecer juegos de mesa, tipo damero actual.

Hay que tener cuidado con las representaciones de tableros de juego en iglesias, es muy importante la ubicación del tablero. No es igual que esté en un banco que en una pared. En ese segundo caso, resulta difícil interpretarlo como algo con función lúdica, debiera ser algo más bien simbólico. Para el caso de aquellos grabados que parecen dameros el tema es aún más complicado puesto que cuentan con paralelos, como mínimo, desde la Edad del Bronce. Los conocemos como retículas. Un ejemplo en los grabados de Ojo Guareña, o bien en algunas estelas de la Edad del Hierro, como las de La Hoya.

Estos juegos de tableros se relacionan también con fortalezas medievales, siendo también ilustrativos los aparecidos en la Torre de los Orgaz en Fontecha, también en el valle de Valdegovía, sacados a la luz por Armando Llanos.

Lo interesante de los grabados de Tobillas es que algunos de ellos, en concreto las pentalfas, el molino de doce y las retículas, recogen una tradición gráfica que es muy antigua y que luego ya dejamos de verla en iglesias posteriores del valle.


Pero hay juegos que se ven claramente como el del molino de doce.

Tablero de juego del molino de doce
Tablero de juego del molino de doce
Grabado de un molino de doce en San Román de Tobillas
Grabado de un molino de doce en San Román de Tobillas
Croquis del molino de doce grabado en San Román de Tobillas. Antzoka Martínez Velasco
Croquis del molino de doce grabado en San Román de Tobillas. Antzoka Martínez Velasco

El juego del molino o molino es un juego de estrategia abstracto de mesa para dos jugadores originado en el Imperio romano. El juego es mencionado como alquerque de nueve en el Libro de los juegos y también es conocido como nueve hombres de Morris o Morris. En inglés es conocido como Nine Men’s Morris, Mill, Mills, Merels, Merelles y Merrills en inglés; en francés como jeu du moulin en francés o en piamontés como grisha.

Reglas de juego:

Cada jugador dispone de nueve piezas, u “hombres”, que se mueven en el tablero entre veinticuatro intersecciones. El objetivo del juego es dejar al oponente con menos de tres piezas o sin movimiento posible.


Colocando las piezas:
El tablero al principio del juego, antes de que ninguna pieza sea colocada.
El juego comienza con un tablero vacío. Los jugadores se turnan para colocar sus piezas en las intersecciones vacías. Si un jugador es capaz de formar una fila de tres piezas a lo largo de una de las líneas del tablero, tiene un “molino” y puede eliminar una de las piezas de su oponente en el tablero; las piezas quitadas no podrán ser colocadas de nuevo. Los jugadores deben eliminar cualquier otra pieza antes de eliminar una pieza de un molino formado. Una vez que todas las dieciocho piezas se han colocado, los jugadores se turnan moviendo.

Movimiento de las piezas:
Para moverse, el jugador desliza una de sus piezas a lo largo de una línea en el tablero a una intersección vacía adyacente. Si no puede hacerlo, ha perdido el juego.

Al igual que en la etapa de colocación, un jugador que coloca tres de sus piezas en línea en el tablero tiene una línea de molino y puede eliminar una de las piezas de su oponente, evitando la extracción de piezas en los molinos si es posible.

Cualquier jugador que es reducido a dos piezas no es capaz de eliminar más piezas del oponente y, por tanto, pierde la partida.


Vuelo
En una variante común, una vez que un jugador es reducido a tres piezas, sus piezas pueden “volar”, “brincar” o “saltar” a cualquier intersección vacía, no sólo a las adyacentes. Algunas fuentes de las reglas dicen que ésta es la forma en que se juega el juego,otras la tratan como una variante, y algunas no la mencionan en absoluto. Un “Manual de Juegos del Siglo XIX” llama a ésta la “forma verdaderamente rústica de jugarlo”


Estrategia:
Al comienzo del juego, es muy importante colocar piezas en los lugares más versátiles para intentar formar inmediatamente molinos y no cometer el error de concentrar las piezas propias en un área del tablero.

Una posición ideal, que generalmente resulta en una victoria, es ser capaz de colocar una sola pieza para formar dos molinos, suprimiendo una pieza por turno. Por ejemplo, en el diagrama anterior, el blanco puede ganar el juego, aunque el negro mueva primero.


El número estimado de posiciones legales posibles en el juego es de 1010, mientras que el número de juegos posibles es de aproximadamente 1050. En octubre de 1993, Ralph Gasser resolvió el juego, demostrando que termina en un empate con un juego perfecto. Gasser también desarrolló un jugador con inteligencia artificial llamado Bushy, que es considerado como el jugador más poderoso del mundo.


El juego del molino con doce piezas añade cuatro líneas diagonales y le da a cada jugador doce piezas. Esto significa que el tablero puede ser llenado en la etapa de colocación. Si esto ocurre, el juego termina en empate. Esta variante del juego es muy popular entre la juventud rural en Sudáfrica, donde es conocido como Morabaraba y ahora es reconocido como un deporte en ese país. El mismo tablero también se utiliza para la variante con once piezas.


También en la fachada de esta iglesia destaca su reloj canónico.

Reloj solar con las horas canónicas en San Román de Tobillas
Reloj con las horas canónicas en San Román de Tobillas

Normalmente estos relojes se colocaban a la altura de entre 1,50 y 1,70 m. No son relojes de sol son relojes de canónicos o de oración y también de misa.

Este reloj típico de los canónicos, además tiene en su parte superior izquierda un grabado que puede tener diversas interpretaciones. (hay quien piensa que puede ser una cruz templaria, o simplemente una cruz cristiana para indicar que el reloj es para seguir el culto cristiano.

El reloj situado en la portada románica, a la derecha de la portada en el centro del tercer sillar, es un ejemplar interesante por tener líneas en la parte superior. Este reloj es comparable a los de San Vicentejo. (José Ignacio Dominguez Amescua. Relojes de Sol en el territorio histórico de Alava y Treviño. N.º 12 Ohitura. Estudios de etnografía Alavesa). Está claro ahora, que las líneas en la parte superior son de tipo filiforme (fina línea incisa) que hemos estado mencionando hasta la fecha y que el reloj canónico se realizó sobre esta piedra sillar reutilizada y que contenía dichos grabados.

En el siglo VII tomaron relevancia las órdenes benedictinas. En el año 529, el fundador de esta orden religiosa, san Benito, prescribe desde su monasterio unas Reglas precisas por las que todos los monjes benedictinos de Europa deben regirse. Ya desde sus orígenes, la Iglesia católica quiso santificar determinadas horas del día con una oración común. San Benito denominó a estas horas de rezo “horas canónicas”, y así se haría desde el siglo VI. El nombre proviene de las normas o cánones proporcionados por la Iglesia.

La gnomónica de estos siglos derivó a la construcción de relojes de misa o relojes de horas canónicas, en ellos se indicaban las horas de rezo. Estos relojes se encuentran ubicados generalmente en las fachadas meridionales de iglesias o monasterios.

En la mayoría de las ocasiones, cuando se cita una hora del día en un documento medieval se hace referencia a las horas canónicas, reguladas ya por la regla de San Benito, eran:

  • Maitines o Vigiliae. En la mitad de la noche.
  • Laudes o Matutini. Entre maitines y prima.
  • Prima. Cuando el Sol empieza a aparecer por el horizonte.
  • Tercia. Entre prima y sexta.
  • Sexta. Mediodía.
  • Nona. Entre sexta y vísperas.
  • Vísperas. Al ponerse el Sol.
  • Completas. Antes de acostarse, en plena noche.


Hemos de tener en cuenta que su correspondencia con nuestras horas del día actuales no es siempre la misma variando con la duración del día según las distintas estaciones del año.

Únicamente la sexta coincidirá siempre con el mediodía de nuestra hora solar, pero la prima y las vísperas son muy variables, así como los períodos comprendidos entre ellas.

Para conocer estas horas los más habitual era disponer un sencillo reloj de sol en la fachada de la iglesia o de la ermita más cercana. Son numerosos los relojes de sol con horas canónicas que han llegado hoy en día, pero son escasísimos los que pueden estar datados con exactitud dentro de la Alta Edad Media, ya que no hay ningún documento sobre este tipo de relojes canónicos.

Y de menor importancia, por ser más recientes, las cruces que se encuentran en varias piedras sillares en su fachada o al menos eso se intentó hacer.

Cruz grabada en San Román de Tobillas
Cruz grabada en San Román de Tobillas

Este artículo no hubiese sido posible sin la necesaria colaboración y orientación de mi amigo, Antxoka Martínez Velasco, Arqueólogo.

Juan Carlos Abascal Ruiz de Aguirre, Investigador e Historiador de Valdegovía
Espejo-Valdegovía – Mayo 2019

Bibliografía

  • Aportaciones al debate sobre la arquitectura prerrománica peninsular: La Iglesia de San Román de Tobillas (Alava), por Agustín Azkárate Garai-Olaun, Universidad del País Vasco- Euskal Herriko Unibertsitatea. Archivo Español de arquitectura AEspA. 68, 1995.
  • Tableros de Juegos medievales en la Cuenca de Pamplona. Pedro Argandoña Ochandorena. Kobie Serie Antropología Cultural nº 14
  • Los grabados rupestres del despoblado medieval de Revenga (Burgos). José I. Padilla – K.A. Rueda. Munibe (Antropología-Arkeología) nº 62
  • Tradición y continuidad en el arte rupestre en la antigüedad tardía. Juan A. Gómez Barrera.
  • Relojes de Sol en el territorio histórico de Alava y Treviño. José Ignacio Domínguez Amescua. N.º 12 Ohitura. Estudios de etnografía Alavesa
  • Estelas e inscripciones medievales del País Vasco (Siglos VI-XI) I. País Vasco Occidental. Agustín Azkárate Garai-Olaun e Iñaki García Camino.

  1. Colección diplomática de San Salvador de Oña (Madrid 1950) tomo I, pp 2-3: Et XX et III airas in Salinas et suo puteo et ratione in illas fontes

Artículo preparado en colaboración con Confer.shop

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