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El oricuerno o alicornio: el unicornio en tierras de Castilla

por Javier Iglesia Aparicio
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Unicornio talaldo en un capitel románico de la iglesia de Soto de Bureba (Burgos)

Entre los mitos castellanos se menciona, desde la época medieval, un ser legendario llamado oricuerno o alicornio. Se trata, ni más ni menos, del nombre que se daba popularmente al unicornio en Castilla. Generalmente se le describe como un caballo blanco dotado con un potente cuerno frontal en forma de espiral. En ocasiones se le adornaba con más detalles: patas de gamo, cola de león, cabeza púrpura, ojos azules, alitas encima de las pezuñas o bien dos grandes alas que le permitían volar.

Este ser indómito es protagonista de numerosas leyendas castellanas y era buscado sobre todo por las propiedades de su cuerno. Con él se hicieron elementos mágicos como cruces destinadas a ahuyentar a cualquier bestia o alejar espíritus malignos.

Además, la ralladura del cuerno de oricuerno era el ingrediente indispensable para elaborar pócimas y ungüentos que remediaban la impotencia, curaban envenenamientos, descontaminaban aguas ponzoñosas e incluso convertían a las mujeres en hombres en el día de San Juan.  Así lo afirman numerosos eruditos antiguos como André Thevet en su Sobre la Cosmografía de Levante (1554) o Maximiliano Calvi en su Tractado de la Hermosura y del Amor (1576) quien, hablando de la diferencia entre el amor y Cupido dice que el amor es como «alicornio que torna saludable cualquier agua enpoçoñada adonde beviere y el otro como abominable sapo a las aguas cristalinas enponçoña».

Incluso una leyenda afirma que el rey Enrique IV de Castilla, llamado el Impotente, llegó a enviar emisarios a África en busca del mítico oricuerno, debido a las propiedades afrodisíacas que se le atribuían –y que en realidad no era sino el cuerno del rinoceronte, un animal entonces desconocido en Europa– y un precedente al problema que hoy en día persiste con la caza del rinoceronte y las propiedades que los chinos atribuyen a su cuerno. Esta leyenda fue recogida en la novela En busca del unicornio de Juan Eslava Galán.

Ejemplo de la importancia del oricuerno o alicornio como símbolo de pureza, fuerza y valor en el cuadro que Juan Ricci pintó para el monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja) representando al patrón de Castilla, San Millán, montado sobre un alicornio con una espada flamígera y combatiendo a las tropas musulmanas en la batalla de Hacinas.

San Millán en la Batalla de Hacinas

El cuerno y el agua del alicornio

En la tradición castellana, el cuerno de alicornio tenía propiedades medicinales y pasaba de generación en generación, de padres a hijos o bien se conservaba como un bien comunal en una capilla de la iglesia.

Se empleaba como amuleto contra el mal de ojo. Tenía también la propiedad de convertir en medicinal el agua con solo introducir un fragmento de cuerno de alicornio en un caldero de agua y, tras hacer un número impar de cruces, se decía una oración o bendición. Según dicen, este agua de alicornio o alicor (que no debía beberse) sanaba las picaduras de abejas y las mordeduras de animales venenosos, principalmente serpientes y culebras, tanto en animales domésticos como en humanos, bajando al poco la hinchazón. En realidad el cuerno de alicornio no era sino un cuerno de ciervo, corzo o gamo.

F. Roberto Gordaliza en su obra Historia y leyendas palentinas, cuenta una leyenda llamada El agua del alicornio, recogida en las localidades palentinas de Brañosera y Villanueva de la Torre y protagonizada por el alicornio, representado por un animal de gran fiereza que solo podía ser amansado si una joven virginal le ofrecía uno de sus pechos.

Unicornio talaldo en un capitel románico de la iglesia de Soto de Bureba (Burgos)
Unicornio tallado en una dovela de la portada románica de la iglesia de Soto de Bureba, s. XII (Burgos)
Unicornios enfrentados en un capitel románico de la iglesia románica de Bárcena de Pienza (Burgos)
Unicornios enfrentados en un capitel románico de la iglesia románica de Bárcena de Pienza (Burgos)

La leyenda del oricuerno de Cuenca

Recogida por Aurelio M. Espinosa en sus Cuentos populares españoles (1946) y también por Antonio Rodríguez Almodóvar en Los cuentos maravillosos españoles (1982) la Leyenda del Oricuerno de Cuenca narra, a grandes rasgos,  la historia de una joven que se encuentra inmersa en un triángulo amoroso y que, tras algunos sucesos trágicos, decide huir de su tierra haciéndose pasar por un hombre.

Después de un tiempo, termina uniéndose a la hija de un rico comerciante, a la que después del casamiento le revela su secreto. Sin embargo, las murmuraciones de las gentes del pueblo ponen en entredicho la sexualidad de la joven, dado que el joven matrimonio no acababa de tener hijos. La inquietud de su suegro le lleva a ingeniar diversas pruebas con las que intenta acabar con los comentarios y dejar clara, delante del pueblo, la condición varonil del marido de su hija.

Después de diversas peripecias, en una de las pruebas, cuando la protagonista se encuentra en el bosque dispuesta a sumergirse en el río en compañía del suegro, aparece el oricuerno, que, tras pedirle que se desnudara y hacerle con su cuerno una cruz en el empeine, le concede el deseo de cambiar su sexo.

La marca del oricuerno
La marca del oricuerno, álbum del grupo de folk castellano Aljibe