En el monasterio de San Salvador de Oña, fundado por el conde castellano Sancho García en el año 1011, se han conservado, aunque en muy mal estado, cinco fragmentos de la aljuba (mortaja funeraria de factura islámica) de dicho conde, muerto en el año 1017. De los cinco fragmentos, cuatro están exentos y el quinto está adherido a un bote de marfil que también pertenecía al ajuar funerario del conde. Fueron encontrados en 1968, bajo el retablo de Santa Escolástica, por el párroco de Oña, Agustín Lázaro López.
Se trata de un hecho excepcional pues son escasísimas las muestras de tejidos altomedievales y en concreto de inicios del siglo XI que han llegado hasta nuestros días.
Los restos conservados de la aljuba son tejidos de origen hispanomusulmán bordados con hilos de seda e hilos entorchados en oro sobre una tela de lino. La decoración es muy variada y típica de la decoración omeya: figuras geométricas como estrellas y círculos concéntricos; temas vegetales como el árbol de la vida; animales como el ave fénix, leones, águilas, gacelas…; e incluso de personas como un dignatario sentado en un trono bebiendo. También tienen inscripciones en caracteres cúficos de versículos del Corán.
En cuanto al bote de marfil, se ha conservado en buen estado y también es de procedencia cordobesa. En su interior hay tejidos hispanomusulmanes, uno de ellos perteneciente a la aljuba del conde y adherido a la tapa del bote.
El estado de conservación de las telas es muy deficiente no solo por su antigüedad sino por la exudación del cuerpo amortajado. El proceso de deterioro ha sido frenado gracias a una intervención realizada entre los años 2003 y 2006. Actualmente se encuentra expuesta en el monasterio de San Salvador de Oña. Para conocer más sobre las características y sobre el proceso de restauración recomendamos la lectura de este artículo realizado por las autoras del mismo.