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San Perfecto de Córdoba, mártir mozárabe

por Javier Iglesia Aparicio
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Grabado de San Perfecto de Córdoba (1847)

[? – Córdoba, 18 abril 850] Presbítero y primero mártir mozárabe de Córdoba

Perfecto era un sacerdote cordobés de la basílica de San Acisclo de Córdoba, donde había sido educado en su juevtnutd y que además era conocedor de la lengua árabe. San Eulogio atribuye el origen del episodio martirial a la ejecución de Perfecto, un crimen que movió a muchos a lanzarse a la palestra.

Un día del año 850, Perfecto había salido a la calle a cumplir con un cometido particular, cuando fue abordado por un grupo de musulmanes estacionados en la vía pública, quienes le invitaron a exponer su idea de Cristo y de Mahoma. Perfecto, primero rehusó, pensando en las posibles consecuencias, y luego pidió garantías temiendo por su seguridad. Los musulmanes se las dieron “fraudulentamente”, diciendo que no tomarían represalias contra él. Le prometieron su lealtad y le instaron a manifestar, sin temor, la opinión que tenían las autoridades cristianas sobre su profeta Mahoma. Perfecto respondió, en árabe, que “era un falso profeta y un hereje de lo más mendaz, por haber engañado a muchos” , el mayor de todos los herejes: “¿cómo va a ser reputado entre los profetas o por qué no va a ser castigado con la maldición celestial quien le arrebató a su esclavo Zaid su esposa Zeinab, cegado por la imagen de su belleza, a la manera de los bárbaros, como el caballo y el mulo carentes de inteligencia, la unió a sí con una adúltera unión, y adujo como pretexto haberlo hecho por mandato de un ángel?”

Mese después, los mismos musulmanes le interceptaron y lo llevaron ante el juez acusándolo de maldecir al profeta Mahoma. Aunque perfecto al principio se retractó de sus palabras, el cadí no hizo caso de su retractación y lo envió a la cárcel, donde Perfecto, reafirmó en sus primeras palabras

San Perfecto de Córdoba según un grabado de 1841
San Perfecto de Córdoba según un grabado de 1841

San Perfecto fue decapitado en una ceremonia pública, para celebrar con su muerte la festividad de la ruptura del ramadán, el 18 de abril del 850. Sus restos fueron enterrados en la iglesia de San Acisclo de Córdoba.

Historia de San Perfecto según Eulogio de Córdoba

PREFATIUS

6. Sed dudum anticeps illis beatae memoriae Perfectus presbyter exstitit, qui ob ejusmodi professionem qua et isti occubuit, sed non eo modo quo ipsi deciderunt. Praedictus namque presbyter coacte ad passionem tractus, viriliter consummavit sancti certaminis cursum. Hi vero sponte sua venientes, acriter hosti resistunt, et quadam violentia per effusionem cruoris regnum coeli capessunt. Quo autem ordine idem venerabilis Perfectus presbyter passionis bravium emeruerit, principium libri secundi exponet; ac deinceps caeterorum nomina, aetates, ortus, temporaque allisionum edicet. Quapropter hanc praefationem in capite voluminis posui, ut inter laudes vituperationesque sanctorum me discurrente, interdum etiam auctori profano obviam venientem lectores mei facilius intelligerent, precibus expiarent, orationibus adjuvarent: et tam de illis, quam de me ipsis favente, judicium proprium et nunc et ante Dominum ferrent. […]

6. No obstante, poco antes les había precedido Perfecto, presbítero de santa memoria, que pereció por la misma profesión de fe que éstos, aunque de modo distinto a como ellos murieron. En efecto, el mencionado presbítero consumó valientemente el curso de su martirio tras haber sido arrastrado a la fuerza a este santo combate; en cambio, éstos vinieron por su propia voluntad a hacer frente encarnizadamente al enemigo y alcanzaron el reino de los cielos con alguna violencia, mediante el derramamiento de su sangre. Por lo demás, la forma en que el venerable Perfecto se ganó el premio de su martirio se expondrá al principio del libro segundo, y a continuación se irán dando a conocer los nombres, edades, orígenes y fechas de las muertes de los demás. […]

LIBER PRIMUS

9. Et licet primo sanctus Perfectus presbyter exemplar detestandi fidei hostem omnibus exhibuerit metumque moriendi pro veritate robur confessionis ejus a multis excluserit (de quo in libro secundo nos plenius locuturos, propitio Deo, spondemus), non tamen parvipendenda est invictissimi illius Joannis constantia praeconabilis, qui inter saeva ac dira flagella forti animo durans, plurimos documento suo ad martyrium incitaverit. […] Nam beatissimus Perfectus presbyter, de quo supra meminimus cui Joannes ad vincula et caedes successit, violenter ad passionem tractus, posteaquam carcerem adiit, divinitus illustratus, ad praeliandum armatus est. Ita ut necessitatem in voluntatem convertens, vim illam coelesti quodam respectu esse considerans, quo martyrio dignus haberetur, totus in superna erigitur, alienatur praesentibus, futurorum commoda praestolatur, et totius mundani expers affectus, ad ea quae diligentibus Deum promissa sunt, futurus martyr aptatur. Hinc saeculo mortuus, et Deo vivens, quod primo se dixisse negaverat, postmodum ultroneus confessor, et athleta fortissimus coram judice asserebat. Magis eligens mori pro veritate, occasione inde sumpta proferendi justitiam Dei gentibus, ac detestandi adversarium fidei, quam negando veritatem tanto se praemio abstrahere.

9. aunque fue en un primer lugar el santo presbítero Perfecto quien dio a todos un ejemplo de repudio al enemigo de la Fe, y la fuerza de su confesión expulsó de muchos el miedo a morir por la verdad —prometemos hablar de él más extensamente en el libro segundo si Dios nos es propicio—, no obstante, no hay que menospreciar la encomiable constancia del invicto Juan […] Por lo demás, el santísimo presbítero Perfecto, a quien el Juan que acabamos de mencionar sucedió en la cárcel y en los golpes, fue arrastrado violentamente a su martirio y, después de entrar en la cárcel, fue iluminado por Dios y armado para el combate de tal manera que, convirtiendo en virtud su necesidad y considerando que aquella violencia tenía cierta solicitud divina a fin de que se le tuviese por digno del martirio, se elevó todo él a pensamientos sublimes, se apartó de los bienes presentes, aguardó los beneficios del futuro y, ajeno a todo deseo humano, se aprestó el futuro mártir para lo que Dios ha prometido a quienes le aman. Y entonces, muerto para el mundo y vivo para Dios, lo que primero había negado haber dicho, luego, mártir voluntario y atleta esforzadísimo, lo afirmó ante el juez, y prefirió morir por la verdad, tomando de allí ocasión para proclamar a los gentiles la justicia de Dios y abominar del enemigo de la Fe, antes que hurtarse a tamaño premio negando esa Verdad.

LIBER SECUNDUS. CAPUT PRIMUM. De Perfecto, presbytero Cordubensi, martyre.

1. In nomine Domini. Regnante in perpetuum Domino nostro Jesu Christo, anno incarnationis ejus octingentesimo quinquagesimo, aera octingentesima octuagesima octava, consulatus autem Habdarrahagman vicesimo nono: cujus temporibus rebus et dignitate gens Arabum in Hispaniis aucta, totam pene Hiberiam diro privilegio occupavit; Cordubam vero, quae olim Patricia dicebatur, nunc sessione sua urbem regiam appellatam, summo apice extulit, honoribus sublimavit, gloria dilatavit, divitiis cumulavit, cunctarumque deliciarum mundi affluentia (ultra quam credi vel dici fas est) vehementius ampliavit: ita ut in omni pompa saeculari praedecessores generis sui reges excederet, superaret, et vinceret. Dumque sub ejus gravissimo jugo Ecclesia orthodoxorum gemens, usque ad interitum vapularet, venerabilis memoriae Perfectus presbyter, Cordubae natus, et sub paedagogis basilicae sancti Aciscli clara eruditione nutritus, plenissime ecclesiasticis disciplinis imbutus, et vivaci educatione litteraria captus, necnon ex parte linguae Arabicae cognitus, totam pene juventutem in praedicto transegit coenobio.

1. En el nombre del Señor; reinando por siempre nuestro Señor Jesucristo, corría el año 850 de su encarnación, era 888 y año vigésimo noveno del reinado de Abderramán, y a la sazón el pueblo árabe, grande en riquezas y dignidad en Hispania, se había apoderado con un infausto dominio de casi toda Iberia, y en cuanto a Córdoba, a la que otrora se decía Patricia y ahora se llama ciudad real por residir el monarca, la había encumbrado en lo más alto, enaltecido con honores, dilatado en gloria, colmado de riquezas y aumentado enormemente con abundancia de todas las exquisiteces del mundo, más allá de lo que se puede creer o decir, de suerte que excedió, superó y venció en cualquier fasto mundano a los anteriores reyes de su linaje, mientras que bajo su pesadísimo yugo la Iglesia católica gemía y era azotada hasta su destrucción. Entretanto, Perfecto, presbítero de venerable memoria nacido en Córdoba, criado y educado con brillantez por los maestros de la iglesia de San Acisclo, instruido de la forma más cumplida en las disciplinas eclesiásticas, imbuido de una viva formación en letras y aún algo versado en la lengua árabe, había pasado casi toda su juventud en la mencionada congregación.

2. Quodam vero die dum ob rei familiaris necessitatem iter perageret, et rerum domesticarum commodis consulens, per urbem ingrederetur, quorumdam gentilium sciscitationibus de fide catholica exploratur, suumque coram eis de Christo, et propheta Mahomat testimonium proferre jubetur. Qui continuo diffuso ore divinitatis Christi potentiam profitens, et esse Deum super omnia benedictum in saecula praeconans: «Vatem (inquit) vestrum qualiter apud catholicos habeatur exponere non audeo, quia gravi molestia propter hoc vos vulnerari non ambigo. Verum si foedus intercesserit amicabile, et pacificam fidei pactionem accommodatis, dicam quo Evangelii testimonio denotetur, vel qua veneratione a christicolis excolatur.» Illico fraudulenter fidem spondent, et quidquid de illo apud religiosos tenetur, omni pulsa formidine enarrare compellunt. Ad haec prudens sacerdos Arabice illos reciprocans pseudoprophetam illum et falsissimum dogmatistam, quia plures seduxerit, ex Evangelio protulit, dicens: «Multi pseudoprophetae venient in nomine meo, et multos seducent: et dabunt signa magna, et prodigia, ita ut in errorem inducantur, si fieri potest, etiam electi (Matth. XXIV, 24).» «E quibus inter caeteros summus hic propheta vester hostis antiqui praestigiis occupatus, daemoniorum figmentis illectus, maleficiorum sacrilegiis deditus, multorum parvipendentium corda lethali veneno corrumpens, aeternae perditionis laqueis mancipavit. Sic nulla spiritali discretus prudentia, principi Satanae eorum fidem accommodat, cum quo ipse asperrima inferorum luiturus tormenta, vos quoque sequipedas secum arsuros, inexstinguibilis camini deputavit incendiis. Nam quo pacto inter prophetas reputabitur, aut quare non maledictione coelesti plectetur, qui Zeinab uxorem vernaculi sui Zaid specie decoris ejus obcaecatus, jure barbarico auferens, sicut equus et mulus, in quibus non est intellectus (Psal. XXXI, 9), adulterina sibi copula nexuit, seseque ex jussu angeli hoc egisse praedixit?» Multa deinde beatus Perfectus de foeditatibus et libidinibus quae lege Mahometica praecipiuntur, superaddidit; et tandem finem his verbis fecit: «Sic fautor immunditiae, et libidinum voluptatibus serviens, omnes vos perennis luxuriae impuritatibus dedicavit.» Alia etiam plura, prout noverat, de ipsius nefandissima doctrina eis exponens, multaque auditui exosa coram omnibus denuntians, licet non tunc illum superbo oculo impetierint, accensum tamen ultionis furorem in corde ad perniciem ejus reponunt.

2. Un día que se había puesto en camino por una necesidad familiar y andaba por la ciudad para atender al beneficio de sus asuntos privados, se vio interrogado por las preguntas de algunos gentiles acerca de la fe católica y fue obligado a manifestarse en presencia de ellos sobre Cristo y el profeta Mahoma. De inmediato confesó él ampliamente el poder de la divinidad de Cristo y proclamó que era Dios bendito sobre todas las cosas por los siglos de los siglos; «Respecto a vuestro profeta —dijo—, no me atrevo a exponer cómo se le tiene entre los católicos, porque no dudo que os sentiréis gravemente heridos por ello; pero si media un pacto amistoso y comprometéis pacíficamente vuestra palabra, os diré con qué testimonio del Evangelio se le tacha y qué veneración le tienen los cristianos». Al instante le dieron su palabra fraudulentamente y lo empujaron a contar sin temor alguno todo lo que opinaban de aquél los religiosos. Contestándoles a esto en árabe, el prudente sacerdote declaró conforme al Evangelio que aquél era un falso profeta y un dogmatista de lo más falaz por haber engañado a muchos, y les dijo: «Muchos falsos profetas vendrán en mi nombre y engañarán a muchos, y obrarán muchas señales y prodigios para inducir a error, si es posible, incluso a los elegidos. De ellos, el mayor de todos es este profeta vuestro invadido por los engaños del antiguo enemigo, seducido por las invenciones de los demonios y entregado a sacrilegios y maleficios, que ha corrompido con mortal veneno los corazones de muchos descreídos y los ha entregado a los lazos de la perdición eterna. Así, falto de toda sabiduría espiritual, acomoda la fe de aquéllos a su soberano Satán, con quien él mismo sufrirá los durísimos tormentos de los infiernos tras haberos condenado también a vosotros, sus seguidores, a los fuegos del horno inextinguible para que ardáis con él. Pues, ¿cómo va a ser considerado entre los profetas, o por qué no va a ser castigado con una maldición del cielo quien, como un bárbaro, le quitó a su criado Zaíd su esposa Zeinab, obcecado como estaba por la belleza y hermosura de ésta, y, como el caballo al mulo, que no tienen inteligencia, se unió a ella en adulterio y declaró haberlo hecho por orden de un ángel?». Luego el bienaventurado perfecto añadió otras muchas cosas sobre las porquerías y voluptuosidades que se prescriben en la religión mahometana y finalmente acabó con estas palabras: «De esa manera, el protector de la inmundicia y esclavo de placeres voluptuosos os ha entregado a todos a las impurezas de una perenne lujuria». Y mientras, según sabía, seguía exponiéndoles más cosas sobre la abominable doctrina de aquél y denunciando ante todos muchos detalles odiosos de oír, pese a no atacarlo entonces con sus soberbia mirada, guardaron, no obstante, encendido en su corazón un vengativo furor en perjuicio de aquél.

3. Perficit Dei famulus sibi hinc necessariae rei utilitatem; et expleto sui itineris cursu, propriae quietis cellulam repetens, securus aliquandiu permansit. Caeterum post non longam digressionem temporis, dum occasio familiaris necessitatis eum aliquo ire compelleret, casu per eosdem, cum quibus dudum conflictum gesserat, habuit commeatum. Quem aemuli venientem ab eminus contuentes, aeternum adversus eum sub pectore vulnus servatum, in apertum produnt incendium, et in vindictam sui vatis circumastantium hoc modo hortantur conventum: «Ecce quem temeraria pridem impellente insania, tanta coram nobis adversus vatem (psallat Deus super eum, et salvet eum) maledictionis verba protulit, quanta nullus vestrorum auditus potest perferre.» Hoc autem genere benedictionis semper ad honorem ejus utuntur: Zalla, Allah, Halla, Anabi. V. A. Zallen. Quod Latine dicitur, Psallat Deus super prophetam, et salvet eum. Et ita quasi apes stimulatae, tota illa cohors perditionis in eum furibunda consurgens apprehensum sub omni celeritate judici vix plantis solum tangentem offerunt, atque hujusmodi de eo testimonium proferunt: «Hunc, quem tuis reverentissimis tribunalibus, judex, attraximus, maledixisse prophetam nostrum, ejusque cultoribus exprobrasse comperimus. Quae vero sententia tales ausus compescat, furiamque retundat, melius tua novit prudentia cogitare.» Tunc judex iniquitatis ergastulis futurum Dei martyrem tradit, ferroque vinctum importabili pondere vinculorum coarctans, victimandum in eo die differt, quo profanis ritibus festivum paschae gaudium apud eos excolitur. Vadit miles Christi exsultantibus animis abdita carceris petens, laetusque illum reorum specum, quasi ad epulas invitatus, ingreditur. Ubi summa timoris et sanctimoniae reverentia praeditus, vigiliis, orationibus, atque jejuniis inserviens, fertur suam sententiam, quam dudum ante judicem formidine mortis negaverat, fortiori mente in virtute sancti Spiritus confirmasse. Et priusquam foro plectendus educeretur, tradunt prophetico vegetatum spiritu de quodam eunucho vocabulo Nazar, claviculario proconsule (qui eo tempore totius reipublicae in Hispaniis administrationem gerebat), dixisse: «Hunc quem hodie super omnes Hiberiae primates fastus principatus extollit, et coelotenus gloriosa potestas in hac parte occidua sublimavit, revoluto venturi anni curriculo ipsum, quo me prosterni die decreverit, non attinget.» Quod ita divina virtus, ut confessori suo jam quidem per squalores carceris elimato revelaverat, implere non distulit.

3. Llevó luego a cabo el siervo de Dios el asunto que lo reclamaba y, tras completar el trayecto de su camino, regresó a la tranquilidad de su celda y permaneció algún tiempo a salvo. Mas tras un lapso no largo de tiempo, al tener que ir a alguna parte con motivo de un asunto familiar, hubo de pasar casualmente entre los mismos con los que hacía poco había tenido el choque. Cuando sus enemigos lo vieron venir de lejos, exteriorizaron en un abierto incendio la herida que siempre habían guardado contra él en su pecho, y de tal modo arengaron al grupo de los presentes en venganza de su profeta: «Mirad a quien hace poco, empujado por una temeraria locura, profirió ante nosotros unas maldiciones tan grandes como ninguno de vuestros oídos podría soportar contra el Profeta, Dios lo bendiga y lo salve». Y es que usan siempre este tipo de bendición en honor de aquél: «Zalla Allah Anabi Ua Zallen», que en latín quiere decir «Dios bendiga al Profeta y lo salve». Y así, como abejas irritadas, todo aquel grupo de perdidos se levantó furibundo contra él y, tras agarrarlo, a toda velocidad y casi sin que tocara el suelo con los pies, lo presentaron ante el juez y testificaron así sobre él: «Éste a quien hemos arrastrado a tu reverendísimo tribunal, juez, hemos averiguado que ha maldecido a nuestro profeta y ha denostado a sus fieles. La sentencia que reprima tales atrevimientos y refrene su extravío, tu sabiduría sabe meditarla mejor». Entonces el inicuo juez metió en un calabozo al futuro mártir de Dios, aherrojándolo y atenazándolo con una insoportable carga de cadenas, y aplazó su inmolación hasta el día en que con ritos profanos se celebra entre ellos la festividad de la Pascua. Marchó el soldado de Cristo con ánimo jubiloso en dirección a las profundidades de la cárcel y penetró alegre, como invitado a un banquete, en aquella mazmorra de condenados. Allí, con un enorme y santo temor de Dios, se consagró a vigilias, oraciones y ayunos, y se dice que las palabras que hacía poco había negado ante el juez por miedo a morir, las confirmó entonces con ánimo más valeroso por la gracia del Espíritu Santo. Y, antes de que lo sacaran a la plaza para ser ejecutado, cuentan que, animado de espíritu profético, dijo sobre cierto eunuco de nombre Nazar, ministro del tesoro que a la sazón administraba todo el Estado de Hispania: «Éste a quien el esplendor de su privanza eleva hoy sobre todos los próceres de Iberia y a quien su glorioso poder ha levantado hasta el cielo en esta tierra occidental, en el curso del año venidero no alcanzará el día en el que ha decretado matarme». Y esto no tardó en cumplirlo la divina gracia, tal como se lo había revelado a su confesor, ya bien purificado a través de las inmundicias de la cárcel.

4. Exactis igitur non multis in carcere mensibus, post expleta jejuniorum suorum tricenna diecula, in quibus gastrimargiae crapulis, et fluxu libidinis, sicuti in primo libro digestum est, propensius solito insistunt; illucescit martyri caeteris temporibus gloriosior dies: ille scilicet, quem solemni veneratione summoque tripudio ritu vanae legis gerunt dicatum. In quo se magnum Deo suo praestaturi arbitrantes obsequium, eductum ex antro gladio vindice trucidarunt confitentem Christum in gloria Deitatis manentem, et Ecclesiae catholicae inimicum liberis vocibus exprobrantem atque dicentem: «Prophetam vestrum et maledixi, et maledico, virum daemoniorum, magum, adulterum, et mendacem: sicuti professus sum, et profiteor. Profanationes sectae vestrae commenta diaboli esse denuntio. Vos quoque cum ipso duce tenebrarum aeterna luituros tormenta protestor.» Turba vero gentilium, quae intuitu tantae festivitatis in campum ultra pontem fluminis, in parte ab urbe Australi situm, latissima planitie ad exorandum processerat, ovans praepeti regressu ad necem martyris contemplandam sese divertit. Quae jam prostratum ante fores praetorii, suoque se volutantem sanguine cernens, illitis quoque et ipso exstincti sacerdotis cruore vestigiis, aucta jucunditate, ad exsolvendum sacrilegium voti compos regreditur. Nihilominus commoda se facilius potitura confidens, quae tanti hostis sanguine combinatis gressibus incedebat.

4. Así pues, pasados no muchos meses en la cárcel, una vez cumplidos los treinta días de sus ayunos, esos en los que, como se ha referido en el libro primero, se dan con más propensión de la habitual a excesos de gula y al desenfreno de su lujuria, despuntó para el mártir el día más glorioso de todos, es decir, el que según el rito de su vana religión tienen consagrado a un solemne culto y un supremo júbilo. En él, creyendo prestar a su dios un gran servicio, lo sacaron de la mazmorra y lo mataron con vengadora espada, mientras proclamaba que Cristo poseía la gloria de la divinidad y censuraba libremente al enemigo de la Iglesia católica diciendo: «A vuestro profeta lo maldije y lo maldigo; que es un hombre endemoniado, un hechicero, un adúltero y un embustero, tal como lo declaré lo declaro; los sacrilegios de vuestra secta denuncio que son invenciones del diablo, y afirmo que también vosotros sufriréis con vuestro propio caudillo los eternos tormentos del infierno». Por su parte, la muchedumbre de infieles, que con ocasión de tamaña festividad habían salido a hacer oración a la llanura del otro lado del puente del río, en la extensa explanada de la parte sur de la ciudad, se apartó con rapidez y júbilo a contemplar la muerte del mártir; y al verlo muerto ya a las puertas del alcázar y revuelto en su propia sangre, mojó también sus pies en la misma sangre del sacerdote muerto y, dueña ya de su deseo, volvió con crecida alegría a cumplir con sus sacrilegios, fiada en que no dejaría de alcanzar beneficios con gran facilidad, pues marchaba con los pies manchados con la sangre de tamaño enemigo.

5. Sed ad propositum redeamus, et quod ad laudem sui martyris, ipso die quo decidit, divina pietas fuerit operata, sicut plurimorum fideli relatione comperimus, referamus. Nam celerem ad vindicium sui militis ultionem effundens, nonnullos de pessimorum caterva gurgite fluviali immersit. Regredienti namque vulgo a loco orationis, quo ritu sacrilego irrita vota persolverat, plerique ascensis navibus dorso vectantur aequoreo: sectoque carinis et praepeti navigio amne, domum revertunt. Inter quos una fluctuatione undarum eversa navicula, quae octonis homunculis vehiculum inter fluctus praestabat, gremio interioris abyssi reconditur. Vix inde nando sex evadentibus, bini naufragio perierunt. Ut non esset vacua Scriptura, quae dicit: Ego Dominus dabo impios pro morte tua, et divites pro sepultura tua (Isa. LIII, 9). Unum enim in coelum crudelitas persequentis praemisit, et duos inferis saeva tempestas fluminis dedicavit. Corpus autem sancti martyris piis religiosorum officiis, dignoque praesulis et sacerdotum obsequio in Basilica beati Aciscli, in eo titulo, quo felicia ejus membra quiescunt, humatur. Illudque prophetismum divinitus ore ejus prolatum de proconsule eunucho claviculario Nazar, ita (Deo dispensante) impletum est ut carcere adhuc religatus convinctis praedixerat. Nam priusquam in anno altero profanae solemnitatis paschale gaudium perituris occurreret, multis ante diebus eunuchus idem occubuit. Ignita namque febre intrinsecus viscera ejus adusta, et (ut nonnulli ferunt) toxica potione corrupta, ante obitum, dum urgente corporali necessitate ad purgandum alvum secretius cubiculum peteret, disco effusa sunt, et interiit. Sicuti quidam poeta christicola Arii finem describens, heroice lusit, dicens: Visceribus fusis vacuus quoque ventre remansit. Sic namque Dominus utroque miraculo militem suum glorificans, magnae spei solatiis fidelium vota corrobonat, impiorumque sacrilegam vanitatem stupore vehementi exturbat. Haec nos perpauca ex gestis beati Martyris dixisse sufficiat, quae viris catholicis referentibus, qui ejus contuberniis a principio in vinculis adhaeserunt: sed et ipsorum ethnicorum relatione vera esse cognovimus, dum nos tempore compeditionis nostrae omnes, cum quibus ille Martyr futurus morabatur, vix paucos solutos reperimus. Consummavit autem vir Dei cursum agonis sui in pace quarto decimo kalendas maias, die sexta feria, aera, qua supra adnotatum est.

5. Pero hemos de volver a nuestro propósito y referir, tal como lo averiguamos por la fiel declaración de muchos, lo que la justicia divina obró en loor de su mártir el mismo día en que cayó. En efecto, descargando un rápido castigo en venganza de su soldado, hundió en las aguas del río a algunos de la multitud de los malvados. Y es que, al regresar el populacho del lugar de oración en que había satisfecho sus vanos votos conforme a su sacrílego rito, muchos se montaron en barcas para ir por la superficie del agua y volver a casa surcando el río con sus quillas y en rápida navegación. Entre ellos, a causa del vaivén de las olas, volcó y se hundió en las profundidades del abismo una barquilla que en las aguas servía de vehículo a ocho individuos. Aunque seis se escaparon a duras penas de allí a nado, dos perecieron en el naufragio, de suerte que no quedó sin efecto el pasaje de las Escrituras que dice: «Yo el Señor ofreceré a impíos por tu muerte y a ricos por tu sepultura». En efecto, a uno lo envió al cielo la crueldad del perseguidor y a dos los entregó a los infiernos la feroz agitación del río. Por lo demás, el cuerpo del santo mártir fue enterrado con los piadosos oficios de los religiosos y con un digno servicio del obispo y sacerdotes en la iglesia de San Acisclo, en la capilla en la que reposan los bienaventurados restos de éste. Y en cuanto a la profecía que su boca reveló por inspiración divina acerca del eunuco y ministro del tesoro nazar, se cumplió por disposición de Dios tal como había vaticinado a sus compañeros de prisión cuando aún estaba encadenado en ella. En efecto, muchos días antes de que el año siguiente les llegase a los perdidos la alegría de la profana festividad de su pascua, murió ese mismo eunuco. Y es que sus vísceras, abrasadas internamente por una ardiente fiebre y, según cuentan algunos, deshechas por un bebedizo, se derramaron en un bacín antes de su muerte, cuando ante el apremio de una necesidad corporal se dirigía en secreto a purgar su vientre en una estancia, muriendo él tal como cierto poeta cristiano, al describir el fin de Arrio, compuso en hexámeros con estas palabras: «Derramadas sus vísceras quedó también vacío de vientre». Glorificando, pues, así el Señor a su soldado con ambos prodigios, confirmó los votos de los fieles con el consuelo de una gran esperanza y turbó la sacrílega religión de los impíos con un enorme estupor. Baste con haber dicho estas pocas cosas de los hechos del santo mártir, que sabemos que son ciertas por el relato de los católicos que desde el principio estuvieron en su compañía en la cárcel, pero también por la declaración de los propios paganos, pues en la época de nuestro encarcelamiento, de todos con los que vivió aquel futuro mártir, apenas encontramos a unos pocos liberados. Por lo demás, el santo consumó en paz el curso de su martirio el 18 de abril, viernes, el año que arriba se ha señalado.

6. Res vero tanti facinoris in sacerdote commissi, multos otio securae confessionis per deserta montium, et nemora solitudinum in Dei contemplatione fruentes, ad sponte et publice detestandum, et maledicendum sceleratum vatem exsilire coegit, majorisque ardoris fomitem moriendi pro justitia cunctis ministravit. Et quod ab isto uno infida persecutorum exsecutio primitus violenter extorsit, et quod in hunc calida circumventione suadendo ulciscitur; postmodum in plurimos ultro se tali discrimini offerentes exhorruit. Adeo namque terrore nimio ethnicorum universitas in horum progressu concussa est, ut perditionem reipublicae regnique sui excidium jam imminere arbitraretur, ac nostros athletas ab hujusmodi intentionibus inhiberi suppliciter exoraret. Sed nos, sicut hujus voluminis praefatio continet, nostrorum agonistarum aetates, ortus, temporaque decisionis fideli prosequamur stylo; ut quod divino munere nobis, nostraeque aetati conjunctum est, propriis scilicet obtutibus sanctorum contemplari agonem, venturis etiam saeculis pura libelli series innotescat. Ut nostri quoque gaudii futura generatio particeps fiat, dum mente credula vera esse non abnuat, quae sibi catholicorum mandasse industria lectitat.

6. El que se hubiera cometido tamaño crimen contra un sacerdote, a muchos que en la contemplación de Dios disfrutaban de la tranquilidad de una religiosidad segura entre montes desiertos y bosques solitarios los empujó a saltar para abominar y maldecir voluntaria y públicamente al criminal profeta, y proporcionó a todos un estímulo más ardoroso de morir por la Fe. Y lo que en un primer momento arrancó de éste solo con violencia la traicionera denuncia de sus perseguidores, y lo que castigó en él tras inducirlo con astutos engaños, lo temió luego en muchos que se ofrecieron voluntariamente a tal peligro. Y es que con tan excesivo miedo se vio conmocionada la totalidad de los paganos ante la iniciativa de éstos, que pensó que se cernía ya la ruina de su Estado y la destrucción de su reino, y suplicó humildemente que se apartase a nuestros atletas de tales intenciones. Pero nosotros, como refiere el prefacio de este volumen, hemos de exponer con fiel pluma la edad de nuestros combatientes, sus orígenes y las fechas de sus decapitaciones, a fin de que el puro contenido del libro dé a conocer también a los siglos venideros lo que por don divino se ha asociado a nosotros y a nuestra época, a saber, contemplar con nuestros propios ojos la lucha de los santos, a fin de que la futura generación participe también de nuestro gozo, mientras que confiadamente no rechace la verdad de lo que lee que le ha transmitido el celo de los católicos.

Latín: Memorialis Sanctorum; castellano:  Obras completas de San Eulogio de Córdoba

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