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[¿- Uclés o Santaver, d. 1066] En árabe عبد الملك بن عبد العزيز المظفر
Rey de la taifa de Valencia (1061-1065/66)
Segundo rey de la dinastía amirí de la taifa de Valencia. Su nombre completo era ʿAbd al-Malik ben al-Mansur ʿAbd al-ʿAzīz ben an-Nasir ʿAbd ar-Rahman ben al-Mansur ben Abi Amir.
Hijo de ʿAbd al-ʿAzīz ben ʿAbd al-Raḥmān, rey de Valencia, y por lo tanto nieto de ʿAbd al-Raḥmān Sanchuelo y bisnieto de Almanzor.
Gobierno de la taifa de Valencia (1061-1065/66)
Sucedió ʿAbd al Malik a su padre cuando este murió en du-l-hiyya del año 452H (27 de diciembre 1060 – 25 enero de 1061), del cual había sido proclamado heredero con anterioridad, según consta en sus monedas, en las que figura con ambos citados sobrenombres.
Al acceder al trono, aún no había alcanzado la pubertad y parece que tenía escasas dotes, por lo que, según señala el cronista Ibn al-Jatib todo el poder lo acaparó entonces el secretario de su padre, cuyos asuntos había dirigido, Ibn ʿAbd al Aziz que era más conocido como Ibn Rawbas al-Qurtubi y fue uno de los más destacados secretarios de su época.
La Crónica anónima de los reyes de taifas hace esta semblanza poco favorecedora :
Ibn Ḥayyān ha dicho: ” ʿAbd al-Malik se daba a la bebida [y] carecía de cualidades loables, a más de [mostrar] tibieza [en materia] de religión. Le faltaban las cualidades del hombre superior [haciendo gala] de gran negligencia se hundía en el abismo de los placeres. No se cuidaba de las amonestaciones del amonestador ni aceptaba los buenos consejos del consejero leal. Eso le llevó a su deposición y a la desaparición de su realeza. Y [así] continuó [comportándose] de la misma forma tras su deposición, hasta su muerte.”
Crónica de anónima de los reyes de taifas, pp. 44-46
Adoptó el título de al Muẓaffar, el Triunfante, que había sido llevado por el hermano de su abuelo, ʿAbd al Malik al Muẓaffar. Asimismo se tituló con el sobrenombre gubernativo de Nizam al Dawla, el orden el Estado.
ʿAbd al-Malik ben ʿAbd al-ʿAzīz solo se mantuvo en el poder cuatro años, era aficionado al vino y carecía de cualidades elogiables, demostraba escasa religiosidad y poco carácter, siendo además bastante negligente.
Siguieron los conflictos entre la taifa de Valencia y la de Almería, cuyo rey Abu Yaḥyà Muḥammad, primo materno de ʿAbd al-Malik, hostigó algunos castillos en la zona de Murcia.
Asimismo parece que perdió el control sobre Murcia, donde Abū Bakr Aḥmad ben Ishaq ben Tahir había sido su gobernador bajo ʿAbd al-ʿAzīz. Pero poco a poco fue ganando independencia, la cual se consolidará con su hijo Abu ‘ʿAbd al-Raḥmān ben Tahir a partir del 1063.
Ataque de Fernando I (1065)
Más graves consecuencias tuvieron los ataques de Fernando I de León contra la taifa de Valencia, seguramente para imponer parias al reino valenciano.
En la primavera de 1065 Fernando llegó a Valencia, puso sitio a la ciudad y los musulmanes ofrecieron gran resistencia. Dado que le era imposible tomarla por asalto, simuló una retirada,hacia Paterna, a la zona de huerto donde había varios “Raal” o “Rahal”, también llamada de “Rafol” .
Los árabes fueron en su persecución. Fernando I, desde la torre de Paterna, ordenó a sus anfitriones que esperasen por los valencianos. A la llegada de éstos, Fernando I atacó con sus tropas, consiguiendo un gran triunfo. En esta batalla de Paterna los valencianos sufrieron pérdidas muy altas, y su rey solo pudo regresar a la seguridad de las murallas de Valencia gracias a la velocidad de su caballo.
Ibn Idarí en al-Bayan al-Mugrib narra esta batalla siendo muy crítico con la actitud de los valencianos. Merece la pena su lectura:
En ese mismo año tuvo lugar la batalla de Paterna en el distrito de Valencia. Y ello fue que un destacamento de cristianos avanzó hacia Valencia y la sitió. Sus habitantes, por entonces, eran ignorantes e inexperimentados, o afeminados por la opulencia e ilusos. Se habían dado a sus pasiones y se dejaron seducir por el sopor del siglo en sus falsos pasos. Descuidados con respecto a la organización y despreocupados de los cambios que se sucedían en sus fronteras, llegó volando a ellos a todo volar el estupor. Y acaeció, en lo concerniente a la recepción de aquella prueba por sus caudillos, la más extraordinaria de las historias.
Enseguida el enemigo los engañó aparentando inquietud y ocultándose a sus ojos, tras alguna de aquellas colinas para atraerlos, fingiendo una huida y esforzándose en lograr su execrable empeño. Entonces se agitó la chusma y las gentes de oficios viles, y los artesanos sonaron el añafil. -Hasta se ha dicho que dos afeminados se llamaban uno a otro para salir, pues tenían por seguro que cautivarían a los bárbaros. Ambos, empero, se disputaban el morir diciendo: “Nosotros somos más entendidos [que nadie] en los hechos de las lanzas. ¡Lejos pues! que esa sea más frágil para las espaldas y ésta más eficaz para el odio de los pechos”. Y salieron los dos sin más armas que una cuerda de la que tiraban ambos a porfía, pero se reconciliaron después y se la dividieron. No tenían miedo a lo estrecho de los caminos, ni dudaban de que apresarían a los extranjeros.
Secundó a aquella gentuza insensata su emir por entonces, el delicado ʿAbd al-ʿAzīz ben Abi Amir, que salió con la impedimenta y el añafil, y [con] gran muchedumbre, pensando que los lanzazos eran como besos y creyendo que las espadas eran como miradas; se figuraba que el chasquido de los sables, entre los omóplatos y la cabeza, era [algo tan natural] como extender su brazo. Así como se había acostumbrado a la audición del sonido de las cuerdas [de los instrumentos musicales] y del trino de los pájaros. No admiró al enemigo entonces, sino [que admiró] la salida de las gentes de Valencia, inexpertas y descuidadas, a aquellos campos de batalla y [aquellos] montes. Iban como va la perdiz de las torrenteras, contoneándose, gráciles de cintura, pesados de traseros.
El enemigo entonces salió vencedor de ellos, llegándoles por sus espaldas; como consecuencia la espada emitió sentencia entre su multitud, y no quedó [vivo] sino aquel a quien su plazo lo guardó celosamente y a su muerte ocultóse a las flechas del destino.
Ibn Bassam refiere [el hecho] diciendo: Me informó quien vio a Ibn Abi Amir aquel día, encastillado en una colina entre su tropa de sus caballeros, que recitaba, mientras el espanto trataba la punta de su lengua,
¡Amigos míos! no está el discernimiento en un solo pecho;
aconsejadme ambos hoy [acerca de] lo que opináis.
Ibn Idarí, al-Bayan al-Mugrib, trad. por Felipe Maíllo Salgado en La caída del califato de Córdoba y los reinos de taifas, pp. 210-211
Conquista de Valencia por la taifa de Toledo (1065/1066)
El rey de Toledo, Yaḥyà al-Ma’mún, que era suegro de ʿAbd al-Malik de Valencia, ayudó a este en un principio, pero pronto, acabó deponiéndole.
Las fuentes discrepan respecto a los motivos que movieron a al-Ma’mún a adueñarse de Valencia. Unas señalan que el rey valenciano maltrató a la hija de al-Ma’mún; otras afirman que la causa fue la negativa del amirí a apoyar a al-Ma’mún en su lucha contra Sevilla por la posesión de Córdoba y el que acogiera a sus enemigos políticos huidos de Toledo.
Fuera como fuere al-Ma’mún acabó por destronar a ʿAbd al-Malik y conquistar la taifa de Valencia. No existe acuerdo en la fecha. Para la Crónica anónima de los reyes de taifas fue el viernes 8 de du-l-hiyya del año 457H (10 noviembre del 1065); o el 458H (3 de diciembre 1065-21 noviembre 1066) según Ibn Idarí, en al-Bayan al-Mugrib.
al-Ma’mún se hizo con el poder en Valencia valiéndose de una astuta argucia con la ayuda del principal visir del rey valenciano, el cordobés Ibn Rawbas. Al-Ma’mún se dirigió a Valencia aparentemente de visita, acampando en las afueras, donde salió a recibirlo ʿAbd al-Malik ben ʿAbd al-‘Aziz , quien lo introdujo en el alcázar de la ciudad.
Una vez dentro, ʿAbd al-Malik ben ʿAbd al-ʿAzīz fue apresado y enviado a Uclés (según la Crónica anónima…) o Santaver (según Ibn Idarí), en el reino de Toledo. al-Ma’mún se hizo con el poder y dejó como gobernador a Ibn Rawbas durante los diez años (458-467H/1065-1075).
En el exilio acabó sus días ʿAbd al-Malik ben ʿAbd al-ʿAzīz al poco tiempo. Su único hijo conocido acabó sus días exiliado en Zaragoza y sin descendencia.
Así lo narra Ibn Idarí:
En el año 458H se lanzó el señor de Toledo, Yaḥyà ben Di n-Dun, contra el señor de Valencia, ʿAbd al-Malik ben ʿAbd al-ʿAzīz ben Abi Amir. [Éste] era su yerno, por haberse casado con su hija tras la muerte de su hermano, [casado antes con ella], luego le dio mal trato y la despreció. Llegó eso a [conocimiento de] su padre y [éste] abrigó odio contra él. Convino con su visir Ibn ʿAbd al-ʿAzīz, el traicionarlo y traspasarle el territorio. Era este Ibn Abi Amir depravado, inclinado a los mancebos y muchachos, además de embotado. Llegó a él de Toledo, como de visita. Su hija ya había muerto antes de eso. Acampó con su ejército a las afueras de la ciudad; entonces salió el susodicho hacia él [para recibirlo] y lo introdujo en su alcázar para excederse en honrarlo y ensalzarlo, sin saber lo que ocultaba contra él.
[Aquél] había introducido en su compañía a sus pajes y esclavos, y así permaneció junto a él unos días; luego lo apresó así como a su hijo, y fueron conducidos juntos de noche a la ciudad de Santaver, [localidad] del territorio de Ibn Di n-Dun. Residió, pues, allí [Ibn Abi Amir] un poco y luego murió; su hijo se acogió en Zaragoza y en ella murió, extinguiéndose con su muerte el nombre de la familia de Amir en al-Ándalus.
Ibn Idarí, al-Bayan al-Mugrib, trad. por Felipe Maíllo Salgado en La caída del califato de Córdoba y los reinos de taifas, p. 222
Sin embargo, este no fue el fin de los amiríes en Valencia. En el 1075 su hermano Abū Bakr se hace con el poder en Valencia hasta el 1085.
Bibliografía
- Ibn Idari, Al Bayan al-Mugrib, trad. Felipe Maíllo Salgado en La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de taifas, Universidad de Salamanca, Salamanca, 1993.
- Crónica anónima de los reyes de taifas, Trad. Felipe Maíllo Salgado, Ed. Akal, Madrid, 1991.