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Badr, liberto y militar de Abderramán I

por Javier Iglesia Aparicio
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Mezquita de Córdoba

[¿? – a. 788]. En árabe بدرًا.  También nombrado como Bedr, Beder o Behr. Militar. Jefe del ejército emiral.

Griego de nacimiento, pasó a ser un liberto al servicio de ʿAbd al-Raḥmān I en Damasco.

Tras la matanza de los omeyas llevada a cabo en el 750 por los abbasíes, los únicos supervivientes, ʿAbd al-Raḥmān entre ellos, acompañados de algunos libertos, entre ellos Badr, lograron refugiarse en Ifriqiya, el norte de África, bajo la protección del valí ʿAbd al-Raḥmān ben Ḥabīb. Pero pronto empezó a temer el poder de esos omeyas refugiados y se empezó a mostrarse hostil con ellos. ‘ʿAbd al-Raḥmān acabó refugiándose entre los bereberes Banu Nafza.

Desde allí, el omeya ordenó a Badr, que se había convertido en su consejero de confianza, cruzar a al-Ándalus y ponerse en contacto con los clientes omeyas que allí residían para tratar de lograr su apoyo. Una vez en al-Ándalus, Badr se entrevistó con Abu ʿUṯmān Ubayd Allāh y ʿAbd Allāh ben Jalid,  jefes respectivos de los yund de Damasco y Qinnasrin, que en total formaban un ejército de quinientos hombres. Ambos estuvieron de acuerdo en ayudar al omeya pero convinieron en que era también necesario buscar el apoyo de al-Ṣumayl, jefe de los qaysíes (árabes del norte), que en esos momentos se encontraba sitiado en Zaragoza por una rebelión kalbí (yemeníes o árabes del sur) y bereber.

El valí Yūsuf ben Fihrí había organizado un ejército para socorrer a al-Ṣumayl donde también iban los dos yund sirios antes citados. Badr acompañó al ejército a Zaragoza . Tras lograr liberar del asedio a al-Ṣumayl, éste se entrevisto con Badr, quien, en principio, pareció apoyar al último omeya. Pero al-Ṣumayl pronto cambió de parecer ante la perspectiva de que si un omeya gobernaba en al-Ándalus perderían la libertad de acción de la que ahora disfrutaban.

Ante esta situación Badr y los clientes omeyas decidieron actuar por su cuenta. Badr alquiló un barco de pesca y junto a otros once clientes omeyas fueron hacia el territorio de los bereberes zanata. Tras pagar una suma de dinero a los bereberes para que lo dejaran marchar, finalmente lograron desembarcar en Almuñecar en septiembre del año 755.

Badr en el gobierno de ʿAbd al-Raḥmān I

Una vez que Abderramán I derrotó al último valí de al-Ándalus, Yūsuf ben Fihrí, y fue reconocido como emir, tuvo que hacer frente a numerosas rebeliones. Su reinado no fue tranquilo y Badr fue uno de su grandes apoyos, participando en numerosas misiones diplomáticas y campañas militares.

En el año 763, los abásidas enviaron un jefe árabe llamado Al-‘Ala ben Mugaith al-Yashubi al-Hadrami en compañía de hombres y con instrucciones para fraguar una rebelión en contra del emir. En Beja, Abderramán I se preparó para resistir el ataque de Al-‘Ala ben Mugaith en la fortaleza de Carmona. Mandó a Badr a la entrada de la ciudad para que estableciera un campamento con el apoyo de la gente. Mientras los abásidas se distraían y se dispersaban intentando entrar en la ciudad, Abderramán atacó con su caballería oculta en las cercanías a los jefes enemigos, los cuales terminaron muertos y sus cabezas fueron enviadas (llenas con sal y alcanfor) al gobernador de Túnez con sus nombres etiquetados en sus orejas.

En el 764 Badr, junto a Tamman ibn Alqama al-Thaqifi, asediaron Toledo para sofocar la rebelión de Hisham ben Urwa, un cliente de los fihríes, que llevaba activa desde el 762. Badr y Tamman llegaron a un acuerdo con una facción de la ciudad que entregó a Hisham y a sus comandantes. Los rebeldes fueron llevados a Córdoba donde se les crucificó públicamente.

Una vez que los conflictos internos estaban apaciguados, ‘ʿAbd al-Raḥmān I envió a sus ejércitos al mando de Badr hacia la marca oriental del reino asturiano: la zona de Álava y Castilla. Desde la actual La Rioja, Badr remontó el río Ebro devastando la zona y luego se ensañó con la llanura alavesa. En su retirada fortificó los puntos estratégicos con el fin de mantener el control de la calzada romana que surcaba el territorio. En concreto debió fortificar Pancorbo y controló de nuevo fortalezas como Cellorigo, Briones, Ábalos… De esta forma asegura, la calzada romana que iba desde Zaragoza a Astorga, que será la vía que seguirán posteriores expediciones militares. Además tomó a muchos jóvenes para ser incorporados a su ejército. 

En el transcurso de esta acción militar, Badr obligó a uno de los jefes yemeníes más influyentes y contrarios al poder del emir, Sulaymān ben al-Arabi al-Kalbī, a abandonar Zaragoza. Sulaymān se unió entonces a la rebelión beréber de Shaqya (768). Badr dirigió al menos una de las acciones contra este rebelde bereber en el 770 en la zona Mérida en la que fue derrotado. En el 772 derrotó al rebelde Sulaymān ben al-Arabi al-Kalbī quien trataba de volver a Zaragoza.

En torno al 772-774 Badr acabó cayendo en desgracia ante el emir. Sus bienes le fueron confiscados al ser insolente con su señor y fue desterrado a una plaza fronteriza. Años más tarde recuperó la confianza del emir. En el 776 se encuentra al mando en Córdoba mientras el emir se encuentra combatiendo la rebelión de al-Fatimí. Y abortó la rebelión palaciega de al-Yazīd í.

En el 778 Abderramán I le envió a combatir la revuelta pro-abasí de ʿAbd al-Raḥmān ben Habid al-Siqlabi en la cora de Tudmir. Allí asesinó al jefe rebelde que sucedió a al-Siqlabí, el bereber Ibrāhīm ben Shajara al-Barnasi.

Se supone que murió antes que su señor, es decir, antes del 788.

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