[?- d. 931] Guttier Nuniz en la documentación medieval. Conde de Burgos (c. 926 – 931)
Biografía de Gutier Núñez
Sucesor del conde Nuño Fernández. Su primera aparición documental es del 1 de marzo del 931 en el Cartulario de San Pedro de Cardeña:
«…rex Adefonso in Legione et comite Guttier Nuniz in Burgos».1
«…rex Adefonso in Legione et comite Guttier Nuniz in Burgos»
Por otro documento de junio del 931 se puede concluir que este rey Alfonso es Alfonso IV, quien firma dicho documento, y no Alfonso Froilaz, contendiente al trono de León entre los años 926 y 931. Por esto es probable que Gutier fuera nombrado el mismo año de la coronación de Alfonso IV (926).
En noviembre del 931, Alfonso IV cede la corona a su hermano Ramiro II. Es probable que el cambio de monarca se tradujera en Castilla en la destitución del Gutier, cuyos dominios pasaron a manos del conde Fernán González. De este modo se unifican las distintas gobernaciones de Castilla y de Álava.
Martínez Díez, sin ninguna prueba documental, le supone hijo de Nuño Fernández2. Esta hipótesis nos parece extraña pues Gutier Núñez era fiel a Alfonso IV y su supuesto padre defiende a Alfonso Froilaz.
¿Un conde gallego?
Pérez de Urbel sugiere la hipótesis de que este magnate debía de ser familia de un importante conde gallego, hermano de Goto Muñoz, viuda del rey Sancho Ordóñez de Galicia, y de San Rosendo.
Cree que Gutier pudo ser nombrado conde para asegurar la fidelidad de esta importante familia en el enfrentamiento contra Alfonso Froilaz. Si es así, la caída de Alfonso IV también provocó la suya. Años después, en el 935, parece que recuperó la confianza real pues aparece en León confirmando una donación real a la sede episcopal leonesa3.
- Martínez Díez, G: Colección documental de San Pedro de Cardeña, Burgos, 1988. pág. 46.
- Martínez Díez, G: El condado de Castilla (711-1038). La historia frente a la leyenda. Ed. Marcial Pons, 2005, Valladolid. Vol. I, pág. 197.
- Pérez de Úrbel, J: La historia del condado de Castilla. Ed. Siglo Ilustrado, Madrid, 1969. Vol. II, pág. 65.