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Muḥammad II al Mahdī, califa de Córdoba

por Javier Iglesia Aparicio
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Dirham Muhammad II al-Mahdi, califa de Córdoba

[Córdoba, 366H/980 – Córdoba, día de Mina 400H/23 de julio de 1010] Abū-l-Walīd Muḥammad b. Hisham b. ʿAbd al-Ŷabbār b. ʿAbd al-Raḥmān al-Nāṣir li-dīn Allāh, llamado al-Mahdī (المهدي بالله محمد بن هشام)

Cuarto califa de Córdoba, perteneciente a la dinastía omeya, en dos breves períodos (15 de febrero de 1009 – 1 de noviembre de 1009) y (10 de mayo de 1010 – 23 de julio de 1010).

Hijo de Hisham b. ʿAbd al-Ŷabbār y de Muzna, una concubina esclava (umm walad) a la que se conocía como La Coja por una parálisis que padecía. Era bisnieto de ʿAbd al-Raḥmān III.

Su padre había pretendido en época de ‘Abd al-Malik al-Muzaffar, a fines del 1008 o inicios del 1009) destituir a Hisham II y tomar el califato pero fue detenido y ejecutado por los amiríes

Tomó el título de al-Mahdī, el bien guiado por Alá, aunque la gente le dio el apodo de El Bufón por su ligereza, inconstancia y atolondramiento. En general, en las crónicas musulmanas tiene una semblanza negativa, atribuyéndole el inicio de la fitna por su rebelión contra Hisham II. Se le describe como de piel blanca, pelo rubio y lacio, ojos azules, de gran talla, pupilas grandes y negras y hermoso cuerpo, algo encorvado.

Rebelión contra Hisham II

Parece ser que el origen de la conjura contra Hisham II estaba al-Ḏalfā, la madre de ‘Abd al-Malik al-Muẓaffar, quien culpaba a ʿAbd al-Raḥmān Sanchuelo de la muerte de su hijo. Por medio de Bushra Ṣaqaliba, un esclavo que había pertenecido a los omeyas y ahora a los amiríes, buscó a alguien que estuviera dispuesto a rebelarse y decidieron que Muhammad era el mejor candidato.

Seguramente por la pérdida de su padre, desarrolló un profundo odio contra los amiríes. Este sentimiento unido a la acumulación de poder del amirí  ʿAbd al-Raḥmān Sanchuelo, provocaron que Muhammad se alzara contra el califa Hisham II. Aprovechando que Sanchuelo se había marchado a hacer una aceifa contra el reino de León, el 15 de febrero de 1009 (16 yumada I del 399H) dio comienzo en Córdoba la rebelión.

Los hombres de Muhammad asesinaron al jefe de la ciudad, ʿAbd Allāh b. ʿUmar, decapitándole y clavando su cabeza rn una pica. Al ver esto, el pueblo cordobés se alzó en el zoco e invocó a Muhammad. Posteriormente entró en el palacio y depuso a Hisham II sin que este presentara ninguna oposición.

A continuación, los partidarios de Muhammad se dirigieron a al-Zāhira, donde residían los amiríes, quienes lograron rechazar el asalto.

Primer período de gobierno (17 febrero 1009 – 1 noviembre 1009)

Una vez que triunfó su rebelión, nombró hayib a su primo ʿAbd al-Ŷabbār b. al-Mugīra. Le ordenó atacar de nuevo al-Zāhira y, en esta ocasión, lograron entrar en la ciudad y saquearla entre los días 16 y 17 de febrero del 1009.

Ante esta situación ʿAbd al-Raḥmān decidió abandonar el ataque contra el reino de León y volvió hacia Calatrava, donde permaneció cuatro días, exigiendo juramento de fidelidad a todos los soldados de su ejército. La vuelta a Córdoba fue lenta, desperdiciando un tiempo precioso. Llegó a Manzil Hani, a dos días a caballo de Córdoba, el 28 de febrero. Allí todos los bereberes de su expedición decidieron abandonarlo y huyeron hacia Córdoba.

Junto a ʿAbd al-Raḥmān solo se quedaron los más próximos, entre ellos un conde cristiano, probablemente el conde Sancho Gómez de Carrión-Saldaña. Este trató de disuadirlo de seguir avanzando hacia Córdoba pero ʿAbd al-Raḥmān continuó el viaje. Llegó a Armillat y estableció allí, en su alcázar, su harén mientras el conde cristiano se alojó en un convento mozárabe cercano.

Al enterarse Muḥammad envió una tropa, el 3 de marzo de 1009, para tratar de capturarlo. Sanchuelo y el conde de los Banu Gómez fueron apresados. En el camino a Córdoba fueron degollados, en el atardecer del día 4 de marzo.

Tras estos hechos se celebraron banquetes y festines durante varios días en Córdoba. Mientras tanto Wadih, el poderoso gobernador de la Frontera Media, envió su reconocimiento al nuevo califa; y también recibió una embajada desde Trípoli, en el norte de África, acatandole y prometiéndole hacer la invocación por él.

Pero pronto comenzaron los primeros problemas del nuevo califa: su enfrentamiento con los bereberes y con los saqaliba, los esclavos de Almanzor que había ocupado altos puestos administrativos y militares.

Tras un apoyo inicial, Muhammad se encontró con la oposición de la mayoría de las tropas bereberes, especialmente de los Zanata, quienes habían entrado en al-Andalus bajo el gobierno de Almanzor. El día 5 de marzo fueron saqueadas las casas de Maksan b. Zirí y Zawi b. Ziri entre otras muchas pertenecientes a bereberes que se encontraban en Córdoba. En realidad, el nuevo califa les acusaba de haber sostenido con sus tropas la dictadura amirí y de haber socavado el poder del califa. Este odio por los bereberes motivó que licenciara del ejército a 7.000 hombres.

Por otro lado, el 27 de marzo de 1009 (domingo, a 2 por pasar rayab del 399H), Muhammad ordenó el destierro de todos los saqaliba amiríes, los cuales se desperdigaron por todo al-Andalus y comenzaron, muchos de ellos, a crear su propios reinos de taifas.

El 14 de abril ordenó cerrar las puertas del alcázar a Hisham II y apoderase de prácticamente todas sus esclavas. Luego lo alojó en casa de al-Hasam b. Hayy. Y después simuló su muerte: sacó a un hombre cristiano (o judío según otras fuentes) muerto parecido al destituido califa y se lo mostró a los visires. Éstos no dudaron de que era el anterior califa muerto y así fue enterrado el 25 de abril de 1009.

Por este hecho también se ganó la antipatía de parte de los omeyas. En mayo del 1009 encarceló a Sulaymān b. Hisham b. al-Nāṣir, a quien había nombrado su heredero nada más obtener el califato, y a sus partidarios.

Por si granjearse la enemistad de bereberes, saqaliba y parte de su propia familia omeya fuera poco, parece que la conducta del califa no era la más apropiada. Se le acusaba de fabricar vino en el alcázar, de abandonarse a los lujos, a la música y, además, de tomar mujeres ajenas.

Rebelión de Sulaymān b. Hisham b. al-Nāṣir y la expulsión de los bereberes de Córdoba

El descontento crecía en Córdoba contra el nuevo califa. Y fue aprovechado por Hisham b. Sulaymān, llamado al-Rashid, padre del encarcelado Sulaymān b. Hisham b. al-Nāṣir. Sus partidarios, entre los que se encontraban bereberes y saqaliba, se rebelaron en Córdoba y asesinaron a dos visires del califa. Esto tuvo lugar durante una parada que hizo el califa a los enviados de algunos reyes cristianos, el día de al-Mahrayan, a finales del sawwal del 399H (24 de junio).

Los rebeldes sitiaron el alcázar de Córdoba durante un día y una noche pero, finalmente, fueron derrotados y Hisham fue apresado y ejecutado. A continuación, el califa azuzó a los cordobeses contra los bereberes, saqueando sus pertenencias y matando a muchos de ellos.

Los supervivientes se concentraron en Armillāṭ y se aliaron con Sulaymān al-Mustaʿīn , primo del califa, jurándole fidelidad e iniciando otra nueva lucha en al-Andalus. A fines del mes de sawwal del 399H fue proclamado califa. Tras pasar por Calatrava, los rebeldes se dirigieron hacia Toledo, hacia la Frontera Media. Tomaron la ciudad y mataron a su gobernador. Después avanzaron hacia Guadalajara, cuyos habitantes no quisieron reconocer a Sulaymān al-Mustaʿīn. Cuando luego fueron hacia Medinaceli, les salió al encuentro Wadih, fiel a Muhammad II, y fueron derrotados.

Ante esta situación, Sulaymān decidió pedir el apoyo de Sancho García de Castilla. A su vez, Muhammad II y Wadih también habían enviado emisarios a Castilla para asegurar la paz en la frontera. Finalmente, Sancho García se decantó por apoyar a Sulaymān y a los bereberes.

Wāḥid, con refuerzos recibidos de Córdoba, alcanzó a castellanos y bereberes en el valle del Jarama, en un lugar llamado Qalat Abd al-Salam, en agosto del 1009. Wāḥid fue derrotado y se replegó hacia Córdoba. El ejército coaligado continuó su avance y el 3 de noviembre llegó a Guadalmellato, a una jornada de Córdoba. Muḥammad II decidió salir al encuentro de sus enemigos y se enfrentó el 5 de noviembre en un lugar llamado Qantish, al nordeste de Alcolea. Hubo una gran matanza y el general Wāḥid abandonó a Muḥammad II y con sus hombres volvió a Medinaceli.

Mientras tanto Muḥammad II se refugió en el alcázar de Córdoba. Allí renunció a su título y repuso al califa Hisham II. Al no recibir apoyos, decide salvar su vida huyendo de Córdoba mientras Sulaymān tomaba el control de Córdoba.

Exilio en Toledo

Muḥammad se refugia en Toledo. Sulaymān decidió entonces dirigirse contra él. Partió el 6 de febrero de 1010, rebasó Toledo sin atacarla y llegó a Medinaceli, donde no se encontró a Wadih. Tras unos días allí volvió hacia Córdoba (14 de abril de 1010).

Pocos meses después, tropas de eslavos, con el general Wadih, apoyadas por el conde de Barcelona Ramón Borrell, se enfrentan y derrotan a Sulaymān y reponen de nuevo a Muḥammad II en el califato.

El 2 de junio de 1010 (15 sawwal 400H) hubo un enfrentamiento en ‘Aqabat al-Baqar, a nueve leguas de Córdoba, entre las tropas de Sulaymān y de Muḥammad en el que el califa fue derrotado. Sulaymān huyó hacia Algeciras con sus tropas bereberes.

Segundo período de gobierno (10 mayo 1010 – 23 julio 1010)

De nuevo dueño del califato, Muḥammad nombró háyib a Wadih. Pidió dinero a los cordobeses para pagar el coste de las tropas cristinas que lo habían ayudado y juró perseguir a los bereberes que tanto habían apoyado a Sulaymān.

Estos huyeron hacia Algeciras y Muḥammad salió en su persecución junto con las tropas cristianas. Se produjo un combate en Wadi Aro a seis pasados de du-l-qada del 400H. En esta ocasión fueron vencedores los bereberes, entre quien destacaba al-Qasim b. Hammud. La tropas de Muhammad, derrotadas, volvieron a Córdoba y las tropas cristianas se volvieron a sus países.

Mientras tanto los bereberes se dirigen a Rayyo y Sulaymān, que estaba en Játiva, se reúne con ellos. En ese mismo tiempo Alí b. Hammud se apodera de Ceuta.

Muhammad decide entonces recaudar de nuevo dinero y salir con sus tropas y las de Wadih contra los bereberes. Pero cunado estaban a 30 millas de la ciudad se volvieron a ella por el miedo que tenían a enfrentarse a los bereberes. Así que Muhammad se atrincheró en Córdoba, donde mandó hacer un foso.

Los bereberes se expandieron por el resto del país y varias rebeliones surgían como la de Muyahid en Tortosa.

Finalmente, asediado, fue traicionado por Wadih. Este, incitado por los esclavos amiríes ‘Anbar y Jayrán acabó por ajusticiar al propio califa el 23 de julio de 1010. Su cabeza se colocó sobre un palo y se recorrió con ella la ciudad. A su muerte se volvió a nombrar califa a Hisham II.

Descendencia de Muḥammad II al Mahdī

Solo se conocen dos descendiente de Muḥammad II al Mahdī:

  • ʿUbayd Allāh b. al-Mahdī. Tras la muerte de su padre huyó a Toledo donde le juraron lealtad y le alzaron como rey. Hisham II envió contra él a un ejército, comandado por Muḥārib al-Tuyibī, que sitió la ciudad y logró nacerle prisionero. Fue enviado a Córdoba donde fue ejecutado en saban del 401H (marzo/abril 1011), cortándole las narices y las orejas y luego siendo despeñado desde el puente del río.
  • Una hija que se casó con Muḥammad b. ʿAbd al-Ŷabbār b. ‘Abd al-ʿAzīz b. ʿAbd al-Ŷabbār b. al-Nāṣir