La actual localidad de Roa de Duero (Burgos) se localiza en un alto sobre el río Duero
Desde la prehistoria, Roa se convierte en un lugar frecuentado por las comunidades de agricultores y ganaderos debido a su posición estratégica. Se ha documentado un poblado desde la I Edad del Hierro, formado por gentes de la llamada Cultura del Soto de Medinilla. Entre los siglos VI y IV a.C. estos pobladores fabrican cerámicas a mano, utilizan utensilios de bronce y comienzan a conocer la fabricación del hierro.
Rauda será una ciudad del pueblo vacceo. De esa época se han encontrado en Roa ajuares funerarios que muestran una fuerte estratificación social.
Durante las guerras sertorianas Rauda dará su apoyo a Sertorio frente a Pompeyo. Incluso tras la muerte de este (72 a.C) las ciudades arévacas y vacceas siguen liderando una resistencia hasta que en el 55 a.C. son sometidas definitivamente por Roma.
Este sometimiento parece que tuvo consecuencias negativas para Roa pues no volvió a tener el esplendor anterior. Estaba situada sobre una calzada que unía Clunia y Astorga.
Poco más conocemos de Roa hasta que llegan los comienzos del siglo X
Incorporación al condado de Castilla
En el 912 el conde Munio Núñez, partiendo desde su base en Castrojeriz, repuebla la ciudad de Roa por mandato de García I. De este modo se expande la frontera sur del condado castellano.
Pero en el siglo X la zona fue objeto de numerosos conflictos con las tropas cordobesas. En el 939, tras haber sido derrotado en Simancas, las tropas de ʿAbd al-Raḥmān III vuelven por el territorio de Roa y destruyen la fortaleza así como la vecina de San Martín de Rubiales.
Es posible que en el año 983 Almanzor atacara Roa en su retorno tras haber saqueado y conquistado la fortaleza de Simancas en la campaña 18ª (el texto dice que atacó Roda).
La zona recibió numerosas acometidas de Almanzor y de su hijo ʿAbd al-Malik. Este último tomó San Martín de Rubiales en el año 1007.
La frontera castellana sur está en ese momento completamente desmantelada y a merced de las tropas cordobesas. Es muy posible que Roa al igual que Osma, San Martín, San Esteban de Gormaz y otras tantas fortalezas durienses, estuviera en manos musulmanas.
Pero con el comienzo de la guerra por el poder en el califato (1009) las tornas cambian. Sancho García, a cambio de su ayuda al califa Sulaymān, logra una cuerdo para recibir todas las fortalezas perdidas en el valle del Duero (1011). Roa volverá bien ese año o poco después a manos castellanas.
Durante el siglo XI Roa se convierte en cabeza de un alfoz.
Restos de murallas y torres
Prácticamente nada queda de este período en Roa. De sus murallas y fortificaciones medievales se preservan escasos restos.
La muralla de Roa es mandada reconstruir por Doña Violante en 1295, viuda de Alfonso X tras años de desacuerdos entre los vecinos por el trazado del muro de protección.
De gran altitud y espesor, los muros estaban protegidos por una muralla más pequeña en el interior y flanqueada por un terraplén entre ambas, lo que mejoraba la seguridad en caso de un ataque.
El recorrido de las murallas contaba con seis puertas: San Juan, El Palacio, San Esteban, San Miguel, La Fuerza o Arrabal y, por último, la Puerta de La Villa o de Guzmán. Dichas puertas se abrían al amanecer y se cerraban al ocaso. Además de estas puertas principales, había otras más pequeñas llamadas “portillos” para facilitar la entrada y salida del pueblo.
De las seis puertas solo quedan restos de la Puerta de San Juan. En ella se observa una placa conmemorativa a Dña. Violante por ordenar la construcción de la muralla que rodeaba el pueblo.
Se conserva también algún lienzo de la muralla.