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Navas de Tolosa: la cruzada familiar

por Javier Iglesia Aparicio
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Miniatura de las Cantigas de Santa María

Colaboración de Raúl César Cancio Fernández

A estas alturas, resulta incuestionable que la batalla de las Navas de Tolosa fue el resultado de la convergencia de una multiplicidad de factores de muy variada índole: política, militar, social y religiosa, lo que permitió la articulación de una alianza cristiana inédita, promoviendo la movilización masiva de recursos y convirtiendo el enfrentamiento en una auténtica cruzada que, a la postre, resultó decisiva en el desarrollo del fenómeno reconquistador.

Miniatura de las Cantigas de Santa María
Miniatura de las Cantigas de Santa María

Desde el punto de vista político, la coalición de cuatro de los cinco reinos cristianos peninsulares supuso la priorización de la amenaza común del poder almohade sobre las atávicas rivalidades ibéricas. A ello debe añadirse, siguiendo en este mismo plano político, la vertebral participación del papado, que proclamó la expedición como cruzada, reconoció indulgencias y legitimó políticamente la empresa cristiana.

Si se pone el acento en los factores militares, la singularidad de la batalla fue exponencial, no en vano, el enfrentamiento campal en aquel tiempo, lejos de ser algo habitual resultaba, por el contrario, una estrategia bélica raramente empleada por los ejércitos, habida cuenta del riesgo que acarreaba un choque frontal a campo abierto, como experimentaron las tropas de Alfonso VI y del VIII en Zalaca y Alarcos, respetivamente. Era, al contrario, el rol defensivo de las facciones, el sitio, el asedio, la cabalgada o la aceifa, las tácticas militares que prevalecían por entonces. Por añadidura, el combate exigió una concentración excepcional e inédita de tropas, recursos y aspectos logísticos, desarrollándose además unas soluciones tácticas muy avanzadas para la época.

Socialmente, la empresa cruzada convocó a voluntarios de distintos reinos europeos y promovió la participación (exagerada después en importancia y número) de órdenes militares, implicando a amplios segmentos sociales más allá de los magnates, integrándose en las huestes cruzadas mesnadas reales; freires; milicias concejiles; tropas señoriales; guarniciones castellanas y soldados de fortuna.

Finalmente, el elemento religioso se convirtió en axial, concibiéndose como una «guerra santa» entre la cristiandad y el Islam, reforzada por abundantes rituales religiosos y simbólicos.

Sobre todos estos factores la bibliografía es exhaustiva, por lo que resulta ocioso volver aquí sobre el particular. Sin embargo, existe un nicho que, a pesar de la epidérmica atención que se le ha dispensado, resulta tan esencial como asombroso. Nos referimos al elemento parental. Se podrá argüir que, en el siglo XIII, las vinculaciones consanguíneas entres las coronas reinantes en la península eran habituales desde que el conde Fernán González se desposara primero con Sancha de Pamplona y después con Urraca Garcés o el rey Alfonso IV de León hiciera lo propio con Oneca Sánchez de Pamplona, ambos en pleno siglo X.

No obstante, este tradicional y consolidado entreveramiento de linajes, no es suficiente para explicar el extraordinario grado de familiaridad que convergió sobre la Mesa del Rey aquel 16 de julio de 1212 entre los protagonistas de la beligerancia.

Para entender cabalmente esta densidad familiar, se impone buscar el común denominador de este intenso parentesco transversal. Y ello nos traslada a la figura de Alfonso VII, El Emperador, primer borgoña en el trono castellano (y leonés) y bisnieto del último conde de Castilla.

Bandera del reino de León

El hijo de la reina Urraca de Castilla contrajo matrimonio en la localidad de Saldaña con Berenguela Berenguer, hija del conde Barcelona Ramón Berenguer III, en el mes de noviembre de 1128. De ese enlace nacieron siete hijos, entre ellos, los inmediatos reyes de Castilla, Sancho III, y León, Fernando II. Sancho, aunque Deseado, reinó apenas un año antes de morir en Toledo el 3 de agosto de 1158. No obstante, dejó un heredero fruto su matrimonio con Blanca Garcés de Navarra celebrado en Calahorra el año 1151, el soriano Alfonso, que con los años se transformaría, para siempre, en Alfonso VIII, el de las Navas.

Escudo de Castilla
Escudo del reino de Castilla

Fernando, el heredero del reino de León, enlazó por vez primera la casa de León con la portuguesa merced a su casamiento con la intenta Urraca, hija del primer soberano portugués, en el año 1165. De esta unión nació en Zamora el 15 de agosto de 1174 Alfonso, otro primo hermano del Alfonso VIII de Castilla, y único de los monarcas peninsulares (y de los primos hermanos del castellano) que no quiso formar parte de la coalición de las Navas. No deja de ser paradójico que este encono político y territorial entre León y Castilla fuera (temporalmente) resuelto, precisamente, por el hijo nacido del matrimonio entre Alfonso IX y Berenguela de Castilla, hija de su primo Alfonso VIII.

Escudo de León
Escudo del reino de León

Entre los nacimientos de Sancho y Fernando, vino al mundo en 1139 la primera hija del Emperador, Sancha, la cual fue objeto de transacción entre su padre y Sancho VI de Navarra, quien, tras la entrevista de Soria (2 de junio de 1153), el castellano le armó caballero, gesto que evidenciaba la dependencia vasallática, entregándole como esposa a su hija Sancha. A los esponsales siguió la boda, que se celebró en Carrión de los Condes en julio de 1153. De este matrimonio nacieron cinco hijos: el primogénito y heredero Sancho VII el Fuerte (1194-1234); Fernando, llamado así por su tío Fernando II de León, que murió soltero; Constanza; Berenguela y Blanca, casada con Teobaldo III, conde de Champaña, en 1199 y madre del rey Teobaldo I de Navarra.

Pues bien, este Sancho VII de Navarra, primo hermano de Alfonso VIII de Castilla, formó a su derecha en el orden de batalla de la Navas, auxiliado por Pedro Martínez de Lehet, García Almoravid y Pedro García de Arróniz en la medianera de su cuerpo de ejército, donde se desplegaba la caballería pesada navarra y, en la retaguardia, con Guillermo de Santonge y Gómez Garceiz de Argoncillo, éste último, alférez real.

Escudo del reino de Navarra
Escudo del reino de Navarra

Berenguela, la hermana del rey navarro y, en consecuencia, también prima hermana de Alfonso VIII, contrajo matrimonio con Ricardo I Plantagenet, el célebre Corazón de León, el 12 de mayo de 1191 en la capilla de San Jorge de Limasol, en Chipre, cuando el rey inglés acudía a la tercera cruzada, por lo que no pudo involucrarle en la cruzada peninsular que se libraba en Sierra Morena.

Finalmente, Constanza contrajo matrimonio en Orleans en 1154 con el rey Luis VII de Francia, engendrando a Margarita, quien en primeras nupcias se casó con Enrique I el Joven de Inglaterra y, en segundo lugar, con el rey Bela III de Hungría, ambos fallecidos antes de 1212.

Pero no acaba aquí la prole del Emperador. Y es que, en 1152, tras la muerte de su primera esposa Berenguela, contrajo nuevo matrimonio en Soria con Riquilda de Polonia, quien le dio dos hijos: Fernando, muerto a los cuatro años y una nueva Sancha de Castilla, como su hija con Berenguela. Esta Sancha contrajo matrimonio en la ciudad de Zaragoza en 1174 con Alfonso II de Aragón, naciendo de esa unión Pedro, quien sería nombrado El Católico, primo hermano también de Alfonso VIII que formó, a la siniestra del rey de Castilla, en el orden de batalla de las Navas. Allí tuvo a sus órdenes, en la delantera a García Romeu, en la medianera, entre otros, a los hermanos Cornel, a Guillem I de Cardona, Hugo IV de Ampurias, Roger de Pallarés o Arnal de Alascún; por último, en la retaguardia contó con la asistencia como alférez real de Miguel de Luesia.

Sello de Pedro I de Aragón y Navarra
Sello de Pedro I de Aragón y Navarra


Incluso de las relaciones extramatrimoniales de Alfonso VII se advierten notables vínculos parentales con el episodio bélico de las Navas. Fíjense, Gontrodo Pérez, hija de un magnate asturiano, fue amante del Emperador, naciendo de su relación Urraca Alfonso, la Asturiana, casada en 1144 con el rey de facto pamplonés García Ramírez. De este vínculo nació en 1148 Sancha Garcés, una nueva prima hermana (bastarda) del rey Alfonso VIII, que casó con el Señor de Molina, Pedro Manrique de Lara, jefe militar de la Casa de Lara y por tanto uno de los magnates más notables de Castilla, quien sirvió durante toda su carrera a Alfonso VIII, rindiendo vasallaje después a Alfonso IX de León. Una vez más, entre primos hermanos anda el juego.

Escudo de Molina de Aragón

En síntesis, nutrida y excepcional «primahermandad» sobre la Mesa del Rey aquel 16 de julio de 1212, en donde no faltó, como en todas las familias, el primo hermano esquinado que no quiso acudir al evento familiar. Y es que don Quijote ya nos advirtió de la importancia de los primos:

«También me falta otra cosa; que, puesto caso que se halle rey con guerra y con hija hermosa, y que yo haya cobrado fama increíble por todo el universo, no sé yo cómo se podía hallar que yo sea de linaje de reyes, o, por lo menos, primo segundo de emperador; porque no me querrá el rey dar a su hija por mujer si no está primero muy enterado en esto, aunque más lo merezcan mis famosos hechos»

El Autor

RAÚL C. CANCIO FERNÁNDEZ (Madrid, 1970). Licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y Doctor por la Universidad Rey Juan Carlos. Miembro por oposición del Cuerpo Superior Jurídico de Letrados de la Administración de Justicia, desde el año 2003 está adscrito al Gabinete Técnico del Tribunal Supremo como Letrado del mismo, destino que compatibiliza con las funciones de analista en el Equipo de Análisis Jurisprudencial del CGPJ, Relator de jurisprudencia en la delegación española de la Asociación de Consejos de Estado y Jurisdicciones Supremas Administrativas de la Unión Europea y Observador Independiente del European Law Institute.

En julio de 2013 fue nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación. Miembro del Consejo de Redacción de la Revista Aranzadi Editorial, del panel de expertos de la Cátedra Paz, Seguridad y Defensa de la Universidad de Zaragoza y del portal divulgativo queaprendemoshoy.com, cuenta con una docena de libros editados como autor único, más veinte colectivos, y más de trescientos artículos publicados en revistas especializadas.

En cuanto a su labor docente, imparte anualmente el Practicum de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Carlos III, es Profesor Tutor del Máster de acceso a la Abogacía de la UNED, siendo ponente habitual en cursos y conferencias desarrolladas en el marco del Centro de Estudios Jurídicos de la Administración de Justicia.

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