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Aḥmad II Al-Musta’in, rey de la taifa de Zaragoza

por Javier Iglesia Aparicio
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Dirham al-Musta'in II de Zaragoza

[Zaragoza, ¿? – Cámara, Valtierra, 24 enero 1110] Rey de la taifa de Zaragoza (1085-1110)

Su nombre completo era Abū Ŷaʿfar Aḥmad ibn Yūsuf ibn Hūd al-Mustaʿīn bi-Llāh. En árabe أبو جعفر أحمد بن يوسف بن هود المستعين بالله.

Hijo de al-Mu’tamín, rey de la taifa de Zaragoza y perteneciente a la familia de los hudíes.

Fue el último soberano de la dinastía hudí que gobernó sobre Zaragoza. Su actuación estuvo determinada por un contexto dominado por la actuación castellana y aragonesa, en el lado cristiano; el conflicto con su tío Munḏir de Lérida, que gobernaba en Lérida, Tortosa y Denia y que pugnaba por controlar Valencia; y la llegada de los almorávides.

Tomó el apodo de al-Musta’in, el mismo que había llevado el primer soberano de la dinastía hudí.

Enfrentamiento con Castilla y León por Valencia (1086-1087)

El comienzo de su gobierno fue decisivo para el devenir de los reinos de taifas. Ese año Alfonso VI se hizo con Toledo. al-Qadir, el rey toledano destronado, tenía como objetivo el reino de Valencia y los castellanos de Álvar Fañez le ayudaron a conseguirlo. Este reino, por otro lado, era objeto del deseo de Zaragoza desde época de Munḏir al-Muqtadir, quien había logrado el vasallaje de Abū Bakr de Valencia en el 1076.

Años más tarde, en 1084-1085, los lazos entre ambas taifas se estrecharon con el matrimonio de al-Musta’in con la hija del régulo valenciano. A su muerte fue sucedido por su hijo ʿUṯmān pero entonces se formaron dos bandos, uno partidario de al-Musta’in y otro del toledano al al-Qadir.

A su vez, Alfonso VI se dirigió contra Zaragoza, iniciando un asedio que debió comenzar a principios de 1086. al-Musta’in le ofreció renovar el pago de las parias que sus antecesores habían pagado en época de Fernando I y Sancho II. Pero Alfonso VI no cesó en su empeño hasta que la llegada del emir almorávide Yūsuf b. Tashufin acabó obligándole a levantar el asedio de la capital aragonesa en agosto de 1086.

Tras este episodio, al-Musta’in intentó apoderarse de Valencia, pero sin éxito. La ciudad había sido sitiada por su tío Munḏir, de manera que al-Qadir solicitó el auxilio de Alfonso VI y de al-Musta’in a comienzos de 1087. De esta forma, el soberano zaragozano y el Cid se dirigieron hacia la capital valenciana, pero pronto al-Qadir maniobró y se puso al servicio del castellano, con lo que las ambiciones de al-Musta’in quedaron frustradas.

Dirham al-Musta'in II de Zaragoza
Dirham al-Musta’in II de Zaragoza

Presión del reino de Aragón

El reino de Aragón, gobernado por Sancho Ramírez, presionaba en la zona de Huesca para expandir sus dominios. En 1087 cayó Estada, en 1089 Monzón, en 1091 Balaguer y el siguiente objetivo de este momento era la ciudad oscense, en cuyo asedio perdió la vida el rey aragonés el 4 de julio de 1094.

Su hijo Pedro I de Aragón logró conquistar definitivamente Huesca el 12 de mayo de 1096 gracias a la ayuda de contingentes francos y frente a las tropas castellanas que apoyaban al emir zaragozano.

El propio Alfonso VI de Castilla y León se dirigió de nuevo a Zaragoza en el 1097 con la probable intención de ayudar a al-Musta’in a recuperar Huesca, pero la nueva llegada del emir almorávide a la Península lo obligó a desistir de su planes.

En su lugar, el propio Pedro I llevó a cabo la primera tentativa aragonesa de apoderarse de Zaragoza, llegando incluso el papa Pascual II a proclamar la cruzada, a la que acudieron numerosos contingentes francos que comenzaron a congregarse a partir del año 1101. No obstante, la ciudad aún tardaría varios años en pasar a manos cristianas.

La presión almorávide

al-Musta’in II contrarrestaba en la medida de sus posibilidades el empuje aragonés pagando parias a Castilla y León a cambio de su apoyo militar. Pero además, a partir del 1086, tuvo que hacer frente a otra presión, esta vez desde el lado musulmán.

Ante el avance de Alfonso VI de Castilla y León por Toledo y Valencia, al-Musta’in II fue uno de los reyes taifas que junto a Mutawwakkil de Badajoz y al-Mu’tamid de Sevilla pidieron ayuda al emir Yūsuf ben Tashufin de los almorávides.

Pero éstos, tras comprobar la debilidad de los reinos taifas, comenzaron a ir añadiendo a su imperio los diversos estados andalusíes. En 1102 se hicieron con el vecino reino de Valencia y Zaragoza sería su siguiente e inmediato objetivo. Como señala el cronista Ibn al Kardabus, los almorávides dominaban entonces toda la Península de al Andalus, menos Zaragoza, donde al-Musta’in contaba con la protección de los cristianos gracias al pago de las parias.

Los almorávides con su toma de posesión (de Valencia) se apoderaron de toda la Península de al-Ándalus, excepto de Zaragoza, ciudad de al-Mu’stain in Hud, que permanecería por algún tiempo en sus manos, por su alejamiento y distancia, y por estar protegido por sus vecinos los cristianos, [cosa] por la que él les pagaba tributos.

Ibn al-Kardabus: Historia de al-Ándalus, pág. 136

Esta situación, unida al hecho de que el soberano hudí fue uno de los que no acudieron a la convocatoria almorávide previa a la victoria de Sagrajas, lo colocaban en una incómoda situación respecto a los nuevos soberanos de al Andalus. Sin duda, al-Musta’in era perfectamente consciente de su delicada situación y, por ello, al ser proclamado ʿAlī ben Yūsuf como sucesor oficial del emir Yūsuf ben Tasufin en el verano de 1102, no dudó en enviarle a su propio hijo como representante a Marrakech para mostrarle su sumisión y solicitarle su colaboración para poder mantener el dominio musulmán en Zaragoza frente al empuje de los cristianos. Esta iniciativa y la favorable respuesta del emir almorávide sirvieron para desactivar la actuación del nuevo gobernador de Valencia, Abd Allāh ben Fatima, quien ya se había puesto en marcha para dirigirse a Zaragoza.

El regreso del hijo de al-Musta’in en septiembre con la carta redactada por el propio emir hizo que el gobernador regresara a Valencia. De nuevo, al año siguiente, Yūsuf ben Tashufin repitió la proclamación oficial, esta vez en Córdoba, lo que permitió a al-Musta’in estrechar los lazos con el emir almorávide, volviendo a enviarle a su hijo como emisario, cargado de regalos.

Este buen entendimiento inicial con el soberano almorávide se manifestó con el envío de ayuda en 1103 para detener las incursiones de Alfonso VI, que seguía hostigando los dominios de al-Musta’in. Así lo narra Ibn al-Kardabus:

Y en ese año (497H) llegó una carta de Al-Mu’stain ibn Hud señor de Zaragoza, al Emir de los Muslimes, rogando que se le enviase un ejército que le protegiese de Alfonso, pues le había agarrado la garganta y estaba a puntio de exhalar su último aliento. Entonce [el Emir] le envió mil caballeros escogidos, poniendo al frente de ellos al general Abū ʿAbd Allāh ibn Fátima, y con ese grupo junto a él consiguió [su objetivo]; pues Dios hizo brotar con él fuego de su eslabón.
Así pues, el general Ibn Fátima salió con su tropa, hizo una incursión al país de los cristianos y, saqueándolo, marchóse a salvo.

Ibn al-Kardabus: Historia de al-Ándalus, pág. 138

Muerte de al-Mu’stain II

En 1110 se produjo la muerte de al-Musta’in, que acaeció precisamente luchando frente los aragoneses. Las conquistas de 1105 de Egea y Tauste, cercanas a Zaragoza, habían aumentado el riesgo de amenaza directa sobre Zaragoza y, por ello, el soberano hudí había cambiado su residencia a la fortaleza de Rueda de Jalón, situada a pocos kilómetros de distancia al sureste de la capital aragonesa, considerándola más segura que la propia Zaragoza.

Según Ibn al Kardabus, esta fortaleza había sido dispuesta por el propio al-Musta’in, excavando en ella un pasadizo subterráneo que llegaba hasta el río Jalón, a través del cual podían enviarse suministros y pertrechos. Allí, dice el cronista, permaneció durante años, inabordable para los politeístas.

[…] Ruta (Rueda), que era una fortaleza cercana a Zaragoza equiparable a los extremos visibles del cielo, extremadamente inaccesible y elevada. La había dispuesto y construido Al-Musta’in ibn Hud y la había pertrechado con medios de subsistencia y armas. Excavó en ella un pasaje subterráneo hasta el río, que construyó hábil y sólidamente -sus escaleras pasaban de cuatrocientos escalones-, por lo que no le fueron [jamás] interceptadas la bebida ni la senda. Él permaneció en ella años, inabordable para los politeístas, hasta que murió, Dios tenga misericordia de él.

Ibn al-Kardabus: Historia de al-Ándalus, pág. 145

Al-Musta’in se había desplazado desde Rueda hasta Zaragoza para que se renovara el juramento de fidelidad a su hijo y sucesor, que había adoptado el sobrenombre de Imad al Dawla. A continuación se dispuso a emprender una incursión sobre la zona noroeste de la taifa, y al regreso de la misma, los cristianos le salieron al paso, siendo muerto en el lugar que Ibn al Kardabus designa como Cámara, en el término de Valtierra, unos diecisiete kilómetros al norte de Tudela, el 24 de enero de 1110.

Y en ese año (507H) Enrique (de Borgoña) e Ibn Ramiro (Alfonso I el Batallador) con ejércitos, innumerables por su multitud, se dirigieron contra al-Musta’in ibn Hud, entonces el salió al encuentro de ellos dos, pero el enemigo lo engañó y fue muerto como mártir, en Qámara, Dios tenga misericordia de él.

Ibn al-Kardabus: Historia de al-Ándalus, pp. 142-143

No obstante, pese a su muerte, Zaragoza aún siguió en manos musulmanas hasta 1118 y, además, la dinastía hudí, tuvo continuidad en la figura de su hijo y sucesor, ʿAbd al Malik Aḥmad, si bien la desaparición de al-Musta’in frente a los cristianos reforzó las tendencias pro almorávides dentro de la taifa aragonesa.

Bibliografía

Ibn al-Kardabus: Historia de al-Ándalus, Ed. Akal, 1993.

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