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Abū l-Qāsim Muḥammad ben Ismāʿīl ben Abbād, primer rey de la taifa de Sevilla

por Javier Iglesia Aparicio
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Restos de la muralla del alcázar de Sevilla

[¿? – Sevilla, 24 de enero de 1042] Abū l-Qāsim Du l- Wizaratain Abi l-Walīd Ismāʿīl b. Muḥammad b. Isamil Qurays b. Abbād b. Amr b. Aslam b. Amr b. Itaf b. Nuaym. En árabe أبو القاسم بن عباد. Primer rey de la taifa de Sevilla (1023-1042), de la dinastía Abbādí.

Hijo de Ismāʿīl ben Abbād, imán de las aljamas de Córdoba y Sevilla y caíd de Sevilla y perteneciente a los Banu Abbād, tribu de origen yemení vinculada a los Banu Lajm y asentada en al-Ándalus desde la época del valí Balch (743).

Al comienzo de la fitna, los Banu Abbād son uno de los linajes más poderosos de Sevilla. En el año 1023 Ismāʿīl ben Abbād, afectado por cataratas, decidió ceder el caidazgo a su hijo Abū l-Qāsim y limitarse a asesorar en los asuntos locales, falleciendo ese mismo año.

Rebelión contra el califato (1023)

Durante la guerra civil que condujo a la disgregación del califato omeya, Sevilla fue gobernada por al-Qāsim ben Ḥammūd, hermano de ʿAlī ben Ḥammūd, proclamado califa de Córdoba. Cuando ʿAlī fue asesinado, al-Qāsim se dirigió a Córdoba y fue proclamado califa. En el 1021 fue derrocado pro su sobrino Yaḥyà y volvió a refugiarse en Sevilla.

al-Qāsim ben Ḥammūd al-Mamun volvió a Córdoba tras la deposición del califa Yaḥyà por las tropas bereberes. El 12 de febrero de 1023 fue nombrado califa y mantuvo su gobierno unos siete meses hasta que los cordobeses, por decisión unánime, lo sitiaron en el alcázar y luego lo combatieron durante dos meses hasta que, derrotado, huyó hacia Sevilla el 9 de septiembre de 1023.

Pero los sevillanos también se habían rebelado contra él y habían constituido un triunvirato gobernante. Así lo cuenta la Crónica anónima de los reyes de taifa:

Las gentes de Sevilla delegaron el poder en tres de sus habitantes: el primero de ellos, el cadí Muḥammad ben ‘Abbād; el segundo, el alfaquí Abū ʿAbd Allāh az-Zubaydi, y, el tercero, el visir Abū Muḥammad ʿAbd Allāh ben Maryam. Ellos pronunciaban sus sentencias durante el día en el alcázar y expedían las resoluciones bajo [la señal de] tres sellos; al final del día se retiraban [a sus lares].

Cuando el califa derrotado llegó a Sevilla, sus habitantes le negaron la entrada por ir acompañado de bereberes. Abū l-Qāsim ben Abbād le hizo entrega de sus hijos Muḥammad y al-Hasan, al parecer se alcanzó una solución de compromiso entre ambos, según la cual al Qāsim ben Ḥammūd fue reconocido señor nominal de Sevilla, siendo su nombre pronunciado en el sermón de la oración del viernes.

A cambio Abū l-Qāsim ben Abbād obtuvo la designación de emir de los sevillanos. De esta forma, el soberano Abbādí garantizaba la legitimidad de su poder, pues él actuaba como gobernante de hecho, mientras que la soberanía recaía en una instancia de poder superior. Según la Crónica anónima esto ocurrió en el mes de saban del año 414H (19 de octubre a 16 de noviembre del 1023).

Tras obtener la designación de los hammudíes, Abū l-Qāsim se desembarazó de sus otros dos colegas de gobierno, según al-Udri mediante acusaciones falsas, convirtiéndose en el único detentador de la soberanía.

Proclamación del falso Hisham II (1035)

El siguiente paso de Abū l-Qāsim ben Abbād sería tratar de librarse de la tutela formal de los hammudíes. Para ello, el soberano Abbādí protagonizó uno de los episodios mas singulares del periodo taifa: la proclamación del falso Hisham II al-Mu’ayyad, sucedida en noviembre del año 1035. Poco tiempo antes, en el año 1031, había sido abolido definitivamente el califato de Córdoba, después de un largo periodo de inestabilidad y enfrentamientos internos.

El verdadero Hisham II había muerto en Córdoba en el año 1013. Sin embargo, corrían noticias e historias por al Andalus que hablaban de que había sobrevivido y que estaba escondido. Aprovechando estas habladurías, Abū l-Qāsim ben Abbād se hizo con un doble del califa al Muayyad, al parecer un esterero llamado Jalaf al que el soberano Abbādí sacó de Calatrava y lo condujo a Sevilla.

La Crónica anónima de los reyes de taifas vincula este episodio con la amenaza de Yaḥyà ben ʿAlī ben Ḥammūd, rey de Málaga, aliado con Muḥammad ben ʿAbd Allāh ben Ishaq de Carmona para apoderarse de Sevilla. Sin duda, Abū l-Qāsim ben Abbād usó la figura del falso omeya como forma de legitimarse frente a los hammudíes y de obtener el apoyo de otros soberanos, de esta forma, el supuesto Hisham II fue instalado en el alcázar de Sevilla y reconocido como legítimo soberano, invocándose su nombre en el sermón del viernes y reproduciéndose el mismo sistema que en la época de Almanzor, con Abū l-Qāsim ben Abbād ocupando la posición de háyib. La mencionada Crónica anónima lo narra de la forma siguiente.

Luego Hisham, cuando entró en Sevilla, Ibn Abbād lo hizo alojar en su compañía en el alcázar, lo saludó con el título de califa e hízose su mayordomo, como al Mansur b. Amir, y su hijo Ismāʿīl Imad al Dawla ocupó el puesto de al Muẓaffar Abd al Malik hijo al al Mansur b. Abi Amir. Cuando Hisam al Mu´ayyad se hubo establecido en Sevilla se pronunció en ella la jutba en su nombre, así como en la mayoría de las coras, y las ambiciones cesaron.

La acción de Abū l-Qāsim ben Abbād no causó todo el efecto deseado. Al parecer, el falso al-Muayyad obtuvo el reconocimiento de los gobernantes de las zona de Levante, es decir, Valencia, Denia, Tortosa y las islas Baleares, los cuales enviaron los escritos de reconocimiento.

En un principio, el falso califa fue, asimismo reconocido por el soberano de la taifa cordobesa, pero, al no obtener confirmación de su identidad a través de los emisarios enviados a Sevilla, le negó la entrada a Córdoba, donde debía ser proclamado.

Expansión de la taifa de Sevilla

La primera acción fue dirigida contra la ciudad de Beja, lo que supuso el enfrentamiento con los aftasíes de Badajoz, que habían ocupado la ciudad. En el año 1030, las fuerzas aliadas de Sevilla y Carmona, dirigidas por Ismāʿīl, el hijo del soberano Abbādí, lograron apoderarse de ella, haciendo prisionero al hijo del taifa pacense.

Años más tarde, Ibn al Aftas se cobró cumplida venganza. En 1034, Ismāʿīl salió en expedición contra los cristianos de León atravesando el territorio pacense previo acuerdo con el aftasí. Sin embargo, al regresar fue objeto de una emboscada y su ejército fue aniquilado, por lo que tuvo que buscar refugio en Lisboa.

En 1039, Abū l-Qāsim ben Abbād fracasó ante la coalición de granadinos y malagueños, que le infligieron una fuerte derrota, muriendo en el encuentro su hijo Ismāʿīl, lo que dejó abierta la sucesión a favor de su hermano Abbād, conocido por el sobrenombre de al-Mu’tadid.

En cambio, según la Crónica anónima, este Ismāʿīl, llamado Imad al-Dawla, habría muerto en un enfrentamiento acaecido junto a la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira en el año 1036 frente a Yaḥyà ben ʿAlī al-Fatimí.

Muerte y sucesión de Abū l-Qāsim ben Abbād (1042)

Según algunas informaciones, la muerte de Abū l-Qāsim ben Abbād se produjo luchando contra las tropas del soberano granadino Bādīs ben Ḥabūs, pero los datos no coinciden en este extremo.

Por otro lado, respecto a la cronología, aunque algunas fuentes como la Crónica anónima de los reyes de taifa, dan como fecha de su muerte principios del año 1040, a través de otras (al Udri, Ibn al Abbar, Ibn Bassam, Ibn al Jatib) se sabe que se produjo más tarde, concretamente el 24 de enero del 1042.

Fue sucedido por su hijo al-Mu’tadid.

Descendencia

Tuvo al menos dos hijos:

  • Ismāʿīl ben Muḥammad, llamado Imad ad-Dawla, primogénito, fallecido en combate en 1036 o en 1039.
  • al-Mu’tadid, segundo rey de la taifa de Sevilla

Bibliografía

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