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[¿Oviedo?, m. s. XI – ¿?, c. 1113] Noble, esposa del Cid Campeador y gobernadora de Valencia (1099-1102)
Orígenes de Jimena Díaz
Posiblemente hija de Diego Fernández, conde de Oviedo, y de una noble de ascendencia real, posiblemente llamada Cristina Fernández.
¿De dónde era doña Jimena? Se desconoce su lugar de nacimiento aunque es probable que fuera de Oviedo. No es posible asegurar que nació en las localidades asturianas de Nava o Cangas del Narcea. Por supuesto, tampoco es factible que fuera natal de la localidad toledana de Orgaz, tal y como asegura su tradición oral.
La biografía del Cid conocida como Historia Roderici presenta así el matrimonio que, hacia julio de 1074, contrajo el Campeador con Jimena Díaz:
“[Alfonso VI] le dio como esposa a doña Jimena, su sobrina, hija de Diego, el conde de Oviedo, de la cual tuvo hijos e hijas”. 1
Hay que señalar que la palabra latina neptem o sobrina no indica necesariamente que fuera sobrina carnal de Alfonso VI. En este caso Jimena era hija de una prima carnal del rey, pues su madre era hija de la infanta Jimena, hija de Alfonso V y Urraca Garcés.
La identidad de Jimena queda así firmemente establecida, debiendo desecharse todas las leyendas y fábulas forjadas por los juglares en torno a unas supuestas Mocedades del Cid con un inexistente conde Gómez, que muere a manos del Cid, y la exigencia matrimonial de Jimena ante el rey Alfonso VI.
En todo caso, el enlace propuesto por el rey era un trato de favor para Rodrigo Díaz de Vivar, quien no era más que un infanzón. Seguramente su intención era asegurarse la fidelidad de Rodrigo.
Matrimonio con Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid
En la catedral de Burgos se conserva la carta de arras del contrato matrimonial entre Rodrigo y Jimena. Este documento, en el cual Rodrigo otorgaba parte de sus bienes a su esposa, está fechado el 19 de julio de 1074.2
Se otorgan a fuero de León, pues en Castilla las arras, siguiendo una disposición de época visigoda, no podían sobrepasar el diez por ciento del patrimonio del esposo. Pero Rodrigo, teniendo en cuenta que Jimena es asturiana, elije este fuero que fijaba la cuantía de las arras en la mitad de los bienes del futuro marido.
La dote de Jimena consistió en: el monasterio de San Cebrián ¿de Buena Madre?; tres villas íntegras (Vallecillo, Espinosilla de San Bartolomé y La Nuez de Abajo); y en diversas heredades en otras treinta y cuatro villas; en el mismo documento ambos contrayentes se nombran uno a otro herederos universales de todos sus bienes (profiliatio mutua) que sólo pasarán a sus hijos después de la muerte de ambos esposos. Solo perdería Jimena las arras y la herencia de Rodrigo en caso de contraer un nuevo matrimonio.
Y si yo, Rodrigo, muriere antes que tú, Jimena, y tú quedares después de mi muerte y no te volvieses a casar, sean tuyas las villas ya nombradas como arras y todas las otras cosas: villas, lo mismo que ganado y todos los muebles, oro, plata, caballos y también mulos o lorigas o armas y todos los objetos de adorno que se encuentren en nuestra casa, y si no fuere por tu libre voluntad, no des nada de todo ello ni a los hijos ni a ningún otro hombre mortal, si no te placiere; y después de tu muerte sea todo para tus hijos, nacidos de ti y de mí. Y si sucediere que yo, Jimena, me volviere a casar entregaré toda esta profiliatio aquí escrita, esto y aquello y todas las arras, a los hijos nacidos de ti y de mí
Un estudio completo de este documento se puede encontrar en este artículo de Alberto Montaner.
En la primavera del año 1075, Jimena y Rodrigo se encuentran en Asturias, en la tierra de la esposa, donde el Campeador intervino como juez designado por el rey en unos importantes litigios. Un diploma del 14 de marzo de 1075, relativo a la apertura del Arca Santa y enumeración de las reliquias que contenía, aunque interpolado, incluye a Roderico Díaz entre los firmantes.3 Y el 26 de marzo de ese mismo año Rodrigo actúa como juez en un pleito y el día 27 firma en otro acto judicial.4
Jimena y los destierros del Cid
Desterrado el Cid en el verano de 1081, es muy posible que Jimena no lo acompañase en un primer momento, pero no es admisible que se fuera a vivir a San Pedro de Cardeña tal y como se cuenta en el Cantar de Mío Cid. Jimena seguía siendo dueña de todos sus bienes y heredades y contaba con el apoyo de su familia, en concreto de sus hermanos Rodrigo Díaz, conde de Oviedo, y Fernando Díaz.
Un diploma asturiano del 13 de agosto de 1083 nos informa de que los tres hermanos presentan una reclamación ante el rey Alfonso VI en Oviedo. Esta firmado por Xemena Didaz.5
El Cid regresa a Castilla a fines del 1086. Alfonso VI le pone al frente de diversas tenencias castellanas: Iguña, Ibia, Campoo, Langa de Duero, Dueñas, Ordejón y Briviesca.
En el 1088, el Cid y Alfonso VI tienen un fuerte desencuentro en el asedio de Aledo. Rodrigo Díaz es declarado traidor por llegar con retraso. La reacción de Alfonso es furibunda y, además de confiscar las heredades del Rodrigo, “apresó a su mujer e hijos encerrándolos bajo severa custodia”, según narra la Historia Roderici. La Crónica de Veinte Reyes localiza el lugar de esta prisión en el castillo de Ordejón, en una peña al este de la localidad burgalesa de Ordejón de Abajo.
Finalmente, Rodrigo consigue que su familia sea liberada pero es de nuevo desterrado. El rey dio licencia para que se fueran a reunir con Rodrigo a tierras valencianas.
A partir de ese momento, Jimena estará junto a Rodrigo en sus diversas correrías por los reinos de Denia y Valencia. No parece que regresara a Castilla a pesar de la reconciliación definitiva de su marido con Alfonso VI en el 1092.
En junio del 1094 el Cid entra en Valencia y es de suponer que Jimena acompañaba a su marido. El 15 de agosto de 1097 tuvo que lamentar el fallecimiento de su hijo Diego en la batalla de Consuegra frente a los almorávides.
De su participación en el gobierno de Valencia nos ha llegado un documento del segundo semestre del 1098, conservado en Salamanca, que contiene la firma autógrafa de Rodrigo. En él Rodrigo dota a la nueva iglesia de Santa María, la catedral, y lo hace junto a Jimena: “Ego Roderico simul cum coniuge mea”.6
Jimena, señora de Valencia (1099-1102)
Muerto el Cid en 1099, Jimena quedó como dueña y señora de la ciudad de Valencia y de las tierras controladas por Rodrigo Díaz, con la eficaz mesnada cidiana a su servicio. Así lo expresa la Historia Roderici:
[…]tras la muerte de aquél, su mujer, digna de conmiseración, permaneció en Valencia con un gran acompañamiento de caballeros y de peones.
El 21 de mayo de 1101 Jimena otorgó a la catedral de Valencia el diezmo de todos los ingresos que pudieran corresponderle en todo su señorío: del pan, vino, aceite, higos, de los huertos y de los árboles, también de las rentas percibidas en los molinos, baños, tiendas, tabernas, fondas y casas; igualmente del quinto del botín que acostumbraba a recibir de sus hombres. Lo concede por todos los años de su gobierno en Valencia y recaerá luego su obligación sobre sus hijos. El documento es firmado de puño y letra por Jimena: “Ego Eximina predicta, qui hanc paginam fieri iussi, manu mea fircmabi”.7
Sin embargo, el gobierno de Jimena en Valencia no fue tranquilo. La amenaza almorávide continua. Éstos iniciaron un prolongado asedio entre agosto de 1101 y marzo de 1102.
Jimena solicitó el auxilio de Alfonso VI por medio de una embajada encabezada por el obispo Jerónimo de Valencia. El ejército llegó a Valencia en marzo de 1102 y provocó que los almorávides levantaran el asedio.
Alfonso VI fue acogido en Valencia por Jimena. Ésta y el resto de magnates cristianos pidieron al rey que retuviese la ciudad en sus manos. Pero Alfonso VI, una vez comprobada la dificultad de defender ese territorio tan alejado de sus dominios, rechazó la propuesta y dispuso su evacuación.
El 5 de mayo de 1102 los cristianos de Valencia abandonaron la ciudad, no sin prender fuego antes a la iglesia de Santa María (la antigua mezquita aljama), el alcázar y algunas casas. Jimena, llevando consigo los restos del Cid, siguió a Alfonso VI en su camino a Toledo.
Últimos años de Jimena
Jimena continuó su viaje hasta San Pedro de Cardeña, donde depositó los restos de su marido. A partir de este momento no hay más que silencio acerca de ella, silencio roto por un documento del 29 de agosto de 1113. Este documento, conservado en una copia del siglo XIII en la catedral de Burgos, documenta que Jimena, mujer de Rodrigo Díaz (Ego enim Semena, uxor Ruderici Diaz) vende a Cristóbal y Pedro, dos canónigos, su heredad en Valdecañas de Cerrato por 500 sueldos de plata.8
Por lo demás, se desconoce el lugar y la fecha exactos de su muerte.
Los restos de Jimena Díaz
Sus restos pasaron a reposar junto a los de su marido en San Pedro de Cardeña en un nicho en la pared derecha del altar mayor.
En 1272 Alfonso X quiso honrar de una manera más digna al Cid y mandó construirle un sepulcro de piedra. Desde el mencionado nicho lo trasladó al centro de la iglesia y a su lado su mujer en una caja de madera policromada.
Aquí estuvieron hasta que, en 1447, el abad Pedro del Burgo derribó la iglesia románica para construir la actual de estilo gótico y removió todos los sepulcros, incluido el del Cid, que pasó a estar frente a la sacristía, asentado sobre cuatro leones de piedra.
En 1541 se realizaron unas obras de reparación y el sepulcro se trasladó al lado derecho del altar mayor, mientras Jimena fue colocada en el claustro. Contra esto, que consideraron una ofensa, protestaron el condestable Pedro de Velasco y el concejo de Burgos quienes, en vista de que el abad no atendía a sus demandas, apelaron al rey Carlos I, quien ordenó que devolviesen la tumba al centro de la iglesia junto al altar mayor.
En 1736 Felipe V dio permiso para la construcción de una capilla lateral de estilo barroco —la llamada Capilla de los Reyes, consagrada a San Sisebuto—, en medio de la que colocaron las tumbas del Cid y Jimena. Es el actual sepulcro que se puede ver en San Pedro de Cardeña.
Pero el monasterio fue saqueado por las tropas napoleónicas en diciembre de 1808. Las tropas napoleónicas arrasaron con cualquier objeto valioso del templo, entre ellos los restos del Cid y su familia. Parte de los huesos del Cid y Jimena fueron trasladados a París, pero no todos. El general Thiebault, admirador del Cid, quiso congraciarse con el pueblo de Burgos se pudieron recuperar algunos de los restos. El 19 de abril de 1809 se celebró un acto lleno de pompa y de solemnidad para sepultar al Cid en un mausoleo que, para la ocasión, se levantó en el Paseo del Espolón.
A la marcha de los franceses, los monjes solicitaron al Ayuntamiento de Burgos que los restos fueran devueltos al Monasterio de San Pedro de Cardeña, pero no obtuvieron una respuesta positiva hasta 1826, momento en el que se destruyó el monumento del Espolón y fueron devueltos los restos a Cardeña.
Mientras tanto, los restos de París se fueron también disgregando. Algunos acabaron en Alemania, en el castillo de Sigmaringen del príncipe de Hohenzollern. Éste los devolvió en 1883, en época de Alfonso XII. No obstante, el resto se perdió por distintas ubicaciones, entre ellas Brionnais, en la Borgoña francesa, y el palacio checo de Lazne Kynzvart.
Las desamortizaciones que sufrieron las propiedades eclesiásticas durante buena parte del siglo volvieron a dejar lo que quedaba del Cid a expensas de profanadores, de modo que fueron resguardados en 1842 la capilla de la Casa Consistorial de Burgos.
Desde 1921 reposan junto con los de su esposa Doña Jimena en el crucero de la Catedral de Burgos.
Matrimonio y descendencia
Casó entre julio de 1074 y el 12 de mayo de 1076 con Rodrigo Díaz el Campeador, teniendo la siguiente sucesión:
- Cristina Rodríguez (c. 1075-?). Se casó con Ramiro Sánchez, señor de Monzón, hijo del infante Sancho Garcés y de Constanza, y nieto del rey García Sánchez III de Pamplona, siendo padres de, entre otros, el rey García IV Ramírez de Pamplona, el Restaurador.
- Diego Rodríguez (c. 1075-1097) muerto en la batalla de Consuegra.
- María Rodríguez (c. 1077-c.1105) contrajo matrimonio con Ramón Berenguer III, conde de Barcelona.
Genealogía de Jimena Díaz
Sobre los ascendientes de Jimena Díaz han habido diversas hipótesis. Lo único cierto es que su padre era Diego, conde Oviedo y que era sobrina (no carnal) del rey Alfonso VI.
Según la genealogía propuesta por la profesora Margarita Torres Sevilla-Quiñones de León, basada en fuentes narrativas y documentales, Jimena fue hija del conde Diego Fernández, fallecido antes del 24 de julio de 1046, y de una dama de apellido Fernández, probablemente llamada Cristina.
Según la Historia Roderici, doña Jimena fue nepta (sobrina) del emperador Alfonso VI de León. La autora, Margarita Torres, reconstruye el esquema genealógico de los Flaínez y la dinastía reinante para esclarecer el parentesco entre Jimena y el monarca que viene por el lado paterno (los Flaínez), ya que el rey Alfonso VI y Jimena comparten como ancestros al conde Bermudo Núñez y su esposa Argilo. Partiendo de esta relación, doña Jimena sería prima tercera del emperador.
El conde Diego Fernández, hijo del conde Fernando Flaínez y de Elvira Peláez, casó dos veces; en primeras nupcias con Elvira Ovéquiz y en segundas con Cristina Fernández.
Ramón Menéndez Pidal (La España del Cid, II, pp. 722-723) sugería que la madre de Jimena Díaz era de sangre real y que quizás la esposa de Fernando Gundemáriz, quien sería el abuelo materno de Jimena Díaz, fuera Jimena Alfonso, hija del rey Alfonso V de León. Esto se debe a que Jimena aparece confirmando la donación de Muniadona y su hijo Fernando Gundemáriz en 1036 a su media hermana, la monja Gontrodo Gundemáriz, aunque en el documento no se especifica si había alguna relación familiar entre la infanta y Fernando.
También se ha propuesto como esposa de Fernando Gundemáriz a una Sancha Ordóñez, supuesta hija de Ordoño Ramírez el Ciego y de Cristina Bermúdez, aunque Sancha no está documentada como hija de estos infantes. La esposa de Fernando Gundemáriz, según consta en un diploma portugués datado en 1045, fue Muniadona Ordóñez, hija de Ordoño Ramírez, bisnieto del conde Gonzalo Menéndez, y de su esposa Elvira.
El nombre documentado de la esposa de Fernando Gundemáriz fue Muniadona Ordóñez, dato confirmado por el historiador Manuel Rubén García Álvarez en la documentación portuguesa.9
En 1045 Menendo Folienz con su mujer Gontrodo Ordóñez menciona una heredad que Ordoño Ramírez había donado a su yerno Fernando Gundemáriz y a su mujer Muniadona Ordóñez. Por consiguiente, la mujer de Fernando Gundemáriz se llamaba Muniadona Ordóñez, fue hija de Ordoño Ramírez, que fue bisnieto del conde Hermenegildo González y su esposa la condesa Muniadona Díaz, miembros de la más alta nobleza galaicoportuguesa.
Hermanos de Jimena Díaz
El padre de doña Jimena probablemente se casó dos veces. Las hijas documentadas del primer matrimonio con Elvira Ovéquiz, hija del conde Oveco Sánchez y la condesa Elo, fueron:
- Onneca Mayor Díaz, casada con Gundemaro Iohannes (Ibáñez).
- Aurovita Díaz, casada con Munio Godesteiz. En el Cantar de Mío Cid y en otras historias se menciona que Munio Godesteiz (que probablemente se identifique con el Muño Gustioz del Cantar), quien sería cuñado de Jimena, combatió junto al Cid y que acompañó a Jimena en su viudedad.
De su segundo matrimonio con una hija de Fernando Gundemáriz, hijo del conde Gundemaro Pinióliz, posiblemente llamada Cristina, nacieron, aparte de Jimena Díaz:
- Rodrigo Díaz, conde en Asturias.
- Fernando Díaz, conde en Asturias al fallecimiento de su hermano.
- Falque Rey, Historia Roderici, p. 49. ↩︎
- Garrido Garrido, José Manuel: Documentación de la catedral de Burgos (804-1183), Burgos, 1983, doc. 25. ↩︎
- García Larragueta, Santos: Colección de documentos de la catedral de Oviedo, doc. 72 ↩︎
- García Larragueta, Santos: Colección de documentos de la catedral de Oviedo, docs. 74 y 73. ↩︎
- García Larragueta, Santos: Colección de documentos de la catedral de Oviedo, doc. 87 ↩︎
- Martín Martín, José Luis et al.: Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (s. XII-XIII), Salamanca, 1977, pp. 83-85. ↩︎
- Archivo Catedral Salamanca, caj. 43, leg. 2, nº 71. ↩︎
- Garrido Garrido, José Manuel: Documentación de la catedral de Burgos (804-1183), Burgos, 1983, pp. 173-174 ↩︎
- Portugaliae Monumenta Histórica, Documenta et Chartae, obra citada en la bibliografía, pp. 207-208, documento CCCXL. ↩︎