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Contexto Histórico
Durante el reinado de Alfonso II, Ramiro, hijo de Bermudo I, el Diácono, fue nombrado gobernador de Galicia probablemente hacia el 830. De esta forma, Alfonso II designaba a su sucesor ante la falta de descendencia propia. Ramiro se encontraba en Bardulia para contraer nuevo matrimonio con Paterna, hija de un noble castellano, cuando sucedió la muerte de Alfonso II. En este momento Ramiro tenía ya cincuenta años. Estando aún en Castilla conoció también el encumbramiento del conde palatino Nepociano, pariente de Alfonso II, como rey. Ante este hecho, Ramiro regresa apresuradamente a Galicia, donde tiene gran cantidad de partidarios, reúne un ejército en Lugo y marcha hacia Asturias.
Se produce un enfrentamiento entre sendas facciones en un puente del río Narcea, probablemente en las cercanías de Cornellana, en una fecha no conocida aunque probablemente en torno al 843. Nepociano es abandonado por su ejército, compuesto de asturianos y vascones, y tiene que huir hacia Oviedo. Pero los condes Escipión y Sonna le alcanzan y le llevan en presencia de Ramiro I. El castigo para Nepociano consistió en sacarle los ojos y su posterior confinamiento en un monasterio. En el verano de este mismo año Ramiro es coronado rey en Oviedo a la manera gótica, dando vía libre a la sucesión hereditaria, abandonándose la elección. De él partirá la línea dinástica que perdurará durante varios siglos.
En esta lucha, Ramiro fue apoyado por los magnates gallegos, mientras Nepociano es sostenido por los mandatarios astures, cántabros, castellanos (a pesar de que Ramiro estaba casado con una castellana) y vascones. La coronación de Ramiro I como rey no acabó con las conjuras palaciegas y el enfrentamiento de las diferentes tendencias que ya empezaban a apuntarse en el reino asturiano.
La Crónica Albeldense denomina a Ramiro I, el de la Vara de Justicia porque hizo desaparecer a los bandidos de Asturias, sacó los ojos a los ladrones que capturaba y enviaba a la hoguera a los adivinos y magos. Además, durante su corto reinado tuvo que hacer frente a varias rebeliones palaciegas:
- El sucesor de Nepociano en el cargo de conde palatino, Aldroito, empezó a fraguar una conspiración. Ramiro I le venció a y le arrancó los ojos.
- De nuevo, el sucesor como conde palatino, Piniolo, quiso encabezar una sublevación pero fracasó tras una breve guerra civil. Piniolo y sus siete hijos fueron ajusticiados.
Y por si pocos fueran los problemas internos, los enemigos externos también atacan. En el 843, el hijo de ʿAbd al-Raḥmān II, al-Muṭarrif vuelve con una expedición contra el norte peninsular. Pero el resultado no debió valer la pena y no volverá a haber acciones importantes hasta el 846.
En el 844 llegan por primera vez los vikingos a las costas españolas. Primero desembarcaron cerca del actual San Sebastián y se adentraron en el naciente reino pamplonés capturando a su rey Íñigo I Arista. Después realizaron un intento de desembarco fallido frente a Gijón y se dirigen hacia la Torre de Hércules (Brigantium), cerca de La Coruña. Mientras estaban saqueando La Coruña y Betanzos, fueron sorprendidos por un ejército asturiano y tuvieron que retirarse con la escuadra maltrecha y gran cantidad de muertos.
Las cosas tampoco estaban fáciles para el emir cordobés: a las rebeliones del gobernador de Zaragoza, Mūsà ben Mūsà (842, 846, 850) hay que sumarle las incursiones normandas (Lisboa, Sevilla, Cádiz,…) y la rebelión mozárabe en torno a Toledo al frente de San Eulogio y Álvaro (850).
Ante los problemas internos cordobeses, Ramiro aprovecha para ampliar los límites de su reino llegando a León, antiguo campamento romano, dotada de fuertes murallas y que parecía una buena base para organizar una nueva zona de poblamiento. Pero ʿAbd al-Raḥmān II, preocupado por este avance asturiano más allá de las montañas, envió a su hijo Muḥammad al mando de un expedición que tomó León (846). Los asturianos huyeron despavoridos, incapaces de hacer frente a las máquinas de guerra cordobesas. Muḥammad incendia León y abre grandes brechas en las murallas, retirándose después. León quedó desierta hasta varios años después. Poco más hay de destacable en este reinado, en el cual se produjo otro enfrentamiento más entre asturianos y cordobeses siendo victoriosos los asturianos.
Ramiro murió el 1 de febrero del 850 en el palacio del Naranco, siendo enterrado en Oviedo, en el panteón de los reyes que había erigido Alfonso II, junto con su esposa Paterna, que aún vivía en el 848. Fue sucedió por su hijo Ordoño I.
Durante el breve y tumultuoso reinado de Ramiro I se construyen las más notables construcciones del prerrománico asturiano: la iglesia de San Miguel de Lillo y el palacio de Santa María del Naranco. Además, cuatro siglos después, el arzobispo Rodrigo haría al rey Ramiro I protagonista de una famosa e irreal batalla, la batalla de Clavijo.
Castilla bajo el reinado de Ramiro I (842-850)
Los años del reinado de Ramiro I suponen un parón de la repoblación por tierras de Castilla. Solamente nos ha llegado un documento de esta época referente a la Castilla primitiva. Está fechado el 1 de enero de 844 y en él se confirma la donación que un obispo llamado Fredulfo hace al obispo Juan de Valpuesta de sus posesiones en torno al pueblo alavés de Alcedo.
Parece que Ramiro I no tuvo gran autoridad en la parte oriental de su reino. Muestra de ello es el siguiente suceso. En el breve tiempo que Nepociano estuvo en el trono, un señor de Asturias de Santillana llamado Rebelio acudió a Oviedo y consiguió un escrito que le permitía apoderarse del monasterio de San Juan del Castillo, en Santa María del Puerto, la actual Santoña. A pesar de que pocos meses después Ramiro I ya era rey, Rebelio mantuvo sus posesiones hasta tiempos de Alfonso III. Además, durante la breve guerra civil que acabó con el destronamiento de Nepociano, los vascones apoyaron la causa de éste último.
Los Jueces de Castilla
En este ambiente de desorden y continuas rebeliones, Fray Justo Pérez de Urbel sitúa la aparición de los famosos Jueces de Castilla. Sus nombres son Nuño Rasura o Rasuella y Laín Calvo e impartirían justicia entre los castellanos apoyándose en las fazañas y en las costumbres, sin tener en cuenta el Fuero Juzgo, de herencia visigoda, que se respetaba en el resto del reino asturiano. Además, eran dos para que cuando uno de ellos viajara a la corte astur otro se quedara en el condado para mantener la justicia.
Se basa Fray Justo para hacer esta afirmación en que según todas las crónicas, Nuño Rasura era abuelo del conde Fernán González, y si así era, es en este momento y no en tiempos de Fruela II, como dicen muchas de esas crónicas, cuando debería haber vivido Nuño Rasura. La mayor parte de los historiadores actuales suponen que esta es una leyenda surgida en el siglo XII y no dan crédito histórico a esta institución.