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Esta, hoy en día, pequeña localidad soriana fue hace mil años un importante centro de poder. Sobre el río Duero, a medio camino entre El Burgo de Osma y Berlanga de Duero, albergaba una de las más importantes fortalezas del emirato y el califato de Córdoba desde donde se divisan todas las tierras del Duero sur y buena parte de las que se sitúan al norte.
El origen del lugar seguramente venga impuesto por la existencia de un vado sobre el río Duero, donde posteriormente se levantó un puente, quizá fortificado. Este paso natural podía ser además estrechamente vigilado desde el amplio cerro amesetado donde se asentó la más antigua población medieval.
Gormaz bajo el dominio musulmán
La primera noticia escrita referente a Gormaz procede del Cronicón de Cardeña, donde se afirma su conquista por los musulmanes en el año 925.
Las primeras noticias desde el lado cordobés provienen del historiador musulmán Ibn Hayyan, cuando describe la campaña del califa Abderramán III del año 934. En esa fecha el ejército andalusí cruzó el río Wajsma (el río Osma, es decir, el Ucero), dirigiéndose al hisn Urmag, o sea, al castillo de Gormaz. Puede que fuera en ese momento un castillo restaurado por los condes castellanos tras alcanzar el río Duero en el 912.
Esta toma debió de ser efímera pues el 7 de julio 940, según relatan los Anales Complutenses – y los Anales Castellanos Segundos aunque en el 17 de julio del 961–, los musulmanes la capturan nuevamente.
A partir de este momento la localidad va a jugar un verdadero papel estratégico dentro de la Frontera Media musulmana, que desde 946 establece su capital militar en Medinaceli y levanta una barrera salpicada de castillos y de atalayas, muchas de ellas aún conservadas. Entre todas estas fortalezas la más imponente es la que, según al-Maqqari, mandó levantar el califa Al Hakam II a Galib, general en jefe de la frontera la misma que, con muy pocas modificaciones, ha sobrevivido hasta nuestros días. Las obras acabaron en el año 965/966.
Como parte de la espadaña de la cercana ermita prerrománica de San Miguel de Gormaz se encontró una estela con epigrafía cúfica cuya leyenda se ha relacionado con la orden de Al-Hakam II para construir la fortaleza de Gormaz. Hoy se conserva en la catedral de El Burgo de Osma y el texto sería el siguiente:
En el nombre de Dios Clemente y Misericordioso, Dios Bendiga a Mahoma, el sello de los Profetas. Mandó el siervo de Dios, Al-Hakam, al-Mustansir Bi-llah, Príncipe de los Creyentes (¡Dios alargue su permanencia!).
Su objetivo era plantar cara a las fortalezas castellanas de Osma y a San Esteban de Gormaz. Desde estos momentos la comarca se convierte en escenario de encarnizadas luchas entre cristianos y musulmanes. El primer intento de tomar la nueva ciudadela correrá a cargo del conde García Fernández en el 975, junto con las tropas de aliado con Sancho II de Pamplona y Ramiro III de León asedia el castillo pero, mientras lo hace, es atacado por un ejército de rescate al mando de Gálib y sufre una humillante derrota. Vuelve a intentarlo en el 978 con éxito y lo mantiene hasta el 983, cuando lo toma Almanzor.
En todo caso las campañas de Almanzor (977-1002) consolidarán Gormaz como base militar para las aceifas veraniegas
que asolaron los reinos del norte, aunque tras la desaparición del amirí y de sus hijos, la amenaza musulmana comenzará a flaquear. De este modo, el conde Sancho García, hijo del anterior, conseguirá en el 1011 que los andalusíes le devuelvan las plazas de Clunia, San Esteban y Osma, perdidas en tiempos de Almanzor pero no así Gormaz que permaneció en manos andalusíes.
Tras la desintegración del califato de Córdoba, Gormaz fue una fortaleza disputada entre las taifas de Zaragoza y Toledo. Medinaceli, ciudad desde la que se regía Gormaz, forma parte primero de la taifa de Toledo. Pero las fuentes citan a Abū ʿAbd Allāh Muḥammad ben Aḥmad ben Baq como soberano independiente de Medinaceli con el título de Du l-Wizaratayn, es decir, que se otorgaba los cargos de visir y háyib. Nada más se sabe de este personaje. Es posible que este suceso ocurriera durante un período poco conocido del reino de Toledo, a partir del exilio de Abū Bakr Ya’is (c. 1026), hasta que finalmente los toledanos deciden dar el poder a los Banu Di-l-Nun, en torno al 1032, en la persona de Ismāʿīl al-Zafir. al-Zafir logrará restablecer el poder en toda la taifa de Toledo.
La zona será pronto causa de disputas entre Toledo y Zaragoza. Medinaceli y Gormaz será incorporada definitivamente a la taifa de Zaragoza en el año 1044 por Sulaymān ben Hud tras derrotar a Yaḥyà al-Ma’mún. Y en su poder estará hasta que en el año 1060 el rey Fernando I, según cuenta la Historia Silense, conquiste definitivamente la fortaleza para Castilla, en una campaña que le permitió tomar también las fortalezas de Berlanga y Aguilera y el paso del Duero de Vadorrey.
Gormaz bajo dominio castellano
En 1087 parece ser que Alfonso VI entregó la tenencia de la fortaleza a El Cid. Desaparecido el peligro musulmán, la plaza militar se convierte en poblado que poco a poco va saliendo de las murallas para acercarse más al valle. Es entonces cuando debió surgir la actual población que aún mantuvo cierta importancia, al ser cabeza de un arciprestazgo dependiente de Osma y centro de una Comunidad de Villa y Tierra que englobaba a diez aldeas. La comunidad se mantuvo prácticamente inalterada hasta el año1838.
A partir del siglo XII su aparición en los diplomas está más relacionada con asuntos eclesiásticos. En 1151 Alfonso VII concede al monasterio de Santo Domingo de Silos la iglesia de San Cipriano, ecclesia que est in Gurmaz. En 1154 el rey Sancho III, entre los bienes que confirma como posesión del obispo de Osma, cita in Gormaz ecclesiam Sancte Marie, que de nuevo, en 1174, vuelve a confirmar Alfonso VIII.
En 1187 es el papa Urbano III quien acoge bajo su protección al monasterio silense y al conjunto de sus posesiones, entre las que aparece San Cipriano de Gormaz, iglesia que en 1191 figura en la concordia que hicieron los obispos de Burgos, Segovia y Palencia para zanjar los pleitos que mantenían el obispo de Osma y el abad de Santo Domingo de Silos, por motivo de algunas parroquias, reconociéndose la titularidad del monasterio sobre ella.
A comienzos del siglo XIII la fortaleza está en manos de Álvar Núñez de Lara y que tras la toma de Úbeda en 1233 algunos gormaceños debieron acudir a la repoblación de la ciudad andaluza. Tal vez la conquista de nuevas tierras en el sur pudo provocar una pérdida preocupante de población, pues en 1258 el rey Alfonso X expide un privilegio a los que pueblen con mujeres e hijos junto al castillo de Gormaz, quedando exentos de los impuestos de pecho, pedido y fonsado. En 1297 Fernando IV entrega la villa y su castillo al infante don Enrique, revirtiendo en la Corona en 1303, hasta que en 1395 Enrique III dona las villas de Almazán y Gormaz, con sus alfoces, a Juan Hurtado de Mendoza.
Finalmente, en 1477 este alfoz formará parte del mayorazgo que Ruy Díaz de Mendoza instituyó para su hijo
Álvaro de Mendoza. Fue en esta época bajomedieval cuando la inmensa fortaleza califal se abandona, construyéndose en el extremo oriental un castillo que permitía una defensa con menos recursos humanos y con costes de mantenimiento más reducidos.
Las iglesias de Gormaz
En la villa se documenta tradicionalmente la existencia de cuatro iglesias: San Juan Bautista, San Miguel, Nuestra Señora de la Antigua y Santiago. Las dos primeras aún se mantienen en pie; la tercera estuvo en el solar
que hoy ocupa el depósito de aguas –donde a principios del siglo XX aún se veían sus cimientos–;
mientras que de la última subsisten algunos restos, reutilizados como recinto del cementerio.
A ellas habría que sumar la de San Cipriano de Gormaz, mencionada durante la segunda mitad del siglo XII y de la que después no hay noticias ni se conoce el posible emplazamiento. Hubo igualmente un convento franciscano, que se trasladó a Berlanga de Duero, cuya historia figura en uno de los libros parroquiales, y del que se llevaron algunas imágenes a la iglesia parroquial.
El castillo de Gormaz
El castillo consta de dos partes diferenciadas separadas por un foso. Al este se encuentra el alcázar, la torre del homenaje, la “torre de Almanzor”, el aljibe y los aposentos califales. En la parte oeste se encuentra una alberca para dar de beber a los animales y una gran explanada donde acampaban las tropas. Cuenta con una gran puerta que denota su origen islámico, la Puerta Califal. En la cara oeste de la muralla hay tres estelas, una de origen romano y otra claramente islámica, que se colocaron allí para espantar los malos espíritus.
El castillo de Gormaz llegó a ser la fortaleza europea más grande de su época: con un perímetro amurallado de 1200 m, 446 m de largo, 28 torres y una forma muy alargada en dirección este-oeste. La mayoría de las torres sobresalen del lienzo, son macizas, con terraza, almenas y estrechas ventanas (saeteras) para defender los paramentos. La parte inferior de los muros se elaboran con sillería, dispuesta a soga y tizón, y con sillarejo el resto del paramento
El castillo consta de dos partes diferenciadas separadas por un foso. Al este se encuentra el alcázar, la torre del homenaje, la “torre de Almanzor”, el aljibe y los aposentos califales. La torre del homenaje fue reconstruida en el siglo XIV. Es de estilo mudéjar y tiene puerta doble en codo para dificultar la entrada. Conserva en la parte superior tres ménsulas dobles de arte islámico rematadas en modillones de rollo que sustentaron una ladronera que defendía la puerta de acceso. La torre está dividida en cuatro pisos y queda conectada a la torre de Almanzor, situada en frente, por medio de una galería que discurre por el interior del cerramiento del alcázar.
Alcázar del castillo de Gormaz
En la parte oeste se encuentra una alberca para dar de beber a los animales y una gran explanada donde acampaban las tropas.
También hay un aljibe subterráneo, que es una gran cisterna de planta rectangular cubierta por una bóveda de cañón. Está construida con sillería de muy buena calidad y recubierta con una capa de hormigón de cal hidráulica para dotarle de estanqueidad
Explanada del castillo de Gormaz
Cuenta con una gran puerta que denota su origen islámico, la Puerta Califal. Está formada por un gran arco de herradura enmarcado por un alfiz en el exterior y un segundo arco, también de herradura, más bajo y retranqueado. Entre las dos puertas queda un espacio libre, llamado buhedera, que permite el lanzamiento de proyectiles desde arriba.
Puerta califal del castillo de Gormaz
En la cara oeste de la muralla hay tres estelas, una de origen romano y otras dos claramente islámicas, que se colocaron allí para espantar los malos espíritus.
El castillo es Monumento Nacional desde 1931. Parte de las escenas de exteriores de la película El Cid (1961), dirigida por el estadounidense Anthony Mann fueron rodadas en el castillo.
La leyenda de la maldición de Gormaz: en treinta te quedarás
Gormaz es una localidad qu en el padrón de 2020 cuenta solo con 20 habitantes. El declive de la localidad debió de comenzar cuando perdió su importancia como enclave fronterizo pero existe una leyenda que trata de explicar esta enorme pérdida de importancia.
Cuenta la leyenda que Jesucristo se disfrazó de mendigo y llegó a la Gormaz árabe a pedir limosna. Ninguno de sus habitantes se la dio e, indignado, maldice al pueblo de esta guisa:
“Oh, tu, la inhospitalaria, hoy musulmana Gormaz, treinta mil vecinos tienes, en treinta te quedarás”.