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[a. 934 – ¿Seo de Urgel?, 30 septiembre 992]. Borrellus, Borrello en la documentación medieval.
Conde de Barcelona, Gerona y Osona (947-992)
Conde de Urgel (948-992)
Duque de Gotia
Hijo del conde Suniario I de Barcelona y de Riquilda de Tolosa.
Gobierno conjunto de Borrell II y Mirón I (947-966)
Al retirarse su padre a un monasterio (947) sus dominios fueron heredados por sus hijos Borrell y Mirón, quienes debían gobernar conjuntamente. Durante este periodo ya es posible vislumbrar algunas de las políticas que definieron el conjunto del reinado de Borrell II. Parece que el reparto de poderes entre los dos hermanos consistió en que Borrell se encargó de las relaciones exteriores y de defensa, mientras que Mirón lo hacía de las obras públicas y de las cosas concernientes a la ciudad de Barcelona y sus alrededores.
En 948 Borrel II heredó el condado de Urgel al morir su tío Sunifredo II.
Al contrario que su padre, fue un conde más diplomático que militar. Procuró mantener siempre relaciones cordiales con los francos y los andalusíes. Borrell II mantuvo o intentó mantener buenas relaciones con el Califato de Córdoba, como lo demuestra el envío de repetidas embajadas. En 950, mandó un legado que acompañó a la embajada del marqués Guido de Toscana.
Tras una derrota en el 963 ante un ejército comandado por Galib, Borrell y Mirón enviaron una embajada (966) que supuso la firma de un tratado de paz, amistad y fijación de fronteras con ʿAbd al-Raḥmān III. Este acuerdo facilitó una cierta repoblación cristiana hasta el área del río Gayá: se repueblan Montmell, Miralles, Santa Coloma de Queralt, Pontils, Montbui, Cabra, etc.
Por otro lado Borrell II tuvo que gobernar en una época en que el poder carolingio estaba en plena descomposición y trató de aumentar su autonomía política. Por ello estrechó relaciones con las principales familias nobles del Languedoc y, sobre todo, recabó la ayuda de la Santa Sede para conseguir la independencia de la iglesia de sus dominios con respecto a la franca
Esta política de independencia eclesiástica con respecto de los francos ya se había iniciado en el 950 con una serie de viajes de altos dignatarios eclesiásticos de los condados pirenaicos a Roma, como Suñer, abad de San Miguel de Cuixà, Guisad, obispo de Urgel, y Arnulfo, abad de Ripoll. El primer conde que siguió este ejemplo fue Sunifredo II de Cerdaña, fundador de San Miguel de Cuixá en 955. Por otro lado, el monje Cesáreo, fundador y primer abad del monasterio de Santa Cecilia de Montserrat, realizó un primer intento de separar las diócesis catalanas de la dependencia narbonesa, buscando la autoridad de la sede apostólica compostelana, haciéndose reconocer en un concilio de obispos gallegos y leoneses en el 956, como metropolitano de la provincia eclesiástica tarraconense, pero topó con la oposición de los obispos catalanes y, sobre todo, con la del arzobispo de Narbona.
Gobierno en solitario de Borrel II (966-992)
Su hermano Mirón I falleció en el 966 y Borrell gobernó en solitario en todos sus dominios. En estos momentos se encuentra en su apogeo: en el 971 es nombrado duque de la Gotia y su estatus es de preeminencia sobre el resto de condes de la Marca. Así se demuestra por ejemplo en la consagración del monasterio de Ripoll en el 977.
En los 971 y 974 envió nuevas embajadas ante el califa al-Ḥakam II para ratificar los acuerdos de paz de anteriores a cambio de la obediencia y fidelidad al califa. Esta buena sintonía se rompió con la entronización de Hisham II (976-1009) y el ascenso político de la figura de Almanzor, el caudillo musulmán que se propuso recuperar el esplendor militar inicial de al-Ándalus.
Las campañas de Almanzor
No tardó Almanzor en ir contra los dominios del conde Borrel II. En su cuarta campaña, en verano del 978, Almanzor atacó la zona de Tarragona hasta la llanura de Barcelona. Es posible que en este momento se abandonara la ciudad de Tarragona, que nos ería de nuevo reconquistada hasta el 1118.
En verano del 982, en su 16ª campaña, Almanzor «se dirigió al país de los Yfrany, donde conquistó el castillo de Munt Farik (¿Castell Valls de Llinars?), Gerona y su territorio». Almanzor golpeó de nuevo en el 984, atacando Barcelona.
Pero la campaña más decisiva fue la que comenzó el 5 de mayo del 985. Un ejército partió de Córdoba cruzando el litoral mediterráneo en dirección al campo de Tarragona. Almanzor avanzó hacia Barcelona por las actuales comarcas catalanas del Penedés, Llobregat y Vallés, mientras el conde Borrell II organizaba la defensa de sus territorios. Numerosos monasterios de los alrededores de Barcelona como el de San Cucufato, San Pablo del Campo o San Pedro de las Puellas fueron destruidos y sus comunidades asesinadas. Los habitantes de las cercanías de Barcelona se encerraron tras las murallas de la ciudad, que fue asediada el 1 de julio. El 4 de julio Borrel huyó por mar eludiendo a la escuadra musulmana que bloqueaba el puerto. La resistencia de Barcelona duró poco más: el 6 de julio Almanzor arrasó Barcelona llevándose consigo un cuantioso botín y un elevado número de cautivos (entre ellos su yerno Udalardo) que más adelante serían vendidos como esclavos o rescatados a cambio de importantes sumas de dinero. El conde Borrell II había sufrido una derrota difícil de olvidar, y las crónicas bautizaron este triste suceso como «el día que Barcelona murió». Quedaba así demostrado que la posición procordobesa mantenida por el conde había fracasado.
Las relaciones con el Papado
Borrell II mantuvo buenas relaciones con el papado. En 970 viajó a Roma con el propósito de reorganizar la administración religiosa: crear un arzobispado en Vic restaurando así el antiguo arzobispado de Tarragona. Trataba así de someter a su control a todas las autoridades eclesiásticas de la marca Hispánica y desprenderse de la autoridad del arzobispado de Narbona. El papa Juan XIII acogió favorablemente las propuestas expuestas por el obispo Atón de Vic, el monje Gerberto de Aurillac y el propio Borrell II. Pero el asesinato del obispo Atón el 22 de agosto de 971 frustró este objetivo.
Las relaciones con el reino franco
El acoso de Almanzor obligó al conde Borrell II a retomar las relaciones con los francos. Ofreció al rey Lotario la renovación del juramento de fidelidad a cambio de auxilio militar que garantizase la protección del país frente a nuevos ataques musulmanes. Pero la petición de ayuda coincidió con una grave crisis de la dinastía carolingia: Lotario murió en 986 y su sucesor Luis V de Francia también falleció prematuramente en 987. La nueva dinastía de los Capetos tuvo que defender la corona franca de insurrecciones internas y tampoco atendió las peticiones de auxilio del conde barcelonés.
Como nadie respondió a la demanda de auxilio del conde Borrell II, no es de extrañar que cuando en 987 el rey Hugo I Capeto exigió renovar los vínculos políticos con la corona franca la respuesta fuera un mutismo total, de tal manera que ese fue el último contacto exigiendo la subordinación de los condes de la Marca Hispánica a los monarcas francos. Era la independencia de facto de la dinastía condal de Barcelona, no reconocida jurídicamente hasta la firma del Tratado de Corbeil, ya en 1258.
Cultura
Borrel II invitó al monje Gerberto de Aurillac (que años más tarde llegaría a Papa con el nombre de Silvestre II) a residir en el condado para que ampliara sus estudios. Gerberto llegó a Barcelona hacia el 967 y entabló amistad con Borrell II, con Atón, obispo de Vic y con Sunifredo Llobet, arcediano de la catedral que traducía textos del árabe.
Gerberto también estuvo en el monasterio de Ripoll en los años en que su scriptorium tenía su primera época de esplendor, bajo la dirección del abad Arnulfo (954-970) y se había convertido en un importante centro de traducción. Gerberto de Aurillac aprendió allí la construcción del astrolabio.
Últimos años y muerte de Borrel II
A partir de 988 compartió el gobierno con sus hijos Ramón Borrell el primogénito, quien recibió los condados de Barcelona, Gerona y Osona, y Armengol el hijo menor, a quien legó el condado de Urgel. Ambos ya aparecen con la dignidad condal años antes, en el 986, en la renovación de la carta de población de Cardona, promulgada con el objetivo de atraer pobladores a esta zona que había resultado muy dañada con las razzias de Almanzor.
En 992, antes de que Borrell II hiciese testamento, sus dos hijos actúan ya como condes sin necesidad de su padre. El 24 de septiembre se leyó su testamento y unos días después, el 30 de septiembre del 992, Borrell II fallece, probablemente en la Seo de Urgel.
Matrimonios y descendencia de Borrel II
Borrell II había hecho un viaje al monasterio de Saint-Géraud de Aurillac en el 967, donde fue denominado por el monje Richer de San Remy de Reims “Duque de la Hispania Citerior”. Gracias a este viaje, conoció a su esposa Letgarda de Auvernia o de Tolosa, hija de Ramón III Ponce I, conde de Tolosa y duque de Aquitania, con la que tuvo dos hijos y tres hijas:
- Ramón Borrell, sucedió a su padre en los condados de Barcelona, Gerona y Osona.
- Ermengol I, quién heredó el condado de Urgel.
- Ermengarda (m. 1030), contrajo matrimonio con Geriberto.
- Riquilda (m. 1041/42) se casó con el hermano del esposo de su hermana, Udalardo I, vizconde de Barcelona.
- Adelaida Bonafilla, nombrada por su hermano Ramón Borrell abadesa de San Pedro de las Puellas, comunidad que se ocupó de restaurar tras haber sido arrasada por Almanzor en el 985.
Tras la muerte de Letgarda, entre los años 977 y 980, se volvió a casar con Eimeruda de Auvernia. Algunos historiadores apuntan a que era hermana de Letgarda aunque no es posible confirmarlo. Este segundo matrimonio no tuvo descendencia y de Eimeruda no existe constancia documental posterior a la muerte de Borrel II.
Títulos honoríficos
Aparte de los títulos condales hereditarios, empleaba los títulos honoríficos de marqués y duque de la Gothia, dux Gothicae (Borrelli Ducis Gothicae) (971), así como el título de “príncipe de Gotlandia” con connotaciones de soberanía (972). Cuando llegó el decisivo año 987, cuando Borrell II pidió auxilio al rey franco Hugo Capeto para valer el pacto de vasallaje, el cronista de la corte franca Richer lo calificó de duque de la Hispania Citerior, un título que Borrell II nunca utilizó para sí mismo.
El 10 de marzo de 988 Borrell II se titulaba gratia Dei hibereo Duci atque Marchisa ( «por la gracia de Dios duque ibérico y marqués») y no se conoce ningún precepto real franco para la Gothia posterior al 986. No obstante sin embargo, en todos los documentos de la zona se continuarán datando los documentos oficiales por la fecha del reinado de los reyes francos -y no por la Era hispánica.
Algunos ejemplos de sus títulos en los documentos: 28 de julio de 960: Ego Borrellus gratia Dei Chomes te marchio; 23 de abril de 986: Sig + num Borrellus, gratia Dei Comment te marchio; 20 de diciembre de 986: Ego Borrello, comite [..] + Borrello, comite, Marchione, quien ista comutacione firma; 10 de marzo de 988: Ego Borrello, gratia Dei, hibereo Duci atque Marchisa [..] + Borrello, gratia Dei comas marachiso.
Mitos y leyendas en torno a Borrel II
Desde 1270, y especialmente en la Crónica del monasterio de San Pedro de las Puellas de Barcelona, redactado en catalán entre 1278 y 1283, se recoge una falsa tradición de que el conde Borrell II murió en el asedio de Barcelona por Almanzor, concretamente en la batalla de Rovirans junto a 500 caballeros, y que los musulmanes lanzaron su cabeza dentro de las murallas de la ciudad sitiada para aterrorizar a sus habitantes, antes de proceder a su toma y posterior saqueo.
Otras historias cuentan que Borrell huyó a las montañas de Manresa y publicó un bando ofreciendo Privilegio Militar Hereditario a cuantos se presentasen con armas y caballos para ir a reconquistar la capital y que habiendo reunido 900 aventureros, fueron allí delante reconocidos como militares con la denominación de Homes de Parático o del Paratge, para denotar que eran hombres preparados para auxiliar a su conde. Los Homes de Paratge tomaban asiento en la Cortes del Principado.
Por otro lado, se ha relacionado a Borrell II como el verdadero iniciador de Cataluña como nación. Por eso se ha fijado en ocasiones el año 988 como el del nacimiento de la nación catalana. Muestra de ello fueron las conmemoraciones del milenario de Cataluña en el año 1988.