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Estrofas 527 a 535 del Poema de Fernán González
527 | Otro dia mañana, fueron se levantar, vestieron se las armas por al canpo tornar, començaron a Dios de coraçon rogar que y contra los moros los fuesse ayudar. | La mañana siguiente se fueron a levantar, se equiparon las armas para al campo retornar, empezaron a Dios de corazón rogar que allí contra los moros los fuese a ayudar. |
528 | La oraçion acabada, las lanças abaxaron, fueron ferir en moros, «Santiago» llamaron; maguer que eran cansados, todos se esforçaron, mas esforçada miente que ante començaron. | Acabada la oración, las lanzas bajaron, fueron a herir a los moros, «Santiago» exclamaron; aunque estaban cansados, todos se esforzaron, más esforzadamente que antes comenzaron. |
529 | El conde don Fernando, omne muy bienandante, fazie grand mortandat, mas rezio que de ante; fue la gente africana d’aquesto muy pesante, non avie y ninguno que se l’ paras’ delante. | El conde don Fernando, hombre valiente, hacia gran mortandad, con más ímpetu que antes; esto la gente africana lo sufría en sus carnes, no había allí ninguno que osara enfrentársele. |
530 | Todos de coraçon eran pora lidiar, nin lanças nin espadas nin avian vagar, reteñien los yelmos, las espadas quebrar, ferien en los capiellos, las lorigas falsar. | Todos muy animados estaban dispuestos a luchar, ni lanzas ni espadas podían descansar, resonaban los yelmos, y las espadas quebrar, herían en los capillos, las lorigas cortar. |
531 | Los chicos e los grandes todos mientes paravan, commo a angel de Dios todos a el guardavan; quando oian «Castiella», todos se esforçavan, todos en su palabra grand esfuerço tomavan. | Los chicos y los grandes todos se concentraban, como a ángel de Dios todos le aguardaban; cuando oían «Castilla», todos se esforzaban, todos de su palabra gran ánimo tomaban. |
532 | Don Gustio Gonçalez era leal cabdiello, avia en los primeros abierto un grand portiello; un rey de los de Africa, un valiente cabdiello, ferio l’ d’un espadada por medio del capiello. | Don Gustios González era un leal caudillo, entre los primeros había abierto un gran portillo; un rey de los de África, un valiente caudillo, hirióle con la espada en medio del capillo. |
533 | Capeillo e almofar e la cofia d’armar ovo los la espada ligero de cortar, ovo fasta los ojos la espada de passar, d’aqueste golpe ovo don Gustio a finar. | Capillo y almófar y la cofia de armar fueron por la espada fáciles de cortar, hasta los ojos hubo la espada de pasar, de aquel golpe tuvo don Gustios que expirar. |
534 | Alli do el murio non yazie el señero: un sobrino del conde, que era su conpañero, mato se con un moro que era buen cavero: non avie y de moros mas estraño braçero. | Allí donde él murió no yacía el aislado: un sobrino del conde, quien era su compañero, se mató con un moro que era buen caballero: no había allí entre los moros más extraño bracero. |
535 | Cristianos otros muchos por ende y morieron; ellos en todo esto en valde non se ovieron, en los pueblos paganos grand mortandat fizieron: fablaron d’ello sienpre todos quantos lo oyeron. | Otros muchos cristianos por eso allí murieron; mas ellos en todo esto en balde no estuvieron, entre los pueblos paganos gran mortandad hicieron: hablaran de ello siempre todos cuantos lo oyeron. |
- 533. En esta estrofa, refiriéndose a la muerte de un golpe de espada en la cabeza de Gustios González, se describe cómo vestía un caballero medieval en la España del siglo XIII. Generalmente iba equipado con una loriga que se vestía por la cabeza. Esta parte del cuerpo se protegía primero por una cofia de armar, una tela acolchada que evitaba que el almófar rozara directamente la piel o se enredara con el pelo. El almófar era una malla de metal que se ponía encima de la cofia y que protegía la cabeza, el cuello y los hombros del caballero. Por último, se vestía el capillo o casco metálico que podía o no tener un visor. En ocasiones entre el almófar y la capilla podía haber un bacinete de cuero.